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SYNODUS EPISCOPORUM
BOLETÍN

XI ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA
 DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS
2-23 de octubre 2005

La Eucaristía: fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia


Este Boletín es solo un instrumento de trabajo para uso periodístico.
Las traducciones no tienen carácter oficial.


Edición española

15 - 10.10.2005

RESUMEN

DÉCIMA CONGREGACIÓN GENERAL (SÁBADO, 8 DE OCTUBRE DE 2005 - POR LA MAÑANA)
UNDÉCIMA CONGREGACIÓN GENERAL (LUNES, 10 DE OCTUBRE DE 2005 - POR LA MAÑANA)
SEGUNDA RUEDA DE PRENSA

DÉCIMA CONGREGACIÓN GENERAL (SÁBADO, 8 DE OCTUBRE DE 2005 - POR LA MAÑANA)

● PRESENTADA POR EL PRESIDENTE DEL PONTIFICIO CONSEJO DE LA JUSTICIA Y DE LA PAZ, CARDENAL RENATO RAFFAELE MARTINO, LA EDICIÓN FRANCESA DEL COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA.

Después de las ediciones en italiano, inglés, y español, el Pontificio Consejo de la Justicia y de la Paz ha publicado también la edición en Francés del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, que recopila en armónica y articulada síntesis los principios fundamentales de la enseñanza social de la Iglesia, transcribiendo por extenso, las citas completas de las fuentes del Magisterio mismo.
En la X Congregación General , El Presidente del Pontificio Consejo de la Justicia y de la Paz, Cardenal Renato Raffaele Martino, presentó a los Padres Sinodales la edición del Compendio, que fue recibida con un caluroso aplauso.
Desde hacía tiempo el mundo francófono esperaba la publicación de la edición francesa, solicitada enfáticamente por agentes pastorales y centros de estudio, no sólo en Francia, sino también en todas las naciones en las que se habla francés.
El mismo Cardenal Martino entregó al Santo Padre Benedicto XVI, personalmente, la primera copia de la edición francesa.

[00205-04.02] [NNNNN] [Texto original: italiano]

UNDÉCIMA CONGREGACIÓN GENERAL (LUNES, 10 DE OCTUBRE DE 2005 - POR LA MAÑANA)

● INTERVENCIONES EN EL AULA (CONTINUACIÓN)

A las 09.00 horas de hoy lunes 10 de octubre de 2005, en presencia del Santo Padre, con el canto de la Hora Tertia, ha iniciado la Undécima Congregación General, para continuar con las intervenciones de los Padres Sinodales en el Aula sobre el tema sinodal La Eucaristía: fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia.

Presidente delegado de turno S.Em.R. Card. Francis ARINZE, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

En la apertura de la Undécima Congregación General el Presidente Delegado de turno, recordando las palabras del Santo Padre después el rezo del Angelus Domini de ayer , ha invitado a la oración y a la solidaridad por las víctimas del terremoto en Sud Asia (Pakistán, India y Afganistán), y también del huracán en América Central y México, especialmente El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua.

A continuación, el Secretario General del Sínodo de los Obispos, S.E.R. Mons. Nikola ETEROVIĆ, en la apertura de los trabajos de la segunda semana de la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, ha comunicado que 148 Padres sinodales han presentado intervenciones durante la primera semana de los trabajos.

En esta Congregación General, que se ha concluido a las 12:30 horas con la oración del Angelus Domini, estaban presentes 244 Padres.

● INTERVENCIONES EN EL AULA (CONTINUACIÓN)

En esta Undécima Congregación General han intervenido los siguientes Padres:

- S. Em. R. Card. Lubomyr HUSAR, M.S.U., Arzobispo Mayor de Lviv de los Ucranianos, Presidente del Sínodo de la Iglesia Greco-Católica Ucrania (Kyiv-Halych, UCRANIA)
- S. Em. R. Mons. Evarist PINTO, Arzobispo de Karachi (PAKISTÁN)
- Revmo. P. Barry FISCHER, C.PP.S., Moderador General de los Misioneros de la Preciosísima Sangre
- S. Em. R. Card. Varkey VITHAYATHIL, C.SS.R., Arzobispo Mayor de Ernakulam-Angamaly de los Siro-Malabareses, Presidente del Sínodo de la Iglesia Siro-Malabarés (INDIA)
- S. Em. R. Mons. Tharcisse TSHIBANGU TSHISHIKU, Obispo de Mbujimayi (REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO)
- S. Em. R. Card. Crescenzio SEPE, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (CIUDAD DEL VATICANO)
- S. Em. R. Mons. Djura DŽUDŽAR, Exarca Apostólico de Serbia y Montenegro para los católicos de rito bizantino, Obispo titular de Acrasso (SERBIA y MONTENEGRO)
- S. Em. R. Mons. Bosco LIN CHI-NAN, Obispo de Tainan (CHINA)
- S. Em. R. Mons. Christopher Henry TOOHEY, Obispo de Wilcannia-Forbes (AUSTRALIA)
- S. Em. R. Mons. Petru GHERGHEL, Obispo de Iaşi (RUMANIA)
- S. Em. R. Mons. Gabriel MALZAIRE, Obispo de Roseau (REPÚBLICA DOMINICANA)
- S. Em. R. Mons. John Olorunfemi ONAIYEKAN, Arzobispo de Abuja, Presidente de la Conferencia Episcopal, Presidente del Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar (S.E.C.A.M.) (NIGERIA)
- Rev. P. Peter-Hans KOLVENBACH, S.I., Prepósito General de la Compañía de Jesús (PAÍSES BAJOS (C.E.L.R.A.)
- S. Em. R. Mons. Oswald GRACIAS, Arzobispo de Agra, Presidente de la Conferencia Episcopal (INDIA)
- S. Em. R. Card. Pedro RUBIANO SÁENZ, Arzobispo de Bogotá (COLOMBIA)
- S. Em. R. Card. Jozef TOMKO, Presidente del Pontificio Comité para los Congresos Eucarísticos Internacionales (CIUDAD DEL VATICANO)
- S. Em. R. Mons. Jean-Louis BRUGUÈS, O.P., Obispo de Angers (FRANCIA)
- S. Em. R. Mons. Francesco CACUCCI, Arzobispo de Bari-Bitonto (ITALIA)
- S. Em. R. Mons. George Cosmas Zumaire LUNGU, Obispo de Chipata (ZAMBIA)
- S. Em. R. Mons. Luis SÁINZ HINOJOSA, O.F.M., Arzobispo titular de Giunca de Mauritania, Obispo auxiliar de Cochabamba (BOLIVIA)
- S. Em. R. Mons. Menghisteab TESFAMARIAM, M.C.C.I., Obispo de Asmara (ERITREA)
- S. Em. R. Mons. Jean-Baptiste TIAMA, Obispo de Sikasso (MALÍ)

A continuación facilitamos los resúmenes de las intervenciones:

- S. Em. R. Card. Lubomyr HUSAR, M.S.U., Arzobispo Mayor de Lviv de los Ucranianos, Presidente del Sínodo de la Iglesia Greco-Católica Ucrania (Kyiv-Halych, UCRANIA)

En primer lugar, considero un deber expresar mi agradecimiento al Secretario General y a la Comisión Preparatoria por haber tenido en cuenta las observaciones presentadas por las Iglesias Orientales tanto en los Lineamenta como en el Instrumentum laboris.
Quisiera también intervenir sobre la práctica eucarística (números 22, 23, 24) en la tradición de la Iglesia Ucraniana Greco-católica, pero como quiero centrar la presente intervención en otro problema, remito este aspecto solamente al tratamiento in scriptis.
El problema que me planteo como Jerarca de una Iglesia Oriental sui iuris se relaciona con los números 85, 86 y 87 del Instrumentum laboris. Me expreso en términos interrogativos. Parto de la premisa que no puede caber la menor duda acerca de que la Eucaristía es fons et culmen de la vida y de la misión de la Iglesia. Pero, ¡esto es cierto también para las Iglesias Ortodoxas!
- Si la Liturgia es regula fidei (lex orandi, lex credendi)
- si la Divina Liturgia celebrada por las Iglesias Orientales en comunión con la Sede de Roma y por las Iglesias Ortodoxas o Apostólicas es idéntica para ambas
- si es recíproco el reconocimiento de la Sucesión Apostólica de los Obispos y, por consiguiente, de los sacerdotes que la celebran,
entonces, mi pregunta es: ¿qué más hace falta para lograr la unidad?
¿Acaso existe otra fons u otro culmen superior a la Eucaristía? Y si no existe, ¿por qué no se permite la concelebración?
Una propuesta final. También a fin de crecer en la comunión intraeclesial católica, quisiera proponer que el próximo Sínodo se dedique precisamente a las Iglesias Orientales.

