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SYNODUS EPISCOPORUM
BOLETÍN

de la Comisión para la información de la
X ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA
 DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS
30 de settiembre-27 de octubre 2001

"El Obispo: servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo"


El Boletín del Sínodo de los Obispos es solo un instrumento de trabajo para uso periodístico y las traducciones no tienen carácter oficial.


Edición española

07 - 02.10.2001

RESUMEN

 

 

SEGUNDA CONGREGACIÓN GENERAL (LUNES, 1 DE OCTUBRE DE 2001 - POR LA TARDE)

Publicamos a continuación la intervención de di S. B. Nerses Bedros XIX TARMOUNI, Patriarca di Cilicia de los Armenios (Líbano), que no está contenido en el Boletín N. 5 del 1.10.2001:

Nuestra única esperanza es Cristo (1Tm 1,1). Es necesario, por lo tanto, llevar al hombre del siglo XXI, secularizado, desacralizado y sometido al relativismo religioso hacia Jesucristo para insuflar en él la esperanza cristiana. Sin la evangelización, sin la Cruz de Cristo, el hombre no tiene raíces, está destruido. El obispo tiene una gran cantidad de tareas, pero su primer deber sigue siendo la evangelización.

Como el Pastor Supremo de la Iglesia es el Papa, el obispo tendrá cuidado de no decretar nada que no esté en sintonía con él. Pero las Iglesias locales no son vicariatos de la Iglesia de Roma. Una centralización excesiva de Roma puede ahogar las riquezas de las Iglesias particulares. Se trata de hallar la justa medida. Del mismo modo, se debe asegurar la comunión dentro de la Curia Romana.

La Iglesia de masa ya no existe; hoy existe la Iglesia de los Testigos. El primer testigo en la Iglesia es el obispo. Su testimonio personal tiene más influencia que su autoridad eclesial.

Una mirada al mundo nos da una visión más bien triste. Millones de niños no han sido bautizados en los países de Europa. Las sectas pululan. Un signo muy peligroso es la total indiferencia hacia la persona de Cristo.

Pero una mirada a Cristo Resucitado es fuente de esperanza y de alegría inmensas. Millares de apóstoles no cesan de llevar a Cristo a quien no lo conoce todavía, o no lo conoce bien.

El Espíritu Santo ya ha suscitado respuestas concretas a los desafíos de los tiempos modernos. El obispo deberá discernir en las Nuevas Comunidades los signos del Espíritu Santo. Es tarea del obispo acoger y orientar con paternidad sus Movimientos y ayudar a los cristianos a convertirse en Testigos vivientes del Evangelio, tal como se lleva a cabo, por ejemplo, en las Comunidades Neocatecumenales. De este modo, el obispo ayudará de forma concreta a los cristianos a subirse a la barca de Pedro y a "bogar mar adentro", siguiendo el soplo del Espíritu Santo.

[00063-04.03] [IN008] [Texto original: francés]

CUARTA CONGREGACIÓN GENERAL (MARTES, 2 DE OTTOBRE DE 2001 - POR LA TARDE)

A las 17.00 horas de hoy martes 2 de octubre de 2001, en presencia del Santo Padre, con la oración Pro Felici Synodi Exitu, ha dado comienzo la Cuarta Congregación General de la X Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, para la continuación de las intervenciones de los Padres Sinodales en el Aula sobre el tema sinodal El Obispo Servidor del Evangeilo de Jesucristo para la Esperanza del Mundo

Presidente Delegado de turno S. Em. Card. Bernard AGRE, Arzobispo de Abiyán.

En la apertura de esta Congregación General el Secretario General del Sínodo de los Obispos S. Em. R. Card. Jan Pieter SCHOTTE, C.I.C.M., ha dado a conocer la composición de la Comisión para la preparación del mensaje. Facilitamos en este Boletín la composición de la Comisione.

Al cierre de esta Congregación General el Secretario General del Sínodo de los Obispos ha dado la siguiente comunicación:

En nuestro calendario resulta que la primera sesión de los círculos tendrá lugar mañana por la mañana.

En el artículo número cincuenta (50) de nuestro Vademecum se habla de la primera reunión de los círculos menores. Les solicito que sigan conmigo la lectura de este artículo (se lee el artículo). Mañana los círculos se reunirán a las 9 horas, directamente en su sede, donde en cada círculo se celebra la Hora Tertia.

Con respecto a la elección de los moderadores de los círculos, les solicito que consideren, en el mismo Vademecum, el artículo número cincuenta y uno (51) y el número cincuenta y dos (52).

Particularmente digna de mención es la norma que concierne al cúmulo de incumbencias, que en el mismo artículo número cincuenta y dos, letra a (52, a) está explícitamente rechazado (se leen los artículos).

Ya que la elección de los moderadores se llevará a cabo mañana por la mañana, a las 16 horas todos los moderadores de los círculos están invitados a reunirse en el aula quinta del segundo piso para discutir sobre sus funciones.

Encontrarán la lista definitiva de los círculos menores, después de la introducción de todas las variaciones, en sus casillas personales en el Atrio, a la salida de este aula. En la misma lista encontrarán además el lugar de reunión designado para cada círculo.

[00086-04.03] [NNNNN] [Texto original: latino]

En esta Congregación General que ha finalizado a las 19.05 horas con la oración del Angelus Domini estaban presentes 234 Padres.

