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DISCURSO DE SU SANTIDAD PÍO XII
A LOS PARTICIPANTES
EN LA IX CONFERENCIA DE LA FAO*

 Sábado 9 de noviembre de 1957

 

Tenemos hoy el placer de recibiros, Señores, con motivo de la IX Conferencia de la F.A.O. que se está celebrando en Roma. Tenéis que ocuparos de varias cuestiones relativas al funcionamiento de esta organización, así como de las dificultades actuales de la agricultura y del programa de acción que os proponéis para remediarlas.

Al examinar la situación actual, habéis comprobado un hecho inquietante y que requiere una solución urgente: el fenómeno del empobrecimiento de la agricultura en la economía mundial. Observáis que en los intercambios interiores, así como en el ámbito internacional, el mercado manifiesta en todas partes una tendencia desfavorable a los intereses de los agricultores. Mientras que los precios de los productos manufacturados continúan subiendo, los de los productos agrícolas disminuyen progresivamente desde 1952. Por lo tanto, el poder adquisitivo del agricultor se reduce poco a poco, su situación se hace más precaria y, consecuencia desgraciada, el despoblamiento del campo se acentúa, sobre todo en Europa, provocando una nueva serie de problemas sociales y religiosos. Este estado de cosas Nos preocupa vivamente también a Nos, porque amenaza a una población numerosa, valerosa y merecedora, cuyas cualidades de estabilidad y de fidelidad a las mejores tradiciones son más necesarias que nunca para equilibrar una sociedad en rápida evolución.

Cierto es que los datos sobre la cuestión son muy complejos y que los remedios son de difícil aplicación. Pero vosotros prestaréis un servicio eminente a los agricultores si llegáis a impedir la marcha de este fenómeno de decadencia y encauzar un movimiento de resurgimiento.

Nos deseamos de todo corazón que vuestra organización una cada día más a las naciones participantes en un esfuerzo generoso, libre de preocupaciones de orden diverso, que vendrían a entorpecer su acción e incluso a veces a hacerla ineficaz. Hay demasiados hombres que sufren aún de hambre para que se pueda retrasar, por motivos de interés particular, el trabajo que tiende a socorrerles.

En prenda del apoyo del Altísimo que Nos invocamos sobre vuestra presente Conferencia y sobre vuestras actividades ulteriores, Nos os concedemos de todo corazón, para vosotros y para todos los vuestros, nuestra Bendición Apostólica.


*ORe (Buenos Aires), año 7, n°312, p.5.

 



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