[00087-04.03] [INO81] [Texto original: italiano]

- S. Em. R. Mons. Evarist PINTO, Arzobispo de Karachi (PAKISTÁN)

He venido como representante de la Conferencia Episcopal de Pakistán. Se trata de una pequeña Iglesia de un millón trescientos mil católicos en un país que tiene el 98% de población musulmana.
La Eucaristía es fuente de fuerza y alimento para los católicos que aman la Palabra de Dios, escuchar música sacra y el canto de los salmos en su lengua materna.
Los sacerdotes no siempre pueden celebrar la Eucaristía porque las parroquias son demasiado grandes y existen demasiados lugares para atender. Esta situación empeora en las zonas rurales porque los católicos están esparcidos por pequeños pueblos, muy distantes entre ellos.
Quisiera proponerles dos sugerencias:
1. Inculturación
Con frecuencia los ritos no son comprendidos por la gente sencilla. Tenemos que descubrir “las semillas de la Sabiduría divina ya presentes” entre los pueblos (Eclessia in Asia, nº 20)
2. Nuevas formas de ministerio
Nuestros catequistas desarrollan una grande y encomiable tarea pastoral. No obstante, se necesitan otros operadores de pastoral: diáconos casados, asistentes de pastoral y otras formas de ministerio.

[00148-04.05] [IN105] [Texto original: inglés]

- Revmo. P. Barry FISCHER, C.PP.S., Moderador General de los Misioneros de la Preciosísima Sangre

“La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo?” (1 Cor, 10, 16). Con estas palabras, San Pablo nos recuerda el círculo de comunión creado por la participación eucarística.
Al compartir el cáliz en la Eucaristía, Dios nos invita a renovar la relación de alianza con Él, fundamento de todas las demás relaciones. Ya que la reconciliación es verdaderamente un don de Dios “... que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el misterio de la reconciliación... somos pues embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros (2 Cor, 5, 18-20).
El propósito del ministerio de la reconciliación es el de superar el odio, la injusticia, y la división. Pero su fin último es traer la paz, esa paz que Cristo ha conquistado con la sangre de su cruz (cfr. Col. 1, 20), esa paz que reconcilia todas las cosas en Cristo.
La comunión alcanzada en la sangre reconciliadora de Cristo nos da la fuerza para ser constructores de puentes, anunciadores de verdad, bálsamo para las heridas. Nuestro “amén”, cuando recibimos la comunión, afirma no solamente la presencia real de Cristo en la Eucaristía, sino que también nos invita a ser pan partido y sangre derramada, vida ofrecida por la vida del mundo. Nosotros llegamos a ser como “copas vivas” llevando la Sangre preciosa de Cristo, el bálsamo sagrado a quienes necesitan que se les curen sus fracturas, a quienes sufren per las heridas de la pobreza, a quienes son abandonados moribundos en la calle, despreciados e oprimidos por el prejuicio, el racismo, la guerra.
Como “embajadores de reconciliación” (cf. 2 Cor, 20), ofrecemos la Sangre de Cristo a un mundo sediento de armonía con Dios, con la humanidad y la creación toda. La Sangre de Cristo extingue la sed de esa comunión con que pueblos muy diferentes pueden encontrarse en una unidad profunda y duradera y nos exhorta para ser comunidad eucarística que abraza también a los que se encuentran lejos, separados o excluídos. La participación en la Eucaristía nos refuerza y estimula a soñar con una historia diferente, construir un mundo nuevo, un mundo conforme al proyecto de Dios para la humanidad, así como lo han revelado la vida, la muerte y la resurrección de Jesucristo.

[00152-04.02] [IN111] [Texto original: inglés]

- S. Em. R. Card. Varkey VITHAYATHIL, C.SS.R., Arzobispo Mayor de Ernakulam-Angamaly de los Siro-Malabareses, Presidente del Sínodo de la Iglesia Siro-Malabarés (INDIA)

La Eucaristía le confiere a todo el mundo el gran poder de predicar el evangelio. La Iglesia siro-malabarés es una comunidad centrada en la Eucaristía. Las iglesias parroquiales el domingo están repletas y muchos participan de la Eucaristía también en los días laborales De esto puede depender el hecho que nuestra Iglesia haya sido bendecida por muchas vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa. Me siento feliz al subrayar que gran parte del personal misionero que se encuentra en diócesis misioneras de la India, hasta en muchas diócesis de rito latino, provienen de la Iglesia siro-malabarés. Nosotros enviamos sacerdotes y religiosas a África, América meridional y septentrional, Europa y Oceanía. Pero, desde hace más cien años, la restricción territorial de esta Iglesia ha determinado serios problemas tanto en la actividad misionera como en la atención pastoral propiamente dicha de sus fieles en la India y en el exterior. Los cristianos de la Iglesia siro-malabarés dedicada a Santo Tomás , tienen una extraordinaria devoción a la Santísima Virgen María. La actitud de la Iglesia, en el constante cumplimiento de la voluntad de Dios, su humilde servicio a los necesitados y su actitud radical como discípulos aún bajo la Cruz, todo ello nos impulsa a dedicarnos a la construcción de una sociedad mejor basada en la justicia y la paz.
Por lo tanto considero que este año de la Eucaristía, cuya etapa final es el Sínodo, es una ocasión ofrecida por Dios para que nos nutramos constantemente de la Eucaristía del Señor, de manera que se realice su mandato misionero.

[00175-04.03] [IN113] [Texto original: inglés]

- S. Em. R. Mons. Tharcisse TSHIBANGU TSHISHIKU, Obispo de Mbujimayi (REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO)

I Eucaristía, edificación de la Iglesia, inculturación y ritos litúrgicos.
Como subraya con razón el Papa Benedicto XVI, la Eucaristía es verdaderamente el centro y constituye el gran fundamento de la estabilidad y continuidad de la Fe y de la Vida de la Iglesia. Es alrededor de los lugares de la celebración Eucarística y de los otros sacramentos cristianos que se edifica la Iglesia y se organizan las diversas estructuras y los ministerios al servicio del pueblo de Dios.
Pues bien, en la Eucaristía se concentran los esfuerzos de inculturación necesaria e indispensable. Es aquí, como también en otros asuntos doctrinales de la revelación sobrenatural, que se presenta la oportunidad y la necesidad de llevar a la práctica y proseguir, como expresa el decreto Ad Gentes n. 22- las investigaciones y estudios teológicos en cada zona o región cultural, a fin de perfeccionar expresiones catequísticas adecuadas.
El ámbito de la celebración eucarística es el de la liturgia. Aquí quedan por hacer nuevos esfuerzos misioneros. Después del Vaticano II, los cristianos de África, como los de todos los países y las regiones del área católica, tuvieron que afrontar el trauma del pasaje del rito universal - de la liturgia o Misa de Pio V - al promulgado por Pablo VI.
Sucesivamente, se abrieron otras posibilidades para la integración de nuevos elementos específicos, hasta la promulgación oficial del rito llamado “Rito Romano de la Misa para las Diócesis de Zaire”, publicado por Juan Pablo II en 1988, dicho comúnmente “Rito zairense de la Misa”.
Ahora, después de veinte años, en todo el continente africano, a partir de la Iglesia de la República democrática de Congo, se advierte la necesidad de evaluar la evolución de la práctica para mejorar y actuar coherentemente la manera de celebrar el rito, evitando desviaciones, más o menos graves o preocupantes, que ya se han notado aquí y allá.
II. Implicaciones sociales de la Eucaristía en el actual mundo globalizado.
El mundo globalizado de hoy está lleno de promesas positivas para todos, pero también presenta aspectos y efectos por de más negativos, desfavorables para los países del hemisferio sur en general, y para el continente africano en especial , continente que todos reconocen como el más “mundializado”con respecto a los otros.
III Temas para el próximo “Sínodo africano”.
Con ocasión del Sínodo africano (Sínodo Especial para África) ya anunciado por el Papa Benedicto XVI, deberían figurar en el orden del día algunos asuntos muy importantes como los siguientes:
- Inculturación del culto divino y de la Liturgia en África.
- Actual situación de la “mundialización” y la misión de la Iglesia.
- Solidaridad inter-eclesial. Intercambios y ayudas recíprocas.
- Situación y porvenir de los Instituto misioneros y las Congregaciones religiosas.
- Desarrollo global de África y compromisos de la Iglesia
- Retos de la Misión y caminos de investigación teológica en África.
Conclusión
Que esta asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos pueda contribuir a renovar y promover el impulso misionero de la Iglesia.