INTERVENCIONES EN EL AULA (CONTINUACIÓN)

Después intervinieron los siguientes Padres:

Damos a continuación los resúmenes de las intervenciones:

S. Em. R. Card. Norberto RIVERA CARRERA, Arzobispo de México (México).

Un fenómeno contemporáneo es la multiplicación de las llamadas "megalópolis", enormes conglomerados humanos que desafían la tarea de la Nueva Evangelización y donde la forma tradicional de servicio episcopal parece desbordada. Una respuesta casi espontánea ha sido la de dividir estas grandes ciudades en varias diócesis. Esta solución no parece tan desfasada cuando se trata de grupos humanos de los suburbios o poblaciones satélites que tienen su propia identidad. Sin embargo, esta solución se vuelve más delicada cuando se pretende dividir la ciudad misma, su estructura más tradicional y sensible. Sobre todo si se trata de una ciudad que conserva una unidad administrativa, civil, política y económica. Para favorecer la comunión, la descentralización y la eficacia misionera parece que está dando mejores resultados la alternativa de la no división, con un obispo diocesano ayudado por un conjunto de obispos auxiliares, responsables de territorios bajo su cuidado, con una distribución bien definida de funciones en cuanto Vicarios Generales, Vicarios Episcopales y miembros del Consejo Episcopal, teniendo como centro de comunión al Obispo diocesano. Esta figura jurídica, de un obispo diocesano con varios obispos auxiliares, parece asegurar una descentralización de servicios y, al mismo tiempo, un plan evangelizador de conjunto fuertemente respaldado por el ministerio de unidad del obispo diocesano. Realidad que, en la práctica, es casi imposible tratándose de diócesis independientes.

[00051-04.03] [in033] [Texto original: español]

S. Em. R. Card. Johannes Adrianus SIMONIS, Arzobispo de Utrecht y Presidente de la Conferencia Episcopal (Países Bajos).

El Directorio para los Obispos trata sobre la formación permanente de los sacerdotes. También para los Obispos es necesaria una formación permanente. Era joven e inexperto cuando, hace treinta años, comencé como Obispo. Pensando en ello, comprendo cuán importante es la formación, pero también lo difícil que es encontrar un lugar para ella en una agenda tan ocupada. Sería deseable que hubiera un estímulo desde fuera que, por ejemplo, indicara algunas líneas de orientación para integrar la formación permanente de nuestra vida de Obispos.

El Obispo debe tener un espíritu apostólico: es enviado al mundo. Como un verdadero "pontifex" debe tender un puente entre el Evangelio y el mundo. Si esto no se logra, ello se debe imputar en parte también a nosotros mismos. Con toda honestidad debemos admitir que no siempre estamos preparados suficientemente para nuestra tarea misionera. Para la formación permanente de los Obispos considero cuatro temas:

1. El desarrollo de una espiritualidad de atención y de maravilla. El Obispo debe estar abierto a los signos de esperanza en el mundo. El Espíritu de Dios actúa hasta en las personas que están a la búsqueda.

2. La adquisición de las capacidades necesarias para ser testigos en este tiempo. El Obispo debe estar bien al tanto de los desarrollos en la sociedad. Él debe aprender, además, a encontrar las palabras justas y a usar el tono adecuado, a partir de una fe auténtica. De esta manera, el Obispo adquiere una gran estima cuando interviene en la vida pública.

3. Estar al corriente de los desarrollos en las ciencias teológicas. Éstas están en movimiento de manera tal que sería irresponsable por parte de los Obispos, no estar al tanto.

4. Aprender a colaborar. La colaboración con sus sacerdotes y diáconos y, ciertamente, con los fieles laicos, hombres y mujeres, un enriquecimiento para el Obispo y, al mismo tiempo, un continuo proceso de adquisición ("learning process").

[00050-04.03] [IN034] [Texto original: italiano]

S.E.R. Mons. Julius Riyadi DARMAATMADJA, S.I., Arzobispo de Yakarta (Indonesia).

