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SYNODUS EPISCOPORUM
BOLETÍN

de la Comisión para la información de la
X ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA
 DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS
30 de settiembre-27 de octubre 2001

"El Obispo: servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo"


El Boletín del Sínodo de los Obispos es solo un instrumento de trabajo para uso periodístico y las traducciones no tienen carácter oficial.


Edición española

19 - 11.10.2001

RESUMEN

DÉCIMO SEXTA CONGREGACIÓN GENERAL (JUEVES, 11 DE OCTUBRE DE 2001 - POR LA MAÑANA)

A las 9:50 horas de hoy jueves 11 de octubre de 2001, ante la presencia del Santo Padre, con el canto de la Hora Tertia en el Trigésimo del atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001, se ha comenzado la Décimo Sexta Congregación General, para la Auditio Delegatorum Fraternorum, las intervenciones de los Delegados fraternos y la continuación de las intervenciones de los Padres Sinodales en el Aula sobre el tema sinodal El obispo: servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo. Presidente Delegado de turno S. Em. R. Card. Giovanni Battista RE, Prefecto de la Congregación para los Obispos.

En esta Congregación General, que se concluyó a las 12:35 horas con la oración del Angelus Domini, estaban presentes 237 Padres.

HORA TERTIA EN EL TRIGÉSIMO DEL ATENTADO TERRORISTA DEL 11 DE SEPTIEMBRE DE 2001

Al principio de la Hora Tertia en el Trigésimo del atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001, el Santo Padre Juan Pablo II pronunció la siguiente Monición:

Hermanos y hermanas

queridos Padres Sinodales

al mes de los inhumanos ataques terroristas

llevados a cabo en varias parte de los Estados Unidos de América,

confiamos una vez más

a la eterna misericordia del Dios de Nuestros Padres

las innumerables víctimas inocentes.

Pedimos alivio y consuelo

para sus familiares y parientes

postrados por el dolor;

invocamos fortaleza y valor

para quienes siguen brindado su ayuda

en los lugares afectados por la terrible desgracia;

imploramos tenacidad y perseverancia

para todos los hombres de buena voluntad

para que recorran caminos de justicia y de paz.

Que del corazón del hombre el Señor arranque

toda huella de hostilidad, enemistad y odio

y lo haga disponible a la reconciliación

la solidaridad y la paz.

Oremos para que en todas las partes del mundo

pueda establecerse la "civilización del amor".

[00282-04.03] [nnnnn] [Texto original: italiano]

Tras el Himno, la Salmodia y la Lectura breve de la Hora Tertia del día, un Padre sinodal, S.E.R. Monseñor John Olorunfemi ONAIYEKAN, Arzobispo de Abuja, Presidente de la Conferencia Episcopal (Nigeria) y un Delegado fraterno, Monseñor Peter FORSTER, Obispo de Chester (Gran Bretaña), Delegado fraterno de la Comunión Anglicana, pronunciaron una breve homilía.

Luego, el Santo Padre introdujo las Intercesiones (la Oración de los Fieles) con las palabras siguientes:

En comunión con la Virgen María

dirigimos a Dios Padre

nuestra humana plegaria

a fin de que por medio de Cristo su Hijo

infunda en el corazón de los hombres

y sobre toda la tierra

el Espíritu consolador, Señor que da la vida.

[00283-04.02 [nnnnn] [Texto original: italiano]

Las Intercesiones fueron leídas por:

  • en inglés: S.E.R. Mons. Seán B. BRADY, Arzobispo de Armagh (Ireland);
  • en francés: S.E.R. Mons. Michel-Marie-Bernard CALVET, S.M., Arzobispo de Noumea (Nueva Caledonia);
  • en español: S.E.R. Mons. Roberto Octavio GONZÁLEZ NIEVES, O.F.M., Arzobispo de San Juan de Puerto Rico y Presidente de la Conferencia Episcopal (Puerto Rico);
  • en arabe: S.E.R. Mons. Thomas MERAM, Arzobispo de Urmia de los Caldeos, Obispo de Salmas de los Caldeos y Presidente de la Conferencia Episcopal (Irán);
  • en portugués: S.E.R. Mons. Francisco VITI, Arzobispo de Huambo (Angola);
  • en ruso: S.E.R. Mons. Tadeusz KONDRUSIEWICZ, Arzobispo titular de Ippona Zárito y Administrador Apostólico de Rusia Europea Septentrional de los Latinos (Federación Rusa);
  • en alemán: S.E.R. Mons. Alois KOTHGASSER, S.D.B., Obispo de Innsbruck (Austria).

Después del Pater Noster y antes de la Bendición Apostólica, el Santo Padre pronunció la siguiente oración:

Oh Dios omnipotente y misericordioso,

no te puede entender quien siembra la discordia,

no te puede acoger quien ama la violencia:

mira nuestra dolorosa condición humana

postrada por los crueles actos de terror y de muerte,

conforta a tus hijos y abre nuestros corazones a la esperanza,

para que nuestro tiempo

pueda todavía conocer días de serenidad y de paz.

Por Cristo nuestro Señor.

[00292-04.03] [nnnnn] [Texto original: italiano]

AUDICIÓN DE LOS DELEGADOS FRATERNOS

Después intervinieron los siguientes Delegados fraternos:

Publicamos a continuación los resúmenes de las intervenciones de los Delegados fraternos:

S. Em. AMBROSIUS, Metropolitano de Oulu, Iglesia Ortodoxa Finlandesa (Finlandia), para el Patriarcado Ecuménico.

Es un privilegio estar aquí como delegado fraterno en representación de su Santidad el Patriarca Ecuménico Bartolomé de Costantinopla. Este sínodo es de vital importancia para la misión y el testimonio de la Iglesia en el siglo XXI. Todos nuestros esfuerzos son también nuestras tarea, nuestro reto.

El diálogo oficial entre la Iglesia ortodoxa y la católica tiene una historia de más de veinte años. Uno de sus logros más importantes, hasta la fecha, ha sido la declaración conjunta sobre El Sacramento de la Orden en la estructura sacramental de la Iglesia. Este documento refleja profundamente nuestros puntos de vista comunes acerca de los varios aspectos del ministerio episcopal, que ya ha sido descrito ampliamente en varias intervenciones que se escucharon en el aula. Desde los tiempos en que la Iglesia no estaba dividida, tanto en Oriente como en Occidente, ortodoxos y católicos hemos comprendido plenamente que el episcopado pertenece a la naturaleza inherente de la Iglesia.

