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SYNODUS EPISCOPORUM
BOLETÍN

de la Comisión para la información de la
X ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA
 DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS
30 de settiembre-27 de octubre 2001

"El Obispo: servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo"


El Boletín del Sínodo de los Obispos es solo un instrumento de trabajo para uso periodístico y las traducciones no tienen carácter oficial.


Edición española

20 - 11.10.2001

RESUMEN

DÉCIMO SÉPTIMA CONGREGACIÓN GENERAL (JUEVES, 11 DE OCTUBRE DE 2001 - POR LA TARDE)

A las 17.00 horas de hoy, ante la presencia del Santo Padre, con la oración del Adsumus, se ha comenzado la Décimo Séptima Congregación General, para la conclusión de las intervenciones de los Padres Sinodales en el Aula sobre el tema sinodal El obispo: servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo. Presidente Delegado de turno S. Em. R. Card. Giovanni Battista RE, Prefecto de la Congregación para los Obispos.

En apertura de la Décimo Séptima Congregación General el Secretario General del Sínodo de los Obispos, S. Em. R Card. Jan Pieter SCHOTTE, C.I.C.M. ha dado las siguientes comunicaciones:

Mañana 12 de octubre deberá ser presentada la Relación posterior a la discusión.

Hasta el intervalo escucharemos al Eminentísimo Relator general adjunto leer esta relación.

Después del intervalo, los Círculos Menores se reunirán en sus sedes para discutir la misma relación. Es oportuno que esta discusión verse sobre los argumentos principales avanzados en la relación misma. De tal manera, todos los Círculos se ocuparán al mismo tiempo de los temas de mayor peso. Después de esto podrán, sin falta, ser tratados los argumentos de preferencia de cada Círculo.

Tengo la tarea de comunicarles una noticia concerniente a nuestra Congregación: ésta será más breve porque, como he anunciado ayer, se realizará aquí en el aula, a las 18:45 horas, el rezo del Rosario.

Además, esta Congregación es la última disponible para las intervenciones que discuten en el aula el tema del Sínodo. Por lo tanto, quien no ha podido hablar, tiene la posibilidad de entregar su texto al Relator general, a fin de que sea publicado un resumen en el periódico "L’Osservatore Romano" y también en el fascículo del "Boletín de la Sala de Prensa".

Por último, tengo otra noticia para comunicarles: el 11 de octubre de mil novecientos sesenta y dos, el Sumo Pontífice Juan XXIII abría el Concilio Ecuménico Vaticano II con su célebre homilía Gaudet Mater Ecclesia. La conmemoración litúrgica de aquel Pontífice, que Juan Pablo II ha proclamado Beato este año, fue fijada para el 11 de octubre de cada año. Hoy, por lo tanto, celebramos esta memoria por primera vez, mientras estamos reunidos en el Sínodo. Demos gracias y alabanzas a Dios.

[00302-07.03] [nnnnn] [Texto originale: latino]

Seguidamente, el Secretario General del Sínodo de los Obispos ha dado lectura al siguiente despacho de la Agencia Internacional Fides:

CHINA, R.P.

Un Obispo chino: Queremos gobernar en comunión con el Sucesor de Pedro

Wanxian (Fides) – En la lista de participantes en el Sínodo de los Obispos en curso en Roma no aparece ningún Prelado de China Popular. Único representante del mundo chino presente en el Aula sinodal es Mons. Joseph Cheng, Obispo de Tainan (Taiwan), Según los organizadores del Sínodo, este año no fue invitado ningún Obispo de China, pero copias de los Lineamenta y del Instrumentum Laboris fueron difundidas en chino. Fides ha recogido un breve comentario sobre el ministerio episcopal de Mons. José Xu Zhixuan, obispo de la diócesis de Wanxian (Sichuan, China central). Junto con su predecesor, Mons. Matías Duan Yinming, se hicieron famosos hace tres años por haber sido invitados a participar en el Sínodo Extraordinario para Asia, tenido en Roma. El gobierno chino no les dió permiso para viajar a Roma, pero pudieron enviar un fax a la Secretaría del Sínodo en el que expresaban su profunda comunión con el Papa y con toda la Asamblea (cf. Fides, 08.05.1998). La diócesis de Wanxian tiene 13 parroquias, algunas de las cuales – la catedral y otras 5 iglesias- serán sumergidas con la construcción del pantano de las Tres Gargantas, en el río Yang Tze. La indemnización concedida por el gobierno (200.000 $ US, contra un valor de 3,4 millones de $ US) no basta a la diócesis para reconstruir las iglesias. El personal de la diócesis comprende 8 sacerdotes y 14 religiosas, dedicados a la asistencia pastoral a más de 50.000 católicos oficiales. En la China Popular hay 115 obispos entre oficiales, es decir, reconocidos por el gobierno, y no oficiales. Escribe el Obispo:

"Sabemos que en Roma se celebra un Sínodo y esto me llena de alegría. Me parece remontarme a hace tres años, cuando el Santo Padre nos invitó a participar en el Sínodo Asiático. La emoción que probé en ese momento me acompañará toda la vida y sostiene mi misión.

Después de la muerte de Mons. Matías Duan Yinming ( el 10 de enero del 2001, ndr) comencé a llevar adelante la misión en la diócesis siguiendo la línea trazada por Mons. Duan, que para nosotros fue modelo y ejemplo.

Trato de llevar a cabo mi ministerio episcopal siguiendo el principio de la Iglesia: gobernar a la comunidad local en comunión con el sucesor de Pedro. Entre nosotros, en China, hay que tomar conciencia también de la situación particularísima: la realidad no nos permite muchas veces hacer lo que quisiéramos. Así pues, tratamos de hacer al menos lo posible para garantizar los elementos fundamentales de la vida de la diócesis: la liturgia, la catequesis, la actividad pastoral.

