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SYNODUS EPISCOPORUM
BOLETÍN

de la Comisión para la información de la
X ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA
 DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS
30 de settiembre-27 de octubre 2001

"El Obispo: servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo"


El Boletín del Sínodo de los Obispos es solo un instrumento de trabajo para uso periodístico y las traducciones no tienen carácter oficial.


Edición española

09 - 04.10.2001

RESUMEN

SEXTA CONGREGACIÓN GENERAL (JUEVES, 4 DE OCTUBRE DE 2001 - POR LA MAÑANA)

A las 9:00 horas de hoy, 4 de octubre de 2001, fiesta de S. Francisco de Asís, Fundador de la Orden franciscana, Patrono de Italia, en presencia del Santo Padre, con el canto de la "Hora Tertia", ha tenido lugar la Sexta Congregación General de la X Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, para continuar con las intervenciones de los Padres Sinodales en el Aula sobre el tema sinodal El obispo: servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo. Presidente Delegado de turno S. Em. Card. Giovanni Battista RE, Prefecto de la Congregación para los Obispos.

En la apertura de esta Congregación General han intervenido el Presidente Delegado de turno y el Secretario General, respectivamente.

En esta Congregación General, que se concluyó a las 12.30 con la oración del Angelus Domini, estaba presentes 238 Padres.

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DELEGADO

En la apertura de la Sexta Congregación General el Presidente Delegado de turno ha expresado los augurios por el onomástico de los Padres sinodales con ocasión de la fiesta de hoy:

En nuestro opúsculo de la "Hora Tertia" hoy está indicada la fiesta de San Francisco de Asís.

Mientras vivimos la comunión en la caridad y santidad de la Iglesia, que ilumina la vida de los santos y de modo especial de San Francisco, con todos en el mundo y sobre todo con los discípulos del mismo San Francisco aquí presentes, formulamos votos fraternos a cuantos en esta aula ha sido impuesto con el bautismo el nombre de Francisco. Son alrededor de quince. Que esté con todos nuestra caridad, nuestro afecto y nuestra oración.

INTERVENCIÓN DEL SECRETARIO GENERAL

A continuación, el Secretario General del Sínodo de los Obispos, S. Em. Card. Jan Pieter SCHOTTE, C.I.C.M., dio la siguiente comunicación:

El próximo 11 de octubre se cumplen treinta días de la desaparición de las innumerables personas arrolladas por el trágico derrumbe de las Torres Gemelas de Nueva York.

El dignísimo pastor de aquella archidiócesis, S. Em. R. el Cardenal Edward M. Egan, Relator General de esta X Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, está siendo esperado con gran ilusión por su pueblo para la celebración del trigésimo en su catedral.

Llevará a todos un mensaje del Santo Padre y también, interpretando el sentir de todos, la expresión de fraterna caridad y oración de nuestra asamblea.

Puesto que nuestro calendario prevé precisamente para el día 12 de octubre la Relatio post disceptationem, para que nuestros trabajos puedan proseguir sin alteraciones, el Santo Padre, tras haber consultado a la presidencia de nuestra asamblea, ha decidido nombrar un Relator General Adjunto en la persona di S. Em. R. el Cardenal Jorge Mario BERGOGLIO, S.I., Arzobispo de Buenos Aires.

Invito a S. Em. Bergoglio a que tome asiento en la mesa de la presidencia. Gracias.

INTERVENCIONES EN EL AULA (CONTINUACIÓN)

Además intervinieron los siguientes Padres:

Damos a continuación los resúmenes de las intervenciones:

S.E.R. Mons. Antonio José LÓPEZ CASTILLO, Obispo de Barinas (Venezuela).

En el No.17 del Instrumentum laboris, se afirma que "más allá de los análisis políticos, sociológicos o económicos, los signos de desconfianza, o más aún, de desesperación que hay en el mundo, debilitan la esperanza ". Por lo tanto ante un descontento social, de grandes mayorías en la miseria, sin presente ni futuro, y frente al terror que quiere amedrentar e imponerse por la fuerza, en donde el diálogo no existe, sino que un fanatismo alimenta con visión fundamentalista y radical, no se puede hablar de esperanza como simple moda sino que es necesario, desde una fe vivida, abrazarse al crucificado, para que desde su Resurrección, sea El la Esperanza de un mundo nuevo. Ese es el reto del Obispo, servidor del Evangelio para la esperanza del mundo. Cómo lograr que desde la Eucaristía, en un mundo de desequilibrios, se construya la comunión, que produzca la paz y nos sintamos una sola familia que se congrega como hermanos, en un mundo de dignidad para todos y en donde renazca la esperanza, desde Cristo muerto y resucitado.

[00089-04.05] [in065] [Texto original: español]

S.E.R. Mons. Antoni Pacyfik DYDYCZ, O.F.M. Cap., Obispo de Drohiczyn (Polonia).

Con esta intervención hago referencia al número 55 del Instrumentum laboris, donde se habla de la santidad del obispo, basada en la espiritualidad evangélica. Allí se afirma que el obispo debe ser maestro, santificador y pacificador, colmo de virtudes. Eso es cierto. Sin embargo, cuando el obispo mira su calendario donde tiene apuntadas las muchas citas con personas importantes, las reuniones prestigiosas y muchas cosas más, entonces la bella visión del ministerio episcopal desaparece. Y cuando algún sacerdote o una persona necesitada acuden a él, no tiene tiempo para atenderles.

De este modo descubrimos que nuestro ministerio está vinculado, que depende de muchas cosas y no logra brindar esperanza a las personas que nos han sido confiadas. Por lo tanto, hace falta liberar nuestro trabajo de todo tipo de dependencia relacionada con la mentalidad de nuestro tiempo.