Estos días de eclesiología eucarística son importantes para la Iglesia Ortodoxa. En este contexto se pone un énfasis cada vez mayor sobre el papel del obispo, en especial en sus funciones sacramentales y pastorales. Nuestra vocación fundamental de obispos, hoy en día, es ayudar a las personas y las naciones para que encuentren la fe y estén unidas en el conocimiento y el amor a Cristo, y también lo es promocionar estos martyria y el espíritu de reconciliación que ayudará a vencer el terror, el odio y la violencia.

Finalmente, como obispo ortodoxo no me atrevo ni deseo tocar el tema de las relaciones entre primado y colegialidad, que muchos de vosotros abordaron repetidas veces. Sin embargo, lo que sí quiero hacer es expresar mi solidaridad con vosotros.

A pesar del trabajo regular de los Sínodos episcopales locales y regionales, en nuestro contexto ortodoxo tenemos hoy que afrontar muchas dificultades y problemas que aún no se solucionaron relativos a la colaboración inter-ortodoxa. Ya en los años 60, las Iglesias ortodoxas empezaron a prepararse para un Grande y Santo Sínodo, pero, hasta la fecha, parece que se ha conseguido muy poco.

El Santo Padre, el Papa Juan Pablo II, ha enseñado que la purificación de la memoria es una parte fundamental del programa ecuménico. Y es con este espíritu con el que quiero expresar mi agradecimiento por tener la oportunidad de participar en vuestro santo sínodo, y también mi confianza en que los obispos, en mutua confianza, sigan testimoniando la misma fe en koinonia para que el mundo pueda creer.

[00285-04.03] [df001] [Texto original: inglés]

S.E.R. Mons. Mikael AJAPAHYAN, Obispo de Gyumry & Shirak de la Iglesia Apostólica Armenia (Armenia), para la Iglesia Apostólica Armenia.

Es un gran privilegio para mí darles la bienvenida en nombre de Su Santidad Karekin II, Catholicos de todos los Armenios, y hacerles llegar su amor fraternal y sus saludos.

En este año jubilar la Iglesia de Armenia celebra solemnemente el 1700 aniversario de la adopción del Cristianismo como religión del estado y en este contexto la visita del Santo Padre a Armenia llena nuestros corazones de orgullo por nuestra herencia cristiana y constante fidelidad. Me emocionó profundamente ver la luz de San Gregorio en la Capilla del Sínodo y leer las hermosas palabras de Su Santidad acerca de los dos pulmones de la Iglesia de Cristo. Nos hemos regocijado con nuestros hermanos católicos por la beatificación del Obispo armenio católico de Merdin, Ignacio Maloyan, que compartió la fe y el martirio de cientos de obispos y sacerdotes armenios ortodoxos durante el genocidio perpetrado por el Imperio Otomano contra los armenios en 1915.

Los obispos de mi generación se han convertido en los obispos del nuevo siglo y del nuevo milenio, los obispos de nuevos desafíos y dificultades.

En nuestro mundo de creciente secularización y consumismo, el obispo debe permanecer fiel al espíritu del Evangelio, estando unido con el Señor por medio de la oración, la dedicación y poniendo en práctica diariamente el ejemplo de Cristo. Debemos confesar que a veces rechazamos a Dios, cuando nos preocupamos por el bienestar material de este mundo y pensamos sobre todo en nuestro proprio confort.

En nuestro mundo de nuevas divisiones y separaciones, todos los obispos de las Iglesias hermanas tienen que comprometerse a colaborar y cooperar. El espíritu ecuménico debe superar todos los prejuicios y malos entendidos existentes.

En nuestro mundo de individualismo y autoestima, los obispos deben encontrar el modo para salir al encuentro de las necesidades de las personas, y estar más cerca y más afectados por los problemas diarios de cada miembro de su rebaño. La gente no debe ver al obispo como un burócrata que se distancia de los problemas de los hombres y mujeres sencillos, dentro de los muros de su "palazzo vescovile".

Me ha conmovido mucho el discurso de fr. Maloney que percibe al obispo como un padre y un hermano. Que Dios me de la fuerza y el coraje para ser un padre y un hermano para todos.

[00286-04.03] [df002] [Texto original: inglés]

S.E.R. Peter FORSTER, Obispo de Chester (Gran Bretaña), para la Comunión Anglicana.

En tiempos recientes la Iglesia de Inglaterra y la Comunión Anglicana han llevado a cabo trabajos importantes sobre la obra del obispo en la vida de la Iglesia. Desde 1990, entre las publicaciones más importantes se encuentran: El ministerio episcopal (1990), Apostolicidad y sucesión (1994) y Obispos en comunión (2000). La concepción de estos documentos contiene una muy estrecha relación con los del Instrumentum laboris para este Sínodo.

A parte del tema de la obligación del celibato y la posibilidad de otorgar a las mujeres el mandato episcopal, mantienen las diferencias en dos aspectos:

La primera concierne a las relaciones entre la dimensión personal, la colegial y la comunal del ministerio del obispo. Los anglicanos tienen un modelo de Obispo-en-el-sínodo, en el que el ministerio personal del obispo es inseparable de su liderazgo en el Colegio de Sacerdotes de su diócesis, y también respecto a la asamblea de religiosos y laicos del sínodo diocesano. Aunque les estén estrictamente reservadas al obispo de una diócesis, y a los obispos de la provincia que trabajan con él, ciertas responsabilidades, el principio de la representación de los laicos y su participación formal en el proceso de decisión está ahora muy bien representado. Este principio conciliar refuerza la colegialidad de los obispos, en un espíritu de comunión que abarca a todos los bautizados.

La segunda se refiere al ejercicio de la autoridad por parte del Primado universal. Los anglicanos llegaron a aceptar la sabiduría y la necesidad de una primacía universal, ejercitada por el Obispo de Roma. Ya sabemos que esta necesidad para la misión de la Iglesia va a aumentar de forma relevante a medida que progrese la globalización. Aún hay que alcanzar un acuerdo que defina cuáles serán en concreto las responsabilidades y los derechos que deben confiarse a una primacía renovada y plenamente ecuménica.

Aunque aún queda mucho por hacer, los anglicanos sentimos un agradecimiento profundo por la prioridad pastoral otorgada por el Papa Juan Pablo II al oficio ecuménico, como está expuesto en la carta enciclíca Ut unum sint (1995). Además, nos sirven de gran aliento los progresos ecuménicos, y en especial los acuerdos alcanzados entre anglicanos y luteranos en el norte de Europa, Estados Unidos y Canadá, dirigidos a conseguir la plena comunión.

[00287-04.05] [df003] [Texto original: inglés]

S.E. Mons. Tore FURBERG, Obispo Luterano de Suecia, para la Federación Mundial Luterana.

Mi intervención trata de la perspectiva ecuménica (§ 131 del Instrumentum Laboris) y principalmente quisiera hacer énfasis en la importancia del episcopado como instrumento ecuménico.