El "gobierno" de una diócesis está lleno de muchos hechos concretos y cotidianos: sostener las estructuras diocesanas, formar a los sacerdotes y a las religiosas, encontrar ayudas económicas. Hemos invitado a sacerdotes y religiosas extranjeros a enseñar en el seminario y en los noviciados. Periódicamente organizamos ejercicios espirituales (acabo de regresar de los ejercicios espirituales diocesanos). Utilizando los limitados medios financiarios, construimos nuestras parroquias. Los problemas más urgentes son precisamente éstos: la formación de los sacerdotes jóvenes y de las religiosas, resolver los problemas creados por la construcción del pantano de las Tres Gargantas, que ha causado la emigración de más de un millón de personas y la supresión de diversas iglesias, que quedarán sumergidas.

Pero nuestro ministerio más importante es "servir a la verdad". Debemos testimoniar el Evangelio con firmeza, valorando nuestra tradición eclesial. Servir a la verdad quiere decir también sostener la justicia. Por ejemplo: pienso que nosotros debemos apoyar la lucha contra el terrorismo, porque es una cuestión de justicia. Al mismo tiempo, no debemos desencadenar represalias que podrían causar víctimas inocentes.

Finalmente, hemos sabido que ha sido nombrado un nuevo Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y que ha habido otros nuevos nombramientos. Quiero presentar mis mejores felicitaciones al dicasterio misionero. Esperamos con ansia el momento en que nuestro Prefecto vendrá a visitarnos" (Fides 11.10.2001)

[00303-04.01] [nnnnn] [Texto original: inglés]

INTERVENCIONES EN EL AULA (CONCLUSIÓN)

A continuación intervinieron los siguientes Padres:

Publicamos a continuación los resúmenes de las intervenciones:

S.E.R. Mons. Michel MALO, del Instituto "Prado" y Arzobispo de Antsiranana (Madagascar)

Examinando el papel de cada obispo en su diócesis, ciertamente en Madagascar su responsabilidad adquiere formas diversas, según se encuentre en el centro de la isla, donde se plantea el problema de una nueva evangelización o en las regiones periféricas, donde se está aún en la fase de la primera evangelización. Ambas tienen un problema en común: la formación de un clero diocesano y su futura articulación con un joven clero religioso, como así también la formación de quien en el futuro deberá acompañar a los laicos y a los cuadros. El obispo, en cuanto responsable, es el centro de la comunión de las diversas fuerzas de acción (laicos, religiosos, sacerdotes) en su diócesis. Además se supone que él posee también ciertas cualidades de Pastor y de administrador. Para el buen funcionamiento de la diócesis, se le pide además que valorice sus consejos pastorales y su consejos presbiteriales y episcopales.

A todo esto se debe agregar que, actualmente, nos encontramos frente a una situación nueva. El rejuvenecimiento del clero en un presbiterio donde los ancianos no son suficientes, nos obliga, en efecto, a desarrollar el papel de "padre y madre" (ray amandreny), comprensivos pero firmes, especialmente con respecto a quienes tienen dificultades en vivir su ministerio, acompañándolos en el camino de la conversión.

Es necesario, además, hacer notar que la situación actual ha dado vida a una toma de conciencia general de los laicos en las ciudades, sobre todo de los cuadros y de cuantos toman decisiones en lo que concierne a la injusticia social y la pobreza. Éstos sienten el vivo deseo de poder reflexionar, como cristianos, acerca de tales realidades. También aquí, sin embargo, son pocos los jóvenes sacerdotes en condiciones de responder a esta urgente necesidad.

No les escondemos que nos faltan enormemente los recursos humanos para poder desarrollar, de manera correcta, nuestra misión. Por otra parte, la falta de redes viales, de líneas telefónicas, obligan a sostener notables esfuerzos para realizar las visitas pastorales y contribuyen a provocar un deterioro precoz en el obispo.

-Los obispos sabrán responder a los desafíos de la formación de las conciencias

-¿Cómo concebir períodos de actualización y de reposo que permitan retomar fuerzas?

Éstas son sólo algunas de las preguntas que nosotros, obispos, destacamos durante nuestros encuentros periódicos y quisiera presentarlas ante esta asamblea.

[00272-04.04] [IN218] [Texto original: francés]

S.E.R. Mons. Jean NTAGWARARA, Obispo de Bubanza (Burundi)

1. La Iglesia de Burundi celebró su centenario en 1998. Ella se coloca entre las Iglesias más jóvenes del mundo. Desde 1973, el episcopado de Burundi es completamente autóctono. En la actualidad, el 65% de la población de Burundi está formado por cristianos católicos. Sin embargo, en este país hay tensiones graves que llegan hasta el enfrentamiento cruento. En el nº 18 del Instrumentum laboris se lee: "En muchas partes de nuestro mundo la situación de pobreza, la falta de libertad, el escaso ejercicio de los derechos humanos, los conflictos étnicos, el subdesarrollo que hace crecer la pobreza de las grandes masas populares, crean situaciones de sufrimiento y de falta de esperanza en el futuro". En este marco, donde la dignidad humana es menospreciada, el obispo está llamado a anunciar el Evangelio con su vida y su palabra. En un país que conoce la guerra, con su secuela de horrores (refugiados que viven dentro y fuera del país, algunos desde hace más de treinta años, la persecución religiosa que ha causado éxodos masivos de misioneros que regresan a su patria o se orientan hacia horizontes nuevos, viudas, huérfanos de la guerra y del SIDA, niños de la calle sin ninguna esperanza para el futuro, una pobreza creciente) el obispo es llamado para ser la voz de quienes no tienen voz. Su mensaje no se limita al compromiso, sino que debe abrir al hombre la perspectiva del futuro brindado por Jesús. Sí, aquel Jesús que él proclama, libera y une. El obispo, como hombre de todos, es promotor de la justicia y la paz. Exhorta sin cesar al diálogo, al perdón, a la reconciliación y a la unidad, invitando a todos a que vivan la conversión del corazón. Es una misión ardua.

