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SYNODUS EPISCOPORUM
BOLETÍN

XIII ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA
 DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS
7-28 de OCTUBRE 2012

La nueva evangelizació para la transmisión de la fe cristiana


Este Boletín es solo un instrumento de trabajo para uso periodístico.
Las traducciones no tienen carácter oficial.


Edición española

07 - 09.10.2012

RESUMEN


- TERCERA CONGREGACIÓN GENERAL (MARTES, 9 DE OCTUBRE DE 2012 - POR LA MAÑANA)

TERCERA CONGREGACIÓN GENERAL (MARTES, 9 DE OCTUBRE DE 2012 - POR LA MAÑANA)

- INTERVENCIONES EN EL AULA (CONTINUACIÓN)
- AUDICIÓN DE LOS DELEGADOS FRATERNOS (I)
- INTERVENCIÓN DEL INVITADO ESPECIAL, DR. LAMAR VEST, PRESIDENTE DE LA AMERICAN BIBLE SOCIETY (ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA)

A las 9.05 horas del día de hoy, martes 9 de octubre de 2012, ante la presencia del Santo Padre, con el canto de la Hora Tercia, tuvo lugar la Tercera Congregación General para la continuación de las intervenciones de los Padres sinodales en el Aula sobre el tema sinodal «La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana».

En la apertura de la Congregación el Secretario General del Sínodo de los Obispos, S.E.R. Mons. Nikola ETEROVIĆ, Arzobispo Tit. de Cibale (CIUDAD DEL VATICANO), aseguró la viva participación en oración del Santo Padre, de los Padres Sinodales y de los demás Participantes en el drama que están viviendo los ciudadanos de Siria, deseando una solución justa y pacífica del conflicto.

Al final de la Congregación han intervenido un Delegado Fraterno y un Invitado Especial.

Presidente Delegado de turno Em. R. Card. Francisco ROBLES ORTEGA, Arzobispo de Guadalajara (MÉXICO).

En esta Congregación General, que concluyó a las 12.30 con la oración del Angelus Domini, estaban presentes 259 Padres, de los cuales 142 participan por primera vez en una Asamblea Sinodal.

INTERVENCIONES EN EL AULA (CONTINUACIÓN)

Han intervenido los siguientes Padres:

- S. E. R. Mons. José Horacio GÓMEZ, Arzobispo de Los Angeles (ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA)
- S. E. R. Mons. Luis Antonio G. TAGLE, Arzobispo de Manila (FILIPINAS)
- S. E. R. Mons. Salvatore FISICHELLA, Arzobispo titular de Voghenza, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización (CIUDAD DEL VATICANO)
- S. Em. R. Card. Giuseppe BETORI, Arzobispo de Florencia (ITALIA)
- S. Em. R. Card. Timothy Michael DOLAN, Arzobispo de Nueva York, Presidente de la Conferencia Episcopal (ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA)
- S. Em. R. Card. Zenon GROCHOLEWSKI, Prefecto de la Congregación para la Educación Católica (CIUDAD DEL VATICANO)
- S. E. R. Mons. John CORRIVEAU, O.F.M. Cap., Obispo de Nelson (CANADÁ)
- S. E. R. Mons. Gerhard Ludwig MÜLLER, Arzobispo Emérito de Ratisbona, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CIUDAD DEL VATICANO)
- S. E. R. Mons. Jan BAXANT, Obispo de Litoměřice (REPÚBLICA CHECA)
- S. E. R. Mons. Alonso Gerardo GARZA TREVIÑO, Obispo de Piedras Negras (MÉXICO)
- S. E. R. Mons. Gerald Frederick KICANAS, Obispo de Tucson (ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA)

- S. E. R. Mons. Gustavo GARCÍA-SILLER, M.Sp.S., Arzobispo de San Antonio (ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA)
- S. E. R. Mons. Alberto Francisco María SANGUINETTI MONTERO, Obispo de Canelones (URUGUAY)
- S. E. R. Mons. Nicolas DJOMO LOLA, Obispo de Tshumbe, Presidente de la Conferencia Episcopal (REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO)
- S. E. R. Mons. Socrates B. VILLEGAS, Arzobispo de Lingayen-Dagupan (FILIPINAS)
- S. E. R. Mons. Joseph Edward KURTZ, Arzobispo de Louisville, Vicepresidente de la Conferencia Episcopal (ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA)
- S. E. R. Mons. Rogelio CABRERA LÓPEZ, Arzobispo de Monterrey (MÉXICO)
- S. E. R. Mons. Carlos María FRANZINI, Obispo de Rafaela (ARGENTINA)
- S. E. R. Mons. Antonio ARREGUI YARZA, Arzobispo de Guayaquil, Presidente de la Conferencia Episcopal (ECUADOR)
- S. B. R. Nerses Bedros XIX TARMOUNI, Patriarca de Cilicia de los Armenios, Jefe del Sínodo de la Iglesia Armenia Católica (LÍBANO)
- S. E. R. Mons. Fabio SUESCÚN MUTIS, Ordinario Militar de Colombia (COLOMBIA)
- S. E. R. Mons. José Elías RAUDA GUTIÉRREZ, O.F.M., Obispo de San Vicente (EL SALVADOR)
- S. E. R. Mons. Dionisio LACHOVICZ, O.S.B.M., Obispo titular de Egnazia, Visitador apostólico para los fieles Ucranianos de rito bizantino residentes en Italia y España (ITALIA)
- S. E. R. Mons. Catalino Claudio GIMÉNEZ MEDINA, dei Padri di Schönstatt, Obispo de Caacupé, Presidente de la Conferencia Episcopal (PARAGUAY)
- S. E. R. Mons. Claude DAGENS, Arzobispo de Angoulême (FRANCIA)

