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DISCURSO DEL SANTO PADRE PABLO VI
A LOS PEREGRINOS PRESENTES EN CASTELGANDOLFO


Miércoles 7 de agosto de 1963

 

¡Sed bienvenidos, queridísimos hijos!

Vuestra visita a la mansión estival del Papa explica vuestro deseo de verlo y de recibir su bendición y da un valor espiritual a vuestras jornadas, a vuestros viajes y vacaciones.

Expresamos nuestra complacencia por este vuestro propósito que nos proporciona la dicha de encontraros y a vosotros la de introducir un momento de especial intensidad religiosa en un período que parece destinado más bien al descanso y a la distracción.

Pues bien, aprovechamos estas buenas disposiciones para uniros a los pensamientos que colman nuestra alma durante esta pausa en las ocupaciones normales y os invitamos a orar por Nos, que todavía estamos llenos de estupor y de temor por nuestra elevación al sumo pontificado y por la gran responsabilidad que sentimos pesa sobre nuestros débiles hombros.

Y orando por Nos oraréis por vuestro mismo bien, porque todo nuestro deseo tiende precisamente al bien de nuestro hijos y hermanos en Cristo. Oraremos así juntos por vosotros, por vuestros familiares, por vuestros respectivos lugares de origen. Oraremos por toda la Iglesia, por la prosecución del Concilio Ecuménico, por lodo dolor y necesidad que hay en el mundo, por la paz entre los hombres y por la gloria del Señor en nuestra vida y nuestra historia.

Con esta intención os impartiremos a continuación la bendición apostólica.

 



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