El diálogo católico - luterano acerca de la doctrina de la justificación fue de gran valor. Estas iglesias lograron recientemente un consenso respecto a este tema, poniendo fin de esta manera a un largo período de malos entendidos y conflictos. Esto será de gran importancia para el futuro de Europa, que de alguna manera todavía sufre las consecuencias de las guerras religiosas que tuvieron lugar muchos años atrás. Incluso con respecto al tema del ministerio episcopal, se han sostenido varios diálogos entre católicos y luteranos en diferentes niveles.

Otro diálogo importante se llevó a cabo entre las Iglesias Anglicana y Luterana en la Europa del Norte. Se sintieron llamadas por Dios para dar un testimonio y un servicio común en una Europa que rápidamente se está unificando.

Diez iglesias de Gran Bretaña e Irlanda, de Escandinavia y de la zona del Báltico, han llegado recientemente a un acuerdo - llamado el acuerdo Porvoo -, lo que significa que una completa inter-comunión se ha establecido entre ellas. Un resultado notable del acuerdo es que los obispos, sacerdotes y diáconos de todas las iglesias participantes ahora pueden ejercer su ministerio en todas las demás.

Todas las iglesias participantes son iglesias episcopales, pero no han considerado ni practicado su episcopado de forma idéntica. A pesar de ello, decidieron reunirse para un futuro común. Participando en unas y otras consagraciones de los obispos se creará un episcopado común.

La base del acuerdo es que las Iglesias Anglicana y Luterana han reconocido que tanto la una como la otra son expresiones mundiales de la Iglesia una, santa, católica y apostólica. También es decisivo el hecho de que las iglesias participantes llegaran a una concepción común de la apostolicidad como unida a toda la Iglesia y del episcopado histórico como signo, y no como garantía automática, de la apostolicidad de la Iglesia.

Basándome en una cita de un funcionario ecuménico católico romano (Rev. P. Henrik Roclvink, OFM), me pregunto si este desarrollo puede dar a la Iglesia Católica Romana una razón para volver a considerar el valor de las ordenaciones episcopales anglicanas y luteranas.

[00288-04.04] [df004] [Texto original: inglés]

INTERVENCIONES EN EL AULA (CONTINUACIÓN)

Antes del intervalo, intervino S. Em. R. Card. Angelo SODANO, Secretario de Estado, sobre el tema "Un común compromiso apostólico: el Sínodo de la unidad".

Publicamos a continuación el texto integral de Su intervención:

Em. R. Card Angelo SODANO, Secretario de Estado

En el Cenáculo, los Apóstoles eran sólo doce y, sin embargo, a pesar de poseer temperamentos diversos, de proceder de ambientes diferentes y de tener cada uno su estilo a la hora de ejercer el único apostolado, estaban unidos en la oración y en la común solicitud para la difusión del reino de Dios.

En esta Aula Sinodal, nosotros, hoy, somos más de 200 y, en toda la Iglesia, el Colegio Episcopal está compuesto por más de 4.500 Prelados, entre Obispos residenciales, titulares y eméritos.

Todos, además, procedemos de experiencias diversas y es por tanto lógico que poseamos sensibilidades diferentes.

En tales circunstancias, es esencial que el Colegio de los Obispos mantenga una unidad vital y operativa, por medio de vínculos afectivos y efectivos de profunda colaboración con el Obispo de Roma y con todos los Hermanos.

Así que no estará fuera de lugar volver a reflexionar sobre el hecho de que, con la Ordenación episcopal, todos nosotros hemos sido incluidos en el único Coetus Episcopalis, el cual sucede al Colegio de los Apóstoles. El que luego cada uno esté destinado a un puesto o a otro tiene, sin duda, una importancia secundaria.

Poco tiempo atrás se observó justamente que antes que la Iglesia particular existe la Iglesia universal, y esto es así tanto ontológica como temporalmente.

Por analogía, podemos entonces decir que cada uno de nosotros, por medio de la Ordenación episcopal, ha sido ante todo integrado en el Colegio de los Obispos y por tanto tiene el deber de sentirse miembro de este cuerpo, allí donde él sea llamado a trabajar. De igual modo, se es Obispo hasta la muerte, sea cual sea el servicio eclesial que se nos ha pedido.

Este Sínodo es verdaderamente una bella imagen del gran "mosaico episcopal", cuya unidad está compuesta admirablemente por muchas teselas diversas.

Aquí, en efecto, están los Representantes de 11 Iglesias católicas orientales (6 Patriarcas, 2 Arzobispos Mayores y 3 Metropolitas). Aquí están presentes los delegados de las 112 Conferencias Episcopales existentes hoy en el mundo, además de los Obispos elegidos directamente por el Santo Padre. Aquí se hallan también reunidos 25 Prelados que, en sus respectivos Dicasterios de la Curia Romana, colaboran con el Sumo Pontífice en Su solicitud por la Iglesia universal.

Personalmente formo parte de este último grupo de Obispos y es un placer para mí resaltar el gran espíritu colegial que reina en esta aula.

A todos los Hermanos en el Episcopado querría decir que los 25 Obispos que son responsables de los respectivos Dicasterios de la Curia Romana se esfuerzan constantemente en fomentar este espíritu de fraterna colaboración con todos los Obispos del mundo entero, en el surco de las directivas que el Santo Padre nos ha donado en la conocida Constitución Apostólica sobre la Curia Romana, del 28 de junio de 1988 y de título tan significativo: Pastor Bonus.

Las distintas procedencias de los Jefes de los Dicasterios facilita, además, la comprensión de las realidades pastorales existentes en los diversos países de la tierra. En efecto, 6 vienen de Italia y 6 del área de lengua española; 3 son del área anglófona y 3 de la germánica. También hay un Jefe de Dicasterio para cada una de las siguientes áreas: francesa, portuguesa, polaca, árabe, africana, japonesa y vietnamita.

El Papa ha llamado además a un Patriarca para que guíe la Congregación para las Iglesias Orientales. Todos juntos nos esforzamos por dar nuestra aportación, por servir lo mejor posible al Sumo Pontífice y, por tanto, a la Iglesia universal.

A los hermanos que trabajan en las Diócesis quisiera pedirles que no nos exigieran cosas imposibles a los que trabajamos en la Curia. Todos somos limitados. Las contraposiciones no sirven para nada: "Alter alterius onera portate"! nos dice el Apóstol

Que éste sea el espíritu de nuestro común trabajo, animado por el mismo fuego de caridad que Cristo ha insuflado en nuestros corazones.

Por último querría aseguraros que éste es también el espíritu con el que trabajan los Obispos enviados por el Papa como Sus Nuncios y Delegados Apostólicos en los diversos países. Hoy son más de cien, y algunos de ellos sirven en situaciones muy difíciles.