Publicamos a continuación el resumen de las intervenciones:

- S. E. R. Mons. José Horacio GÓMEZ, Arzobispo de Los Angeles (ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA)

La globalización es uno de los “signos” de nuestro tiempo. El proceso de globalización es tanto económico como financiero. Pero la globalización es también social y cultural, como indican claramente los Lineamenta (n. 6). Los modelos de migraciones de masa en todo el mundo han traído un nuevo encuentro y una nueva “mezcla” de culturas.
El intensivo encuentro de culturas supone un desafío para la nueva evangelización de la Iglesia. Primero, exige de la Iglesia que proteja a la población inmigrante para que ésta no sea marginada y explotada. La Iglesia debe ser siempre un signo en nuestro mundo de que Dios está con nosotros y de que a sus amantes ojos nadie es extranjero para Él, por lo que todos somos hermanos y hermanas.
En un sentido positivo, la globalización se nos presenta como un momento providencial para seguir adelante en la misión de la Iglesia de transformar a la humanidad en una única familia de Dios. Evangelizar en esta era de la globalización nos llama a una nueva proclamación del misterio de la Iglesia como la familia universal de Dios.
En nuestra nueva evangelización, la Iglesia debe ser el “sacramento” - el signo y el instrumento - por el cual la familia universal de Dios se realiza en la historia. La era de la globalización también nos llama a utilizar nuestras ricas tradiciones de piedad popular y espiritualidad en nuestro trabajo de evangelización.
Nuestra tradiciones de piedad popular forman un rico tesoro espiritual que es parte de la Buena Nueva que podemos ofrecer para invitar a los hombres y mujeres a que participen en Su Cuerpo y Su Sangre, convirtiéndolos en partícipes de su vida divina.
En esta era de la globalización, los campos de nuestro mundo están maduros para la cosecha de la fe.
Estamos “llamados a la santidad” y nuestra misión es usar los medios de la Gracia para santificar y hacer santos, ayudando a los hombres y mujeres de hoy a encontrar los caminos a la santidad en su vida diaria.
El desafío pastoral de la nueva evangelización es “situar” esa llamada universal a la santidad dentro de las realidades de nuestro mundo “globalizado”. Tenemos que encontrar nuevos métodos y nuevos modos de ayudar a los hombres y mujeres de nuestros días a practicar su fe en esta cultura globalizada. Necesitamos entender mejor el impacto que esta cultura tiene en nuestra identidad y nuestra práctica católicas.
Necesitamos encontrar el “lenguaje” que presente mejor los métodos tradicionales de santificación - los sacramentos, la oración, las obras de caridad - de una manera que sea atractiva y accesible a la gente que vive en la realidad de una sociedad globalizada, secular y urbana.
Con nuestro rico tesoro de espiritualidad - sacado de la inculturación del Evangelio en “cada nación bajo el cielo”, y con nuestra buena nueva del “plan familiar” de Dios para la historia, tenemos poderosos recursos para nuestra evangelización de la cultura en el contexto de la globalización y la creciente secularización de nuestras sociedades.

[00027-04.04] [IN004] [Texto original: inglés]

- S. E. R. Mons. Luis Antonio G. TAGLE, Arzobispo de Manila (FILIPINAS)

Una joven me preguntó “¿Somos nosotros la juventud perdida o es la Iglesia quien nos ha perdido?” Su pregunta expresa el vivo deseo de una Iglesia en la cual Jesús pueda salir a su encuentro y ella lo pueda encontrar a Él. Pero la Iglesia, a fin de ser el “espacio” de un encuentro de fe con el Señor, debe aprender de nuevo de Jesús, en el cual encontramos a Dios.
La Iglesia debe aprender de Jesús la humildad. El poder y la fuerza del Señor se muestran en el anonadamiento del Hijo, en el amor que es crucificado pero salva realmente, porque se vacía de sí mismo por el bien de los demás.
La Iglesia está llamada a seguir a Jesús en el respeto que Él tiene por cada persona. Defendió la dignidad de todas las gentes, en particular la de aquellos a los que el mundo abandonó y menospreció. Amando a sus enemigos, afirmó su dignidad.La Iglesia debe descubrir el poder del silencio. Cuando se encuentra con las penas, las dudas y las incertidumbres de las personas, no puede pretender darles soluciones fáciles. En Jesús, el silencio se convierte en un modo de atenta escucha, compasión y oración. Es el camino a la verdad.
Las sociedades de nuestro tiempo, aparentemente indiferentes y sin rumbo, están buscando decididamente a Dios. La humildad, el respeto y el silencio de la Iglesia pueden revelar de manera más clara el rostro de Dios en Jesús. El mundo disfruta con un sencillo testigo de Jesús, manso y humilde de corazón.