2. Como el Cristo y siguiendo al Cristo, el obispo está llamado a estar con su pueblo, para compartir su alegrías y sus penas. Él sabe que el servidor no es más grande que su Dueño: "Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros" (Jn 15,18). ¿Acaso Monseñor Joachin Ruhuna, arzobispo de Gitega, no ha pagado con su vida el coraje de haber dicho la verdad, fundada en el Evangelio? Había dicho, y yo he sido testigo: "Si el Señor necesita mártires para dar la paz a mi país, estoy dispuesto a ofrecer mi sangre". Y el Señor ha aceptado su don.

El obispo tiene que convencerse de que sin Jesús no puede hacer nada que sea grato al Padre (cfr. Jn 15,5). Y aquí recuerdo con gratitud las palabras que el Papa Juan Pablo II me dijo confidencialmente poco antes de mi consagración: "Habrá que rezar mucho para que Dios haga brotar el bien del mal que estáis sufriendo".

3. El obispo solo no puede reconstruir la unidad rota partiendo de divisiones internas. Para llevarla a cabo, él se apoya en la colaboración de los sacerdotes, de los religiosos y religiosas, y de los laicos comprometidos, especialmente los catequistas y los miembros de los movimientos de acción católica.

La experiencia pastoral de las comunidades eclesiales de base ha sido confirmada por la exhortación post-sinodal Ecclesia in Africa, que ha insistido en la rica imagen de la Iglesia - Familia. El obispo puede por tanto apoyarse en estas comunidades eclesiales de base para recuperar la unidad rota en el país. Estas comunidades eclesiales de base son también el antídoto contra las sectas que proliferan, sobre todo en tiempos de crisis.

Frente a todas estas preocupaciones por la unidad, para la cual el obispo busca soluciones con objeto de que el hombre corresponda al proyecto que Dios tiene para nosotros, ¿no habría, tal vez, que esperar la solidaridad por parte de sus compañeros a varios niveles? ¿No habría, tal vez, que vivir la comunión con los demás sacerdotes frente a esta situación que deshumaniza?

[00273-04.05] [in219] [Texto original: francés]

S.E.R. Mons. Gregorio ROSA CHÁVEZ, Obispo titular de Mullitanus y auxiliar de San Salvador (El Salvador)

¿Como debe ser el obispo del tercer milenio para que sea realmente "servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo"? Los acontecimientos que actualmente tienen en vilo a la humanidad dan a esta cuestión actualidad inesperada. Quisiera hablar del obispo como profeta de la esperanza. Lo haré en dos partes. En un primer momento recogeré algunos elementos del "lnstrumentum laboris" para luego hacer memoria de Monseñor Oscar Romero. 1) Jesucristo, nuestra esperanza: EI"lnstrumentum laboris", en el n. 12, afirma: "EI obispo, con la gracia del Espíritu Santo que dilata y profundiza su mirada de fe, revive los sentimientos de Cristo Buen Pastor ante las ansias y las búsquedas del mundo de hoy, anunciando una palabra de verdad y de vida y promoviendo una acción que va al coraz6n mismo de la humanidad. Solo así, unido a Cristo, fiel a su Evangelio, abierto con realismo a este mundo amado por Dios, se transforma en profeta de la esperanza". Se trata, ciertamente, de la esperanza que no falla" ( cf. Rom 5, 5) porque se apoya sobre la certeza de las promesas de Dios.

2) Recordando los profetas de la esperanza: En el aula sinodal se ha evocado con emoción y gratitud a hermanos obispos que han sido profetas de la esperanza en nuestro tiempo, en el Africa y en Asia, en Europa y América Latina. Uno de ellos es Monseñor Oscar Romero. Dejaré que sea el mismo quien hable, compartiendo con ustedes algunos pensamientos tomados de sus homilías:"Jamas me he creído Iíder de ningún pueblo, porque no hay más que un Iíder: Cristo Jesús. Jesús es 1a fuente de la esperanza (Homilía, 28.08.77). "EI pastor tiene que estar donde esta el sufrimiento" (Homilía, 30.10.77). "EI obispo es el más humilde servidor de la comunidad, porque Cristo lo dijo a los apóstoles, los primeros obispos: 'EI que quiera ser más grande entre ustedes, sea el servidor de todos" (Homilía, 23.04.78). "Quiero asegurarles a ustedes, y les pido oraciones para ser fiel a esta promesa: que no abandonaré a mi pueblo, sino que correré con él todos los riesgos que mi ministerio le exige (Homilía, 11.11.79). Sólo pasaron cuatro meses y el profeta de la esperanza entregó su vida, a la hora del ofertorio, en plena Eucaristía.

[00274-04.04] [in220] [Texto original: español]

S.E.R. Mons. Ramon C. ARGÜELLES, Obispo titular de Ros Cré y Obispo castrense (Filipinas)

El fenómeno de la movilidad humana no debería ser relegado a las periferias del ministerio episcopal.

Se tiene que considerar el tema de los emigrantes en el contexto del diálogo con las otras religiones, ya que la mayoría de la gente en movimiento procede de un entorno no cristiano.

Sin embargo, hay millones de expatriados católicos procedentes de naciones como América Latina y Filipinas. Muchos de ellos, al vivir en un entorno no cristiano o descristianizado, se alejan de la Iglesia, mientras que otros, felizmente, llegan a vivir su fe más profundamente y están preparados para hacerse portadores de la fe entre los demás.

Más de siete millones de filipinos se encuentran desperdigados en doscientas naciones, en el mundo. La mayoría de ellos son católicos. En su país, daban su religión por descontada. Empujados por los problemas económicos a cruzar los mares, aun cuando la práctica de su fe puede ser castigada con la muerte, siguen sintiéndose llamados para ser instrumentos de evangelización. La Iglesia, en 1991, dijo en Filipinas: "Hay una conciencia cada vez más fuerte del potencial misionero de los filipinos emigrados al extranjero para trabajar". Cuatro años antes, el 17 de mayo de 1987, el Santo Padre había dicho a los filipinos que trabajan en Europa: "En Europa, estáis llamados para ser el nuevo y joven testimonio de la fe que vuestro país recibió de Europa hace muchos años".