Los Concilios Vaticanos Primero y Segundo nos dan una clara comprensión de la vocación de los Obispos. Tras esas frases hay un mundo muy unificado: el mundo cristiano o, al menos, un mundo con casi únicamente valores cristianos bajo todas las actividades diarias, tanto personales como públicas. Cuando tomamos en consideración la situación de Asia o Africa, nos damos cuenta de que las sociedades en las que viven son plurales. Asia, por ejemplo, está caracterizada por un rápido cambio social, por un pluralismo cultural y religioso y por varias formas de injusticia y pobreza generalizada. Los obispos tienen nuevas oportunidades de servir como guardianes de la unidad del Reino de Dios. Nosotros, como obispos, estamos llamados a tener una actitud distinta con un pensamiento creativo y nuevas iniciativas estructurales para servir al Señor en el servicio al pueblo de Dios en esta sociedad plural. En las corrientes religiosas semíticas en Asia, nos encontramos con el "sincretismo" o "inculturación espontánea". Ser un obispo en estas condiciones implica aprender a escuchar el soplo del Espíritu sobre cómo uno puede guiar a los fieles a vivir una vida cristiana sana y abierta. La religión como experiencia de fe pertenece a la esfera privada o personal, mientras que la religión como institución social pertenece a la esfera pública o civil. Entre las clases móviles de la sociedad han aparecido, tanto nuevos movimientos religiosos, como indiferencia a la observancia religiosa formal. Es deber del obispo ayudar al pueblo de Dios a encontrar nuevos caminos entre tanta indiferencia y nuevos movimientos religiosos. Aunque hay algunas excepciones notables en el conjunto de la esfera pública, las religiones del mundo en Asia parecen ser casi impenetrables las unas a las otras. Este en un verdadero desafío para la misión cristiana. Es también un gran desafío para el liderazgo de los obispos. En la esfera pública, la Iglesia Católica en Asia a veces se presenta como una institución social poderosa y una organización efectiva; pero, a menudo, no es vista como un amigo afable y una guía espiritual, especialmente en un continente donde lo religioso y lo espiritual es una parte muy importante de la vida pública. La Iglesia es, incluso, vista a veces como un obstáculo o una amenaza para la integración nacional y religiosa o para la identidad cultural. La Iglesia sigue siendo extranjera en su estilo de vida, en su estructura institucional, en su culto, en sus líderes formado en el mundo occidental y en su teología. Los ritos Cristianos a menudo son formales, no espontáneos ni especialmente asiáticos. Hay una distancia entre los líderes y los comunes creyentes en la Iglesia: a fortiori con los miembros de otras fes. Nuestro desafío es hacernos amigos de todos los asiáticos y que todos nos miren como amigos para poder así ser "el sacramento de unión entre Dios y los hombres, y de los hombres entre ellos". Es también deber del Obispo guiar a su Iglesia para desafiar, junto a la personas de buena voluntad, la injusticia y la pobreza existentes en la sociedad. Toda la Iglesia debe tener presente y poner en práctica el amor de Cristo que salva a las personas, dándoles una nueva vida en Él. Además de ofrecer esperanza y vida nueva en Jesucristo, en estrecha colaboración con las personas de religiones y creencias diferentes, la Iglesia debe servir directamente y de muchas maneras a las personas necesitadas y debe, también, tomar parte en el deber de luchar para mejorar la vida humana con tantas estructuras injustas, ya sea en el campo económico, político, cultural o gubernamental, como también en la construcción de una nueva cultura de vida caracterizada por la confianza, el amor, la verdad, la honestidad y la justicia. Estas son nuestras tareas como obispos. En esta compleja situación hay algunos signos de esperanza. Hay religiosos y religiosas viviendo muy cercanos a la gente. Hay un mayor compromiso en el dialogo interreligioso. Aumenta la comunión y la comunicación entre las Iglesias, que se demuestra, por ejemplo, en la utilización conjunta de recursos y personal. En las zonas donde los regímenes políticos obstruyen la vida de las religiones, la perseverancia en la fe se ha convertido en el testimonio principal. La Iglesia es apreciada por su profunda inquietud social y sus obras de caridad como escuelas, hospitales, orfanatos, ayuda a los refugiados, etc. Nosotros, los obispos, podemos dar fortaleza y acompañar a los fieles para que sean signos de amor, amistad y esperanza entre todos los creyentes, a través de nuestras palabras y acciones, a través de nuestras cartas pastorales y nuestras relaciones personales con todos los hombres y mujeres de buena voluntad. En resumen, los obispos deben asegurar que a través de los servicios creativos e innovadores de los laicos a todos los fieles, la buena nueva del amor de Dios se proclame en un mundo plural.

[00049-04.04] [INO35] [Texto original: inglés]

S. Em. R. Card. Cláudio HUMMES, O.F.M., Arzobispo de São Paulo (Brasil).

Actualmente, en el mundo globalizado y plural, el diálogo es indispensable, sobre todo en tiempos de conflictos e inquietud general, como ocurre hoy, después del atentado terrorista del 11 de septiembre en los Estados Unidos.

El diálogo y la negociación se muestran importantes para evitar una guerra y construir la paz mundial. La guerra constituye siempre el peor camino para resolver los conflictos. Aunque la autodefensa sea legítima, y tal vez necesaria para los individuos, los grupos y los pueblos, sin embargo ella debe evitar, de cualquier manera, transformarse en una guerra y jamás se debe usar la violencia contra los inocentes. La guerra nos trae sólo muerte, destrucción, dolor y retroceso.

En el campo específico religioso, el diálogo se presenta tanto más irrenunciable, cuanto la diversidad de las religiones en el mundo real hace más difícil un trabajo común, como sería necesaria para la paz mundial y la promoción de los derechos humanos en todas partes.

Tanto el diálogo ecuménico como el interreligioso, en el momento histórico actual, especialmente con la religión musulmana, deben continuar indefectiblemente.

Sin embargo, la Iglesia debe dialogar hoy, más que nunca, con la sociedad (post) moderna, urbana y plural y con todos los sectores que la componen, como la cultura, la ciencia, la técnica, la economía, el mercado, el mundo financiero, la política y los medios de comunicación, especialmente mediante sus laicos.

El Obispo debe ser el promotor de este diálogo en su diócesis, a todos los niveles. Obviamente, debe cultivar el diálogo también en el interior de la Iglesia, sobre todo con sus presbíteros y sus comunidades.

Ser promotor del diálogo y de la paz es un deber fundamental del Obispo. Pablo VI ha dicho que el diálogo es el nuevo nombre de la caridad. Tal vez hoy es también el nuevo nombre de la esperanza.