[00028-04.03] [IN005] [Texto original: inglés]

- S. E. R. Mons. Salvatore FISICHELLA, Arzobispo titular de Voghenza, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización (CIUDAD DEL VATICANO)

La nueva evangelización se presenta como un proyecto pastoral que tendrá ocupada a la Iglesia en los próximos decenios. Antes de “hacer” es necesario encontrar el fundamento de nuestro “ser” cristianos, de modo que la NE no sea vivida como un añadido en un momento de crisis, sino como la constante misión de la Iglesia. Se debe conjugar la exigencia de unidad, para ir más allá de lo fragmentario, con la riqueza de las tradiciones eclesiales y culturales. Unidad de un proyecto pastoral no equivale a uniformidad de realización; indica, más bien, la exigencia de un lenguaje común y de signos compartidos que muestran el camino de toda la Iglesia más que la originalidad de una experiencia particular. Habría que explicar por qué en un período de transición histórica como el nuestro, marcado por una crisis general, se nos pide que vivamos hoy de manera extraordinaria nuestra ordinaria vida eclesial. Tenemos que saber presentar la novedad que Jesucristo y la Iglesia representan en la vida de las personas. Sin embargo, el hombre de hoy no percibe la ausencia de Dios como algo que falta a su vida. La ignorancia de los contenidos básicos de la fe se conjuga con una forma de presunción que no tiene precedentes. ¿De qué manera se puede expresar la novedad de Jesucristo en un mundo impregnado sólo de cultura científica, modelado en la superficialidad de contenidos efímeros e insensible a la propuesta de la Iglesia? Anunciar el Evangelio equivale a cambiar de vida; pero el hombre de hoy parece muy ligado a este tipo de vida de la que se siente dueño porque decide cuándo, cómo y quién debe nacer y morir. Nuestras comunidades ya no presentan tal vez los rasgos que permiten reconocernos como portadores de una bella noticia que transforma. Parecen cansadas, repetitivas con fórmulas obsoletas que no comunican la alegría del encuentro con Cristo y no están seguras del camino que deben emprender. Nos hemos encerrado en nosotros mismos, mostramos una autosuficiencia que nos impide relacionarnos como una comunidad viva y fecunda que genera vocaciones a causa de lo mucho que hemos burocratizado la vida de fe y sacramental. En una palabra, ya no se sabe que estar bautizados equivale a ser evangelizadores. Incapaces de proponer el Evangelio, débiles en la seguridad de la verdad que salva y cautos a la hora de hablar porque nos sentimos oprimidos por el control del lenguaje, hemos perdido credibilidad y nos arriesgamos a hacer vano el Pentecostés. No nos sirve en este momento echar de menos los tiempos pasados ni la utopía para seguir los sueños, sino, más bien, un análisis lúcido que no esconda las dificultades ni tampoco el gran entusiasmo de tantas experiencias que en estos años han permitido poner en práctica la NE.

[00035-04.05] [IN017] [Texto original: italiano]

- S. Em. R. Card. Giuseppe BETORI, Arzobispo de Florencia (ITALIA)

Al igual que Jesús fue un atento conocedor de la vida de su tiempo, hoy la Iglesia debe volverse hacia la cultura contemporánea, segura de que nada puede resistirse al poder de sanar que tiene el Evangelio. Lo demuestran los hechos de la Iglesia en el mundo antiguo, así como la inspiración de fe que animó la renovación de la cultura entre finales del Medievo y comienzos de la Edad moderna. Se trata de escuchar y comprender al mundo, sin subordinarse: la palabra de Dios juzga el mundo.
San Basilio el Grande —refiriéndose al cultivador de sicomoros, que logra que sea comestible el fruto haciéndole un corte antes de recogerlo— interpretaba el encuentro entre la fe y la cultura en su tiempo como una incisión que la hacía sana y válida. El entonces Card. Josef Ratzinger hizo referencia a san Basilio, comentando: “La evangelización no consiste simplemente en adaptarse a la cultura, o revestirse con elementos de la cultura en el sentido de un concepto superficial de inculturación [...] No, el Evangelio es un corte, una purificación, que se convierte en maduración y saneamiento” (de la intervención del entonces Card. Ratzinger en el Congreso sobre Comunicación y Cultura: Nuevos recorridos para la Evangelización en el Tercer Milenio, del 9 de noviembre de 2002). El corte lo da precisamente la íntima esencia de la fe, de sus misterios, de los cuales el pensamiento humano se ha alimentado para crecer de forma sustancial.
Evangelizar requiere promover la conciencia y la acogida de las culturas de hoy, una disponibilidad a la que se deben unir la valentía y la fidelidad a la hora de mostrar la fuerza curativa de la palabra de la fe para lograr un verdadero humanismo.
Un camino significativo de esta relación entre fe y cultura es el de la belleza y, por tanto, del arte, que es su matriz humana.