El tiempo del servicio puede encontrar su nueva dimensión en la historia de la salvación. Dentro de ella, uno descubre un tiempo nuevo, basado en la Biblia, que puede llamarse "tiempo de salvación". Este tiempo lo podemos descubrir en las palabras y el actitud de Jesús. Él, cuando tenía doce años, se fue a Jerusalén. Su madre mostró gran preocupación. Con san José perdieron algunos días y recorrieron muchos kilómetros, buscándolo. Sin embargo, el Señor no acepta este comportamiento y hasta se asombra: ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de Mi Padre? (Lc 2, 49). Y desde entonces, después de regresar a Nazaret, Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres (Lc 2, 52)

En las palabras de Jesús encontramos una medida nueva, es decir, la medida de "gracia" que define el tiempo "salvífico". A las medidas de este mundo, como sabiduría y edad, Jesús añade algo totalmente nuevo: "la gracia ante Dios y ante los hombres". Con esta medida nueva, el obispo es capaz de ofrecer esperanza en cualquier situación. Al vivir el tiempo "salvífico", él se siente libre en su ministerio evangélico, se siente auténtico servidor del Evangelio para la esperanza del mundo.

[00114-04.04] [ino91] [Texto original: italiano]

- S. Em. R. Card. Eduardo MARTÍNEZ SOMALO, Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (Ciudad del Vaticano).

Ante todo, como Prefecto de la Congregación para los Institutos de vida consagrada y la Sociedad de vida apostólica, deseo expresar, en nombre de los miles de hombres y mujeres que han consagrado la vida a Dios y al servicio del Evangelio, la más sincera gratitud por el apoyo y el estímulo que reciben de sus Pastores para realizar plenamente la vocación y la misión a la cual están llamados en la Iglesia y en el mundo.

A partir del N. 92 del Instrumentum Laboris sobre la "Solicitud por la vida consagrada", me limito a exponer algunas consideraciones.

El cuadro preciso y fundamentado que el Sínodo de la vida consagrada ha ofrecido, ilumina la relación entre el Obispo y cada uno de los Institutos religiosos. "El Obispo es padre y pastor de toda la Iglesia particular. A él compete reconocer y respetar cada uno de los carismas particulares, promoverlos y coordinarlos" (VC 49). Por tanto, la relación del Obispo con cada Instituto está abierta a una relación de paternidad, de guía y a la vez de pregunta para que el don del Espíritu pueda expresarse también en un generoso servicio pastoral. La Exhortación apostólica Vita Consecrata dedica dos párrafos completos - el 48 y el 49 - a la exposición de la relación profunda que existe entre la vida consagrada y la Iglesia particular en una fecunda y ordenada comunión eclesial.

La necesidad de la presencia de la vida consagrada en la Iglesia no es sólo de orden jurídico o simplemente pastoral, sino de orden teológico porque el servicio más importante que ofrece es el de ser, justamente, "vida consagrada": representación sacramental de Cristo virgen-pobre-obediente, entregado totalmente al Padre y a los hermanos.

La Iglesia necesita de la vida consagrada para ser realmente ella misma. La Exhortación apostólica citada lo afirma con especial vigor: la vida consagrada "no es una realidad aislada y marginal ... , sino que abarca a toda la Iglesia. En realidad, la vida consagrada está en el corazón mismo de la Iglesia como elemento decisivo para su misión (VC 3a). "Pertenece ... , de forma indiscutible a su vida y a su santidad" (cfr. LG 44).

Se puede afirmar que los religiosos y las religiosas son miembros de la "familia diocesana" (MR 36). Los religiosos clérigos "pertenecen, en cierto modo, al clero de la diócesis" (cfr. CD 34) y "son una riqueza espiritual para todo el presbiterio diocesano, al que contribuyen con carismas específicos y ministerios especializados" (PDV 31). Por su parte, los religiosos hermanos, cuya vocación "tiene un valor proprio, independientemente del ministerio sagrado, tanto para la persona misma como para la Iglesia" (VC 60), prolongando con sus múltiples servicios la caridad de Cristo.

Conviene también recordar el significado de la "justa autonomía de vida, sobre todo en el gobierno, de manera que dispongan (los Institutos) de su propia disciplina dentro de la Iglesia, y puedan conservar íntegro el patrimonio proprio de que trata el c. 575" (can 586). La autonomía, sin embargo, no puede ser invocada "con el fin de justificar decisiones que, de hecho, contrastan con las exigencias de una comunión orgánica, requerida por una sana vida eclesial. Es preciso, por el contrario, que las iniciativas pastorales de las personas consagradas sean decididas y actuadas en el contexto de un diálogo abierto y cordial entre Obispos y Superiores de los diversos Institutos. La especial atención por parte de los Obispos a la vocación y misión de los distintos Institutos, y el respeto por parte de éstos del ministerio de los Obispos con una acogida solícita de sus concretas indicaciones pastorales para la vida diocesana, representan dos formas, íntimamente relacionadas entre sí, de una única caridad eclesial, que compromete a todos en el servicio de la comunión orgánica - carismática y al mismo tiempo jerárquicamente estructurada - de todo el Pueblo de Dios" (VC 49b).

En los documentos de la Iglesia (LG, CD, MR y VC) se describen, por lo tanto, los deberes y los derechos de los Obispos en relación a la vida consagrada; ellos, a su vez, tienen su correspondencia en los deberes y en los derechos de los religiosos. Es importante que todos, unos y otros, sean fieles al ministerio que Cristo confía a cada uno, según el don del Espíritu para que la Iglesia pueda realizar su misión: hacer que Cristo sea visible entre los hombres y seguirLo.

[00042-04.06] [IN042] [Texto original: italiano]

S.E.R. Mons. Wilton Daniel GREGORY, Obispo de Belleville y Vicepresidente de la Conferencia Episcopal (Estados Unidos De América).