La "nueva primavera de la fe" y "el renovado entusiasmo de la evangelización" de los que el Santo Padre habla con frecuencia se harán realidad sólo si los obispos toman en seria consideración el potencial evangélico de los fieles católicos en movimiento. Los obispos, como representantes de Cristo, el Buen Pastor, deben ayudar a estos discípulos comunes, pero apasionados, para que se conviertan en vehículos de evangelización. A este respecto, quisiera destacar tres puntos:

Primero, como guías-servidores de la Iglesia, los obispos tendrían que superar los confines, los intereses y los prejuicios nacionales para dar la bienvenida a todas las personas expatriadas, guiándolas y protegiendo sus derechos.

Segundo, la colegialidad y la corresponsabilidad episcopales auténticas encontrarían mejor expresión si los obispos de la Iglesia a quo y los obispos de la Iglesia ad quem compartieran la tarea de acoger a la gente en movimiento integrándola en situaciones nuevas, aliviando su pena por el destierro y la separación de sus familiares, facilitando a los emigrantes católicos una formación catequética y espiritual más profunda, alentándoles y fortaleciéndoles para que vivan su fe y su testimonio en la vida y en las pruebas de todos los días.

Tercero, los obispos, servidores del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo, junto con sus colaboradores más cercanos, los sacerdotes y los religiosos, no deberían sentirse amenazados por el entusiasmo, la energía y el compromiso de los laicos. Por el contrario, tendrían que reconocer a esta gran mayoría de hermanos bautizados como personas con las que comparten el Cuerpo Místico de Cristo, y también como participantes en Su misión de proclamar el Amor del Padre, liberando a la gente de todo dolor, haciéndola entrar en la comunión de la familia divina y conduciéndola a la plenitud de la vida de Dios.

[00275-04.04] [in221] [Texto original: inglés]

- S.E.R. Mons. Robert Christopher NDLOVU, Obispo de Hwange (Zimbabue)

Me gustaría hacer una intervención personal. Habiéndome dedicado durante diez años a la formación de los seminaristas, leo con especial interés el Artículo 90 del Instrumentum Laboris: "El Seminario, como lugar y ambiente comunitario, donde crecen, maduran y se forman los futuros presbíteros, es signo de aquella esperanza de la que vive una iglesia particular de cara al futuro".

Estoy por lo tanto convencido de que un Obispo que ama a su iglesia local debería interesarse del programa del seminario. Su conocimiento personal de los candidatos es esencial si no quiere lamentarse después por haber impuesto las manos a alguien.

Algunos Obispos pueden ser descritos como demasiado celosos del cuidado de las almas, concentrándose más en la cantidad que en la calidad. Algunos tienen incluso la tenacidad de seguir adelante con una ordenación contra la opinión del consejo del personal del seminario. Esto ha llevado a resultados desastrosos en algunas de nuestras Iglesias locales. También es cierto que algunos candidatos han sido ordenados porque han impresionado a sus formadores y Obispos con su capacidad intelectual, haciendo que se cerrara un ojo sobre los otros requisitos. Un obispo ha dicho al respecto: "prefiero tener sólo un sacerdote, pero santo, que diez malos, aunque eso signifique tener que cerrar alguna parroquias." De buenos seminaristas provienen buenos sacerdotes; y de buenos sacerdotes provienen buenos obispos. Si, por ejemplo, un sacerdote es motivado por amor al dinero, no nos sorprendamos si, una vez convertido en obispo, lleva la diócesis a la bancarrota. Desafortunadamente, la gracia de la ordenación y de la consagración aquí no bastan.

En algunos casos los candidatos no ven la hora de convertirse en sacerdotes, no como una llamada al servicio, sino para adquirir status. Como consecuencia, cuando se convierten en párrocos, aplastan a sus fieles en vez de servirlos. Y lo mismo sucede cuando se convierten en obispos. Pienso que cuando se trata de elegir un obispo diocesano, debería mirarse un poco más la espiritualidad del candidato, su cercanía o lejanía hacia la gente, y menos sus habilidades administrativas.

Querría concluir haciendo referencia al papel de nuestra Conferencia Episcopal en los asuntos socio-políticos de nuestro país. La Conferencia jugó un papel fundamental manteniendo viva la esperanza de nuestra gente durante la guerra de independencia de 1970. Los Obispos se convirtieron de verdad en la voz de los sin voz. A través de su Comisión para la Justicia y la Paz denunciaron todas las injusticias y masacres que ocurrían diariamente. No es de sorprender que un número importante de sacerdotes y religiosos hayan perdido sus vidas en el proceso, entre ellos un Obispo. Otro Obispo, Donald Lamont, tuvo que ser deportado por alzar demasiado la voz.

Inmediatamente después de la independencia, el nuevo gobierno felicitó a la Iglesia por su papel. Pero poco tiempo después, el mismo gobierno se encontró en el punto de mira cuando empezó a violar los derechos de algunos de sus ciudadanos. En una de sus famosas manifestaciones contra los Obispos, el Presidente de Estado los describió como "un manojo de Geremia, profetas de desastres". Gracias a la firmeza por parte de la Iglesia en denunciar todas las formas del mal, ella ha permanecido como una voz creíble en nuestro país. Incluso recientemente, cuando tuvimos algunos levantamientos, estoy seguro de que muchos de ustedes escucharon que la gente esperaba ansiosamente la declaración de los obispos. Cuando finalmente llegó, tuvo un gran impacto y, uno podría incluso decir, un efecto estabilizador. Por supuesto, los políticos reaccionaron contra los Obispos, pero no han podido ignorar su firme voz. Incluso han intentado dividir a la Conferencia sobre bases étnicas, pero no lo han logrado. Por eso podemos verdaderamente afirmar que hemos seguido siendo una voz de esperanza para nuestro pueblo.