Y aquí querría rendir un homenaje al llorado Nuncio Apostólico en Papúa - Nueva Guinea, el Arzobispo Hans Schwemmer, de la Diócesis de Regensburg, en Alemania, muerto en servicio en los días pasados, así como a todos aquellos que, con gran sacrificio, están trabajando en los más incómodos y remotos lugares.

Estoy seguro de que también por parte de los Prelados locales se facilitará el duro trabajo de los Representantes Pontificios, inspirado por el único fin que a todos nos une: el ideal de la difusión del Reino de Dios.

Al inicio del tercer milenio cristiano, el Colegio Episcopal se presentará de esta forma ante el mundo, como se presentaba el Colegio de los Apóstoles en el Cenáculo, y dará intenso testimonio de ser verdaderamente "cor unum et anima una".

Para terminar, que sea éste el Sínodo de la unidad.

[00284-04.04] [in222] [Texto original: italiano]

Luego, intervinieron los Padres siguientes:

Publicamos a continuación los resúmenes de las intervenciones de los Padres:

S.E.R. Mons. Emile DESTOMBES, M.E.P., Obispo titular de Altava y Vicario Apostólico de Phnom-Penh (Camboye)

La revolución comunista que ha marcado, de manera diferente, los países de Laos y Camboya, ha obligado a las Iglesias a vivir en el silencio y la persecución. El misterio de la Cruz ha atravesado estos dos países. Pero la esperanza ha animado a estas comunidades convertidas en invisibles.

En Camboya, más especialmente, esto parecía irreversible. Como Cristo en la Cruz ofreciendo su vida a su Padre por la salvación del mundo, así los testigos han ofrecido su vida en coherencia con su fe, al servicio de sus hermanos y hermanas. Y la Iglesia renacida hoy quiere ser servidora de los "excluidos" por la sociedad y signo de esperanza. La ordenación de los cuatro primeros sacerdotes camboyanos, el 9 de diciembre de 2001, después de la muerte de todos los obispos y sacerdotes del país, durante el régimen de Pol Pot, es un signo más de esta esperanza.

[00251-04.03] [in207] [Texto original: francés]

S.E.R. Mons. Luis Armando BAMBARÉN GASTELUMENDI, S.I., Obispo de Chimbote y Presidente de la Conferencia Episcopal (Perù)

Durante el trienio de preparación al Gran Jubileo, el Plan Pastoral de cada año ha permitido reavivar la Fe y la Vida del Pueblo de Dios en nuestras Iglesias locales, en plena comunión con la sede de Pedro. Por el gran don del Jubileo, se eleva un himno de acción de gracias a la SSma. Trinidad, así como a todos los organizadores de ese magno evento. Después del Año Jubilar, contamos con la Carta del Papa "Novo Millennio Ineunte", que da nuevo impulso al Pueblo de Dios para "remar mar adentro al encuentro con Jesucristo vivo".

Frente al nuevo siglo y milenio y a los desafíos de la actualidad, el Papa nos invita a caminar con esperanza, en la luz de Cristo, que es el único Salvador. El quiere convertirnos en instrumentos de vida dentro de las Iglesias locales, alimentados por Su Palabra y por la Eucaristía para un camino de santidad.

Animados por una espiritualidad de comunión, compartimos las alegrías y esperanzas de los que sufren y de los pobres, porque en ellos hay una presencia especial del Señor: "Tuve hambre. . . sed. . . y me han alimentado", etc. (cf Mt 25). Nuestra atención pastoral se centra es particular en los jóvenes: si se les presenta a Cristo en su verdadero rostro y con todas sus exigencias, ellos son capaces de respuestas generosas y convincentes. Igualmente, nuestro ministerio de comunión nos lleva a estar cerca a los sacerdotes, como un padre y un amigo.

Como Obispos, nos sentimos corresponsables en la evangelización del mundo entero y deseosos de compartir el don de la fe que hemos recibido, dando incluso desde nuestra pobreza (cf. Puebla n. 368), en un intercambio fraterno de dones. Las vocaciones misioneras ad gentes y ad vitam de nuestras Iglesias jóvenes son dones del Señor, que, lejos de empobrecernos, enriquecen a toda la Iglesia y nos alientan en la vivencia cristiana, porque "la fe se fortalece dándola" (Redemptoris Missio, n.2).

[00252-04.03] [in208] [Texto original: español]

S.E.R. Mons. Tomás Andrés Mauro MULDOON, O.F.M., Obispo de Juticalpa (Honduras)

La acción y cooperación misionera, IL números 133-134.

La Iglesia misionera tiene rasgos muy distintos de las iglesias en pleno desarrollo. Es una iglesia joven y creciente y por ende una iglesia en proceso de inculturación. Exige un ministerio episcopal extraordinario que responde a los retos presentados. El IL afirma que "en este contexto no pueden ser olvidados tantos obispos misioneros que, ayer como hoy, ofrecen a la Iglesia la santidad de vida y la generosidad de su ímpetu apostólico." (IL., 133 )

De costumbre la Iglesia misionera se caracteriza por territorios extensos y recursos mínimos, por condiciones sociales y económicas inestables y por una continua historia de crisis y conf1icto. Se encarna en una sola persona el pastor de almas, el canciller y el promotor de desarrollo diocesano. Además el deber de orar y celebrar la fe, el obispo despeierde giras misioneras dentro de la diócesis y a veces tres o cuatro cargos de la Conferencia Episcopal que provoca frecuentes ausencias.

Sin lugar a dudas no es una tarea eclesial fácil, sobre todo cuando se toma en cuenta la delicada misión de transformar -e inculturar la Iglesia misionera en Iglesia particular. Ya se sabe que el primer deber pastoral del obispo misionero es crear una Iglesia nativa con un clero nativo.

Parece que es conveniente postular que, en la elección de obispos para servir la Iglesia misionera, sean hombres relativamente jóvenes, sanos y físicamente capaz de aguantar los rigores del apostolado. También, al madurar la Iglesia local con un clero mayormente nativo, que la Santa Sede ofrece al obispo misionero la opción de dejar tal diócesis en favor de un obispo nativo que comprenderá mejor los valores culturales y las exigencias del pueblo. Para una iglesia autóctona merece un pastor autóctono.

Una consecuencia de una eclesiología de comunión es la solicitud que tiene cada obispo con respecto a toda la Iglesia y a todas las otras iglesias particulares (IL 66). En cuanto pastor de una iglesia particular corresponde al obispo guiar sus caminos misioneros, dirigirlos y coordinarlos, de forma que toda la diócesis se hace misionera (IL 134)". También se habla de la "comunión de los bienes con la obligación de la caridad a favor de las misiones y de los más pobres (IL 125)."