[00048-04.03] [IN036] [Texto original: italiano]

S.E.R. Mons. Vincent LOGAN, Obispo de Dunkeld (Escocia).

La teología de la comunión

En las iglesias locales han habido algunos movimientos en el frente colegial desde el Concilio Vaticano II.

Pero, ¿hemos realmente vivido y experimentado la visión que tenía el Concilio Vaticano II de las Conferencias Episcopales?

La teoría de las Conferencias Episcopales tiene que estar sostenida por un proceso convenido y bien establecido. También a nivel universal necesitamos retomar los conceptos inspirados por el Concilio Vaticano II de colegialidad y comunión. En este contexto, la relación de los Obispos individuales y de las Conferencias Episcopales con la Santa Sede son consideraciones esenciales.

Espiritualidad de la Comunión

La Teología de la Comunión requiere una Espiritualidad de Comunión. Esta espiritualidad está basada en el discernimiento, que para un Obispo en su Diócesis es primariamente una virtud de la esfera espiritual más que administrativa.

Cuestiones prácticas

Hay que reflexionar también sobre el compañerismo y la colaboración de los Obispos con sus sacerdotes.

Necesitamos estrategias innovadoras para fomentar las vocaciones.

La formación para los candidatos al Episcopado debe interesarse más por la Teología y la espiritualidad de la comunión más que por las cuentas, los edificios, etc.

Para que el Obispo sea profético en lengua, debe también ser profético en su estilo de vida.

Debemos dar más importancia a formar la comunidad que a resguardarla.

Son necesarias más iniciativas en campo ecuménico.

Los Obispos deberían tener la oportunidad de retirarse antes de los 75 años..., por ejemplo, después de 25 años en el episcopado.

Nosotros Obispos, ¿nos comprometemos por completo a dirigir la necesidad de una nueva evangelización para un nuevo siglo y un nuevo milenio?

[00047-04.03] [in037] [Texto original: inglés]

S.E.R. Mons. Raymond John LAHEY, Obispo de Saint George’s (Canadá).

Normalmente traducido como "supervisión", el término "episcope" en la tradición bíblica era interpretado, inicialmente, en términos de "visita", de manera específica la visita de Dios. En el Nuevo Testamento, esta visita es mesiánica y salvífica y se cumple en Jesucristo.

Esta comprensión profundizada de "episcope" nos permite tener una visión nueva sobre el ministerio del obispo. El obispo, por lo tanto, no es un "supervisor" sino más bien aquél que mantiene vivos los misterios salvíficos para su pueblo. Porque el obispo sirve como sacramento de la visita de Dios en Jesucristo, es el garante de que su Iglesia local sea el sitio en el cual el pueblo puede experimentar la primera cualidad de esta visita: la misericordia de Dios (ver Lc 1,78)

Un sentido más rico del término "episcope" evidencia más claramente porqué el Concilio Vaticano Segundo ha llamado a los Obispos "vicarios y legados de Cristo" para su pueblo. El obispo es vicario y embajador de Cristo justamente porque viene en medio del pueblo de Dios como sacramento de la divina misericordia que Cristo, su Jefe y Salvador, ha ganado para dicho pueblo.

Tal interpretación de "episcope" da una nueva comprensión a los tres "munera", frecuentemente asociados con el oficio episcopal. El obispo mantiene viva la memoria de la visita salvífica de Dios a través de su predicación y su enseñanza. En la celebración de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía, él sigue haciendo presente, en cada época, el encuentro pleno de gracia de la visita de Dios. Su deber de gobernar se cumple mejor cuando él hace que la misericordia no sea algo abstracto en el interior de la Iglesia local, sino que sea practicada como exige la visita de Dios.

En una época en la cual la esperanza es importante, esta proclamación, celebración y manera de vivir la visita misericordiosa de Dios alejará de la Iglesia local toda sensación de ser una Iglesia excluyente. Entre las cualidades propias se cuentan la compasión, el consuelo, el perdón y la acogida. Esto conformará a la Iglesia a imagen de Cristo, su gran "Pastor y Obispo" (1 P 2,25), que ha venido a buscar a aquellos que están perdidos y dispersos.

[00045-04.04] [IN039] [Texto original: inglés]

S.E.R. Mons. Desmond CONNELL, Arzobispo de Dublín (Irlanda).

En Novo millenio ineunte el Papa llama al desarrollo de una "espiritualidad de la comunión". Esto es para cumplir con la intención del Vaticano II de permitir que la naturaleza sacramental de la Iglesia como signo e instrumento de la participación en la vida de Dios se manifieste más claramente con el fin de llevar a la gente al interior de una profunda comunidad de vida.

Pero para ello habría que superar algunos obstáculos.

El primero es la parcialidad contra las instituciones

La sociedad democrática institucionaliza el pluralismo. En sus credos y dogmas la Iglesia parece institucionalizar la verdad. Pero la verdad de la Iglesia es más que un sistema secular transmitido por algún autor ya fallecido. Es una comunión sacramental de vida.

El segundo obstáculo es esa forma de espiritualidad que proclama "la religión sin reglas".

