Cayendo a tierra por tercera vez en el camino de la cruz, de nuevo proclama a gritos su misterio.
¡Escuchemos su voz!
Este condenado, en tierra, bajo el peso de la cruz, ya en las cercanías del lugar del suplicio, nos dice: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14, 6). "El que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8, 12).
Que no nos asuste la vista de un condenado que cae a tierra extenuado bajo la cruz.
Esta manifestación externa de la muerte, que ya se acerca, esconde en sí misma la luz de la vida.
ORACIÓN
Señor Jesucristo,
que por tu humillación bajo la cruz
has revelado al mundo el precio de su redención,
concede a los hombres del tercer milenio la luz de la fe,
para que reconociendo en ti
al Siervo sufriente de Dios y del hombre,
tengamos la valentía de seguir el mismo camino,
que, a través de la cruz y el despojo,
lleva a la vida que no tendrá fin.
A ti, Jesús, apoyo en nuestra debilidad,
honor y gloria por los siglos.
R./. Amén.
Todos:
Pater noster, qui es in caelis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.
Canto
Eia, mater, fons amoris,
me sentire vim doloris
fac, ut tecum lugeam