[00179-04.04] [IN120] [Texto original: francés]

- S. Em. R. Card. Crescenzio SEPE, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (CIUDAD DEL VATICANO)

En referencia a lo que se expone en el capítulo 2 de la IV parte del Instrumentum Laboris, se considera oportuno una tratamiento más orgánico y lógico que aclare la distinción entre Evangelización destinada “ad Gentes” y la destinada a quienes han abandonado la propia fe. Es verdad que la evangelización es única en el contenido, pero se diversifica en relación a los destinatarios a los cuales la misma se dirige.
Son muchos los pasajes del Instrumentum Laboris que podrían ser aclarados, por ejemplo, diciendo claramente que hoy son aproximadamente 5 mil millones las personas que no conocen a Jesucristo y por lo tanto, no se pueden alimentar de Su Cuerpo y de Su Sangre. La Iglesia tiene el derecho y el deber de llevar también a ellos el Pan de la Vida y el Cáliz de la Salvación.
Para tal fin es necesario que la doctrina eucarística sea ofrecida a los no cristianos en su verdad integral, sin ceder a las “modas culturales” que llevarían a esa derivación hermenéutica para la cual la Eucaristía perdería su dimensión místico-real y se convertiría en una variante de esa antropología cultural que relativiza a la misma persona de Cristo.
Con la fuerza del Espíritu Santo, el misionero, también hoy, sabrá implantar la Iglesia ante la gentes, alimentándolas con el Pan de vida, dado para todos.

[00180-04.03] [IN123] [Texto original: italiano]

- S. Em. R. Mons. Djura DŽUDŽAR, Exarca Apostólico de Serbia y Montenegro para los católicos de rito bizantino, Obispo titular de Acrasso (SERBIA y MONTENEGRO)

Me refiero ahora al cuarto capítulo del Instrumentum laboris: “Eucaristía e inculturación” (Nº 80 y Nº 81), “Eucaristía y Ecumenismo (Nº86), “Eucaristía e Intercomunión (Nº87).
La inculturación
El contacto constante entre Oriente y Occidente lleva a confrontar las dos tradiciones litúrgicas cristianas. La liturgia oriental es “acusada” de ser incomprensible y arcaica, de hacer aparecer “pesados” los momentos de la celebración, pero es también considerada muy envolvente y mística.
Para permitir que nuestras celebraciones sean signo de reconocimiento e identidad para los no católicos, es necesario acentuar tal formación en todas las categorías del pueblo de Dios, dando prioridad a los institutos de educación, los sacerdotes-liturgistas, diáconos, animadores y ministrantes. En una palabra, se le debe dar precedencia a la pastoral regular y a una ordinaria catequesis litúrgica.
Eucaristía y ecumenismo
Las celebraciones comunes pueden llegar a ser, en la cotidianidad, un fuerte mensaje. Pero se necesitan premisas claras que indiquen hasta dónde es posible obrar a nivel litúrgico con las iglesias y comunidades cristianas que componen el mosaico ecuménico. Por lo tanto proponemos una guía litúrgica que ayude a hacer que la comunión, aún no alcanzada, sea invocada en la oración y no dada por supuesta como un “instrumento” del diálogo.
Eucaristía e intercomunión
Subrayo dos posibles insidias: el prejuicio, como primer peligro o bien el relativismo. También aquí deseamos verdad y claridad; apertura pero sin desconocer nuestra identidad. También en este ámbito la Eucaristía, no puede ser el medio para la edificación de una genérica comunidad humana. La Eucaristía tampoco es un punto de partida. Es el misterio de Cristo que en el don de la Eucaristía nos da su Cuerpo. Es el don hecho a quien pertenece a Cristo y debe llegar a ser santo y por lo tanto, gracias a esta fundamental preocupación, también semilla de unidad en la Iglesia y en el mundo.
El pedido más urgente a este Sínodo: volver a considerar el misterio eucarístico en relación a los otros sacramentos, sobre todo en relación al carácter sacramental del matrimonio en los matrimonios mixtos y ofrecer orientaciones esenciales, si bien tendrán que ser adaptadas al contesto local por parte de los obispos interesados. Es un desafío que consideramos que abarque áreas cada vez más amplias, y con intensidad, al continente europeo.

[00156-04.03] [IN127] [Texto original: italiano]

- S. Em. R. Mons. Bosco LIN CHI-NAN, Obispo de Tainan (CHINA)

Hoy en día nuestra fe tiene muchísimas dificultades tanto interna como externamente, ya sea de pastoral como de evangelización. Al principio de este tercer milenio tenemos que dedicarnos con todo el corazón y las fuerzas a vencer estas dificultades. El Papa Juan Pablo II nos ha propuesto lo que sigue: 1 En nuestro tiempo hace falta encender el espíritu de evangelización en las gentes y predicar entre ellas a Jesucristo, único Salvador. 2. La Iglesia, reunida alrededor del Sacramento del altar, puede comprender más y mejor su origen y su misión. La Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica, reunida alrededor del Sacramento de la Eucaristía, se hace familia y Pueblo de Dios.
1 Del sacramento de la Eucaristía procede la fuerza para promover la misión de Evangelización.
Durante este año, dedicado a la Eucaristía, el Culto que le rinde toda la Iglesia de Taiwán ha creado un gran movimiento: la predicación de los sacerdotes del domingo, la exposición del Santísimo Sacramento, la Hora Santa, etcétera han encendido el fervor de los fieles por el Santísimo Sacramento, y los fieles en Cristo reciben la fuerza para ir a anunciar el Evangelio a su prójimo. Muchos adultos fueron bautizados. Esperamos que la conclusión del año Eucarístico no represente un fin, sino un inicio.
2 La Eucaristía es Sacramento de unión y comunión.
El pueblo chino crece, y también los católicos. Tenemos que preocuparnos sólo por un hecho: la falta de libertad religiosa, por la que la Iglesia corre el riesgo de dividirse.
Tenemos que rezar sinceramente, para que seamos un solo cuerpo, un solo espíritu, así como fuimos llamados para edificar el cuerpo de Jesucristo nuestro Señor.
3. La Eucaristía es fuente y cumbre de la Iglesia y de la vida espiritual de los fieles. Hace falta promover el catecismo de la Santísima Eucaristía, para que todos los fieles conozcan su propia relación, unión y comunión con la Eucaristía, y también para que cumplan con la misión sagrada: “Id y predicad el Evangelio”, a fin de alcanzar el fin: un solo rebaño y un solo pastor.