La naturaleza institucional de la Iglesia y del episcopado es esencial pero no se puede reducir a aquéllo que caracteriza puramente a las instituciones humanas. Preserva la continuidad histórica que Cristo llevó a cabo en la tierra, pero a la vez pasa a través de la historia porque, gracias a la obra del Espíritu Santo dado a la Iglesia en Pentecostés, representa y testimonia al Cristo Resucitado como fuente permanente de vida. La institución tiene que ser vista como servicio del don de la vida divina. Y es por eso por lo que el ministerio del Obispo tiene que ser visto como un servicio

[00044-04.04] [in040] [Texto original: inglés]

S. Em. R. Card. Francis ARINZE, Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso (Ciudad del Vaticano).

El acercamiento de la Iglesia a personas de religión diferente se basa en su fe en Jesucristo. La humanidad toda pertenece a Cristo, primogénito de toda la creación (cfr. Col 1, 15). Para la Iglesia, el diálogo, o colaboración, interreligioso está marcado por la esperanza, la esperanza de que todos los hombres y todas las cosas se reconcilien en Cristo, Señor de la Historia y anhelo de todos los corazones.

En el mundo moderno el obispo no puede elegir entre promocionar o no promocionar el diálogo interreligioso, porque el pluralismo de las religiones es un hecho real en la mayor parte de las sociedades. Los movimientos de los pueblos por razones económicas, culturales, políticas o de cualquier otro tipo han sido facilitados por los actuales medios de transporte. Hoy como nunca, culturas, religiones y lenguas se encuentran en la historia humana. La praxis ortodoxa tiene que basarse en la ortodoxia: el obispo es, en primer lugar, el maestro de la doctrina de la fe. Evidentemente, tiene que velar sobre las ideas teológicas en materia de diálogo interreligioso en su terreno de competencia. Sin embargo, lo que es aún más importante, tiene que alimentar a su pueblo con la rica doctrina encerrada en LG, GS, AG, NA, Redemptoris Missio, Dominus Jesus, Dialogue and Mission e Dialogue and Proclamation. El obispo debe promocionar, alentar y guiar la reflexión teológica sobre los temas concernientes al diálogo. Hay un número creciente de iniciativas sobre el diálogo interreligioso por parte de individuos e instituciones que tienen distintos grados de credibilidad; el obispo tendrá que ser muy cauteloso a la hora de decidir con cuáles comprometerse, ya que el sincretismo y el relativismo son peligros reales. La mayoría de los obispos encontrará útil, y a veces hasta necesario, tener una pequeña comisión formada por personas capaces y disponibles que vigilen que la dimensión del apostolado diocesano sea llevada de forma oportuna.

Un cristiano que encuentra a personas de otras religiones es, en primer lugar, un testigo de Cristo. Mediante ese cristiano, los otros creyentes deben ver, escuchar, vivir, tocar, hablar y trabajar en Cristo.

Si el diálogo interreligioso puede empezar con la dimensión horizontal - la búsqueda conjunta de justicia, paz, armonía y valores sociales -, tiene que apuntar sobre todo a una dimensión vertical: la búsqueda de Dios, la búsqueda de la verdad religiosa, el esfuerzo para una mayor apertura con respecto a la acción divina.

Si no es el obispo el que enseña y difunde estas verdades, ¿quién lo hará, en su lugar?

[00065-04.04] [ino43] [Texto original: inglés]

S.E.R. Mons. Amédée GRAB, O.S.B., Obispo de Chur y Presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas (Suiza).

Tengo la esperanza - también como presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) -, de que este sínodo nos ayude a profundizar en las relaciones que constituyen el ministerio episcopal: Obispo - Iglesia Universal - Conferencias Episcopales - Organismos episcopales continentales, a fin de incrementar la calidad de la vida colegial y el espíritu de comunión.

He aquí algunas observaciones al respeto:

Se trata de profundizar en cada tarea, para que ésta llegue a ser expresión de aquella única comunión trinitaria que el Hijo ha traído a la tierra y la Iglesia está llamada a manifestar.

Si profundizamos en el ministerio del obispo de una Iglesia particular, descubrimos que el servicio de la universalidad de la Iglesia forma parte de tal ministerio. Esta profundización, que hace posible descubrir la "catolicidad" de cada obispo e Iglesia particular, abre grandes perspectivas en esta época de mundialización o globalización.

Si nos fijamos en el modo de proceder del Romano Pontífice y sus directos colaboradores en su servicio a la unidad de la Iglesia, vemos que no elimina las particularidades locales, sino que las realiza. De hecho, la unidad no elimina las diferencias, sino que nace precisamente a través de ellas. Sabemos que ello es decisivo también para la cuestión ecuménica.

Me parece que ha llegado el momento de realizar una profundización de la experiencia del proprio sínodo. Existe un general consenso que sostiene que el sínodo, en estos años, ha representado una extraordinaria experiencia de colegialidad entre los obispos, pero a la vez están surgiendo algunos interrogantes sobre el método y el procedimiento actuales del sínodo que pueden ser útiles para seguir reflexionando:

La primera cuestión que surge es la falta de tiempo suficiente para elaborar, de forma sinodal y unitaria, guiados verdaderamente por el tema de fondo y por una visión teológica, los elementos expuestos en las aportaciones de la plenaria y en los trabajos de los círculos menores.