Nuestra generación ha sido testigo de la incomparable expansión de la potencialidad de las comunicaciones sociales. La segunda revolución industrial de nuestros tiempos es la de las comunicaciones. Esta revolución nos ofrece medios sin precedentes para comunicar, evangelizar y catequizar. Los obispos tienen la seria responsabilidad de utilizar eficazmente el potencial de las comunicaciones modernas en su misión de enseñar y proclamar a Cristo Crucificado y Resucitado de entre los Muertos.

Como Obispo de una nación muchos más responsable que otras por esta influencia gratuita y negativa sobre los jóvenes, reconozco que no hemos hecho lo suficiente para vincular el imperio de las comunicaciones de nuestro país a un estándar de comportamiento y de moralidad más elevado. Sin embargo, el mundo de las comunicaciones nos ofrece un arma de doble filo, pues puede ser utilizada no sólo para diseminar informaciones inmorales y degradadas, sino también puede ser vehículo para promover la verdad del Evangelio y difundir esas imágenes y esos mensajes de Esperanza y de Fe que el mundo sigue necesitando desesperadamente.

Nosotros obispos debemos estar preparados para utilizar esta nueva tecnología y responder de su mal uso, en el marco de nuestra responsabilidad pastoral concerniente nuestra Iglesia local y la Iglesia universal. La escasa familiaridad y la incomodidad en la utilización de tecnologías que influencian todo nuestro mundo se están convirtiendo en una excusa inaceptable para los Pastores del Tercer Milenio. La Iglesia se ha asumido siempre el deber de usar los medios más eficaces para proclamar el Evangelio de Jesucristo y nosotros, Pastores del Tercer Milenio, no estamos ciertamente exentos de dicha obligación.

[00090-04.03] [IN066] [Texto original: inglés]

S.E.R. Mons. Cosmo Francesco RUPPI, Arzobispo de Lecce (Italia).

Grande es nuestra responsabilidad de ser - como exhorta san Pablo - testigos y operadores de caridad, al ponernos de parte de los pobres sin equívocos y sin reservas, pero también sin contaminaciones doctrinales, pues en nosotros se halla la gracia del Espíritu y la fuerza de Cristo, que ha tomado para sí los sufrimientos del mundo. El obispo tiene el deber de llevar el evangelio de la esperanza a los pobres, los enfermos, los prófugos, los refugiados, los presos, a todos los oprimidos y perseguidos del mundo. El obispo tiene que ser profeta de la justicia, apóstol de la caridad "denunciando con coraje los pecados sociales ligados al consumismo, al hedonismo, a la economía de mercado, que produce un inaceptable abismo entre lujo y miseria" (Juan Pablo II), rechazando la idea de que el resorte del desarrollo tenga que ser la lógica del beneficio. Por ello hay que descubrir y actualizar siempre las indicaciones que el Santo Padre nos ha dado en la "Sollecitudo rei socialis" y en la "Centesimus annus". En lo que se refiere a los grandes temas de la justicia social, de la solidaridad y del equilibrio económico-social, la Iglesia no es, no puede serlo, neutral, como no lo es jamás con los temas de la paz, de la libertad, del diálogo. Los hombres de hoy, creyentes y no creyentes, gobernantes y gobernados, tienen que saber que la Iglesia es prudente y paciente, pero no silenciosa cuando está en juego el derecho a la vida, a la salud, a la supervivencia, a todos aquellos derechos fundamentales reconocidos a todos y cada uno de los hombres.

El escenario mundial que sirve de fondo a esta asamblea sinodal, como ya pasó en la primera de 1967, que se llevó a cabo durante la guerra de Vietnam, nos advierte que el verdadero ataque no se ha producido sólo contra una gran y trabajadora nación, Estados Unidos, sino contra el poder económico mundial, contra los grandes poderes que estrangulan pueblos enteros, condenándolos al hambre, a veces a cara descubierta, pero aún más a menudo subrepticiamente.

[00084-04.04] [in063] [Texto original: italiano]

S. Em. R. Card. Francis Eugene GEORGE, O.M.I., Arzobispo de Chicago (Estados Unidos De América).

La sacramentalidad del episcopado, enseñanza del Concilio Vaticano II, que aún no ha sido plenamente comprendida, confiere un significado más profundo a la vocación del obispo como signo de esperanza para el mundo. A través de la ordenación episcopal, cada obispo es un Pastor en la Iglesia. La vida y el ministerio del obispo son anagógicos, haciendo presentes los misterios que llevan la esperanza de la salvación eterna a su pueblo.

La naturaleza sacramental de la vocación episcopal coloca al obispo en el centro de la lucha contemporánea entre el bien y el mal. En esta lucha, su vida está conformada a Cristo de manera transparente, su ministerio une las mentes divididas y sana los corazones divididos, su obra de Pastor une su Iglesia local a la Iglesia universal y a su Pastor, el Sucesor de Pedro.

[00091-04.04] [in067] [Texto original: inglés]

S.E.R. Mons. Louis PELÂTRE, A.A., Obispo titular de Sasima y Vicario Apostólico de Estambul (Turquia).

Quisiera atraer la atención sobre el hecho de que el episcopado no pertenece exclusivamente a la Iglesia católica romana. El decreto sobre el ecumenismo del Concilio Vaticano II es muy claro a este respecto. Hablando de los cristianos de Oriente, afirma: "Tienen en común con nosotros la sucesión apostólica" (n. 15). Y por ello "tienen la facultad de seguir sus propias disciplinas (n. 16). Si la disciplina oriental es legítima en lo que se refiere al ejercicio del ministerio episcopal y, principalmente, a la organización de la colegialidad ¿por qué no podemos tomar en consideración esta tradición, que nos remite a una antigüedad tan lejana y, con frecuencia, basada en los primeros Concilios ecuménicos? Para mí es causa de asombro y admiración comprobar hasta qué punto, con medios pobres, a través de las vicisitudes de la historia, desde tiempos apostólicos, las Iglesias Orientales han conservado intacto, hasta hoy, el depósito de la fe y la estructura divina de la Iglesia. La mayor parte del tiempo, y durante largos periodos, no fueron ni los teólogos brillantes ni una estructura humana poderosa y organizada los que aseguraron esta continuidad nunca interrumpida. La transmisión fue garantizada por pastores humildes y por una jerarquía eclesial fiel a la enseñanza de los Apóstoles y los Padres de la Iglesia. Esto tendría que ser una exhortación para que abandonásemos todo temor y no confiásemos demasiado en la sabiduría del mundo.