[00182-04.03] [IN134] [Texto original: latino]

- S. Em. R. Mons. Christopher Henry TOOHEY, Obispo de Wilcannia-Forbes (AUSTRALIA)

Consideren el hecho que el Creador del Universo asumió la naturaleza humana, nació de una Virgen, tuvo (y sigue teniendo) cuerpo y alma humanos, vivió, murió y resucitó en este planeta minúsculo que llamamos Tierra. Hizo todo esto por nosotros y por nuestra salvación. Y su presencia permanece con nosotros verdadera y sustancial en la Eucaristía. El Misterio hace vacilar la mente, supera nuestra plena comprensión. Pero el corazón humano puede conocerlo y aceptarlo en auténtica humildad en el acto de la conversión.
Sabemos que la Eucaristía es prenda de fidelidad y amor de Dios Padre hacia la humanidad. Nuestra fe es audaz y profunda en su visión. Nos es donada por Dios. Nosotros, que la enseñamos, debemos reflejar su belleza desconcertante en la forma de hablar de la Eucaristía, celebrar el rito de la Eucaristía y vivir la Eucaristía.

[00184-04.03] [IN138] [Texto original: inglés]

- S. Em. R. Mons. Petru GHERGHEL, Obispo de Iaşi (RUMANIA)

El “permanecer en Cristo” (Jn 15,4) ha garantizado desde el comienzo la vitalidad y la fuerza de las primeras comunidades cristianas, reunidas para la celebración de la Eucaristía. Su presencia viva y al mismo tiempo sacramental, da garantía de continuidad y crecimiento que no podrán cesar jamás, a pesar de las dificultades de la historia con sus ideologías y persecuciones. Los numerosos testimonios de las celebraciones eucarísticas que tuvieron lugar en las catacumbas de todos los tiempos y lugares son la prueba evidente. Aunque sea parcialmente, he sido testigo directo de muchos actos heroicos durante los decenios del comunismo totalitario. He conocido a obispos y sacerdotes que han logrado consagrar y conservar en sus celdas el Santo Pan Eucarístico con una fantasía difícil de imaginar. Durante el largo período comunista, el único lugar donde los fieles podían alimentar la valentía de su fe era la iglesia. Y la celebración de la Eucaristía era, al mismo tiempo, momento de evangelización, catequesis y comunión con Dios y con los hermanos.
Los cambios de 1989 abrieron el camino a muchos valores relacionados a la condición de libertad, pero esta libertad mal comprendida lleva al empeoramiento de las costumbres de la vida social y de la familia, y a veces, también al alejamiento de la fe. Gracias a Dios, semejantes tendencias no han invadido nuestras iglesias católicas, donde el respeto y el amor por la Eucaristía hoy son más fuertes que en el pasado. La asistencia a la Misa del domingo es más bien alta y quizás más motivada.
Sugiero una propuesta para incrementar el respeto a favor de la Eucaristía. Teniendo presente la tradición oriental, la riqueza de dichos testimonios y la intención de intercambiar dones entre nuestras Iglesias, propongo utilizar para la Santa Misa el nombre de “Santa y Divina Liturgia”, además del latín, que se usa pero con poca precisión. Será un título que sugiere principalmente lo sacro e invita al recogimiento, al asombro, al silencio, a la adoración.
Por último, una exhortación: conservemos en la estructura de nuestras iglesias el lugar más visible y accesible para el Tabernáculo, para no correr el riesgo de que nuestras iglesias se conviertan en un “hermoso caparazón” en el que no se encuentra a su inquilino.

[00186-04.04] [IN140] [Texto original: italiano]

- S. Em. R. Mons. Gabriel MALZAIRE, Obispo de Roseau (REPÚBLICA DOMINICANA)

La Conferencia episcopal de las Antillas abarca también a Guyana, Cayena y Suriname en el continente sudamericano, a todas las Antillas inglesas, francesas, holandes y Belize. Las bases éticas de los católicos, en cada una de estas diócesis, dependen mucho de la nación europea colonizadora. Recientemente, la presencia del Movimiento Evangélico, procedente de los Estados Unidos ha penetrado tanto en la cultura católica como en la protestante de las Antillas, afectando de esta forma su modo de rezar y de ser Iglesia.
En algunas diócesis que son sobre todo protestantes y/o están muy influidas por la cultura evangélica, algunos fieles han encontrado una cierta dificultad a la hora de comprender la diferencia entre la Misa y la devoción no católica.
Para los católicos practicantes es muy importante la Eucaristía para el crecimiento de su fe.
Es sumamente importante una formación sistemática para los niños y los jóvenes que se preparan para la primera Comunión y para la Confirmación.
Se realizan grandes esfuerzos para asegurarse de que la celebración de la Eucaristía se haga con dignidad, con decoro y con una auténtica participación de los fieles.
En el Caribe está aumentando la conciencia de que hace falta inculturar la liturgia. Muchos fieles se muestran contrarios a darse la mano como signo de paz. Querrían una expresión más sentida de fraternidad, como un abrazo. El sacramento de la Penitencia ya no forma parte de la normal vida espiritual para un número cada vez mayor de católicos.
Para muchos fieles la comunión lleva a la santidad personal y a una transformación de los comportamientos, y les crea un sentimiento de responsabilidad hacia las necesidades de los demás. Sin embargo, para muchos existe una discordancia entre aquello en lo que creen y su modo de vivir.

[00187-04.03] [IN146] [Texto original: inglés]

- S. Em. R. Mons. John Olorunfemi ONAIYEKAN, Arzobispo de Abuja, Presidente de la Conferencia Episcopal, Presidente del Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar (S.E.C.A.M.) (NIGERIA)

Mi intervención es un himno de acción de gracias y alabanza a Dios por las grandes bendiciones que el pueblo de África ha experimentado después del Concilio Vaticano II mediante la “activa, consciente, fecunda” y también alegre preparación a la Eucaristía celebrada en la riqueza de nuestras expresiones culturales. Me refiero especialmente a los números 80 y 81 del Instrumentum laboris titulados “Eucaristía e inculturación”.
El Instrumentum laboris, en muchos puntos expresa cautela, prudencia, y a veces ansiedad respecto a errores, exageraciones y experimentaciones atrevidas en ese campo. Sin duda, es razonable manifestar estas reservas, que se deben tomar en serio, pero en su conjunto, como señala el Instrumentum laboris en el número 34, “no tienen que causar falsos alarmismos”. Al contrario, debemos alegrarnos por las maravillas que el Espíritu obra en nuestras Iglesias locales. En toda África, durante los últimos cuarenta años, se han realizado celebraciones eucarísticas muy bellas que han intensificado la fe de la gente, han mejorado su calidad de participación, han intensificado el amor por el sacerdocio, han infundido la alegría y la esperanza en medio del desaliento y la desesperación, han incrementado las relaciones ecuménicas y, en general, han promovido la evangelización.
La Eucaristía merece - y está recibiendo- lo mejor de nuestras culturas. No tendremos mucho que ofrecer en lo que se refiere a majestuosas arquitecturas, como las de las catedrales europeas, o a espléndidas pinturas, como las de Miguel Ángel o Leonardo da Vinci. Pero lo que tenemos, estamos contentos de darlo: nuestros cantos y poesías, el sonido de nuestros tambores y el ritmo de nuestras danzas, todo para la gloria de Dios.
Nos aplicamos en reconocer y hacer nuestro el rico patrimonio de las tradiciones eucarísticas de los diferentes ritos antiguos, tanto del Este como del Oeste. Creo que éstos son producto de una inculturación que tuvo lugar hace varios siglos bajo la guía del Espíritu Santo. El mismo Espíritu no descansa. “El proceso de inculturación permanece vivo también en las actuales comunidades eclesiales“ (IL, 80).
Concluyo con el dulce recuerdo de nuestro querido Papa Juan Pablo II, cuyo amor, respeto y admiración por nuestros esfuerzos de inculturación de la Eucaristía se manifestaron claros y vivos, no sólo en las celebraciones litúrgicas durante sus numerosas visitas a diversos países de África, sino también en muchas ocasiones precisamente aquí, en la Basílica de San Pedro.
Los problemas de África son muchos. Pero, al menos en este caso, nos alegramos de que el Altísimo haya hecho grandes cosas por nosotros. ¡Santo es su Nombre! Amén.

[00172-04.04] [IN148] [Texto original: inglés]

- Rev. P. Peter-Hans KOLVENBACH, S.I., Prepósito General de la Compañía de Jesús (PAÍSES BAJOS (C.E.L.R.A.)