La segunda cuestión, vinculada a la primera, es la relación entre la tarea de los órganos competentes del sínodo (personas y comisiones) y el proceso sinodal. Sabemos lo importante que es el trabajo de los relatores y de las comisiones encargadas de redactar los textos finales, pero ello conlleva el riesgo de personalizar demasiado los trabajos sinodales.

Muchos manifiestan también la necesidad de que las Conferencias Episcopales sean lugares donde se realice la comunión, antes que herramientas de organización.

Finalmente, quiero subrayar el papel de los organismos que reúnen las Conferencias Episcopales a nivel continental o regional (IL n.72). Ellos tienen autoridad como organismos colegiales que permiten que las Conferencias Episcopales se enfrenten con los retos de dimensiones continentales: el encuentro del Evangelio con la cultura, la contribución de las Iglesias en el dar forma a la sociedad, los problemas éticos (de la bioética a la paz, a la ecología), el camino ecuménico....

Para finalizar, quisiera decir que la comunión es un espacio de confianza y esperanza también para los obispos. Sin embargo, se trata de comprender profundamente la comunión: es la realidad en la que se hace presente el Espíritu del Señor Resucitado: es a Él a quien el mundo aguarda como esperanza.

[00066-04.06] [ino44] [Texto original: italiano]

S.E.R. Mons. Norbert BRUNNER, Obispo de Sion (Suiza).

Una de las enseñanzas centrales del Concilio sobre los obispos, se refería a la efectiva colegialidad de todos los obispos con el Santo Padre en las tres funciones de enseñanza, de santificación y de guía de la Iglesia universal y en cada una de las Iglesias locales, o la relación de los obispos y la Conferencias Episcopales con el Santo Padre y la Curia. A este respecto, el Concilio estableció que el Sínodo de los obispos fuera el instrumento privilegiado de esta colegialidad efectiva.

Pero hoy debemos constatar que toda las medidas tomadas no han encontrado todavía su significado y su objetivo. Además nos preguntamos una vez más con gran preocupación, qué valor tienen, en la Curia romana, las urgencias pastorales de cada una de las Iglesias locales.

Por lo tanto, tenemos que buscar formas eficaces, que nos permitan dar, o que ellas mismas lo sean, respuestas válidas en cada una de las Iglesias locales. El mismo Santo Padre nos invita a hacerlo. Para que estas reflexiones nos lleven a soluciones válidas que reconozcan y respeten la multiplicidad en la unidad, es necesario que se respeten las siguientes condiciones:

En la Iglesia es necesario un "órgano eficiente de colegialidad", es decir un Sínodo en el que todas las razones de la Iglesia universal estén representadas por delegados, elegidos libremente y que se encuentren con regularidad para trabajar junto al Papa.

En la Iglesia son necesarias estructuras de subsidio. En la Iglesia universal debería resolverse a nivel central sólo aquéllo que es necesario para la unidad de la Iglesia

En la Iglesia es necesario conservar las competencias en cada nivel, y es necesaria la confianza en la responsabilidad de los obispos locales.

En la Iglesia es necesaria una Curia que reconozca las necesidades pastorales de las Iglesias locales y apoye las respuestas a tales exigencias.

Sólo así ésta puede cumplir su tarea auténtica, que consiste en estar al servicio de la guía de la Iglesia universal, confiada al Colegio Episcopal y al Papa, bajo la autoridad de este último.

[00067-04.05] [in045] [Texto original: alemán]

S.E.R. Mons. Stephen Joseph REICHERT, O.F.M. Cap., Obispo de Mendi y Presidente de la Conferencia Episcopal (Papúa Nueva Guinea).

La comunidad de fieles tiene cada vez más una imagen nueva del obispo, pastor entre su gente y más cercano a ellos como padre, hermano y amigo. Lo ven más accesible y viviendo una vida más sencilla, más atento a las necesidades del mundo y, a menudo, como un signo de contradicción en defensa de la verdad (Instrumentum Laboris n. 9.5).

Para poder llevar a cabo eficientemente su ministerio, el obispo debe formar a su comunidad de sacerdotes (presbyterium) dentro de una verdadera comunión de hermanos y colaboradores. Este vínculo es esencial, porque sólo a través de este único colegio sacerdotal se lleva a cabo el triple ministerio de Cristo en Su Iglesia.

El proceso de consulta para elegir o transferir a los obispos tendría ante todo que tener en cuenta las cualidades humanas y espirituales, gracias a las cuales el obispo puede llevar a cabo la tarea de establecer una relación de comunión verdadera dentro de su presbiterio. La habilidad de un candidato al episcopado para establecer relaciones auténticas con sus compañeros sacerdotes, su habilidad para unir sacerdotes que tienen opiniones distintas, su don para reconocer y sacar afuera las mejores cualidades de los demás en beneficio de todos, su capacidad para inspirar amor y respeto entre sus colaboradores, son tan importantes como su reputación de fidelidad a la Iglesia y su empeño por la santidad. También sería muy importante pedir consejos a la mayor cantidad posible de sacerdotes de la diócesis en el proceso de consulta para elegir a su obispo.

En ausencia del obispo, la comunidad de sacerdotes puede fácilmente perder su punto de referencia.

Por lo tanto, una diócesis no debería ser dejada vacante durante mucho tiempo después del retiro, traslado o muerte del obispo.

