8
7.âLa tentación aparece frecuentemente bajo
forma de excusas y reclamos, como si debieran
darse innumerables condiciones para que sea
posible la alegrÃa. Esto suele suceder porque «âla
sociedad tecnológica ha logrado multiplicar las
ocasiones de placer, pero encuentra muy difÃcil
engendrar la alegrÃa ».
2
Puedo decir que los go-
zos más bellos y espontáneos que he visto en mis
años de vida son los de personas muy pobres que
tienen poco a qué aferrarse. También recuerdo la
genuina alegrÃa de aquellos que, aun en medio de
grandes compromisos profesionales, han sabido
conservar un corazón creyente, desprendido y
sencillo. De maneras variadas, esas alegrÃas be-
ben en la fuente del amor siempre más grande de
Dios que se nos manifestó en Jesucristo. No me
cansaré de repetir aquellas palabras de Benedicto
XVI que nos llevan al centro del Evangelio: «No
se comienza a ser cristiano por una decisión ética
o una gran idea, sino por el encuentro con un
acontecimiento, con una Persona, que da un nue-
vo horizonte a la vida y, con ello, una orientación
decisiva ».
3
8.âSólo gracias a ese encuentro âo reencuen-
troâ con el amor de Dios, que se convierte en
feliz amistad, somos rescatados de nuestra con-
ciencia aislada y de la autorreferencialidad. Lle-
gamos a ser plenamente humanos cuando somos
más que humanos, cuando le permitimos a Dios
2
IbÃd.
, 8:
AAS
67 (1975), 292.
3
âCarta enc.
Deus caritas est
(25 diciembre 2005), 1:
AAS
98 (2006), 217.