El redescubrimiento de la noción tridentina de “representación sacramental” a cargo de Odo Casel, recientemente integrada y basada en el perfil bíblico, abre un horizonte promisorio en el diálogo entre Católicos y Reformados. En lugar de decir que la Misa es renovación del sacrificio de la Cruz, hoy decimos con más exactitud que la Misa es la renovación del memorial del sacrificio de la Cruz”. La Misa es, en efecto, un sacrificio sacramental, es decir, el sacramento de aquel sacrificio, nuestra representación sacramental de ese único sacrificio.
El límite que ha contrapuesto la teología católica del segundo milenio a la ortodoxa ha sido el de analizar la transformación eucarística en base a la noción de “tempo físico”, haciéndola depender exclusivamente del momento en el que se pronuncian las palabras de la consagración o, en cambio, desde el momento en el que se pronuncia la “epíclesis” consagratoria. Tanto por una parte como por la otra parte, se ha olvidado de que el instante en el que se realiza la transustanciación (o “metabolé”) no es el de nuestro cronómetro sino, más bien, es el instante de Dios, que es “tiempo sacramental”. El magisterio de la “lex orandi” enseña que este instante, al estar por su misma naturaleza «más allá de las cosas físicas», admite dos momentos importantes, y ambos provistos de eficacia consagratoria absoluta: el “relato institucional y la epíclesis”. Referida a las palabras de la consagración y a la epíclesis consagratoria, la noción de “eficacia consagratoria absoluta” no admite conflictos ni exclusivismos. Lejos del presentarse como un obstáculo, la cuestión de la “epíclesis” demuestra ser un auténtico puente ecuménico para el diálogo entre Católicos y Ortodoxos.

[00171-04.01] [IN149] [Texto original: italiano]

- S. Em. R. Mons. Oswald GRACIAS, Arzobispo de Agra, Presidente de la Conferencia Episcopal (INDIA)

Esta intervención quiere centrarse en el contexto indio, teniendo en cuenta sobre todo el hecho de que la Iglesia católica es minoritaria.
1. Siguiendo el paradigma de la experiencia en el camino de Emaús, cuando el Señor explicó las Escrituras y luego partió el pan junto con sus discípulos, también nosotros tenemos que dar más importancia a la Liturgia de la Palabra en nuestras celebraciones eucarísticas. En India, donde hay una gran necesidad de formación en la fe, habría que dedicarle más tiempo a ayudar a las personas a comprender, apreciar y vivir las Escrituras en su riqueza. Con este objetivo, se podría recorrer al uso de medios de comunicación, como los audiovisuales, proyecciones de escenas del Evangelio e importantes representaciones para que la proclamación llegue a todos los niveles de la consciencia humana. Los Obispos, en cuanto plenamente responsables, deberían ocuparse de evitar el peligro del protagonismo.
2. Como indica el Instrumentum Laboris, hay que reforzar el vínculo entre Eucaristía y espiritualidad. La participación a la Eucaristía, una inmersión en la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, debe llevar a los fieles a una transformación que les permita impregnar el mundo temporal con la fuerza del Evangelio. De esa manera, serán mensajeros de unidad y portadores de paz y reconciliación en un mundo desgarrado por la lucha de clases y de castas, y por la intolerancia de grupo y religiosa, y devolverán la dignidad humana a aquéllos que han sido devastados por la injusticia y la explotación.
3. En algunas zonas de India, la gente se deja atraer por las sectas porque encuentran nuestra liturgia monótona e impersonal, lejana de una experiencia de Dios. Las Conferencias episcopales, junto con la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos podrían estudiar nuevos instrumentos para una mejor inculturación de la liturgia, y consentir una mayor libertad y creatividad, salvaguardándola al mismo tiempo del peligro de abusos.
Las Misas de grupo y las Misas para las familias podrían representar medios eficaces para reforzar la unidad de la familia y impartir la catequesis a las familias.

[00168-04.04] [IN152] [Texto original: inglés]

- S. Em. R. Card. Pedro RUBIANO SÁENZ, Arzobispo de Bogotá (COLOMBIA)

En la Eucaristía vivimos el encuentro con Cristo, nuestra paz, y en consecuencia, debemos acoger su paz, testimoniarla y promoverla con la vida. La paz es amor, verdad, reconciliación, justicia y solidaridad con el hermano, en quien descubrimos la presencia de Cristo, no solamente Resucitado, sino también herido por el odio, la injusticia y la violencia. Comulgar exige compromiso y voluntad para trabajar unidos a los hermanos en la construcción de la paz. Estar reconciliados y en paz es condición para acercarse al banquete eucarístico y muchos bautizados viven una vida de sufrimiento con las huellas que dejan la violencia y el odio.
El Sacramento de la Penitencia nos reconcilia con Dios y exige, no solamente el reconocimiento del pecado, sino también el propósito de enmienda para la conversión, que lleva a ajustar la vida de acuerdo con la voluntad de Dios. Quien se nutre con la Eucaristía tiene que estar reconciliado con sus hermanos para vivir la comunión con Dios, nuestro Padre. La Parábola del Hijo Pródigo nos muestra la misericordia de Dios Padre y también el arrepentimiento del pecador, que reconoce su pecado y se levanta confiado en la misericordia y el perdón de Dios.
En el momento de darnos el abrazo de paz, estamos expresando que no queda odio ni rencor en el corazón. Seria más coherente si el abrazo de paz se ubicara antes de las ofrendas, después de la oración de los fieles, de acuerdo con lo que el Señor nos pide en el Evangelio: "Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda delante del altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda" (Mt 5,23). Porque si no tenemos la paz, ¿cómo podemos darla? Seria simplemente un gesto sin contenido y no un testimonio de comunión con el Señor y con los hermanos.
¿Cómo acercarse a la Eucaristía Sacramento del amor, si no hay perdón y verdadero amor? La paz que el Señor nos da, exige que perdonemos y que arranquemos de raíz el odio y el deseo de venganza, el muro que nos separa del hermano y también del Señor.
Sólo se supera la violencia engendrada por el odio cuando seamos capaces de perdonar como Dios nos perdona y así, con sinceridad, podremos dirigimos a nuestro Padre: "perdónanos como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden"(cf Le 11,4).
Es un escándalo que haya bautizados que rompen, por la ambición, la injusticia, la discriminación el rencor y el odio, las relaciones humanas y fraternas; ¿cómo pueden llamarse hijos de Dios, si no viven su relación de amor con Él, presente en el prójimo? Y ¿cómo pueden acercarse a recibir la Eucaristía, sin reconocer que por el odio han roto la comunión con el hermano, sin antes acogerse a la misericordia de Dios por el Sacramento de la Penitencia?
Es urgente insistir en la preparación permanente de los fieles sobre el Sacramento de la Eucaristía, que es el alimento que nutre la fe, para que vivan el encuentro con Jesucristo y acojan la paz que Él nos da y que tenemos que compartir con los hermanos.

