EVANGELII GAUDIUM - page 5

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pezar, con una ternura que nunca nos desilusiona
y que siempre puede devolvernos la alegría. No
huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos
declaremos muertos, pase lo que pase. ¡Que nada
pueda más que su vida que nos lanza hacia ade-
lante!
4. Los libros del Antiguo Testamento habían
preanunciado la alegría de la salvación, que se
volvería desbordante en los tiempos mesiánicos.
El profeta Isaías se dirige al Mesías esperado sa-
ludándolo con regocijo: « Tú multiplicaste la ale-
gría, acrecentaste el gozo » (9,2). Y anima a los
habitantes de Sión a recibirlo entre cantos: « ¡Dad
gritos de gozo y de júbilo! » (12,6). A quien ya
lo ha visto en el horizonte, el profeta lo invita a
convertirse en mensajero para los demás: « Súbe-
te a un alto monte, alegre mensajero para Sión;
clama con voz poderosa, alegre mensajero para
Jerusalén » (40,9). La creación entera participa de
esta alegría de la salvación: « ¡Aclamad, cielos, y
exulta, tierra! ¡Prorrumpid, montes, en cantos de
alegría! Porque el Señor ha consolado a su pue-
blo, y de sus pobres se ha compadecido » (49,13).
Zacarías, viendo el día del Señor, invita a dar
vítores al Rey que llega « pobre y montado en un
borrico »: « ¡Exulta sin freno, Sión, grita de ale-
gría, Jerusalén, que viene a ti tu Rey, justo y vic-
torioso! » (9,9).
Pero quizás la invitación más contagiosa sea
la del profeta Sofonías, quien nos muestra al mis-
mo Dios como un centro luminoso de fiesta y
de alegría que quiere comunicar a su pueblo ese
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