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DISCURSO DE SU SANTIDAD PABLO VI
AL EMBAJADOR DE PAKISTÁN ANTE LA SANTA SEDE*
 

Sábado 9 de septiembre de 1972

 

Señor Embajador:

Tenemos el gran placer de darle la bienvenida y de recibir las cartas que le acreditan corno Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la República Islámica del Pakistán ante la Santa Sede.

Apreciamos muchísimo el amable saludo que nos ha presentado en nombre del Presidente y del pueblo de su patria, al igual que los buenos deseos que Vd. mismo ha formulado con relación a nuestra persona. Estos sentimientos de respeto y de buena voluntad tienen una especial importancia para nosotros ya que, desde la fundación de la República del Pakistán, nuestras relaciones han sido siempre muy cordiales. De esta forma, nos ha sido posible demostrar un interés particular por todo lo referente a la beneficencia en su país y, tal como Vd. ha tenido la amabilidad de subrayarlo, de prestar al mismo una cierta colaboración en este campo. Como nuestra misión nos exige una entrega espiritual para remediar en todas las formas posibles las necesidades de todos los hombres, podemos asegurarle nuestra constante preocupación e interés al respecto.

Vd. ha hablado de la lucha que está sosteniendo el Pakistán para conseguir una mejor forma de vida y del deseo de su pueblo por estar en paz. También nosotros queremos aprovechar esta ocasión para felicitar a su gobierno por los grandes esfuerzos realizados a fin de levantar su economía, en particular por medio de la explotación de los recursos naturales y del aumento de la producción agrícola. Por esto, no podemos dejar de alentar los esfuerzos del Pakistán encaminados a establecer una paz sólida en aquel subcontinente y nos hemos enterado con satisfacción de los recientes acuerdos a los que se ha llegado al respecto. Una mayor estabilidad política repercutirá necesariamente en la tarea difícil de mejorar las condiciones de vida en aquellos territorios.

Queremos también manifestar ante Vd. que la Iglesia católica reconoce las riquezas de la fe islámica – una fe que nos conduce al Dios único –. ¿Cómo podríamos ser indiferentes ante el hecho de que la religión islámica es tolerante con las otras comunidades religiosas que existen en su patria? Hay que reconocer que en virtud de esta tolerancia la Iglesia católica ha tenido la oportunidad de actuar allí y que los católicos en el Pakistán pueden presentarse entre aquellos que más se preocupan de la vida de la nación. Estamos también convencido de que, gracias a esta misma tradición islámica, el pueblo del Pakistán conservará su profundo sentido del valor espiritual de la vida humana.

Le rogamos que acepte también nuestros más férvidos votos, en reciprocidad a los que nos ha presentado de parte de su Presidente, Sr. Zulfikar Alí Bhutto, y de su Gobierno. Sobre ellos y sobre el estimado pueblo del Pakistán imploramos del Todopoderoso los favores de su providencia, de su orientación y de su paz.

Para Vd., señor Embajador, van nuestros deseos de feliz éxito en su misión.


*L'Osservatore Romano, edición en lengua española, n.38 p.8.

 



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