[00167-04.03] [IN157] [Texto original: español]

- S. Em. R. Card. Jozef TOMKO, Presidente del Pontificio Comité para los Congresos Eucarísticos Internacionales (CIUDAD DEL VATICANO)

Con el cierre de esta Asamblea sinodal terminará también el Año de la Eucaristía que el Siervo de Dios Juan Pablo II inauguró al término del 48° Congreso Eucarístico Internacional en Guadalajara, el 18 de octubre de 2004. El tema del Congreso, que duró una semana y al que precedió un denso simposio teológico, era: “La Eucaristía, luz y vida del nuevo milenio”. Fueron impresionantes la intensa manifestación de fe que se prolongó una semana, con varios millones de participantes, la procesión eucarística que duró muchas horas acompañada por los jóvenes que gritaban: ”Se ve, se siente, Jesús está presente”, la imponente peregrinación de algunos millones de personas a la Virgen de Zapopan (la Mujer eucarística), la presencia cotidiana de 17.000 participantes a las liturgias eucarísticas seguidas de catequesis y de testimonios y, por último, el mensaje de Juan Pablo II transmitido por la televisión. Un verdadero “baño” de fe. Toda la Iglesia estaba representada en esta “Statio Orbis” en torno a Jesucristo Eucarístico, con grupos procedentes hasta de Siberia y de Corea, y con una fuerte presencia de los Adoradores de la Eucaristía.
Los Congresos Eucarísticos internacionales nacieron en Francia en 1881 de una ferviente devoción eucarística, gracias a una harmoniosa cooperación entre laicos y clero, bajo la inspiración de San Pedro Julián Eymard. Su lema “La salvación de la sociedad a través de la Eucaristía” pretendía afrontar la difundida indiferencia religiosa tan parecida al agnosticismo de nuestros tiempos. Para la preparación del primer Congreso internacional de Lille, en 1881, se constituyó un Comité permanente, aprobado por León XIII y que más tarde se convirtió en “Pontificio”, y que sigue promoviendo la celebración periódica de los Congresos eucarísticos internacionales y, además, “favorece y privilegia aquellas iniciativas que, en armonía con las disposiciones vigentes en la Iglesia, tienen como objetivo incrementar la devoción hacia el misterio eucarístico en todos sus aspectos, desde la celebración de la Eucaristía hasta el culto extra missam “(Estatutos, art. 3).
Los Congresos eucarísticos internacionales se celebran cada cuatro años en los distintos continentes. Muchos recordarán aún el que se celebró en Roma durante el Jubileo del año 2000, y mirando atrás en los años, los de Wroclaw, Sevilla, Seúl, Nairobi, Filadelfia, Bombay, Munich y otros. El próximo tendrá lugar en Quebec (Canada) en 2008. La reciente Jornada mundial de la Juventud en Colonia, gracias a su tema: ”Venimus adorare eum”, de hecho fue casi un Congreso Eucarístico.
Con el Concilio Vaticano II, los Congresos Eucarísticos internacionales asumieron la fisonomía de la “Statio Orbis”, una especie de “parada” en la que las iglesias particulares de varias partes del Orbe se unen con el Papa o con su Legado en una ciudad en torno a Cristo en su misterio eucarístico para manifestar y profundizar su fe. La catequesis, la celebración del Santo Sacrificio, la adoración del SS. Sacramento, la solemne procesión eucarística, las primeras comuniones, las actividades caritativas hacia los pobres, los enfermos y minusválidos, los encuentros de reflexión por categorías, hacen de ese Congreso una verdadera ocasión de renovación espiritual, con frutos, visibles e invisibles, que sólo Dios conoce, pero que ciertamente son abundantes.
En las debidas proporciones, lo mismo se puede afirmar de otras formas de Congresos eucarísticos, que se pueden celebrar a nivel de una Nación, de una diócesis, de un decanato-vicariato, y similares. El encuentro comunitario con Cristo eucarístico es siempre fecundo para acrecentar el fervor religioso, la comunión, las vocaciones, el espíritu misionero, la paz social y la solidaridad.
Se ha hablado de un nuevo descubrimiento de la adoración, también la nocturna. Los adoradores que vimos en México son un ejemplo de ello. Como también las contemplativas. Pero ahora Jesús eucarístico atrae también a los jóvenes que descubren en Él al Dios-Amor. Esperemos que lo mismo ocurra en nuestras parroquias, en los seminarios, en los conventos y en las casas de los sacerdotes. Ante Él no hacen faltan grandes razonamientos, hace falta sólo la fe sencilla. Como la del campesino de Ars a quien San Juan Vianney preguntó qué hacía tanto tiempo ante el tabernáculo. La respuesta desarma por su profundidad: “¡Yo le miro y Él me mira!” En este cruce de miradas está la solución de muchos de los problemas de nuestro tiempo.

[00196-04.06] [IN159] [Texto original: italiano]

- S. Em. R. Mons. Jean-Louis BRUGUÈS, O.P., Obispo de Angers (FRANCIA)

Debemos tomar partido ante la secularización actual: es una tendencia histórica fuerte y permanente. Ésta ha producido una mentalidad - la secularización - que cuestiona singularmente la conciencia cristiana. La secularización rechaza todas las formas de relación con el más allá y el mundo invisible. Así también existe una auto-secularización dentro de nuestras comunidades cristianas. ¿En qué se convierte la Eucaristía “pan del cielo” ...si ya no existe el cielo? Es necesario aclarar el papel que la Eucaristía debe tener en la “nueva evangelización” y, más concretamente, en la evangelización por medio de la cultura. Asimismo, hay que animar a nuestros jóvenes que han descubierto en la Eucaristía la fuente de su misión en medio al racionalismo moderno.

[00197-04.04] [IN158] [Texto original: francés]

- S. Em. R. Mons. Francesco CACUCCI, Arzobispo de Bari-Bitonto (ITALIA)

La exigencia de un “giro mistagógico” en nuestra pastoral se hace cada vez más viva y actual.
Los Lineamenta del Sínodo le han dedicado un capítulo entero. La Instrumentum laboris hace referencia explícita a la mistagogia en los números 31, 40, 47 y 52. Al respecto también se han pronunciado algunos Padres sinodales.
Estamos anclados a una pastoral que "prepara" a los sacramentos. Apenas celebrados los sacramentos de la iniciación cristiana, se habla del "adiós" a la comunidad cristiana. En realidad se carece de una experiencia esencial: el ingreso progresivo en el misterio de la salvación.
Los Padres de la Iglesia, que vivían una situación cultural con algunas características análogas a las del hombre posmoderno, optaron por una postura "mistagógica" orientada, no a los cristianos "fervientes", sino a aquellos marcados por las contradicciones de una cierta "secularización" de esos tiempos.
En tiempos de fragmentación como el que nos toca vivir, la mistagogia nos guía al interior del misterio, marcando el encuentro entre la catequesis, la experiencia de la celebración y lo vivido por los cristianos.
No podremos hacer una síntesis verdadera entre fe y vida si falta el eslabón de la celebración. Asímismo, no puede realizarse la síntesis Eucaristía-vida, sin la fe. Éste responde al trinomio fe-liturgia-vida evocado en el n. 29 del lnstrumentum laboris bastante divulgado en los planes pastorales.
¿Cómo puede efectuar una comunidad cristiana este giro mistagógico? Seguramente, recuperando la centralidad de la “Eucaristía dominical”. "Sine Dominico non possumus": la expresión de los mártires de Abitene, evocada por un Padre sinodal, plantea un problema de identidad cristiana, con precisas implicaciones ecuménicas.
El n. 70 del Instrumentum laboris subraya esta centralidad.
Frente a la tentación racionalista que resurge permanentemente, la mistagogia eucarística resalta el primado de la gracia.
La celebración eucarística dominical es también el lugar misionero más relevante de la Iglesia. No sólo se encuentran allí los más fieles, sino también todos los que participan raras veces en la Misa dominical.
Pero también se trata del método pastoral que, desde mi punto de vista, el Sínodo podría proponer.
Desde el principio el Año litúrgico ha sido vivido como el lugar en el que la comunidad vive y anuncia el misterio de Cristo. El ritmo de este recorrido está bastante subrayado cuando se imparten los sacramentos de la iniciación cristiana que tienen su culmen en la Eucaristía, y en las diferentes etapas que los preparan.
Si la comunidad cristiana es el sujeto del itinerario de la fe, la participación plena, activa y consciente (cfr. Sacrosanctum Concilium, nº 48) del pueblo de Dios en la liturgia dominical, exige un "acompañamiento mistagógico" que podrían preparar, no sólo los sacerdotes, sino también los animadores en un encuentro comunitario semanal durante el cual, empezando por el misterio celebrado en el rito, a la luz de la Palabra del Antiguo y del Nuevo Testamento y de las enseñanzas de los Padres, aprenderían a reflexionar conjuntamente sobre la vida de la comunidad, así como a madurar el compromiso en la historia.
Estas consideraciones proceden de una opción pastoral ya experimentada por nuestra Iglesia local, y fue propuesta con ocasión del Congreso Eucarístico Nacional Italiano de este año.