En los números 30 y 131 del Instrumentum laboris se habla de ecumenismo, pero sólo para subrayar los progresos de la Iglesia católica en sus relaciones con las demás confesiones cristianas. En varios puntos, se menciona la disciplina diferente de las Iglesias orientales, pero sólo para presentarla como una excepción en la disciplina general de la Iglesia católica. En ningún momento esta venerable tradición ha sido presentada como un modelo, no alternativo, pero sirva, al menos, como una experiencia de la que se podría beneficiar toda la Iglesia.

[00092-04.06] [IN069] [Texto original: francés]

Revdo. P. David A. FLEMING, S.M., Superior General de los Marianistas (Unión De Superiores Generales).

A partir del Concilio Vaticano II, una gran parte de los institutos religiosos ha tratado de poner en práctica un tipo de gobierno que favorezca la participación, ponga el acento en la cercanía y la comunión fraterna entre todos los miembros y privilegie la escucha, el diálogo, la subsidiariedad y la capacidad de rendir cuentas. Se trata de una manera de ejercitar una autoridad auténtica, pero de manera colegial. Antes de tomar decisiones de cierta importancia, como norma, son consultados todos aquellos cuya vida será influenciada por la decisión misma. Concilio, asociaciones nacionales y continentales de los miembros y Capítulos aumentan nuestro sentido de comunión. Tal vez nuestra experiencia sobre estas reuniones podría ser útil para reconsiderar el estilo de las Conferencias Episcopales y de los Sínodos Episcopales en la vida de la Iglesia. Consideramos que este modelo de guía es útil para la inculturación, lleva a una descentralización en la colaboración. Esto nos permite respetar y valorizar diversas expresiones locales aún manteniendo la unidad del instituto completo. Habitualmente todos los miembros están involucrados en la elección de nuevos superiores mayores por medio de elecciones y consultaciones. Después de haber escuchado el punto de vista de cada uno, con frecuencia descubrimos una profunda sabiduría espiritual que es, indudablemente, obra del Espíritu Santo en el interior del grupo en su conjunto. Subrayamos lo valioso que es trabajar juntos en consejos y en grupos guía, afinando las decisiones a través de la interacción entre los puntos de vista personales y culturales diversos. Estos modelos de guía requieren ascesis personal, paciencia y fe. A veces proceden con lentitud. Y, sin embargo, pocos de nosotros quisieran volver a una estructura más centralizada y autoritaria. En su conjunto, nuestro sentido de la dirección colegial y de la comunión ha aumentado gracias a este modelo de gobierno que nos parece fecundo para la vida de la Iglesia en el mundo actual.

[00093-04.03] [IN070] [Texto original: inglés]

S.E.R. Mons. Angelo MASSAFRA, O.F.M., Arzobispo de Shkodrë y Presidente de la

Conferencia Episcopal (Albania).

¿Qué papel desempeña el Obispo en Albania?

¿Cómo puede enfrentarse a los retos pastorales, en esta nación donde la dictadura comunista, la más atea y deshumanizadora del siglo XX, dejó heridas que todavía siguen abiertas?

En la vida de la Iglesia

En Albania, la Iglesia es una Iglesia Misionera y vive en una sociedad plurireligiosa que abarca las cuatro fes tradicionales: la cristiana (ortodoxa y católica), la islámica (de la mayoría de los albaneses), la bektashiana y otras creencias nacidas en años recientes.

El Obispo sólo puede ser un Obispo Misionero: estar entre la gente y anunciar la Palabra de Dios: punto de referencia seguro no sólo en el ámbito eclesial, sino también en la sociedad civil. He aquí las tareas y los retos:

Animador de la unidad con y entre los Sacerdotes nativos, misioneros y misioneras.

Animador de una catequesis que tiene el fin de ofrecer contenidos evangélicos al espíritu religioso-cristiano, que ni siquiera el comunismo más infrahumano ha logrado destruir.

Promotor de la catequesis a todos los niveles, para que los fieles laicos sean conscientes del peligro de las "sectas".

Promotor incansable de una Iglesia "ministerial", superando su concepción clerical.

Educador de una comunidad cristiana que sea signo de esperanza en lo social.

En la sociedad civil

La caída de la dictadura comunista, en 1991, no ha sido sólo el derrumbe de un sistema político, económico o social, sino también un derrumbe de valores y de una concepción de vida. Lo "viejo" ha fracasado, lo "nuevo" aún no tiene un perfil definido y, a veces, tiene el rostro triste de la prevaricación, del soborno, del provecho fácil y a toda costa. Por lo tanto hoy, en el corazón de muchas personas, hay un fuerte (...), decepcionadas tanto por un desarrollo económico cuya promesa no ha sido respetada, como por las persistentes tensiones socio-políticas que determinan el atraso de ese mismo desarrollo económico y hacen que Albania siga siendo un estado asistido.

La emigración, legal y clandestina, es la señal evidente de esta situación

Otro fenómeno social muy relevante es el de la urbanización. Miles de familias bajaron y siguen bajando de las montañas para asentarse en las ciudades a fin de encontrar mejores condiciones de vida, pero se vuelven víctimas del proceso de secularización, sobre todo en sus aspectos más negativos.