[00289-04.04] [in223] [Texto original: inglés]

S.E.R. Mons. Felix Alaba Adeosin JOB, Arzobispo de Ibadan (Nigeria)

El mundo ya es considerado una aldea global. Los medios de comunicación, la tecnología moderna, los descubrimientos médicos y otros campos han realizado progresos maravillosos. Sin embargo, el provecho general de nuestra civilización ha disminuido por los dividendos negativos. El crimen está aumentando en todas partes. Los proyectos contra la vida consumen cada año miles de millones de dólares. La pandemia del HIV/SIDA pide al mundo entero soluciones que aún no tenemos. La corrupción invade la sociedad, la irreligiosidad reina soberana, no obstante cada día surjan nuevas sectas. En lugar de la unidad y la esperanza que la globalización promete (ONU), la injusticia racial, la dominación económica, el desorden ecológico y la falta de sinceridad política están, en todas partes, a la orden del día.

Frente a todo esto, la Iglesia debe responder con la esperanza, con una visión y un consuelo auténticos en Jesucristo. Es necesario recordar constantemente a cada persona y a cada gobierno en este siglo que la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, es sujeto de fundamentales e inalienables derechos y que las riquezas de nuestra tierra tienen que ser compartidas con equidad. Las naciones africanas no fabrican las armas que sus jefes emplean en guerras fratricidas. La Iglesia, en el nombre de Cristo, Rey de la paz, debe hacer un llamamiento a todos los gobiernos, pueblos y Conferencias episcopales de esos países que venden armas de destrucción para que renuncien a vivir de este dinero manchado de sangre.

La migración se ha convertido en un fenómeno sin precedentes en el mundo. El obispo, cual principio y fundamento visible de unidad en su Iglesia particular y punto de unión entre ésta y la Iglesia universal, se debe asumir la responsabilidad pastoral de los inmigrantes en su Iglesia local y defenderlos de cualquier abuso que pueda atentar contra su dignidad humana. Por motivos culturales o lingüísticos, el obispo, en espíritu de comunión, debería proveer personal pastoral relevado de los países de los inmigrantes como sacerdotes Fidei Donum y, si es necesario, incardinarlos en la propia diócesis.

Se han alzado voces, incluso en este aula, sobre la falta de vocaciones en muchas partes del mundo. Parece que las verdaderas causas no han sido identificadas. ¿Cómo podemos tener vocaciones suficientes cuando el clero y los religiosos no quieren ser identificados - cuculus non facit monacum fable? Las estadísticas demuestran que el índice de natalidad de nuestros países católicos/cristianos ha descendido peligrosamente bajo cero, mientras que el índice de natalidad mínimo necesario para un pueblo al fin que la raza continúe es de tres y medio por familia. La Iglesia debe ser profética en esto.

El crecimiento de las Iglesias locales en África, en Asia y en América Latina no es debido a la lucha por la libertad social o la independencia. Más bien se trata del crecimiento de los hijos de Dios, la manifestación del Espíritu Santo que "insufla donde quiere". Por lo tanto estos crecimientos y estos desarrollos debe ser vistos con amor, comprensión, estímulo y asistencia. La gracia, se ha dicho, se construye sobre la naturaleza y la misma gracia transforma las culturas. Que nuestro crecimiento sea un signo y una promesa de esperanza para la Iglesia.

La Iglesia por su naturaleza es misionera. Todas las Iglesias locales y todos los obispos deben estar activamente comprometidos en la misión, enviando y recibiendo, dejando que la vieja Iglesia esté disponible para recibir misioneros de la Iglesia joven. Ellos son el fruto de vuestro compromiso misionero. No estén ansiosos con respecto a nuestro boom de vocaciones. En cambio, manifiesten su disponibilidad en el amor y en la caridad. Tenemos mucho que aprender de vosotros y nosotros podremos enriqueceros. Cristo ha prometido que el reino de los infiernos no prevalecerá sobre la Iglesia. Somos conscientes de que ha sido Él quien ha suscitado a personas como San Agustín de Hipona, Santo Domingo, San Francisco de Asís y Santa Teresa de Ávila para que corrigiesen y diesen una nueva dirección a Su Iglesia. Es el mismo Cristo, que es Señor de las jóvenes Iglesias en África, en Asia y en América Latina. Bajo el estandarte del Evangelio de Cristo, nosotros somos ya la esperanza del mundo y, fieles a Él, seremos la esperanza de los siglos venideros.

[00301-04.03] [IN224] [Texto original: inglés]

S.E.R. Mons. Jean-Claude MAKAYA LOEMBE, Obispo de Pointe-Noire (República del Congo)

¿Cómo reavivar hoy la esperanza de los jóvenes a fin de que se comprometan en la vida y en la acción de la Iglesia? (cf. Instrumentum Laboris N. 96).

Teniendo en cuenta la experiencia del Santo Padre durante la Jornada Mundial de la Juventud, propongo unirnos a nuestros hermanos sacerdotes y a los responsables laicos para encontrar a los jóvenes y escucharlos, caminar con ellos y proponerles el amor de Dios que se hizo carne. Nuestra misión, con el encuentro de los jóvenes vis-a-vis, debe ser la de implantar, de manera estable, el amor de Dios en sus corazones. ¿Por qué en los corazones? Porque es allí donde la voluntad humana puede identificarse a través del amor con la voluntad de Dios. La dinámica del amor proviene de lo íntimo. Implantar el amor de Dios en el corazón de los jóvenes significa ayudarlos a crecer y a ir hacia adelante en una dinámica de testimonio y de oración (considero la oración como una manera de fundir la vida humana con el amor de Dios). Esta misión no es un deber para desarrollar en el futuro sino el desafío de hoy: el momento actual es el único a nuestra disposición y constituye nuestra única riqueza.

Sólo el amor de Dios puede permitir a los jóvenes comprender mejor los desafíos de las situaciones dramáticas que ellos viven hoy, sin desesperar. Pienso aquí en la experiencia del joven Juan del Evangelio, que el amor de Jesús ha transformado totalmente. Es él mismo quien lo dice cuando refiere a la escena de la madre de Jesús junto a la cruz: "Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba ..." (Jn 19, 26).

Pienso también en esta joven hermana de Lázaro y Marta: María, marcada por el amor de Cristo. Este amor había alcanzado su corazón y ella permaneció en oración delante de Jesús. Nada ni nadie podría haberle quitado esta parte de su vida, la mejor. (cf. Lc. 10, 42).