[00204-04.06] [IN169] [Texto original: italiano]

- S. Em. R. Mons. George Cosmas Zumaire LUNGU, Obispo de Chipata (ZAMBIA)

Hablo en nombre de la Conferencia episcopal de Zambia. Tengo que reconocer que, a pesar de los medios tecnológicamente avanzados de hoy en día, nuestra Conferencia episcopal no ha recibido el Instrumentum Laboris a tiempo para poder responder como Conferencia. Por este motivo, la mía es una intervención personal que tiene en cuenta la situación pastoral de Zambia. Mi intervención quiere examinar los números 42, 44, 61 y 62 del Instrumentum Laboris.
En el nº 42 se afirma que en la liturgia el hombre no se mira a sí mismo, sino a Dios. El documento, por tanto, debe centrarse sobre todo en el Dios vivo y su relación con los hombres más que en las actividades humanas contenidas en las tradiciones, normas y rúbricas litúrgicas. De esta forma evitaremos la tentación tanto de buscar soluciones pasadas por los desafíos pastorales de hoy respecto a la Eucaristía, como de concentrarnos demasiado en los aspectos negativos, como dice el documento. Una característica de la liturgia que me viene a la cabeza es la de la “belleza”.
El nº 62 dice que la belleza representa un medio para penetrar en el misterio de Dios y de la Eucaristía. Sería oportuno que citáramos aquí lo que el entonces cardenal Ratzinger afirmó dirigiéndose al movimiento conocido como Comunión y Liberación, en 2002:
Dejarse impresionar y vencer por la belleza de Cristo representa un conocimiento más real y profundo, y no una simple deducción racional. Naturalmente no podemos quitarle importancia a la reflexión teológica, al pensamiento teológico exacto y preciso, porque son completamente necesarios. Pero servirnos de ellos para disminuir o rechazar el impacto producido por la respuesta del corazón al encuentro con la belleza como forma auténtica de conocimiento, terminaría por empobrecernos y por secar nuestra fe y nuestra teología. Debemos redescubrir esta forma de conocimiento (a través de la belleza); es una exigencia urgente de nuestro tiempo... Hoy, para que la fe pueda crecer, nosotros, y las personas que conocemos, tenemos que acercarnos a los santos y a entrar en contacto con la Belleza.
Recientemente, los religiosos que se han reunido en Roma para el Congreso de 2004, manifestaron la misma sensibilidad hacia este aspecto que salió en su documento final, donde se dice:
El arte y la belleza son iconos para todas las culturas; los artistas ayudan a las comunidades de vida consagrada a combatir contra una mentalidad consumista, crean espléndidos lugares de oración, encuentran nuevos símbolos para contar nuevas historias a los corazones de los hombres y de las mujeres que escuchan. Esta transmisión de la belleza producirá alegría y vida en medio de la violencia y la muerte (cfr. Documento final II/2/4, pág. 222, Ed. Paulinas).
¿Es posible pedir a nuestros teólogos que pongan en marcha una reflexión pastoral sobre la teología de la belleza, con el fin de arrojar más luz a las sombras que han surgido en la celebración eucarística?
Por lo que respecta al nº 44 sobre la participación de los laicos: la frase “un mínimo de asistencia y colaboración” referido a la participación de los laicos en la celebración de la Eucaristía debería ser modificada o completamente cancelada. En su artículo “La Eucaristía: fuente y cumbre de la vida de los fieles laicos”, Matteo Calisi afirma:
A pesar de la reforma litúrgica, existe todavía una mentalidad clerical muy difundida en la liturgia, que ve la celebración del misterio más como obra del sacerdote -el celebrante- que como “compromiso de todo el pueblo de Dios” que celebra a su Señor. Por esta razón, a menudo sucede que las personas se unen al celebrante con una participación activa y vivaz, pero formalista, relacionándose con él sólo con el diálogo de las respuestas rituales (cfr. Redescubrir la Eucaristía: Pontificio Consejo para los laicos, pág. 70).
También sobre el tema de la participación de los laicos, y esta vez a través de la música, los cantos (nº 61) y el uso del latín (en los encuentros internacionales), mi impresión respecto a estos puntos es que no parecen reflejar las contribuciones aportadas por algunos países de misión como Zambia. Creo que esta parte del documento es demasiado optimista respecto al órgano, al canto gregoriano y hasta al uso del latín en los encuentros internacionales para salir verdaderamente al encuentro de las necesidades de los pueblos de cada lugar y momento. Mi propuesta es que no deberíamos mirar atrás y hacer universales estos instrumentos de culto. Nuestra reflexión sobre los temas culturales no debería ponerse en relación con el órgano, el canto gregoriano o el latín, aunque pueden representar opciones para quienes las encuentren útiles. La comunicación y la participación son vitales en cada celebración litúrgica, incluida la celebración eucarística. Nuestras esperanzas están en el futuro, no en el pasado. Tenemos que tener valor para afrontar los retos pastorales de hoy en relación con la Eucaristía, sin tendencias nostálgicas, si queremos que responda a las exigencias pastorales de nuestro tiempo.

[00207-04.03] [IN171] [Texto original: inglés]

- S. Em. R. Mons. Luis SÁINZ HINOJOSA, O.F.M., Arzobispo titular de Giunca de Mauritania, Obispo auxiliar de Cochabamba (BOLIVIA)

Hablo a nombre de la Conferencia Episcopal de Bolivia y me refiero a los número 53,55 Y 56 del Instrumentum Laboris.
Cristo Resucitado no abandona a la humanidad, continua el gesto vivido en la cruz, entregando su Cuerpo y su Sangre, se nos dona como alimento, nos acoge en Él. Nos une en la comunión más plena con su vida eterna y con su amor infinito (Mane nobiscum Domine, 19).
El permanecer en Él nos da la vida divina; es la gracia más grande para un discípulo de Jesús (Jn. 15, 4-9). Símbolo de la unidad es el pan, formado por tantos granos de trigo y el vino producido por tantos granos de uva. Jesús único Pan compartido entre todos, crea comunión plena con Él: hace de todos los que creen, un solo cuerpo.
La Eucaristía es dada a la Iglesia a través de los Apóstoles. Jesús mismo en el milagro de la multiplicación de los panes (Mc. 6, 37-44) no ofrece directamente Él los panes a la gente, sino que invita a los Doce a dar de comer. Para la Iglesia ésta es una indicación fundamental. El Señor, Pan de vida, comida de salvación, lo encontramos en la comunidad de los que creen, donde los Apóstoles, los obispos de hoy, continúan el mandato de partir el Pan para todo el Pueblo y que sean capaces de saciar su hambre.
Vengo de un país rico en cultura, como todos ustedes; que tiene profunda fe en la Eucaristía, en la Virgen María y en el Cristo sufriente.
El culto a sus difuntos es algo sagrado; no es concebible enterrar un difunto sin celebrar la Sagrada Eucaristía, están convencidos que es la mejor forma de entregarlo a Dios. Celebra sus fiestas patronales, fiestas cívicas y toda acontecimiento importante con la celebración de la Eucaristía; acto seguido existe el folklore, la danza y al consumo de bebidas, a veces exagerados.
Lo que más sobresale del pueblo y llama la atención es la sencillez, la fe profunda y el hambre de Dios, que a veces interpela a los mismos agentes pastorales. En base a esta experiencia me animo a resaltar la importancia de la formación al sacerdocio y de la vida consagrada, dando prioridad a la teología de la Eucaristía como fundamento muy importante de su espiritualidad, el alimento indispensable en la maduración vocacional que lo lleva a ser el buen pastor, un misionero que da testimonio de su fe con su servicio generoso.
La espiritualidad del cristiano está centrada en la Eucaristía, en una espiritualidad de profunda comunión eclesial; especialmente los campesinos de las comunidades más alejadas donde no llega el sacerdote y que aman al Santo Padre y a sus pastores, en el mejor de los casos son atendidas por un catequista o una religiosa, es decir quedan sin Eucaristía por falta de sacerdotes... ¿Qué hacer en el futuro? El pueblo crece y los sacerdotes disminuyen; las sectas crecen.
Serán bienvenidas algunas orientaciones y sugerencias pastorales, de parte del Sínodo, que nos ayuden a reconocer la experiencia de Jesucristo Resucitado como Pan verdadero que sacia al hombre, que es el único capaz de dar la verdadera vida; sugerencias que sean la respuesta a la cultura vivencial de la religiosidad del pueblo, que lleve a comprender el verdadero sentido de la misma, desde las «comunidades eucarísticas», «que aman y sirven en solidaridad».

