DISCURSO DEL SANTO PADRE PABLO VI
A LOS MIEMBROS DE LA "CATHOLIC YOUNG MEN'S SOCIETY OF GREAT BRITAIN"

Martes 30 de julio de 1963

La visita de tan numeroso grupo de miembros la “Catholic Young Men’s Society of Great Britain”, es motivo para Nos de gran satisfacción por su proveniencia, su número, su calificativo de jóvenes católicos, por la magnífica actividad para la que su Asociación los forma y compromete.

Queremos daros las gracias por este acto de devoción filial y dar las gracias también a su Excelencia monseñor Francis Joseph Grimshaw, arzobispo de Birmingham, que ha conducido a Nos estos queridos visitantes, así como también damos las gracias al consiliario nacional, padre Denis Hickung, y con él a la sacerdotes que los ayudan y a los dirigentes que la conducen.

Queridos hijos de Gran Bretaña, queremos, además, demostrar a todos nuestra estima y benevolencia por vuestra asociación, vuestra actividad y vuestro país. Nos correspondemos con nuestros votos y nuestras oraciones al consuelo que nos proporcionáis y conociendo las buenas disposiciones de vuestras almas deseamos robustecer vuestros buenos propósitos con algunas recomendaciones.

Sabemos que vuestra Asociación ha promovido un estudio especial de la reciente encíclica Mater et magistra de nuestro predecesor Juan XXIII, de venerable memoria. Esta es una excelente iniciativa. El conocimiento de las enseñanzas de la Iglesia es muy importante y muy útil hoy, porque son una valiosa síntesis de la doctrina de Nuestro Señor y de la experiencia humana y dan la clave para resolver muchos problemas de pensamiento y de acción del mundo moderno, Os exhortamos, por tanto, a proseguir este estudio y a extenderlo a otros documentos eclesiásticos, tanto pontificios como episcopales. El conocimiento particularmente de lo que publique el Concilio Ecuménico, será, sin duda, provechoso ya para vuestra cultura religiosa, ya para vuestra conducta en el mundo actual.

Igualmente, queremos elogiar y animar vuestra actividad espiritual. Vuestras oraciones y retiros son acciones muy laudables y valiosas para vuestras almas, para todos los que observan vuestro ejemplo y para las intenciones grandes y generosas a las que se dirigen estas acciones religiosas.

Queremos de este modo ayudar vuestros buenos propósitos. Debéis recordar que pertenecéis a una gran Nación y, por tanto, tenéis el deber de demostrar que la juventud católica, orgullosa de pertenecer a ella, sabe apropiarse sus virtudes naturales, sus buenas tradiciones, sus nuevas necesidades y, por consiguiente, sabe dar a la vida nacional una contribución moral y espiritual de especial valor. Asimismo, esperamos que vuestro ejemplo de excelentes ciudadanos y de fieles católicos contribuirá a la gran causa de la unidad de los cristianos en la unidad de la Iglesia de Cristo.

Estos pensamientos y sentimientos os demuestran cómo os llevamos en nuestro corazón y en nuestro oración, y con cuánta complacencia os bendecimos todos.