El amor hacia Dios es, al mismo tiempo, fin y medio de perfección. "Todo es del amor, en el amor, por el amor y de amor" diría San Francisco de Sales. No se trata de un amor visto como sentimiento, sino de un amor visto como razón y voluntad de acción, un amor capaz de extirpar los vicios y generar la virtud.

Los jóvenes necesitan de guías espirituales en su vida, no de simples acompañantes, sino de verdaderas guías que estén a su disposición. Si también para nadar, ir a la montaña y circular por una ciudad los jóvenes necesitan de una guía, con más razón la necesitan para recuperar los valores cristianos de la vida. Si nosotros brillamos por nuestra ausencia, otras guías tomarán nuestro lugar.

Tenemos también esta otra categoría de jóvenes: los jóvenes obispos. Ellos necesitan de la atención de los más ancianos en su episcopado y de su testimonio de amor. Frecuentemente atraviesan por largos momentos de desesperación al inicio de su episcopado. Las razones son numerosas. Entre otras puedo citar la falta de acogida en la diócesis (son vistos como unos extranjeros o como unos paracaidistas), se esperaban otros ya preparados, la carencia de operadores apostólicos, la situación socio-política del país, las pesadas deudas imposible de diminuir con las que se encuentran en el momento en el que asumen el servicio (asignaciones a los seminaristas, seguridad social de los sacerdotes, diferentes contribuciones estatutarias, etc.). Los organismos de ayuda no pagan las deudas. Una vez convertidos en obispos, están obligados por ley a procurar a sus sacerdotes una honesta renta que les permita vivir. Ahora, en la diócesis no hay unidades de producción y las parroquias no contribuyen con nada el obispado porque son pobres. Comienza el tiempo de la mendicidad, de la falta de sueño, de la tensión y de otros males; es necesario que los dicasterios romanos y los Nuncios apostólicos se informen acerca de las situaciones concretas de las diócesis, ellas son una buena fuente de inspiración.

"Viene entonces y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: «Simón, ¿duermes?, ¿ni una hora has podido velar? Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil ...ya podéis dormir y descansar"»" (Mc 14, 37-37, 41). Lo que sigue ya lo conocen: Cristo ha tomado sobre sí la cruz y la muerte que estaban reservadas al hombre, para donarle la propia vida. Y los obispos lo siguen. A la cabeza va Simón Pedro, esta roca contra la cual se destruyen las fuerzas del infierno y a quien Él ha preguntado si lo amaba antes de encomendarle la misión de apacentar a sus ovejas.

[00291-04.03] [IN225] [Texto original: francés]

S.E.R. Mons. Štefan VRABLEC, Obispo titular de Tasbalta y auxiliar de Bratislava-Trnava (Eslovaquia)

Mi intervención quiere poner el acento en la virtud teologal de la esperanza que nos hace ver a la humanidad con los ojos de Cristo y nos hace vivir nuestro apostolado según las intenciones de Cristo.

San Pablo nos introduce en esta convicción cuando escribe a los Tesalonicenses: "... no os entristezcáis como los demás, que no tienen esperanza" (1 Ts 4, 13). Es así que Jesús en el Evangelio de Juan dice: "También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir" (Jn 10, 16).

Por este motivo nosotros, Obispos, deberemos interpelar frecuentemente a los fieles "¿han puesto su esperanza en Jesús? ¿Viven su vida cotidiana con el anhelo de ocupar el sitio que Jesús ha preparado para ustedes?" Si un Obispo no suscita estas preguntas y la esperanza que éstas evocan, no trabaja según las intenciones de Cristo que dice: "Y yo cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí" (Jn 12, 32).

Además, la educación para esta esperanza teológica se cumple en la sagrada Liturgia. Cuando, de hecho, celebramos con fe la sagrada Liturgia, nos unimos a la liturgia celestial: junto con los ángeles cantamos Sanctus, Sanctus, Sanctus. De esta manera anunciamos la muerte del Señor, proclamamos su resurrección, hasta que vendrá para darnos el sitio de gloria que ha preparado para nosotros. La sagrada Liturgia es, por lo tanto, la esperanza vivida, celebrada, practicada.

Sin embargo, en nuestras comunidades se descuida con mucha frecuencia el valor de la sagrada Liturgia. La secularización de la Liturgia la ha hecho banal y ha producido su empobrecimiento. Se olvida que la oración litúrgica no es una oración privada, en la cual puedo elegir libremente actitudes varias, sino que es una oración de la Comunidad en la cual, yo Obispo, yo Liturgo, debo servir a la Comunidad con mi palabra clara y con mis actitudes dignas. El Obispo debe ser ejemplo de todo ello.

Mientras les agradezco la paciencia con la cual me han escuchado, les deseo a todos ustedes, hermanos en el servicio episcopal, tanta y tanta alegría por haber podido suscitar y corroborar en sus hermanos y hermanas la esperanza en Jesucristo único Redentor del mundo.

[00293-04.03] [IN226] [Texto original: italiano]

S.E.R. Mons. John Baptist ODAMA, Arzobispo de Gulu (Uganda)

Desde 1997, Uganda ha emprendido un período de rápido desarrollo económico que ha traído, en cierta medida, un amplio crecimiento macro-económico. No obstante las impresionantes estadísticas macro-económicas, los ugandeses siguen siendo aún uno de los pueblos más pobres del mundo, donde los católicos son la mayoría.

La pobreza es vista desde la perspectiva del pobre, que la gente del lugar define en base a los aspectos que influencian su vida. Una falta de ambición de arriesgar de manera positiva y agresiva para efectuar cambios económicos, debida a la errada interpretación del "Bienaventurados los pobres de espíritu" (Mt 5, 3).

Con mucha frecuencia las personas que viven en la pobreza se refieren a la pobreza en el Evangelio en términos cínicos. Pero mofarse de la pobreza de esta manera sería diabólico (cf. Mt 4), como rehusarse a cumplir la voluntad de Dios citando sus mismas palabras.