En este contexto social, el Obispo tiene el deber de formar las conciencias y las comunidades, sanar los desgarros existentes, alentar la confianza en el prójimo, el sentido de colaboración y de bien común, empezando por los chicos y los jóvenes. Además, después de medio siglo de dictadura comunista, que las había destruido, tiene que edificar Iglesias o Capillas como señal de que el Señor ha vuelto entre la gente y también a efectos de un impacto fuertemente social y socializador.

Ecumenismo y diálogo inter-religioso

En Albania, la Iglesia afronta y lleva a cabo un diálogo sereno tanto a nivel ecuménico como inter-religioso. Las relaciones con los musulmanes y ortodoxos se caracterizan por el respeto, la aceptación y la colaboración para los grandes ideales, como ya se ha hecho en estos años tan difíciles por la misma situación interior y por la guerra en el Kosovo. En Albania las religiones desempeñan un papel insustituible para la paz social; diría que desempeñan el papel de "amortiguadores sociales". En los gravísimos problemas sociales de esta nación, estamos obligados a mediar, como durante los graves acontecimientos socio-políticos de marzo de 1997: cuando el Estado se derrumbó ¡sólo la fortaleza moral y la intervención pacificadora de los Responsables de las Religiones salvaron a Albania del abismo y la guerra civil! ¡Ahora rezamos juntos por la paz! Y en 1999 ¡juntos acogimos y servimos a los refugiados del Kosovo,!

En general, las relaciones son muy buenas ¡aunque no faltan pequeños problemas a escala local!

"Casa de la paz"

Considerando justamente que nuestra Región Balcánica, en la última década, ha vivido y sigue viviendo situaciones extendidas de conflicto y violencia, recientemente se ha realizado e instaurado el proyecto "Casa de la Paz", en Scutari, es decir, un centro para el diálogo, la tolerancia y la solidaridad entre las distintas poblaciones de los Balcanes.

La Iglesia en Albania es una "Iglesia Mártir", que resucita purificada por la cruz de la persecución. Servirá de ejemplo y de estímulo el recuerdo de los numerosos "Testigos de la fe" asesinados por la dictadura comunista, a los que esperamos ver glorificados cuanto antes en los altares.

[00094-04.05] [ino71] [Texto original: italiano]

S.E.R. Mons. Robert Patrick MAGINNIS, Obispo titular de Simininensis y auxiliar de Filadelfia (Estados Unidos de América).

El Instrumentum Laboris establece que los obispos tienen que dedicarle una atención especial a los jóvenes.

"Los obispos no pueden dejar de construir el futuro con aquellos a los cuales ha sido confiado el porvenir" (n. 96).

Desde el momento en que los jóvenes pueden ser los mejores evangelizadores entre la gente de su edad, sería conveniente atraer a la juventud, que puede ser líder, y tenerla espiritualmente instruida en las enseñanzas de Nuestro Señor y de Su Iglesia.

Los jóvenes tienen que ser entrenados y educados para usar las gracias y talentos que Dios les dio, para honor y gloria de Dios que los ama y los llama a cada uno por su nombre.

[00096-04.04] [in073] [Texto original: inglés]

S.E.R. Mons. Gerhard Ludwig GOEBEL, M.S.F., Obispo Prelado de Tromso (Noruega).

El obispo constituye la Iglesia y la hace visible. A través de él se constituye la Iglesia como sacramento de salvación. Junto a los sacerdotes y al pueblo, él es la imagen de la Iglesia universal. Es servidor de la verdad y de la unidad en la diócesis y también en las relaciones con los hermanos separados en la fe.

En su ámbito, el obispo tiene la más elevada tarea de guía. Tiene que colaborar con los laicos según el principio de subsidiariedad. Tiene que respetar el mayor conocimiento por parte de los laicos en lo relacionado al ámbito secular.

Uno de los principales deberes es el diálogo ecuménico, sin soberbia y conscientes del camino común. La Iglesia católica en Escandinavia es sólo un "pequeño rebaño", que debe crecer con la ayuda del obispo. Él tiene que dar testimonio del magisterio de la Iglesia que ayuda a no caer en el individualismo religioso.

[00097-04.04] [in074] [Texto original: alemán]

S.E.R. Mons. Ludwig SCHICK, Obispo titular de Auziensis y Obispo auxiliar de Fulda (Alemania).

En la Carta Apostólica para el tercer milenio Novo millennio ineunte, el Papa Juan Pablo II escribe: "...

Santidad significa coherencia de vida y de palabra de cada cristiano con el Evangelio. Por eso, come se lee en la Novo millennio ineunte, : "

La santidad es imprescindible para el apostolado y la evangelización en el tercer milenio, ya que su falta hace que muchas personas no se acerquen fácilmente a la Iglesia. El obispo tiene que ser promotor y "pedagogo" de la santidad, promocionando la lectura del Evangelio y comprometiéndose para que la confesión regular se haga elemento fundamental de la vida de cada católico. La veneración de María siempre será una ayuda insustituible en el recorrido de la santidad.

La santidad hace grande, bello y significativo el ser cristiano y les dona a los cristianos paz y alegría en el Espíritu Santo.

[00098-04.02] [ino75] [Texto original: alemán]

S.E.R. Mons. Donald James REECE, Obispo de Saint John’s-Basseterre (Antigua y Barbuda).

El Instrumentum Laboris #77 llama a la continua formación de los obispos. Ésta ciertamente asistirá a los obispos para completar sus tres tareas de santificar, enseñar y gobernar a sus Iglesias locales en estos tiempos modernos cuando el relativismo, la indiferencia y la falta de espiritualidad atrae a mentes faltas de sentido.