[00030-04.04] [IN007] [Texto original: italiano]

- S. Em. R. Card. Timothy Michael DOLAN, Arzobispo de Nueva York, Presidente de la Conferencia Episcopal (ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA)

El gran predicador americano, el Venerable Arzobispo Fulton J. Sheen, comentó: “La primera palabra de Jesús en el Evangelio fue ‘ven”; la última palabra de Jesús fue ‘id’”.
La Nueva Evangelización nos recuerda que los verdaderos agentes de la evangelización deben ser evangelizados primero.
San Bernardo dijo: “Si quieres ser un canal, antes debes ser un embalse”.
Por eso yo creo que el primer sacramento de la Nueva Evangelización es el sacramento de la penitencia, y agradezco al Papa Benedicto que nos lo haya recordado.
Sí, los sacramentos de iniciación - Bautismo, Confirmación, Eucaristía - encomiendan, retan y equipan a los agentes de la evangelización.
Pero los sacramentos de reconciliación evangelizan a los evangelizadores, pues sacramentalmente nos acercan a Jesús, quien nos llama a una conversión del corazón y nos inspira a responder a Su invitación de arrepentimiento.
El Concilio Vaticano II hizo un llamamiento a la renovación del sacramento de la penitencia; en cambio lo que tristemente conseguimos, en muchos lugares, fue la desaparición de dicho sacramento.
Nos hemos ocupado mucho en reformar estructuras, sistemas, instituciones y a la gente más que a nosotros mismos. Sí, esto es bueno.
Pero la respuesta a la pregunta: “¿Qué es lo que va mal en el mundo?” no es la política, la economía, el secularismo, la contaminación, el calentamiento global... no. Como escribió Chesterton: ‘La respuesta a la pregunta ‘¿Qué es lo que va mal en el mundo? son dos palabras: Soy yo’”.
¡Soy yo! Admitir esto lleva a la conversión de nuestro corazón y al arrepentimiento, el centro de la invitación del Evangelio.
Esto sucede en el Sacramento de la Penitencia. Este es el sacramento de la Nueva Evangelización.

[00031-04.03] [IN008] [Texto original: inglés]

- S. Em. R. Card. Zenon GROCHOLEWSKI, Prefecto de la Congregación para la Educación Católica (CIUDAD DEL VATICANO)

Es preciso plantear seriamente la pregunta: ¿Por qué el aumento constante del número de nuestras instituciones educativas va acompañado por una creciente crisis de fe? ¿Qué las hace tan poco eficaces a la hora de despertar la fe y en el campo de la evangelización? Al respecto querría exponer tres intuiciones que, aunque no revistan carácter de novedad, requieren un planteamiento nuevo, una reflexión seria y quizá una profundización mayor.
He leído el siguiente y significativo juicio de un laico acerca de un sacerdote: “Es muy bueno dando catequesis y pronunciando homilías, pero no lo es tanto en la evangelización [...] Realmente sabe mucho sobre Dios, pero no estoy seguro de que conozca suficientemente a Dios. Parece que no tiene suficiente experiencia de Jesús”. Para reforzar nuestra fe, para conocer a Dios y ser instrumento eficaz de evangelización no basta con el estudio, el conocimiento intelectual, sino que es necesario un contacto vivo y personal con Dios. Si esta conciencia se convirtiera realmente en vida, seguro que nuestras instituciones educativas, sobre todo de estudios superiores, aunque también las escuelas, serían más conscientes de su tarea de evangelización y serían unos instrumentos importantes de su realización.
A pesar de que a ese propósito contemos con las indicaciones del Concilio Vaticano II y del Magisterio postconciliar, además de que la cuestión se tratara en el reciente documento de la Comisión Teológica Internacional (La Teología hoy: perspectivas, principios y criterios, 29 XI 2011, nn. 37-44), en la práctica todavía está poco clara la relación entre el papel de la teología y el Magisterio de la Iglesia. Jesús no dejó nuestra comprensión de las Sagradas Escrituras y de la Tradición a merced de las diversas opiniones, que evidentemente podrían ser incluso muy divergentes y extravagantes, aparte de sembrar continuamente incertidumbre y confusión, sino que nos dejó el gran tesoro del Magisterio, “cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo [...] con la asistencia del Espíritu Santo” (Dei Verbum, 10b). Esto, obviamente, no disminuye el papel y la creatividad de los teólogos, sino que los responsabiliza. En cualquier caso, el papel de los teólogos en la obra de la evangelización con frecuencia se ve anulado porque no se es conscientes de la importancia vital del Magisterio.
El mayor obstáculo para convertirse en un teólogo (o pastor) constructivo y, por tanto, eficaz en la perspectiva de la nueva evangelización, es, sin duda, la soberbia con su aliado natural: el egoísmo. Por la manía de llegar a ser grande, original, importante, muchos se reducen a ser “pastores que se apacientan a sí mismos, y no al rebaño” (cf. Ez 34, 8); cf. San Agustín, Sermón sobre los pastores) y, en realidad, así son poco relevantes para el Reino de los Cielos, contraproducentes para el crecimiento de la Iglesia y para la evangelización. Puesto que en cadauno de nosotros, después del pecado original, hay una dosis de soberbia, en esta materia debemos hacer constantemente un serio examen de conciencia y al pie de la cruz aprender la humildad y el amor auténticos.
Las tres observaciones muestran la importancia de nuestra conversión para poder acercarnos a Cristo y enriquecernos con los tesoros del Evangelio.

