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VIAJE APOSTÓLICO A LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL PERSONAL DE LA ORGANIZACIÓN
DE LOS ESTADOS AMERICANOS

Washington
Sábado 6 de octubre de 1979

 

Queridos amigos:

Gracias por haber venido aquí a saludarme. A todos vosotros: ¡paz y alegría!

Cada vez que tengo oportunidad de encontrarme con un grupo de personas, me siento muy feliz porque veo en vosotros a mis hermanos y hermanas, hijos del mismo Dios que es nuestro Padre y nos ha creado con la misma belleza y riqueza, la belleza de ser seres humanos libres, capaces de conocer la verdad, de brindar amor y comprendernos unos a otros, y de unir las manos a fin de hacer del mundo un lugar mejor para vivir en él.

He estado con mucha gente estos últimos días, gente muy diferente de Irlanda, Estados Unidos, ciudades y sectores rurales de América, y la Organización de Estados Americanos. He disfrutado al encontrarme entre ellos, pero he disfrutado sobre todo al ver la fuerza con que cada uno cree en la posibilidad de procurar la paz y el bienestar de todos los hombres, mujeres y niños del mundo. Quiero animaros también a vosotros en vuestra dedicación a la verdad y la justicia sin las que no puede darse la paz verdadera.

Una de las tentaciones del mundo moderno es el materialismo creciente en la mentalidad de la gente y de la misma sociedad. Muchas personas se han desengañado a este respecto; se les ha inducido a pensar que el dinero, el placer, las comodidades y la permisividad podrían sustituir a los valores espirituales.

Por tanto os invito a no perder de vista las cosas que realmente importan, las cosas del espíritu; y ante todo remedemos que es Dios quien confiere sentido a nuestra vida.

A todos vosotros, jóvenes y mayores, digo: No permitáis que las cosas materiales os alejen de lo que realmente cuenta, es decir, del amor de Dios a vosotros y vuestro amor de unos para con otros.

Dios os bendiga.

Queridos amigos de lengua española:

Acabo de visitar la sede de la Organización de Estados Americanos, donde he encontrado a los representantes de esta área geográfica, a los que he traído un mensaje de paz, de amistad, de aliento, de colaboración por parte de la Iglesia.

El interés del Papa por este Organismo internacional regional, quiere significar además un interés por cada uno de vuestros países y un interés por cada uno de vosotros, como grupos familiares o como personas.

El saludo que he dirigido a los Representantes de los Estados Americanos, lo hago llegar ahora a vosotros con toda cordialidad. Pido asimismo a Dios que podáis siempre mirar a este Organismo con ojos de esperanza y como lugar en el que hallan eco vuestras legítimas expectativas, orientadas hacia metas de una mayor dignidad humana y cristiana.

A lo largo de mi recorrido por los Estados Unidos, sé muy bien que, dispersos entre las grandes muchedumbres y ciudades, voy encontrando también a numerosos grupos de la comunidad hispana. Ninguno se sienta olvidado por el Papa. sino respetado y amado en su dignidad de hombre, con sus valores culturales y personales propios, además de como cristiano e hijo de Dios.

A vosotros, a vuestros amigos y a todos los hispanos exhorto a sentimientos de solidaridad, y los aliento a mantener vuestros valores humanos y cristianos con valentía y constancia.

Recibid todos, finalmente, mi recuerdo de amigo y mi afectuosa bendición.

 



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