Los Obispos de la Conferencia Episcopal de las Antillas, conscientes de las demandas de efectiva evangelización en estos tiempos, dan la bienvenida a esta propuesta para llevar a cabo una continua formación. No sólo se deberían ofrecer a los obispos periódicos cursos de actualización de la doctrina, sino que habría que formarlos también en aquellos desarrollos científicos y tecnológicos que afectan tanto a la naturaleza y dignidad de la persona humana, como al progreso de las personas en sus batallas por la justicia y la paz en el mundo. De esta manera, los obispos estarán mejor capacitados para evangelizar más efectivamente con "nueva metodología, nuevas expresiones y nuevo fervor".

Vinculada a esta propuesta de actualización continua, se halla la necesidad de volver a tratar la noción de los Ministerios en la Iglesia, un desarrollo promovido por el Concilio Vaticano Segundo. Expresiones de este tipo son los Sínodos Diocesanos, los Consejos Económicos Diocesanos y Parroquiales y los Consejos Pastorales Diocesanos y Parroquiales. ¿Podría un futuro traspaso de ministerios dar a los obispos más oportunidad para concentrarse en aquellas cosas que están asociadas con sus tres tareas fundamentales? Uno puede citar el desarrollo del diaconado, tal como se nos presenta en los Hechos de los Apóstoles, Capítulos 6 y 8. Felipe, obligado a servir las mesas, está viendo la evangelización más efectiva en Samaria y en el caso del eunuco etíope.

Estos tiempos modernos con sus desafíos llaman a "una nueva metodología, nuevas expresiones y nuevo fervor" si queremos presentar a Cristo de una manera convincente a un mundo ansioso de verdadera esperanza.

[00099-04.04] [in076] [Texto original: inglés]

S.E.R. Mons. Anthony Leopold Raymond PEIRIS, Obispo de Kurunegala (Srl-Lanka).

Desde el inicio de su pontificado, el Santo Padre Juan Pablo II viene exhortando a los obispos a presentar programas para una profunda renovación a nivel de las Iglesias locales, a la luz del Concilio Vaticano II. El objetivo de esta renovación era que la Iglesia pudiese "asumir con nuevo ímpetu su misión evangelizadora" (NMI).

En su Asamblea plenaria de 1990, la Federación de los Obispos de Asia ha propuesto la "nueva manera de ser Iglesia": "La Iglesia en Asia deberá ser una Comunión de Comunidades donde el laicado, los religiosos y el clero se reconocen y se aceptan los unos a los otros como hermanas y hermanos".

Esto requiere de una Iglesia participativa, en la cual los dones del Espíritu Santo, prodigados entre todos los fieles, sean reconocidos y activados y cuyos miembros se conviertan en hombres y mujeres con una fuerte experiencia de Dios. Esto implica, por parte de nosotros obispos, una actitud de confianza en la fe y en la iniciativa del laicado. El obispo debe demostrar en su vida el nuevo espíritu de comunión y un modelo de guía que no sea el del predominio, sino el de un Pastor. Las pequeñas comunidades cristianas son lugares de formación y de participación, tanto para la vida como para la misión de la Iglesia. Nuestra línea de conducta debe estar abierta generosamente a la voz de los laicos.

Toda la Iglesia está al servicio del Reino. Encontrándose alrededor de la Palabra de Dios, los miembros de la Iglesia se orientan hacia el Reino. Trabajando juntos en el barrio, en pequeñas comunidades cristianas, ellos estarán listos para trabajar juntos con los seguidores de otras religiones para construir un mundo mejor para todos.

La ocasión privilegiada para el obispo es la visita pastoral a su pueblo. Es entonces cuando el obispo llega a conocer a su pueblo a nivel de base, de vida cotidiana y comparte las alegrías, los dolores, las aspiraciones. Él se convierte, de esta manera, en un signo de esperanza en su caridad pastoral según el modelo del Buen Pastor (Jn 10,14-16). Siendo aquél que anima y favorece la "nueva manera de ser Iglesia", el obispo está además llamado "a una nueva manera de ser obispos"

[00100-04.04] [IN077] [Texto original: inglés]

S.E.R. Mons. Elías YANES ALVAREZ, Arzobispo de Zaragoza (Espana).

Una de las tareas primordiales de los Obispos es la de promover la santidad de los laicos y su actividad apostólica. "El apostolado de los laicos es una participación en la misión salvadora de la misma Iglesia". "Hay que abrirles el camino para que en todas partes también ellos...participen activamente en la misión salvífica de la Iglesia" (LG 30,33,40).

Además del apostolado individual al servicio de todos, que es insustituible, tienen especial importancia las formas asociativas, no sólo por razones antropológicas y sociales, sino por razones eclesiológicas. El apostolado asociado es "signo de la comunión y de la unidad de la Iglesia" (AA r8.23; Christifideles laici 29).

Entre las distintas formas de apostolado seglar asociado han ocupado un lugar especial en el aprecio de la Iglesia, las asociaciones y movimiento de la Acción Católica, especialmente recomendada por el Concilio de los Obispos (ChDI7b). Esta forma de apostolado social asociada con las cuatro notas descrita por el Concilio (AA 20), sigue siendo necesaria, aunque tenga otras denominaciones. Pablo VI dijo de ella que "pertenece ya al diseño constitucional de la Iglesia" (25-VII-1963; 8-XII-1968). Nuestro Santo Padre Juan Pablo II la menciona en la exhortación Chrsitifideles laici n.31. Está llamada a expresar en su vida, el ser y la vida de la Iglesia, como misterio, comunión y misión (Christifideles laici cap.I-III). Ha de hacer presente a la Iglesia en ambientes alejados del Evangelio. Es, sin duda, un don del Espíritu Santo al Pueblo de Dios que los obispos debemos cultivar .

[00101-04.03] [in078] [Texto original: español]

S.E.R. Mons. Malcolm Patrick McMAHON, O.P., Obispo de Nottingham (Gran Bretaña).

La tradición dominicana brinda un sistema de buen gobierno en el respeto de la persona, reconoce los dones individuales y deja espacio a la expresión, permitiendo que el Espíritu hable a través de la persona individual y de la comunidad. Los fieles de la Iglesia tienen el derecho de ser gobernados en la esperanza y la libertad.