[00032-04.04] [IN009] [Texto original: italiano]

- S. E. R. Mons. John CORRIVEAU, O.F.M. Cap., Obispo de Nelson (CANADÁ)

El Papa Juan Pablo II enseñaba que la comunión es la misión y la respuesta profética de la Iglesia al individualismo de nuestro tiempo. Él hacia hincapié en que la Iglesia cumplirá su misión sólo si fomenta una espiritualidad de comunión (NMI, 43). Una espiritualidad de comunión es profundamente Trinitaria. Cuando el amor Trinitario surgió en el mundo con la encarnación, un nuevo y vital poder de relación y unidad se reveló a la familia humana. La llamada a la comunión es más que un eslogan: es la conversión del corazón.
En la gran explosión misionera de la Iglesia durante el siglo XIX y principios del XX, hubo una gran coherencia entre la comprensión de sí misma por parte de la Iglesia y la espiritualidad que expresaba. La Iglesia se describía a sí misma como una “sociedad perfecta que guiaba a las almas hacia Dios”. Esto halló su expresión en una espiritualidad ascética, una espiritualidad de perfección personal, dando lugar a una gran cantidad de Congregaciones religiosas apostólicas y movimientos eclesiales que llevaron el Evangelio a todo el mundo.
La espiritualidad de comunión debe generar una renovación similar en la Iglesia de hoy, para que dé vida a Congregaciones religiosas y movimientos eclesiales. Los movimientos eclesiales y las Congregaciones religiosas que ya existen deben renovar también su espiritualidad y su misión a la luz de la identidad común de la Iglesia. Los ministros y agentes pastorales, así como los movimientos eclesiásticos y las Congregaciones religiosas, cuya espiritualidad esté formada y vivificada por el Misterio de la Santísima Trinidad, deben abrir nuevos caminos para el diálogo con nuestro mundo secularizado, contribuyendo de forma importante a la nueva evangelización.

[00033-04.03] [IN010] [Texto original: inglés]

- S. E. R. Mons. Gerhard Ludwig MÜLLER, Arzobispo Emérito de Ratisbona, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CIUDAD DEL VATICANO)

Todos nosotros vivimos en un mundo que diariamente se nutre de “novedades”. Las miles de novedades nos preguntan sobre qué es, en verdad, la novedad. El mundo hodierno, trastornado por mil cambios, está efectivamente falto de novedades porque es prisionero de un pensamiento débil, siempre a la búsqueda de emociones porque está entorpecido por mil cosas que no le satisfacen completamente. Surge, por tanto, la gran pregunta: ¿dónde está verdaderamente la novedad? Al respecto, siguen siendo actuales las palabras de San Ireneo de Lyon: Cristo “ha traído todas las novedades al venir Él mismo” (Adversus haereses, IV, 34, 1). En Él están concentradas todas las novedades.
La nueva evangelización requiere la superación de ciertos debates intra-eclesiales en los cuales, desde
 hace muchos años, se vuelven a proponer siempre los mismos temas, para proponer de nuevo, en cambio, la fe cristiana en su plenitud y novedad perenne. En esta plenitud y novedad halla consistencia y fuerza de comunión la colegialidad de los Obispos, la cual sin embargo no puede ser un pretexto para un autonomía mal entendida. El Concilio Vaticano II enseña que el Señor, para “que el mismo Episcopado fuese uno solo e indiviso, puso al frente de los demás Apóstoles al bienaventurado Pedro e instituyó en la persona del mismo el principio y fundamento, perpetuo y visible, de la unidad de fe y de comunión” (LG 18). La nueva evangelización exige alcanzar esta comunión, que será eficaz sólo si está fundada en la unidad de los Obispos con el Sucesor de Pedro, y entre ellos. Esta unidad es la piedra angular sobre la cual el Señor edifica su Iglesia.
Estando de nuevo ante Cristo, nosotros alcanzamos esta novedad de vida, capaz de cambiarnos profundamente. Se trata, efectivamente, de renovar la fe en nuestros corazones, de “despertar la Iglesia en las almas” (R. Guardini). Sólo si estamos renovados seremos nuevos evangelizadores. De Cristo Resucitado nace la Iglesia como sacramento de su presencia y de la unidad con Dios y entre los hombres (cfr. LG 1). De Él proviene la fe de la Iglesia: una fe siempre nueva aunque se nutra, siempre, de los mismos dones. Radicados en Cristo y en la Iglesia, nos apoyamos en la fe de Pedro, alrededor del cual encontramos esa sólida unidad que no procede de nosotros y que no disminuye nunca (cfr. UR 4). Pertenecemos todos a esta unidad. A esta unidad queremos servir “para que el mundo crea” (Jn 17, 21).

[00048-04.03] [IN011] [Texto original: italiano]

- S. E. R. Mons. Jan BAXANT, Obispo de Litoměřice (REPÚBLICA CHECA)

La nueva evangelización es para la República Checa una solución feliz y una oportunidad. Durante largos decenios de régimen comunista no se dijo nada positivo de Cristo y tampoco se podía oír hablar de Él.
Tres fenómenos provenientes del ambiente checo moravo:
Estamos dedicados a la búsqueda de nuevos evangelizadores, fieles y coherentes seguidores de Cristo para la nueva evangelización.
Las raíces cristianas no fueron extirpadas completamente. Los que viven en la cercanía de las bellas artes cristianas no pueden dejar de percibirlas, sino más bien piden respuestas a las preguntas, por ejemplo: ¿Por qué nuestros antepasados construyeron todo esto con tanta diligencia?”
En nuestro ambiente pastoral checo moravo se multiplican varias instituciones escolares estatales y eclesiales, universidades e institutos científicos. Es interesante que en estas instituciones se despierte el interés por los valores espirituales y por el estudio de ellos.
Para estos casos no es necesario que, en lo inmediato, los evangelizadores sean numerosos. Deben ser, sin embargo, evangelizadores ardientes de celo por inflamar a los otros.