La actual situación económica mira al ajuste estructural que tiene como objetivo la reorganización de toda la economía del país, en casi todos los países pobres altamente endeudados, sobre todo en África.

Ocasiones disponibles y funciones de un obispo.

Como agentes de la evangelización integral, debemos promover iniciativas que contribuyan al desarrollo y al mejoramiento de los individuos en su existencia espiritual y material (Pablo VI, Populorum progresssio, 1967, N. 14; Proverbios 31, 8-9).

Los textos citados nos recuerdan que debemos servirnos de nuestra voz para hablar de cuantos están excluidos de las estructuras sociales, económicas y políticas (Ecclesia in Africa, 1995, N. 59).

La aplicación de una estrategia para la reducción de la pobreza, en todos los países que ahora la realizan, nos ofrece una oportunidad única para hacer sentir nuestra voz en este foro. En nuestro país tenemos una vasta red de parroquias y "sub-parroquias" que alcanzan las zonas remotas donde otras organizaciones pueden llegar. Durante nuestras visitas pastorales no podemos dudar de la buena voluntad y de la gran confianza que las personas, sobre todo los pobres, nutren con respecto a nosotros.

Conclusión

Mis queridos hermanos, el deber de ofrecer a cada persona confiada a nuestra solicitud el mismo derecho de acceso a los recursos mínimos, indispensables para la vida, representa una obligación fundamental de nuestro ministerio. Nuestra tarea es ahora la de reintegrar en nuestras comunidades a cuantos viven en la pobreza. Debemos, justa y abiertamente, decirle al mundo entero que los pobres representan el centro de la solicitud de cada ser humano y el centro de cada familia.

[00294-04.03] [IN227] [Texto original: inglés]

S.E.R. Mons. Estanislao Esteban KARLIC, Arzobispo de Paraná y Presidente de la Conferencia Episcopal (Argentina)

En Cristo Pascual culmina el designio de Dios que empezó con la creación y terminará con el juicio final.

Jesucristo es Señor del cosmos y de la historia.

La Iglesia vive de la Pascua del Señor. Empieza en el bautismo y culmina en la eucaristía, y se ejerce en la abnegación de la caridad.

La vocación cristiana porque es imitación de Cristo y su amor hasta el fin, es una vocación de martirio.

El obispo, el pastor, debe ser servidor pascual de su pueblo como Jesús que se hizo servidor y esclavo por su muerte y resurrección. Maximiliano Kolbe, sacerdote santo, nos enseña con su entrega a la muerte que salva a un hermano, como podemos ejercer la fuerza desconcertante de la caridad, que lleva a ofrendarse para que otros vivan.

Ello es posible con la ayuda de la gracia, que llega especialmente por la Eucaristía, fuente y culmen de la pascua del pueblo de Dios y de los pastores.

Por la eucaristía el pastor entrega su vida y transmite esperanza.

Una comunidad eucarística es una comunidad esperanzada.

En la intimidad de Dios se experimenta el mandato misionero.

La Iglesia no puede celebrar el sacrificio de redención universal, que es la Eucaristía, sin sentir la necesidad de la misión a todo el mundo.

Dios no esta lejos de nosotros ni en el tiempo ni en el espacio.

El buen pastor descubre al Señor que quiere que sea para los demás, hermano, amigo, dispuesto a dar la vida por ellos.

[00295-04.03] [in228] [Texto original: español]

S.E.R. Mons. Jean ZERBO, Arzobispo de Bamako (Malí)

La Iglesia-Familia de Dios saluda al Santo Padre Juan Pablo II y a todas las personas que participan de una manera u otra al presente sínodo. Ella ha participado a su preparación a través de la oración y las reflexiones sobre los Lineamenta.

Durante la primera sesión de la Conferencia Episcopal, que tuvo lugar en Bamako del 25 al 28 de septiembre de 2001, los 6 obispos presentes han tenido un intercambio de ideas sobre el contenido del Instrumentum laboris, titulado: Obispo servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo.

En esa ocasión, han reconocido:

Que después de las exhortaciones apostólicas Christifideles laici, Pastores dabo vobis, Vita consacrata, el presente sínodo era fuertemente deseado.

Con la exhortación que de él saldrá, los cuatro componentes de la Iglesia-Familia de Dios dispondrán también de documentos específicos que definirán lo esencial de su vida y de su misión en el Tercer Milenio: Ser testigo de Jesucristo Esperanza del mundo (cf. Hch 1,8; 1Tm 1,1).

Para los obispos del Malí, el tema del presente sínodo hace de él una Buena Nueva para el Tercer Milenio en un mundo donde la esperanza es maltratada porque los hombres parecen unirse contra la humanidad. Porque el aparentar y el haber tienden a suplantar el modo del ser, tenemos necesidad de un testigo seguro, de una persona a través de la cual se reconozca la verdadera persona humana creada a imagen y semejanza de Dios - Jesús, él es la esperanza del mundo porque en él se realiza de manera perfecta la comunión entre el cielo y la tierra, entre Dios y el género humano, la comunión entre los humanos.

La misión de la iglesia, confiada a los obispos, sucesores de los apóstoles, es de ser Jesús presente en el mundo.

Ello no es nada fácil; hace falta una gracia especial, la de dejarse invadir, llenar por el Espíritu Santo, como los profetas, como María, como Jesús mismo.

Con María, los obispos de Malí han planteado la cuestión de cómo esto se llevará a cabo en relación a ciertos aspectos prioritarios de su pastoral.

Se trata, entre otros, de la formación inicial y permanente de los laicos de todas las edades, hombres y mujeres, de los sacerdotes y las personas consagradas a su misión de testimoniar a Jesús, teniendo unos recursos humanos, espirituales y materiales tan reducidos.

La búsqueda de la comunión a través de un diálogo, tanto en el seno de la Iglesia-Familia de Dios como fuera de ella.

La búsqueda de la coherencia en la Iglesia-Familia de Dios entre lo que se enseña y celebra y lo que es vivido (cf. Is 7, 11-13; Am 5, 21-23).