A la esperanza se yuxtaponen la presunción - Dios salva a pesar de la Iglesia y de la persona - y el fatalismo - "no importa lo que haga -. La esperanza se opone a esto motivando a quien no tiene objetivos y brindándole un futuro. Son tres los aspectos que el obispo tiene que tener en cuenta, a la hora de gobernar su diócesis con espíritu de esperanza:

1 Hace falta permitir que la discusión se desarrolle en un espíritu de comunión. En lugar de sentirnos amenazados por las opiniones contrarias, nosotros también, como San Tomás de Aquino, tendríamos que aprender de las argumentaciones ajenas. En nuestra búsqueda, el Dios de la verdad se revela a sí mismo.

Los laicos están llenos de esperanza si se les forma en la fe y se les prepara para ser miembros relevantes de la Iglesia y la sociedad.

Gobernar con esperanza significa edificar una Iglesia confiada que brinde esperanza al mundo. Compartiendo la fe, nuestro mundo que sufre aprende a conocer y amar mejor a Jesucristo, convirtiéndose en un lugar con más esperanza.

[00102-04.04] [ino79] [Texto original: inglés]

S.E.R. Mons. Józef MICHALIK, Arzobispo de Przemysl de los Latinos (Polonia).

El buen pastor tendría que identificarse con Jesucristo, intentando ser el guardián de las ovejas que tiene confiadas hasta el punto de ofrecer su vida por ellas. Hoy tampoco faltan los pastores llamados a dar su vida por sus comunidades, especialmente en los países donde la fe es perseguida. Demos las gracias a Dios por su testimonio de fe y no lo olvidemos en nuestras oraciones. La fe del hombre de nuestra época debe crecer en comunión con el obispo de Roma, y en la vida en el seno de la Iglesia. Hoy en día, la fe tiene que enfrentarse permanentemente con nuevas situaciones y se ve desafiada por las proposiciones del mundo moderno, que brinda modelos de vida no siempre fundados en los principios cristianos. En esta perspectiva se vuelve aún más actual el llamamiento del Papa para que se acaben los sufrimientos, los abusos y la explotación del hombre en el mundo contemporáneo. Nuestro silencio al respecto delataría miedo y falta de sensibilidad. Hay que defender también el valor de la palabra, que en este mundo va perdiendo cada vez más su papel principal de comunicación de la verdad, sufriendo distintos tipos de manipulación. En tiempos de propaganda comunista, el cardenal Stefan Wyszynski alentaba a los sacerdotes, en Polonia, para que anunciaran el Evangelio con palabras sencillas, haciendo hincapié no tanto en la forma, cuanto en el valor del mensaje evangélico. Visto el lugar que ocupan en la vida del hombre, considero los medios de comunicación un peligro especial. El miedo al juicio de la televisión y de la prensa no puede paralizarnos. La verdad no se arrodilla frente a los medios de comunicación. Hay que apreciar su labor y su papel social, pero no podemos buscar la popularidad a toda costa. A la hora de enseñar la verdad de la fe y desvelar las mentiras, todos los obispos de la Iglesia necesitan tener coraje y un pensamiento unitario, lo que ayudará a proteger eficazmente los oprimidos y los débiles. La conciencia y el corazón del obispo no pueden ser influenciados por la opinión pública. Desde hace muchos años estoy impresionado por la determinación con la que el cardenal Karol Wojtyla, luego como Papa Juan Pablo II, defiende al hombre más débil, el recién concebido. La lucha por la vida sólo es uno de los muchos problemas que exigen el coraje del pastor-profeta en el mundo que cambia.

Esta realidad difícil requiere una particular unidad entre los pastores de la Iglesia y los pueblos que conducen. Los focolares bien entendieron la trascendencia de ese vínculo, recordando con coraje la llamada del Señor: dar la vida por los hermanos (Jn 10, 11). La realización de esta misión debe ser acompañada por una oración asidua, humilde y confiada.

[00103-04.04] [ino80] [Texto original: italiano]

S.E.R. Mons. Alphonse GEORGER, Obispo de Orán (Argelia).

El tema de reflexión de este décimo Sínodo de los Obispos es particularmente importante para nosotros, Obispos de África Septentrional (Argelia, Libia, Marruecos, Túnez): el ministerio del Obispo "por la esperanza del mundo" es considerado no solamente desde el punto de vista de la comunidad cristiana, en gran medida minoritaria, sino también en relación con la sociedad musulmana. El N. 443 § 4 del CIC subraya que también los no bautizados están confiados por el Señor al celo pastoral del Obispo, que debe ser signo de la universalidad del amor de Dios hacia todos los hombres.

El Obispo, en su vida personal, como también en el ejercicio de su ministerio, debe poner en práctica un don del Espíritu Santo que no solamente está destinado a la comunidad cristiana, sino que también concierne a toda la sociedad llamada por Dios a la conversión del corazón, a una profundización en la vida de la fe, la esperanza y la caridad. En los períodos difíciles, caracterizados por crisis sociales (integralismo, terrorismo) que algunos de nuestros países están atravesando, el Obispo debe ser para todos el servidor de la esperanza: la sabiduría de sus consejos, la serenidad y la paciencia en el sufrimiento hacen de él la roca sobre la cual los hombres, durante la prueba, pueden encontrar apoyo. El ministerio de la esperanza en la defensa de la verdad puede conducir al Obispo al don de la propia vida, siguiendo el ejemplo de Cristo, como fue solicitado por mi predecesor, Mons. Pierre Claverie.

Nuestra presencia en tierra del Islam resultará posible, auspiciosa y auténtica si seremos los humildes servidores del amor gratuito de Jesús, del cual somos los discípulos

[00104-04.03] [IN081] [Texto original: francés]

S.E.R. Mons. Joseph Henry GANDA, Arzobispo de Freetown y Bo y Presidente de la Conferencia Episcopal. (Sierra Leona).