[00047-04.03] [IN012] [Texto original: italiano]

- S. E. R. Mons. Alonso Gerardo GARZA TREVIÑO, Obispo de Piedras Negras (MÉXICO)

De la misma manera como muchos países se han visto altamente beneficiados con la presencia de personas llegadas de otros lugares, así también la Iglesia se nutre de manera significativa con el testimonio y la obra evangelizadora de muchos de ellos comprometidos con el mandato misionero: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a todas las criaturas” (Mc 16,15)
Ante los riesgos o las amenazas de la fe que profesan las personas que emigran, es importante que la Iglesia brinde el apoyo necesario a través de una pastoral que incluya a ellos y a sus familias, y recordarles sus tareas primordiales como célula viva de la sociedad e Iglesia doméstica.
La Iglesia no sólo los debe atender desde la Pastoral de Migrantes con una visión asistencial y de promoción humana, sino sobre todo debe de encarnar a los inmigrantes en la actividad eclesíal.
Todos los miembros de la Iglesia debemos ver en el fenómeno migratorio un llamado a vivir el valor evangélico de la fraternidad.

[00039-04.03] [IN013] [Texto original: español]

- S. E. R. Mons. Gerald Frederick KICANAS, Obispo de Tucson (ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA)

Indisolublemente ligados a la predicación del mensaje de salvación del Evangelio, nuestros actos de amor y de justicia son un llamado evangélico profético. Compartir y actuar según la doctrina social Católica lleva la gente hacia Cristo.
Llevaremos los corazones a la visión de Cristo cuando, en este Año de la Fe, todos demostremos nuestra fe como Católicos con renovado impulso de caridad y justicia en casa y en todo el mundo. La gente se maravillará ante el Espíritu de Cristo que nos mueve cuando defendemos las vidas, la dignidad, los derechos de “los más necesitados”.
El Sínodo puede afirmar con fuerza y de manera inequívoca que la justicia y la caridad son fundamentales en el trabajo de evangelización.

[00038-04.03] [IN014] [Texto original: inglés]

- S. E. R. Mons. Gustavo GARCÍA-SILLER, M.Sp.S., Arzobispo de San Antonio (ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA)

Vivimos en un mundo muy prometedor, pero a la vez muy necesitado, a veces marcado por la oscuridad. Como Iglesia que trata de responder a la situación de nuestro mundo y de evangelizar de modo nuevo, debemos también darnos cuenta de que estamos en una Iglesia con dificultades. La realidad de este mundo exige una nueva efusión del Espíritu Santo. Nuestros Papas nos han exhortado a recordar que “no habrá nunca evangelización posible sin la acción del Espíritu Santo” (Evangelii Nuntiandi, 75). A fin de que la salvación de Jesucristo llegue a todo el mundo y lo transforme, de que la Iglesia se renueve y en ella florezca la santidad, de que los cristianos avancen con la nueva evangelización, necesitamos un nuevo Pentecostés. Para que este Año de la Fe dé como fruto el nuevo Pentecostés que necesitamos, os propongo, hermanos Obispos, que este Sínodo pida humildemente al Santo Padre que consagre el mundo al Espíritu Santo.

[00037-04.04] [IN015] [Texto original: inglés]

- S. E. R. Mons. Alberto Francisco María SANGUINETTI MONTERO, Obispo de Canelones (URUGUAY)

De la manera de celebrar los Sacramentos de la lniciación cristiana dependerá el rostro futuro del cristianismo en Occidente (Ins. Lab.131; Lin.18).
Es incorrecto que la diferenciación práctica, que pospone la Confirmación a la Eucaristía, sea de orden meramente pastoral y no dogmático (1.1.136). Al contrario, el orden de los sacramentos - bautismo - confirmación - eucaristía proviene de la Tradición autentica de Oriente y Occidente. Este dato dogmático debe guiar toda pastoral.
Por el bautismo y la confirmación somos insertos en la Nueva Alianza por la participación en la muerte y glorificación de Jesucristo y la efusión escato1ógica del Espíritu Santo. Esto proviene de las misiones de las Personas Divinas y, últimamente, de las Procesiones Trinitarias. La Misa es la actualización del sacrificio glorioso de Cristo y del envío del Espiritu. Por eso, la Comunión Eucarística es la culminación de toda la iniciación cristiana y su renovada actualización.
Altera la economía sacramental dar la Primera Comunión al bautizado no confirmado, que no está plenamente iniciado. Mayor violencia es dejar sistemáticamente la Confirmación para después de la Primera Comunión. La confirmación debe seguir al bautismo y anteceder a la Primera Comunión.