Se reconoce la gran generosidad de los fieles y los pastores de las grandes iglesias de Europa y los Estados Unidos, Caritas Internacional y el plan cooperativo misionero de un sin número de diócesis por el mundo. Ellas hacen posible proveer, según las necesidades de las iglesias en tierra de misión, subsidios y ayuda económica para realizar a favor de un pueblo sediente programas y proyectos de evangelización, catequesis y promoción humana.

Y como modelo de comunión afectiva y efectiva y fruto del Sínodo de América me gustaría compartir con los demás obispos una experiencia de cooperación misionera muy positiva. Se llama la Iniciativa Texas-Honduras corno diócesis gemelas. Han establecido relaciones recíprocas entre diócesis grandes y pequeñas, con aquellas ayudas que se revelaran oportunidades corno el intercambio de agentes de pastoral, de medios económicos y subsidios y proyectos entre parroquia y parroquia que han enriquecido la obra de evangelización en ambas iglesias (IL 74).

En cuanto a la acción y cooperación misionera se pide a los obispos como hombres de comunión y esperanza: (l) Introduzcan en su pastoral ordinaria la animación misionera. (2) Asuman con espíritu evangélico el envío misionero. No hay don mayor a la iglesia misionera que el envío de un sacerdote o comunidad religiosa para fortalecer la iglesia en desarrollo. Y (3) Promuevan la cooperación misionera de todo el Pueblo de Dios, traducida en oración, testimonio de vida, sacrificios voluntarios y ayuda económica. He dicho. Gracias.

[00253-04.03] [in209] [Texto original: español]

S.E.R. Mons. Mathieu MADEGA, Obispo titular de Zallata y auxiliar de Libreville (Gabón)

En esta Asamblea, los padres han recordado varias veces las palabras patrísticas "ubi episcopus, ibi Ecclesia", afirmando de este modo la identificación del obispo con la Iglesia, es decir, la Iglesia particular.

El Sínodo africano, por su parte, ha subrayado la imagen de la Iglesia como Familia de Dios. Y el Instrumentum Laboris (números 9 y 19) habla de la "misma familia de Dios". Sabemos que la Familia de Dios por excelencia es la Santísima Trinidad. Y la imagen perfecta de la Trinidad sobre la tierra es la Sagrada Familia. Con estas dos imágenes de la Iglesia o Familia de Dios, el obispo, como Ecclesiae imago, debe ser analógicamente identificado. Y tenemos el obispo icono o imagen viviente de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y de la Sagrada Familia (Jesús, María y José), en virtud de la gracia recibida en la ordenación, confirmada por la potestas que le ha sido concedida por el mismo Jesús.

La identidad del obispo y su modo de actuar son, por lo tanto, trinitarios. Pero no se trata tanto de crecer hasta la altura de la Trinidad, como de dejarse plasmar por la misma Trinidad que se ha comprometido en favor del obispo para la salvación del hombre, de cada hombre y de todo hombre y, por lo tanto, para la esperanza del mundo. Es tarea del obispo asumir la nueva identidad, acoger el Verbo como María, aceptar y custodiar el plan divino como José y vivir en plenitud los tres munera (docendi, sanctificandi et regendi) como Jesús, para la esperanza del mundo.

Como Trinidad y Sagrada Familia es obvio el ser del obispo para la gracia o carisma de la unidad, para la comunión, para el amor, sin los cuales el obispo pierde su sustancia, su identidad intrínseca; cesando, por decirlo de algún modo, de ser esperanza viva para sí y para el mundo. De hecho, en la Trinidad las tensiones se disuelven. Los ministerios y los carismas se combinan . En la Sagrada Familia el amor es vivo, la fe fuerte y la esperanza firme.

A la luz de todo esto se entiende la figura del obispo: como Padre previsor que genera hijos e hijas con la Palabra y los sacramentos, que crea las estructuras eclesiales (parroquias, consejos, comunidades...), gobierna con y para el amor, protege la estirpe ocupándose del crecimiento de Jesús (como San José); como Hijo enviado por el Padre (el Cristo) obediente y humilde, pobre y siervo fiel, puente entre el cielo y la tierra, guía en el camino de la verdad hacia la vida eterna, es decir, hacia la esperanza (servicio del munus docendi); como Espíritu que, como María, genera y guía los primeros pasos de los hijos, reúne, santifica y renueva la Iglesia nacida el día de Pentecostés.

Esta figura parece aplastante para el obispo. Ningún miedo: Vosotros sois dioses, había ya afirmado la Escritura. Y sabemos que es Dios Padre quien sostiene a través del obispo, Dios Hijo quien enseña y Dios Espíritu Santo quien santifica, mediante el mismo obispo.

[00255-04.03] [IN210] [Texto original: italiano]

S.E.R. Mons. Erkolano LODU TOMBE, Obispo de Yei (Sudán)

El conflicto y la persecución.

El conflicto y la persecución en Sudán son el resultado directo de una campaña sistemática de islamización y arabización de las poblaciones no-arabes y no-musulmanas que no detienen el poder político y económico en Sudán.

Persecución religiosa.

La persecución religiosa es la negación sistemática de la libertad religiosa básica. Un programa de islamización sigue caracterizando el enfoque del régimen fundamentalista de Jartum hacia los cristianos y aquellos musulmanes que no profesan esa versión particular fundamentalista del Islam.

Persecución cultural.

La persecución cultural es la sistemática socavación de la dignidad de los ciudadanos sudaneses no-arabes; es hecho de que se siga relegando al pueblo a un estado de subordinación sigue plasmando a las instituciones sociales y las actitudes fundamentales de la gente que vive en el Norte de Sudán, de los cuales es responsable el gobierno.

Continuos bombardeos aéreos.

El gobierno lleva a cabo frecuentes bombardeos aéreos de objetivos civiles. Se utilizan sistemáticamente bombarderos de alta cuota Antonov, hechos en Rusia, para aterrorizar a la población civil de las zonas disputadas. Otras tácticas son también utilizadas para expulsar a la gente de las regiones ricas de petróleo del Sur del Sudán, tácticas que forman parte de la estrategia militar del gobierno de Sudán.

Prospecciones petrolíferas.

Las prospecciones petrolíferas que llevan a cabo en el Sur de Sudán las compañías multinacionales petrolíferas de Canadá, China y Malasia alimentan la guerra. Su desarrollo y venta contribuyen a la expansión de la guerra, agravan el sufrimiento de la población del Sur de Sudán, endurecen la decisión del gobierno de hallar una solución militar al conflicto y aumentan la separación entre el gobierno y el Movimiento, armado, de Liberación del Sur de Sudán, que contesta al gobierno las prácticas y la legitimidad.

Difícil situación de la población desplazada en el interior del país.

