Son preguntas humanamente comprensibles.
María, sin embargo, recuerda que tiempo atrás, al oír el anuncio del Ángel, había contestado: "Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc 1,38).
Ahora ve que aquellas palabras se están cumpliendo como palabra de la cruz. Porque es madre, María sufre profundamente. No obstante, responde también ahora como respondió entonces, en la anunciación: "Hágase en mí según tu palabra".
De este modo, maternalmente, abraza la cruz junto con el divino Condenado.
En el camino hacia la cruz, María se manifiesta como Madre del Redentor del mundo.
"Vosotros, todos los que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor semejante al dolor que me atormenta" (Lm 1,12).
Es la Madre Dolorosa la que habla,
la Sierva obediente hasta el final,
la Madre del Redentor del mundo.
ORACIÓN
Oh María, tú que has recorrido
el camino de la cruz junto con tu Hijo,
quebrantada por el dolor en tu corazón de madre,
pero recordando siempre el fiat
e íntimamente confiada en que Aquél para quien nada es imposible
cumpliría sus promesas,
suplica para nosotros y para los hombres de las generaciones futuras
la gracia del abandono en el amor de Dios.
Haz que, ante el sufrimiento, el rechazo y la prueba,
por dura y larga que sea,
jamás dudemos de su amor.
A Jesús, tu Hijo,
todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
R./. Amén.
Todos:
Pater noster, qui es in caelis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.
Canto
Quae mærebat et dolebat
pia mater, dum videbat
Nati pnas incliti.