[00036-04.04] [IN016] [Texto original: español]

- S. E. R. Mons. Nicolas DJOMO LOLA, Obispo de Tshumbe, Presidente de la Conferencia Episcopal (REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO)

Intervengo en nombre de la Conferencia Episcopal Nacional de la República Democrática del Congo (CENCO). Mi intervención se refiere al n. 94 del Instrumentum laboris.
Durante los últimos decenios, la Iglesia en la República Democrática del Congo ha sentido la necesidad y la urgencia de proceder a lo que ella denomina una “evangelización en profundidad”.
Nuestro contexto, como en otros países africanos, ha estado, y sigue estándolo, dominado por las guerras y la violencia con sus consecuencias desastrosas sobre el hombre y la sociedad. Las guerras y la violencia han desestructurado a las personas y la vida social tanto a nivel psicológico, como moral y espiritual. Cristianos y no cristianos, frágiles, desorientados y angustiados se ponen a la búsqueda de soluciones fáciles. Las encuentran recurriendo, en nuestro perjuicio, tanto a la brujería como a las sectas e iglesias llamadas “del despertar”. Éstas, en su propuesta del Evangelio, privilegian la lucha contra los malos espíritus, a menudo identificados con los miembros cercanos de la familia, lo que destruye aún más las relaciones en el seno familiar.
Considerando estos desafíos arriba mencionados y basándonos en la experiencia de la Iglesia familia de Dios de la República Democrática del Congo, sugerimos:
- Insistir sobre un nuevo dinamismo de las experiencia de las comunidades eclesiales vivas de base, como lugar donde debe ser agudizado el sentido eclesial, viviendo en una comunidad a escala humana, que se preocupe por una fe viva, de amor y de esperanza, que celebre, que rece.
- Recordar la importancia de la evangelización como proceso de educación y de formación continua en la fe, poniendo al alcance de los evangelizados la Palabra de Dios gracias a la lectio divina, muchas veces recordada por el Santo Padre. Se trata de poner el acento sobre la dimensión de la experiencia de la fe, como encuentro personal con Cristo a través de la oración, la vía sacramental y una vida comprometida al servicio de los demás.
- Prestar una mayor atención a la pastoral familiar. La familia es el lugar donde se forja el futuro de la humanidad y se concreta la frontera decisiva de la nueva evangelización. La familia debe ser transfigurada por la Buena Nueva de Cristo; tiene que volver a ser el lugar donde se aprende el camino de la fraternidad, del amor, de lo auténticamente humano más allá de cualquier frontera entre tribus y pueblos.
- Recordar la urgente necesidad de la formación, la educación y el acompañamiento de los jóvenes. En la perspectiva de una nueva evangelización, debemos poder desarrollar una catequesis susceptible de orientar a los jóvenes hacia el encuentro personal e íntimo con Cristo. Así formados y sobrecogidos por la fuerza del Evangelio, los jóvenes podrán contribuir generosamente al surgimiento de una África tranquilizada, justa, segura y próspera.

[00029-04.03] [IN006] [Texto original: francés]

- S. E. R. Mons. Socrates B. VILLEGAS, Arzobispo de Lingayen-Dagupan (FILIPINAS)

“¿Por qué hay una fuerte ola de secularización, una tormenta de antipatía o sencillamente una fría indiferencia hacia la Iglesia en algunas partes del mundo, que requieren una nueva ola de programas de evangelización?”
La nueva evangelización exige una nueva humildad. El Evangelio no puede prosperar con el orgullo. Cuando el orgullo se infiltra en el corazón de la Iglesia, la proclamación del Evangelio sale perjudicada. La tarea de la nueva evangelización debe comenzar con un profundo sentido de admiración y veneración por la humanidad y su cultura. La evangelización se ha visto perjudicada por la arrogancia de sus mensajeros, que la siguen impidiendo. La jerarquía debe rehuir la arrogancia, la hipocresía y la intolerancia. Debemos castigar a quienes entre nosotros se han descarriado en lugar de encubrir sus errores. Somos humanos en medio de nuestro rebaño humano. Toda nuestra belleza y santidad se la debemos a Dios. Esta humildad nos hará nuevos evangelizadores, más creíbles. Nuestra misión es proponer humildemente y no imponer con arrogancia.
En segundo lugar, la nueva evangelización debe hacerse mediante nuevos santos y esos santos debemos ser nosotros. La gran pobreza que sufre el mundo actual es la pobreza de los santos. Tanto si procedemos de países del Primer mundo como del Tercer mundo, todos estamos buscando modelos en los que inspirarnos y a los que emular. Nuestros jóvenes necesitan modelos en los que inspirarse. Necesitan héroes vivos que inflamen sus corazones y despierten su entusiasmo por conocer a Jesús y amarlo. Nuestra experiencia en el Tercer mundo me dice que el Evangelio se puede predicar a quien tiene el estómago vacío, pero sólo si el estómago del predicador está vacío como el de sus parroquianos.
Por último, la nueva evangelización debe ser una llamada a una nueva caridad. Seremos portadores creíbles de la alegría del Evangelio si la proclamación va acompañada de su hermana gemela: la caridad. La caridad de Jesús coincide con el don de sí mismo. La caridad de la nueva evangelización debe ser el don de Jesús.
La nueva evangelización necesita una nueva humildad; una renovación en santidad y un nuevo rostro de caridad para que sea creíble y fructuosa.