[00211-04.03] [IN175] [Texto original: español]

- S. Em. R. Mons. Menghisteab TESFAMARIAM, M.C.C.I., Obispo de Asmara (ERITREA)

Provengo de una zona de tradición cristiana de África oriental donde, entre los no católicos, no se practica la celebración cotidiana de la Eucaristía, la distribución frecuente de la Santa Comunión, la custodia de las Sagradas Especies en el Tabernáculo y la adoración eucarística fuera de la Santa Misa.
¿Significa que hay menos celebraciones de los Sagrados Misterios? ¿O quizás significa que en estas Iglesias hay menos adoración? Seguramente no. Sólo existe un punto de vista diferente y diferentes sensibilidades teológicas. Como minoría católica, tenemos todas las llamadas prácticas tradicionales del catolicismo latino, pero nos damos cuenta de que es necesario integrarlas mejor en una espiritualidad cristiana oriental.
El segundo capítulo della parte III del Instrumentum laboris tiene un título muy bonito: Adorar el Misterio del Señor. La Eucaristía es efectivamente el misterio de nuestra fe. Sin embargo, el subtítulo del mismo capítulo no es claro. ¿Qué significa “De la Celebración a la adoración”? Espero que no indique una secuencia temporal o una dicotomía esencial entre las dos acciones del pueblo de Dios. En la actividad litúrgica de las Iglesias orientales, Celebración y Adoración son dos acciones intrínsecamente unidas. Son dos aspectos de la misma realidad, así como la mesa de la palabra y la del Cuerpo y Sangre de Cristo son dos partes del mismo Banquete Eucarístico. Celebración y Adoración están íntimamente unidas. La una no sigue a la otra. La primera destaca el aspecto festivo, la segunda subraya la Grandeza y Santidad de Dios. Por un lado celebramos las grandes cosas que Dios ha hechos por nosotros a través de su único Hijo, Nuestro Señor y Redentor Jesucristo. Nos sentimos cercanos e íntimos con Él y cantamos ¡Aleluya! En nuestra tradición debería hacerse sólo la Misa Solemne, cantada totalmente y con la participación de todos: sacerdotes, diáconos, laicos. Antes de la misa, la gente prepara danzas litúrgicas. Dios se hace en uno de nosotros e inmola su vida por nosotros. ¡Él es Emanuel! Dios con nosotros.
Por otra parte, adoramos al Señor de la Gloria junto a los ángeles y arcángeles, a los Querubines y Serafines. Durante la santa celebración eucarística, el Cielo y la tierra al unísono se postran en adoración ante la Majestad del Dios trino, el que es completamente Otro. La doxología cantada durante la Santa Misa no es sino la expresión de la profunda experiencia del “Sanctus” que inspira temor reverencial: “Santo, Santo, Santo, es el Señor, Dios del universo. El cielo y la tierra están llenos de su gloria. Hosanna en el Cielo”.
Celebración y Adoración son conjuntamente dos acciones inseparables del pueblo de Dios, reunido alrededor de la mesa de la parola y del Cuerpo y Sangre de Cristo. Estas dos acciones unen el Cielo y la Tierra. Por un breve instante el cielo desciende entre los hombres y es tangible. Es como la experiencia de los discípulos de Jesús: Pedro, Juan y Santiago, en el monte Tabor. La Eucaristía es el Misterio de la Fe. No puede ser celebrado simplemente con palabras, sin un profundo sentido de lo sagrado. Un acto de adoración, no acompañado por una sensación de maravilla y asombro puede inspirar solo temor y desesperación. Por eso tenemos que subrayar la unidad de Celebración y Adoración. Debemos animar a nuestros fieles para que se conviertan en comunidad adoradora y celebrante, y que lo sean en la Misa y fuera de ésta.

[00215-01.03] [IN179] [Testo originale: inglese]

- S. Em. R. Mons. Jean-Baptiste TIAMA, Obispo de Sikasso (MALÍ)

En Malí, la Iglesia Católica ha optado por ser una Iglesia Familia, Comunión fraternal al servicio del Evangelio.
Es una iglesia minoritaria en medio de una población cuyo 80% es musulmana y cuyo 20% pertenece a religiones tradicionales del país; los cristianos (católicos y protestantes) representan sólo una pequeña parte (3%) de la población.
La Iglesia Católica está muy presente y es respetada en el país. Su objetivo pastoral es construir una Iglesia Familia, comunión fraternal al servicio del Evangelio, una Iglesia que vive y celebra su fe: una Iglesia donde la Palabra de Dios se anuncia, se recibe y se celebra, y en la cual la Eucaristía constituye el lugar de expresión por excelencia de su Unidad y el punto de partida de su misión entre los hermanos de otras religiones, como el Islam y la religión tradicional. Y, con la ayuda de la gracia de Dios, recibe cada año en Pascua a centenares de nuevos hijos.
De este Sínodo, esta Iglesia se espera que le ayude a promover en el entero Cuerpo de la Iglesia el “culto eucarístico”: respeto de los lugares sagrados, procesión y adoración del Santísimo Sacramento por parte de los sacerdotes, las personas de vida consagrada y los fieles laicos.
Efectivamente, la población entre la cual vive la Iglesia es profundamente religiosa y acoge con respeto todo lo relativo a la religión. Por eso, el cristiano tiene la posibilidad de faltar al trabajo para participar a las celebraciones litúrgicas los días de precepto, aunque por ley no sean días festivos. Durante los períodos de sequía y de calamidades, las autoridades administrativas nos piden oraciones para ayudar al país a afrontar la situación.
La seriedad y el compromiso de los cristianos en la sociedad ha dado a la Iglesia el lugar que le corresponde. Un testimonio que inspira confianza, encuentra su fuente y su fuerza en la buena formación que algunos han recibido y, sobre todo en la unidad de todos en torno a Cristo, unidad que crece cada día un poco más a través de la Eucaristía. Nuestro deseo más profundo es mantener, promover en el seno de esta Iglesia, el culto eucarístico: a nivel del clero, de las personas de vida consagrada y de los fieles laicos.
Por ello, hay que insistir en la formación a todos los niveles: la catequesis ordinaria y la iniciación cristiana de los adultos; pero nunca insistiremos lo suficiente sobre lo que consideramos esencial. La formación de los niños en edad de recibir la primera comunión es importantísima y para los sacerdotes hay que intensificar aún más la formación litúrgica en los seminarios, de manera que una vez en la parroquia, el ministro del culto sea verdaderamente respetuoso con el culto que celebra.

[00216-04.06] [IN180] [Texto original: francés]

SEGUNDA RUEDA DE PRENSA

Se informa a los periodistas acreditados que el jueves 13 de octubre de 2005, a las 12.45 horas, en el Aula Juan Pablo II de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, tendrá lugar la segunda Rueda de Prensa sobre los trabajos de la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos (Relatio post disceptationem).

Intervendran:

● Emmo. Card. Francis Arinze
Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos
Presidente Delegado
● Emmo. Card. Juan Sandoval Íñiguez
Arzobispo de Guadalajara (México)
Presidente Delegado
● Emmo. Card. Telesphore Placidus Toppo
Arzobispo de Ranchi (India)
Presidente Delegado
● S.E. Mons. John Patrick Foley
Arzobispo titular de Neapoli de Proconsolare
Presidente del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales
Presidente de la Comisión para la Información
● S.E. Mons. Sofron Stefan Mudry, O.S.B.M.
Obispo emérito de Ivano-Frankivsk (Ucrania)
Vice Presidente de la Comisión para la Información

 
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