La edad canónica para el retiro de un obispo debe ser cuidadosamente estudiada con vistas a reducirla, especialmente en aquellas naciones donde el promedio de vida es mucho más bajo que en los países del primer mundo. Se debería mostrar a los obispos que sientan que ya no están en condiciones para guiar de forma competente a su comunidad de sacerdotes, debido a la edad y falta de energía, una mayor compasión y flexibilidad en lo que se refiere a su retiro.

[00068-04.03] [in046] [Texto original: inglés]

S.E.R. Mons. Jorge Mario BERGOGLIO, S.I., Arzobispo de Buenos Aires (Argentine).

El obispo es el que vela; cuida la esperanza velando por su pueblo. Una actitud espiritual es la que pone el acento en supervisar al rebaño con una "mirada de conjunto"; es el obispo que cuida todo lo que mantiene la cohesión del rebaño. Otra actitud espiritual pone el acento en el vigilar, estando atento a los peligros. Ambas actitudes hacen a la esencia de la misión episcopal y adquieren toda su fuerza desde la actitud que considero más esencial que consiste en velar. Una de las imágenes más fuertes de esta actitud es la del Éxodo en la que se nos dice que Yahvé veló a su pueblo en la noche de la Pascua, llamada por ello "la noche de vela". Lo que deseo es resaltar esa peculiar hondura que tiene el velar frente a un supervisar de manera más bien general o a una vigilancia más puntual. Supervisar hace referencia más al cuidado de la doctrina y de las costumbres, en cambio velar dice más a cuidar que haya sal y luz en los corazones. Vigilar habla de estar alerta al peligro inminente, velar, en cambio, habla de soportar, con paciencia, los procesos en los que el Señor va gestando la salvación de su pueblo. Para vigilar basta con ser despierto, astuto, rápido. Para velar hay que tener además la mansedumbre, la paciencia y la constancia de la caridad probada. Supervisar y vigilar nos hablan de cierto control necesario. Velar, en cambio, nos habla de esperanza, la esperanza del Padre Misericordioso que vela el proceso de los corazones de sus hijos. El velar manifiesta y consolida la parresía del obispo, que manifiesta la Esperanza "sin desvirtuar la Cruz de Cristo". Junto a la imagen de Yahvé que vela el gran éxodo del pueblo de la alianza, hay otra imagen, más familiar pero igual de fuerte: la de San José. El es quien vela hasta en sueños al Niño y a su Madre. De ese velar profundo de José surge esa silenciosa mirada de conjunto, capaz de cuidar a su pequeño rebaño con medios pobres, y brota también la mirada vigilante y astuta que logró evitar todos los peligros que acechaban al Niño.

[00069-04.04] [in047] [Texto original: español]

S.E.R. Mons. Luis MORALES REYES, Arzobispo de San Luis de Potosí y Presidente de la Conferencia Episcopal (México).

Mi intervención es una respetuosa invitación para hacer un examen de conciencia sobre "La colegialidad y el ministerio petrino", desde la contemplación del Señor, como Maestro del Colegio Apostólico. En diversos pasajes bíblicos, aparece la relación singular de Jesús con Pedro. En tres Evangelios, se narra la misión singular que Jesús confiere a "Pedro, es decir, ser fundamento visible de la Iglesia, con poder de atar y desatar (Mt. 16,18). Pastorear, sin embargo, es función, no sólo de Pedro, sino también de los demás apóstoles (Mt. 10,6). Jesús aparece como Maestro del Colegio de los Doce. Él les va formando en una especie de aula itinerante de catequesis (Mc. 10,32). El primado de Pedro es un don de Dios a su Pueblo. La fidelidad a ese primado, es parte integrante e irrenunciable de la fe cristiana. La colegialidad episcopal debe ser entendida a la luz de las fuentes de la revelación y no de modelos humanos o sociales con los que pudiera tener alguna semejanza aparente. Los datos bíblicos y la enseñanza de la Iglesia piden que esta Asamblea Sinodal profundice en el tema de la espiritualidad de la colegialidad, a tono con "Novo Millennio Ineunte", para hacerla más dinámica y vivencial. Finalmente expreso un anhelo: Que se siga profundizando en la naturaleza teológica y jurídica de las Conferencias de los obispos, particularmente en lo referente a su magisterio colegial y a su relación con la Curia Romana, y que "la espiritualidad de la colegialidad" las penetre y transforme para hacer de cada Conferencia "la casa y la escuela de la comunión " ( cf. NMI, 43 ).

[00070-04.03] [in048] [Texto original: español]

S.E.R. Mons. Gilles CAZABON, O.M.I., Obispo de Saint-Jérôme (Canadà).

Dos pasiones animan la vida de un obispo: vivir con Cristo y ser solidario con los hombres y mujeres de su época. Estas dos pasiones constituyen el corazón de su espiritualidad, otorgándole forma y vitalidad. Ellas son tan fundamentales a efectos del ejercicio de su ministerio que él puede afirmar: "Cristo es mi vida" y también "Nosotros nos hemos hecho todo para todos". Cristo llega a ser el elemento que define su vida hasta tal punto que, sin esta Presencia Divina, su existencia no tiene sentido y él se vuelve incapaz de cumplir con su ministerio.

