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DISCURSO DEL PAPA PABLO VI
AL COLEGIO DE DEFENSA DE LA OTAN*

Sábado 31 de enero de 1970

 

Estimados Señores:

Nos resulta muy grato ver que todos los años los dirigentes y auditores del Colegio de Defensa de la OTAN desean este encuentro y esperan de Nos algunas palabras de estímulo para la consolidación de una justa paz que tal es nuestro mayor deseo.

Vosotros tenéis efectivamente la preocupación de perfeccionar vuestra competencia técnica, militar o civil, a fin de asegurar mejor la defensa de vuestras patrias, de un extremo a otro de Europa y de una a otra parte del Atlántico Norte. Nos no tenemos competencia alguna, vosotros lo sabéis, en este campo, ni intención alguna de intervenir en él. Pero ¿como podemos permanecer insensible a los lazos que tejen una solidaridad constructiva entre las diversas partes del continente europeo, demasiado tiempo marcadas por la separación y las oposiciones? Otros se encargan activamente de intensificar los intercambios económicos y culturales. A vosotros corresponde asegurar las condiciones de libertad y de seguridad, al amparo de toda violencia o intimidación injustificada.

Nos quisiéramos ver realizadas por todas partes estas condiciones pacíficas: en Europa, en el Oriente Medio, en África, en Vietnam, en América del Sur. Que nadie se permita jamás oprimir a sus vecinos o a sus compatriotas; que todos puedan al fin transformar una buena parte de sus espadas en rejas de arado (cf. Is 2, 4), según la profecía de Isaías, comprendiendo al fin que la reconciliación y el desarrollo son los verdaderos caminos de la Paz. No os sorprenderéis de oír hablar así, a quien el Señor ha establecido para repetir sin descanso al mundo que lo olvida: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados Hijos de Dios » (Mt 5, 9).

Vosotros también, estimados Señores, estáis invitados a realizar desde vuestro puesto este eminente servicio. De todo corazón, Nos suplicamos al Señor que os dé luz y fuerza para que seáis siempre testigos e instrumentos de justicia y de paz. Que El os bendiga, y con vosotros a vuestras familias, a vuestros países y a todos vuestros seres queridos.


*L'Osservatore Romano, edición en lengua española, n.6 p.4.

 



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