La educación como incentivo al desarrollo integral.

El compromiso por la justicia y la paz en un mundo donde ya no es suficiente vivir, sino que hay que existir verdaderamente como hijo de Dios.

¿La restauración de la dignidad humana en un mundo donde el aparentar y el tener parecen prevalecer sobre el modo del ser?

El compromiso ciudadano en la sociedad civil sin ser tachado de partidario.

La atención a los jóvenes que llegan a la última hora del día sin que nadie los haya contratado (cf. Mt 20, 1).

Una atención más constante a los débiles y a los pequeños, en los cuales Jesús se reconoce (cf. Mt 25, 31-46).

Mientras esperamos los resultados del Sínodo, la Iglesia de Malí vive:

- en una actitud de preparación a la Pentecostés del Tercer Milenio con María,

- bajo la guía del Espíritu,

- en la confianza en Jesús, que nos ha prometido su Espíritu Santo para que podamos revelarlo al mundo como Esperanza.

[00296-04.04] [IN229] [Texto original: francés]

ROSARIO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II EN EL TRIGÉSIMO DEL ATENTADO TERRORISTA DEL 11 DE SEPTIEMBRE DE 2001

A las 18:45 horas, en la conclusión de la Décimo Séptima Congregación General, los Padres sinodales han recitado con el Santo Padre el Rosario en el Trigésimo del atentado terrorista del 11 de setiembre de 2001.

En la Introducción S.E.R. Mons. Nikol Joseph CAUCHI, Obispo de Gozo Malta) ha pronunciado la siguiente Monición:

Al término de este día de oración,

que ha traído de nuevo a nuestras mentes

la memoria de los terribles atentados terroristas

que hace treinta días han sacudido

a algunas ciudades de los Estados Unidos de América,

en el mes durante el cual se venera a María Santísima,

Reina del Rosario,

elevamos una vez más nuestra súplica

por las víctimas inocentes

y por la familias afectadas por el dolor.

Al Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob,

por intercesión de Santa María,

Consoladora de los afligidos y Reina de la paz,

pedimos con insistencia

que el mundo sea preservado

del flagelo del terrorismo y de la guerra

y todos nos comprometamos

en la búsqueda de la justicia,

en la exclusión de la violencia

y en ser operadores de paz.

[00299-04.03] [NNNNN] [Texto original: italiano]

Luego siguió la Meditación de los Misterios del Rosario.

El rezo del Santo Rosario fue concluido con el canto del Salve Regina, la oración del Angelus Domini y la Bendición Apostólica del Santo Padre.

En esta Congregación General, que se concluyó a las 19:10 horas estaban presentes 219 Padres.

AVISOS

TRABAJOS SINODALES

Mañana por la mañana, viernes 12 de octubre de 2001, tendrá lugar la Décimo Octava Congregación General para la presentación de la Relación posterior a la discusión, la Relación del Relator General Adjunto que presenta una síntesis del tema de la Asamblea sinodal, después de las comunicaciones personales de los Padres sinodales y las Audiciones de otros participantes, con referencia a los argumentos debatidos en el Aula.

Después del intervalo de la mañana y en la tarde, tendrán lugar respectivamente la Tercera y la Cuarta Sesiones de los Círculos Menores, para la continuación de la discusión sobre el tema sinodal.

RUEDA DE PRENSA

La segunda Rueda de Prensa sobre los trabajos de la X Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, después de la Relación posterior a la discusión, tendrá lugar mañana, viernes 12 de octubre de 2001, a las 12:45 horas, en el Aula Juan Pablo II de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

Intervendrán:

  • S.E.R. Mons. Jorge Mario BERGOGLIO, S.I., Arzobispo de Buenos Aires (Argentina), Relator General Adjunto

  • S. Em. R. Card. Bernard AGRÉ, Arzobispo de Abiyán (Costa de Marfil), Presidente delegado
  • S. Em. R. Card. Ivan DIAS, Arzobispo de Bombay (India), Presidente delegado
  • S.E.R. Mons. John Patrick FOLEY, Arzobispo titular de Neapoli di Proconsolare y Presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, Presidente de la Comisión para la información
  • S.E.R. Mons. Telesphore Placidus TOPPO, Arzobispo de Ranchi (India), Vicepresidente de la Comisión para la información

[00267-04.02] [nnnnn] [Texto original: plurilingüe]

"BRIEFING" PER I GRUPPI LINGUISTICI

El décimo "briefing" para los grupos lingüísticos tendrá lugar el martes 16 de octubre de 2001, a las 13:10 horas (en los lugares de los briefing y con los Responsables de Prensa indicados en el Boletín n. 2).

Se recuerda que los operadores audiovisuales (cámaras y técnicos) tienen que dirigirse al Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales para el permiso de acceso (muy restringido).

"POOL" PARA EL AULA DEL SÍNODO"

El décimo "pool" para el Aula del Sínodo será formado para la oración de apertura de la Décimo Novena Congregación General del martes por la mañana, 16 de octubre de 2001.

En la Oficina de Información y Acreditación de la Sala de Prensa de la Santa Sede (entrando a la derecha) están a disposición de los redactores las listas de inscripción al pool.

Se recuerda que los operadores audiovisuales (cámaras y técnicos) y fotógrafos tienen que dirigirse al Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales para la participación en el pool para el Aula del Sínodo.

Se recuerda a los participantes al pool que estén a las 8:30 horas en el Sector de Prensa, montado en el exterior, frente a la entrada del Aula Pablo VI, desde donde serán llamados para acceder al Aula del Sínodo, siempre acompañados por un oficial de la Sala de Prensa de la Santa Sede y del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales

BOLETÍN

El próximo Boletín N. 21, sobre los trabajos de la Décimo Octava Congregación General de la X Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos de mañana por la mañana viernes 12 de octubre de 2001, estará a disposición de los Señores periodistas acreditados en concomitancia con la Segunda Conferencia de Prensa sobre los Trabajos sinodales.

 
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