La Globalización es un aspecto que está brevemente mencionado en el Instrumentum Laboris, Párrafos 16 y 18. En relación con este nuevo fenómeno, que también afecta las perspectivas y desafíos de la Misión Evangelizadora de la Iglesia, se encuentra el principal trabajo del Obispo, Servidor del Evangelio de Jesucristo para la Esperanza del Mundo.

Quiero subrayar las razones que están afectando seriamente el trabajo de la Evangelización en la Iglesia, como consecuencia de este nuevo fenómeno.

Una de las principales ventajas de la Globalización es la de unir diferentes culturas, religiones y grupos étnicos por el uso de la información.

Sin embargo, no facilita una discusión crítica y una síntesis madura de los valores morales. También da una actitud relativista de la vida y las cosas seculares.

Uno de los principales aspectos negativos de la Globalización, que afecta a la Iglesia, es el fracaso en promover la vida conyugal y la familia.

Es nuestra esperanza que este Sínodo establezca algunas guías para lograr un acercamiento pastoral a la Globalización.

Otro tema, no conectado con la Globalización, es la necesidad de una solidaridad práctica con las Iglesias Particulares, especialmente en el Tercer Mundo, en difíciles circunstancias de guerra, violencia, golpes militares y tensiones religiosas y étnicas, que toma por sorpresa tanto a la Iglesia como a la gente y dura por un tiempo, durante el cual hay pérdidas de vida y propiedad. En estos países, los Obispos, sacerdotes y religiosos se ven a veces seriamente afectados. Necesitan no solamente oraciones sino signos personales y visibles de solidaridad a través de visitas y asistencia de otras Iglesias Hermanas que estén cerca o lejos de ellas. Estos gestos pueden ser un gran consuelo para aquellos que han sufrido.

[00105-04.04] [in082] [Texto original: inglés]

S. Em. R. Card. Nasrallah Pierre SFEIR, Patriarca de Antioquía de los Maronitas (Líbano).

En el número 12 del IL se lee: "Sólo así, unido a Cristo (...) el Obispo se transforma en profeta de la esperanza".

El obispo debe transformarse en un profeta de la esperanza, aún cuando, inclinado bajo el peso de la carga episcopal, tenga la impresión de que todos los horizontes están cerrados. Debe esperar contra toda esperanza.

Cada uno sabe que vivimos en un mundo que se hace cada vez más complicado y en el cual el hombre, prisionero de las propias invenciones, sobre todo de sus armas sofisticadas, vive en un clima de miedo. Los recientes ataques horribles e inhumanos que tuvieron como blanco los símbolos del poder económico, militar y político de la más grande Potencia del mundo han hecho que se hunda en la inquietud.

Separado de Dios, el hombre está condenado a caer bajo el poder de la inquietud. San Agustín ha expresado muy bien esta idea. De aquí la necesidad de volver a evangelizar a muchos países que se dicen cristianos, exaltar los valores cristianos, promover los derechos humanos, dar estabilidad a la familia, primera célula de base de una sociedad humana armoniosa. Cristo ha confiado esta misión a su Iglesia y, como consecuencia, al Obispo. Príncipe de unidad, defensor de la ciudad, profeta de la esperanza, buen pastor, él da la vida por su rebaño.

El papel de los Obispos en el Líbano. Ellos tratan de volver a dar esperanza y levantar la moral a los fieles humillados, vejados, privados de la dignidad nacional. No habiendo ningún poder de decisión, se refugian en la emigración. De esta manera, en este último decenio un millón de libaneses, sobre todo jóvenes, en su mayoría diplomados, se fueron. Nuestra región, donde Cristo nació, ¿permanecerá sin ningún testimonio cristiano?

Estamos seguros de que no estamos solos. Venzamos todo desánimo. Cristo -Dios hecho hombre- habita con nosotros.

[00106-04.04] [ino83] [Texto original: francés]

AVISOS

BRIEFING PARA LOS GRUPOS LINGÜÍSTICOS

El cuarto briefing para los grupos lingüísticos tendrá lugar mañana viernes 5 de octubre de 2001 a las 13:10 horas, al término de la Octava Congregación General de la mañana (en los lugares de los briefing y con los Responsables de Prensa indicados en el Boletín N. 2).

Se recuerda que los operadores audiovisuales (cámaras y técnicos) tienen que dirigirse al Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales para el permiso de acceso (muy restringido).

POOL PARA EL AULA DEL SÍNODO

El cuarto "pool" para el Aula del Sínodo será formado para la oración de apertura de la Octava Congregación General del viernes 5 de octubre de 2001 por la mañana.

En la Oficina de Información y Acreditación de la Oficina de Prensa de la Santa Sede (entrando a la derecha) están a disposición de los redactores las listas de inscripción al pool.

Se recuerda que los operadores audiovisuales (cámaras y técnicos) y fotógrafos tienen que dirigirse al Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales para la participación en el pool para el Aula del Sínodo.

Se ruega a los participantes al pool que estén a las 8:30 horas en el Sector de Prensa montado en el exterior, frente a la entrada del Aula del Sínodo, acompañados por un oficial de la Oficina de Prensa de la Santa Sede y del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales.

BOLETÍN

El próximo Boletín N. 10 relativo a los trabajos de la Séptima Congregación General de la X Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos de esta tarde, estará a disposición de los periodistas acreditados mañana 5 de octubre de 2001 tras la apertura de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

Mañana, viernes 5 de octubre de 2001, por la mañana, estará a disposición la versión revisada y actualizada de la lista de participantes en el Boletín 01-B del 5 de octubre de 2001, que sustituirá al Boletín 01 del 29 de septiembre de 2001.

 

 
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