La población desplazada en el interior del país, tanto en el Norte como en el Sur del Sudán, viven en unas condiciones de vida desesperadas, con poca esperanza de una mejoría inmediata.

Refugiados sudaneses en países vecinos.

Los refugiados sudaneses en países vecinos sufren en los campos de refugiados, con pocas perspectivas de futuro. La dificultad de las ayudas internacionales es debida al hecho, precisamente, del alargamiento del conflicto.

Intervención urgente.

Es necesario que se intervenga con urgencia en el Sur del Sudán, sobre todo en los ámbitos de educación y formación técnica, y en la formación de individuos y comunidades sobre los principios básicos de un gobierno y una administración civil.

[00256-04.03] [IN211] [Texto original: inglés]

S.E.R. Mons. Oswald Thomas Colman GOMIS, Obispo de Anuradhapura (Sri Lanka) y Secretario General de la "Federation of Asian Bishops' Conferences" (F.A.B.C.)

Hago referencia a la imagen bíblica del lavatorio de los pies, del misterio de la unión del obispo con su pueblo y de una Iglesia con rostro humano. Todo esto requiere un nuevo estilo de dirección.

Los obispos asiáticos afirmaban, en la 5ª Asamblea Plenaria de 1990 "la nueva manera de ser Iglesia es la de ser una Iglesia de participación, donde todos los dones del Espíritu dados a los laicos, a los sacerdotes y, en igual medida, a los religiosos, sean reconocidos y utilizados" (cf. FABC N. 8).

En la Comunión de las comunidades, la responsabilidad de la guía es compartida en el interior de la comunidad y, a su vez, ésta la construye y la valoriza. Se trata de una guía que hace responsables a los otros. La guía es un ministerio al servicio de la comunidad.

La Iglesia de participación exige un ejercicio de participación en el papel de guía del obispo para construir la co-responsabilidad. La Iglesia de participación no significa, simplemente, tener "ayudantes" sino también "colaboradores responsables" para la misión. Es necesario hacerles sentir co-responsables de la misión de la Iglesia. Esta guía de la Iglesia de participación es ejercitada por el obispo: 1) ofreciendo una visión al pueblo; 2) creando una cultura de la responsabilidad; 3) actualizando las estructuras para permitir la participación.

La visión da a la gente una orientación hacia todos los proyectos pastorales.

Para crear una cultura de la responsabilidad hay que hacer sentir a las personas que se tiene confianza en ellas y que se las quiere estimular para que participen dando sugerencias, escuchen a los demás y trabajen juntas para poner en práctica las decisiones tomadas.

El ajuste de las estructuras implica la necesidad de hacer trabajar a las personas en equipo, donde todos participan en el proceso de tomar decisiones. Allí donde hay compromiso de los representantes del pueblo, tenemos una expresión concreta de la Comunión de Comunidad. La FABC ya ha tenido programas de formación permanente para los obispos y programas para los nuevos obispos y sería feliz si pudiera compartir sus recursos y sus experiencias con todas las otras conferencias regionales.

El segundo punto es la necesidad de promover algunas necesidades misioneras no sólo de la diócesis, sino de toda otra posible área de la Iglesia. Claramente esta exigencia es sentida, ante todo, en el territorio de cada uno de los obispos de la Conferencia, luego en el continente y luego en todo el mundo.

La Oficina para la Actividad Misionera de la FABC está lista para coordinar y trabajar en contacto con las Iglesias locales que lo necesiten.

El tercer punto del cual quisiera hablarles, es la necesidad de contar con líneas-guía más claras para promover una mejor relación entre cada obispo y la respectiva Conferencia episcopal. Aquí dirigimos una petición a este Sínodo para que sean enunciadas líneas-guía concretas para las relaciones de todas las diócesis "vis-a-vis" con las Conferencias episcopales a la luz del Vaticano II.

Mi cuarto punto concierne a la Iglesia en su papel de educadora, no sólo de la fe sino de cada aspecto de la formación humana. Con la creciente tendencia al secularismo, la Iglesia está sistemáticamente excluida de lo que nosotros llamamos educación secular. La guía del obispo es fundamental para salvaguardar la dimensión religiosa y moral de la educación, de las comunicaciones sociales y de los medios de comunicación. Creo que esto forma parte de la misión del obispo como maestro.

[00257-04.03] [IN212] [Texto original: inglés]

S.E.R. Mons. Paul KHOARAI, Obispo de Leribe (Lesoto)

Soy Pablo y le hablo a las naciones. Los obispos aquí presentes representan a sus Iglesias como así también a sus naciones. Por lo tanto, yo le predico a las naciones. Santo Padre mire a este joven obispo que se dirige a tantos Patriarcas, Cardenales y Obispos. ¡Estoy feliz! ¡Sea alabado el Señor!

Ahora escuche a este joven obispo.

Vivimos en el mundo global del terrorismo, el ateísmo, el racismo, las guerras genocidas, las atrocidades causadas por el odio, la venganza, la injusticia, la corrupción y las enfermedades incurables pandémicas. El mundo se está convirtiendo gradualmente en una aldea, pero en una aldea dominada por el pecado. El demonio está en acción, día y noche, para construir y establecer su dominio en el corazón de las personas. Sectas y cultos satánicos están trabajando intensamente en África.

La Iglesia es el Sacramento del Amor, el Sacramento del Reino de Dios. La Iglesia puede dar esperanza aquí, tanto sobre la tierra como en la vida del más allá. San Pedro nos advierte: "Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. Resistible firmes en la fe" (1 P 5, 8-9). Este escenario está presente también en los países Cristianos y Católicos. ¿No debemos tener compasión? ¿Por qué, por qué Señor? El vigésimo siglo ha sido uno de los peores de la historia, lleno de horribles ejemplos de atrocidades que fueron profetizadas por Nuestra Señora de Fátima. Nuestra Señora nos ha dicho que recemos y hagamos sacrificios. ¡Oh Madre Celestial, ruega por nosotros pecadores!

La misión de Cristo es la de enseñar a todos el arrepentimiento, la conversión y construir el Reino de Dios. La constitución, la carta magna del Reino de Dios, es el más grande y nuevo mandamiento de amar a Dios y al prójimo. Como Cristo, el obispo debe enseñar la ley que nos dice que amemos a nuestros enemigos y recemos por los que nos persiguen. El mayor amor se supera a sí mismo cuando donamos nuestra vida a Dios y a los otros, Ubi caritas, ibi Deus est.

No puede haber esperanza donde no hay amor. Si todos se amaran, no habría odio, guerra, corrupción e injusticia. ¡Oh Dios, Padre Nuestro, danos amor y esperanza a través de Tu Iglesia! Al comienzo de este nuevo milenio, haz que resplandezcamos por la luz del Evangelio de Jesucristo. Las tinieblas no podrán derrotar a la luz. Cuando el pueblo siente y ve a Cristo en el obispo, dentro de él florecen la fe y la esperanza.