En el ministerio episcopal, Cristo es recibido y dado al mismo tiempo. Él es recibido en los sacramentos administrados por el obispo, unido a su Iglesia; en la meditación del Evangelio que el obispo recibe antes de anunciarla; y en su ministerio, al contemplar la obra del Espíritu en la vida del mundo y de sus diocesanos. Cristo es dado en la proclamación del Evangelio para la vida del mundo, en la celebración de los sacramentos, actos de Cristo que anuncian un mundo nuevo, y también en la guía cotidiana de la diócesis que manifiesta sin cesar la presencia de Dios entre nosotros.

El descubrimiento de Cristo, siempre renovado, tiene lugar en un ambiente humano particular, ya que la ordenación episcopal nos pone al servicio de una Iglesia, para ser, como Cristo, buen pastor y servidor. Actualmente, en Canadá, nuestra peregrinación con los hombres y mujeres de nuestra época nos ha llevado, con esfuerzo renovado, a profundizar en la comprensión del misterio de Cristo y su misterio pascual. Estos jóvenes, estos hombres y mujeres, de culturas diferentes, tienen que enfrentarse con nuevos retos y nos plantean nuevas preguntas. Ante la perplejidad y el desconcierto que surgen de estas preguntas y formas de vida nuevas, tenemos que, junto a ellos, buscar respuestas en el Evangelio, fuente de perenne novedad que abre espacios inéditos de libertad y nos devuelve la esperanza.

[00064-04.04] [ino49] [Texto original: francés]

COMPOSICIÓN DE LA COMISIÓN PARA LA PREPARACIÓN DEL MENSAJE

Damos a continuación la composición completa de la Comisión para el Mensaje:

  • H.E. Most Rev. Estanislao Esteban KARLIC, Archbishop of Paraná (Argentina),

  • President of the Episcopal Conference, President of the Commission for the Message of the Synod of Bishops.

  • H.E. Most Rev. Olivier DE BERRANGER, Bishop of Saint-Denis in France, Vice President of the Commission for the Message of the Synod of Bishops.

  • H. Em. Card. Geraldo MAJELLA AGNELO, Archbishop of São Salvador da Bahia (Brazil).

  • H. Em. Card. Francis Eugene GEORGE, O.M.I., Archbishop of Chicago (United States of America).

  • H. B. Michel SABBAH, Patriarch of Jerusalem of the Latins, President of the Episcopal Conference (Jerusalem).

  • H.E. Most Rev. Henry Sebastian D'SOUZA, Archbishop of Calcutta, President of the Episcopal Conference (India).

  • H.E. Most Rev. Amédée GRAB, O.S.B., Bishop of Chur, President of the Council of the European Episcopal Conferences (Switzerland).

  • H.E. Most Rev. Laurent MONSENGWO PASINYA, Archbishop of Kisangani, President of the "Symposium des Conferences Episcopales d'Afrique and de Madagascar" (S.C.E.A.M., Democratic Republic of Congo).

  • H.E. Most Rev. George PELL, Archbishop of Sydney (Australia).

  • H.E. Most Rev. Cosmo Francesco RUPPI, Archbishop of Lecce (Italy).

  • H.E. Most Rev. Joseph KHOURY, Bishop of Saint-Maron de Montréal of the Maronites (Canada).

  • Rev. Fr. Peter-Hans KOLVENBACH, S.J., Superior General of the Society of Jesus.

[00087-02.02] [NNNNN] [Original text: Italian]

AVISOS

TRABAJOS SINODALES

Mañana por la mañana darán comienzo los trabajos de los Círculos Menores, para la elección de los Moderadores y el inicio del debate sobre el tema de la X Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.

La Octava Congregación General tendrá lugar mañana por la tarde 3 de octubre de 2001, para la continuación de las intervenciones en el Aula sobre el tema sinodal.

BRIEFING PARA LOS GRUPOS LINGÜÍSTICOS

El segundo briefing para los grupos linguísticos tendrá lugar mañana miércoles 3 de octubre de 2001 a las 13:10 horas (en los lugares indicados para los briefing y con los Responsables de Prensa indicados en el Boletín N. 2).

Se recuerda que los operadores audiovisuales (cámaras y técnicos) tienen que dirigirse al Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales para el permiso de ingreso (muy restringido).

POOL PARA EL AULA DEL SÍNODO

El tercer "pool" para el Aula del Sínodo será formado para la oración de apertura de la Sexta Congregación General del jueves por la mañana 4 de octubre de 2001.

En la Oficina de Información y Acreditación de la Sala de Prensa de la Santa Sede (entrando a la derecha) están a disposición de los redactores las listas de inscripción al pool.

Se recuerda que los operadores audiovisuales (cámaras y técnicos) y los fotógrafos tienen que dirigirse al Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales para la participación al pool para el Aula del Sínodo.

Se recuerda que los participantes al pool que estén a las 8:30 horas en el Sector de Prensa montado en el exterior, frente a la entrada del Aula Pablo VI, desde donde serán llamados para acceder al Aula del Sínodo, acompañados por un oficial de la Sala de Prensa de la Santa Sede y del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales.

BOLETÍN

El próximo Boletín N. 8, con los trabajos de la Quinta Congregación General de la X Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos de mañana por la tarde miércoles 3 octubre de 2001, estará a disposición de los periodistas acreditados, el jueves por la mañana, 4 de octubre de 2001, a la apertura de la Sala de Prensa de la Santa Sede.

 
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