Este Sínodo de los obispos se desarrolla en octubre, mes del Santo Rosario. Fue el 13 de octubre de 1917 que el milagro del sol que rodaba atrajo a una multitud de setenta mil personas. ¡Oh María, Madre Nuestra, intercede por nosotros para que tengamos amor, esperanza, fe y paz! Amén.

[00258-04.02] [IN213] [Texto original: inglés]

S.E.R. Mons. Jan Pawel LENGA, M.I.C., Obispo de Karaganda (Kazajstán)

El ministerio episcopal, más allá de la gran responsabilidad y de la pesada cruz que representa, como todo ministerio en el Cristo debe ser para nosotros un ministerio alegre, independiente de los valores de la sociedad, fuertemente secularizada y con rápidos cambios, pues la verdad de Cristo permanece inquebrantable.

La Iglesia de nuestro país, Kazajstán, donde los católicos representan cerca del 2,5% de la población y donde cohabitan, en paz, cristianos y musulmanes, así como representantes de otras casi cuarenta confesiones de más de 120 grupos étnicos, tiene una considerable historia.

Aprovechando esta ocasión de estar con vosotros, quiero agradecer a Su Santidad el Papa Juan Pablo II por su reciente visita a nuestro país. Dicha visita fue la cúspide de la espera de diversas generaciones de creyentes. Espero que el mundo entero haya podido ver que al alma grande de las estepas kazajstanas ha permanecido abierta al amor, la verdad y la esperanza.

Hoy, tras los actos de terrorismo en Nueva York y Washington, toda la humanidad siente la tentación de hacer una división aún más profunda entre el "Oriente" y el "Occidente", aumentando la confrontación entre el llamado mundo "musulmán" y el llamado mundo "cristiano". Sobre este fondo de tragedia, en Kazajstán, que une a Europa y Asia, se ha elevado la voz clara del Vicario de Cristo, llamando a la oración a los cristianos y los musulmanes, llamando a mantener este gran don de Dios que es la paz. Muchas personas de buena voluntad en Kazajstán han aceptado esta llamada con esperanza.

El obispo debe, en la humildad, confiar en Dios e incluso si llegan catástrofes aparentes en el contexto de un mal que se desarrolla, no debe dejarse vencer por la desesperación. Al contrario, rezando a la esperanza, él mismo debe arraigarse en ella y contemplar su ministerio en la perspectiva de la eternidad.

[00268-04.02] [IN214] [Texto original: francés]

S. Em. R. Card. Ignace Moussa I DAOUD, Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales (Ciudad del Vaticano)

Tenemos que dar las gracias al Santo Padre por elegir el ministerio episcopal como tema de este Sínodo. En efecto, el celo y las cualidades humanas del obispo se reflejan en la Iglesia local que él santifica, adiestra y guía en nombre de Cristo. El Instrumentum laboris, que está muy bien hecho, no deja de mencionar las Iglesias orientales católicas y sus ricas tradiciones en la materia. Sobre algunos puntos, sin embargo, quisiera añadir algo:

1 Colegialidad y sinodalidad. Nuestras Iglesias patriarcales sui iuris (cfr. IL 74) viven la colegialidad de los obispos (affectus collegialis) no sólo por medio de la comunión efectiva y afectiva con la Iglesia de Roma y su Obispo, y también con sus hermanos obispos de un mismo territorio, sino también desde un punto de vista sinodal. El Sínodo de los obispos de los Patriarcados orientales, cuyas competencias son muy vastas, se puede considerar como una forma de ejercicio de la colegialidad de los obispos, sancionada desde los primeros concilios ecuménicos (por ejemplo Nicea I en el 325, cánones 6 y 7) y enriquecida con la larga y múltiple experiencia de las Iglesias de Oriente. El Concilio Vaticano II no vaciló en afirmar que los Patriarcados orientales nacieron "por obra de la Divina Providencia" (Lumen Gentium, nº 23).

2 Pastoral de los fieles orientales en la diáspora. Las Iglesias orientales, y en especial las del Próximo Oriente, se encuentran hoy ante una tragedia y en el futuro corren el riesgo de ver empeorada su situación: la emigración de sus fieles. ¡Algunas Iglesias ya tienen más fieles en la diáspora que en sus territorios tradicionales! Eso representa una hemorragia para nuestras Iglesias y también para la simple presencia cristiana en esta parte del mundo. Sin embargo significa también que nuestras Iglesias orientales católicas deben ser capaces de organizar de manera eficaz una pastoral propia y apta para sus fieles en la diáspora, evidentemente en comunión profunda y de auténtico acuerdo con los obispos de otras Iglesias locales sui iuris.

3 La elección de los obispos. La vocación episcopal recae en el ámbito de la elección divina y el obispo es creado mediante el rito sagrado de la ordenación, tanto en la tradición oriental como en la occidental. Pero, ¿quién hace al obispo, quién lo nombra, quién lo llama, quién lo elige? ¿Quién prepara las listas episcopales, quién organiza las consultas preliminares, etc.? A estas preguntas contestan dos tradiciones legítimas, pero distintas, que llevan conviviendo a lo largo de toda la historia de la Iglesia. El Instrumentum laboris, al hablar de las "consultas preliminares", evidentemente alude a cuestiones relativas a la Iglesia latina. La tradición oriental, sancionada por los concilios ecuménicos y los documentos pontificios, le otorga al Sínodo de los obispos de la Iglesia sui iuris la competencia para elegir a los obispos, lo que eleva la acción electoral al rango de acto eclesial de primordial trascendencia. La elección del obispo, en la tradición oriental, non es el acto o la obra de un organismo que prepara, estudia y propone nombres, sino de un colegio solidario y responsable que elige, que nombra, que crea, que hace al obispo.

De aquí que haya que confiarse a la investigación canónica efectuada por el Patriarca y los obispos del Sínodo y volver a la antigua práctica tradicional en la materia, tanto en el territorio patriarcal, como en el extra-patriarcal: es decir, que el nombre del obispo elegido por el Sínodo debe poder ser publicado de inmediato y seguidamente el elegido tendrá que pedir al Papa que le conceda la comunión eclesial.

[00269-04.04] [in215] [Texto original: francés]

S.E.R. Mons. David L. WALKER, Obispo de Broken Bay (Australia)

La teología y espiritualidad de comunión abrazadas por el Sínodo, claramente establecen al obispo como hombre de relaciones. Esencial para estas relaciones es la imagen del obispo, cómo vemos el ministerio y cómo otros lo ven. Una de las influencias más importantes en la determinación de esta imagen del obispo es la subcultura episcopal clerical que ha surgido de la vida de la iglesia y el modo cómo ha sido llevado a cabo el ministerio episcopal, tanto en el pasado como en el presente.

Las costumbres y los protocolos asociados con el obispo influencian esta imagen. El ministerio episcopal puede ser visto como un estatus especial, más que como un papel de servidor: un camino para la carrera del obispo, más que una vida al servicio de la gente.

En esta cultura episcopal clerical, el centro puede ser más el obispo que la gente. Las excentricidades de los obispos pueden ser toleradas sin desviar la mirada de la frustración y el desamparo del pueblo de Dios del que ellos, se supone, deben ocuparse. A menudo se da poca importancia a los obispos que tratan al pueblo sin el respeto debido, las cortesías y los derechos que justamente deben esperarse en una sociedad secular. Los obispos pueden ignorar descaradamente la responsabilidad que tienen hacia sus sacerdotes y su pueblo, sin que por ello se expresen dudas acerca de ellos.

En esta cultura, la comunión sacramental que los obispos comparten a través de la ordenación puede ser considerada como un accesorio, que puede tomarse o dejarse, según el capricho de cada obispo.

Si no trabajamos para cambiar esta cultura, estamos colaborando para que se quede tal como es. Esta cultura puede ser el enemigo interno que no reconocemos, mientras combatimos los enemigos externos.

[00270-04.02] [IN216] [Texto original: inglés]

S.E.R. Mons. Cherubim DAMBUI, Obispo titular de Subbar y auxiliar de Port Moresby (Papúa Nueva Guinea)

El Instrumentum Laboris, como documento de trabajo, establece muchos textos de las Escrituras y diversas consideraciones teológico-espirituales como fundamento para afirmar el lugar central del ministerio episcopal en la Iglesia. No tengo intención de detenerme ulteriormente en estas valiosas referencias y justificaciones que fueron tratadas de manera exhaustiva y convincente.

Ubicado en el centro de la comunidad de fe a él encomendada, el papel primario del obispo es el de ser el eje de la fe y el centro de la unidad (Instrumentum Laboris 64). El obispo es el animador de la espiritualidad pastoral dirigida a la construcción de las relaciones de comunión según el modelo trinitario.

El ministerio del obispo, como servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo, es el de extender a todos los pueblos la llamada de Dios a la santidad a través de la proclamación de la Buena Nueva. La experiencia del Señor realizada por el obispo, como la de las Apóstoles (1 Jn 1-4), será el fundamento de su testimonio de la Buena Nueva para reunir a su pueblo. Con sus homilías, las cartas pastorales y otras ocasiones, él recurrirá a su íntima unión con el Señor para guiar y orientar a su pueblo hacia el crecimiento en la madurez del amor.

El pueblo debe advertir el influjo de amor, compasión y esperanza cuando encuentra al proprio obispo y a sus colaboradores (Instrumentum Laboris 86, 88). La instauración de relaciones de reconciliación a través del diálogo y la participación auténticos abrirán al obispo el camino para conducir a la propia diócesis a lo largo del camino de la unidad-santidad.

La importancia de un plan orgánico espiritual-pastoral para la diócesis ha sido subrayada con fuerza por algunas intervenciones. También auguro que esta coordinación programada de evangelización, de la cual se advierte en gran medida la exigencia, será adoptada y perfeccionada en todas nuestras diócesis.

Esto significará efectuar cambios que impulsarán nuevas relaciones de amor fraterno. El viaje espiritual del obispo continuará inspirando y dando esperanza a sus sacerdotes y, juntos, conducirán a su pueblo en peregrinaje hacia la unidad y la santidad.

[00271-04.02] [OM217] [Texto original: inglés]

AVISOS

  • TRABAJOS SINODALES

  • RUEDA DE PRENSA

  • "BRIEFING" PARA LOS GRUPOS LINGÜÍSTICOS

  • "POOL" PARA EL AULA DEL SÍNODO

  • BOLETÍN

TRABAJOS SINODALES

Al final de la Décimo Séptima Congregación General de esta tarde, jueves 11 de octubre 2001, se recitará el Rosario del Santo Padre Juan Pablo II en el Trigésimo del atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001.

RUEDA DE PRENSA

La segunda Rueda de Prensa sobre los trabajos de la X Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, después de la Relatio post disceptationem tendrá lugar mañana, viernes 12 de octubre de 2001, a las 12:45 horas, en el Aula Juan Pablo II de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

Intervendrán:

  • S.E.R. Mons. Jorge Mario BERGOGLIO, S.I., Arzobispo de Buenos Aires (Argentina), Relator General Adjunto

  • S. Em. R. Card. Bernard AGRÉ, Arzobispo de Abiyán (Costa de Marfil), Presidente delegado
  • S. Em. R. Card. Ivan DIAS, Arzobispo de Bombay (India), Presidente delegado
  • S.E.R. Mons. John Patrick FOLEY, Arzobispo titular de Neapoli di Proconsolare y Presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, Presidente de la Comisión para la información
  • S.E.R. Mons. Telesphore Placidus TOPPO, Arzobispo de Ranchi (India), Vicepresidente de la Comisión para la información

[00267-04.02] [nnnnn] [Texto original: plurilingüe]

"BRIEFING" PARA LOS GRUPOS LINGÜÍSTICOS"

El décimo "briefing" para los grupos lingüísticos tendrá lugar martes 16 de octubre de 2001, a las 13:10 horas (en los lugares de los briefing y con los Responsables de Prensa indicados en el Boletín n. 2).

Se recuerda que los operadores audiovisuales (cámaras y técnicos) tienen que dirigirse al Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales para el permiso de acceso (muy restringido).

"POOL" PARA EL AULA DEL SÍNODO"

El noveno "pool" para el Aula del Sínodo será formado para la oración de apertura de la Décimo Octava Congregación General de viernes por la mañana, 12 de octubre de 2001.

En la Oficina de Información y Acreditación de la Oficina de Prensa de la Santa Sede (entrando a la derecha) están a disposición de los redactores las listas de inscripción al pool.

Se recuerda que los operadores audiovisuales (cámaras y técnicos) y fotógrafos tienen que dirigirse al Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales para la participación en el pool para el Aula del Sínodo.

Se recuerda a los participantes al pool que estén a las 8:30 horas en el Sector de Prensa, montado en el exterior, frente a la entrada del Aula Pablo VI, desde donde serán llamados para acceder al Aula del Sínodo, siempre acompañados por un oficial de la Oficina de Prensa de la Santa Sede y del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales

BOLETÍN

El próximo Boletín N. 20, sobre los trabajos de la Décimo Séptima Congregación General de la X Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos de esta tarde estará a disposición de los Señores periodistas acreditados viernes por la mañana, 12 de octubre de 2001, tras la apertura de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

 
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