[00034-04.03] [IN018] [Texto original: inglés]

- S. E. R. Mons. Joseph Edward KURTZ, Arzobispo de Louisville, Vicepresidente de la Conferencia Episcopal (ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA)

“La Bendición del Niño en el Seno Materno”, aprobada el 8 de diciembre de 2011 por la Congregación para el Culto Divino, para uso en los Estados Unidos de América, es un momento pastoral de evangelización inicial del niño y nueva evangelización de la familia. Este gesto sagrado, que extiende calurosamente el amor de Cristo a las familias que se preparan para el nacimiento de su niño, es a la vez una manera positiva y llena de esperanza de anunciar a la sociedad el gran don de la vida humana y una amable invitación a los padres, para que comiencen a preparar el bautismo del niño una vez que ha nacido.

[00040-04.03] [IN019] [Texto original: inglés]

- S. E. R. Mons. Rogelio CABRERA LÓPEZ, Arzobispo de Monterrey (MÉXICO)

El método que Dios mismo ha escogido para hacerse encontradizo a todos nosotros es el Misterio de La Encarnación. Este método implica acoger todo lo humano con un simpatía originaria.
Con la ayuda del Santo Padre hemos redescubierto con alegría que recomenzar siempre desde la Persona viva de Jesucristo sólo es posible al interior de una experiencia comunitaria y discipular en la que sigamos con docilidad al único maestro.
Somos conscientes que los medios de evangelización y catequesis y la educación de los padres e incluso la vivencia de la religiosidad popular es un proceso que parece detenerse.
Urge emprender por ello una nueva evangelización para que las raíces cristianas sigan robusteciendo la vida de las nuevas generaciones. Es necesaria una educación para la aceptación cada vez más plena de la fe como don que coincide con la educación que requiere la persona para que encuentre su destino y realización humana.
La educación es una dimensión constitutiva de la evangelización. Por ello la emergencia educativa es emergencia evangelizadora.
Somos conscientes que todo modelo educativo posee una antropología implícita. De ahí la necesidad de una visión de la persona humana basada en la verdad revelada en Cristo.
Hay que insistir que las experiencias educativas deben ser un auténtico camino para la maduración de la fe en Jesucristo.
No podemos evangelizar bien si no educamos bien. Y no educamos bien si no evangelizamos.

[00041-04.03] [IN020] [Texto original: español]

- S. E. R. Mons. Carlos María FRANZINI, Obispo de Rafaela (ARGENTINA)

El Instrumentum laboris pide una más lograda comprensión de la identidad presbiteral, considerando los nuevos escenarios para la nueva evangelización y las situaciones de crisis y escándalo, que la afectan directamente. En relación a este tema, los obispos latinoamericanos señalaron en la Conferencia de Aparecida varios desafíos para la nueva evangelización y sus respuestas, que pueden ser tenidos en cuenta por el Sínodo. Reconocemos que la inmensa mayoría de los pastores vive fielmente su ministerio en medio de los desafíos del presente. Esto ha de ser motivo de gratitud y esperanza para toda la Iglesia. Las situaciónes de escándalo por parte de algunos obispos y presbíteros, y las necesarias medidas que se han de tomar para evitar que dichas situaciones se repitan, no deberían hacer perder de vista que también es necesario favorecer el desarrollo de un ministerio pleno y fecundo de los pastores. Un ministerio presbiteral vigoroso reclama el compromiso personal de cada presbítero en su formación permanente, pero también necesita la propuesta instituciónal de las Iglesias particulares, por sí mismas o junto a otras Iglesias de la misma región o país. Los Obispos tenemos la responsabilidad primaria en esta tarea. Además, hay que tener presente que sin el testimonio entusiasta y contagioso de los sacerdotes es inútil cualquier intento de pastoral vocacional que interpele y motive a los jóvenes para una respuesta generosa al llamado a la vida sacerdotal. Se pide que el Sínodo agradezca y aliente el servicio fiel de los presbíteros y que oriente a las Iglesias locales sobre una pastoral presbiteral sistemática, que favorezca la genuina renovación de la vida y el ministerio de los pastores, para que sean los “primeros nuevos evangelizadores”.

[00042-04.03] [IN021] [Texto original: español]

- S. E. R. Mons. Antonio ARREGUI YARZA, Arzobispo de Guayaquil, Presidente de la Conferencia Episcopal (ECUADOR)

El encuentro con Cristo reviste un caráter profundamente personal en firma de amistad. Los amigos son los destinatarios de la entrega redentora del Señor (Cf Jn 15,18), a quienes Jesús revela al Padre (Cf Jn, 15,15).
Jesús dedicó tiempo y apertura de corazón para cultivar fecundas amistades, con Juan y Andrés, con Marta, María y Lázaro, etc. Sorprenden los frutos del diálogo apostólico personal y amistoso del Señor con personajes como Zaqueo, Nicodemo o la samaritana. Se comprende que los discipulos buscaran entre sus amistades previas a quienes proponer el descubrimiento del Mesías. Así lo experimentaron Natanael, Santiago de Zebedeo y el mismo Pedro.
El Papa Pablo VI decía que “además de la proclamación que podriamos llamar colectiva del Evangelio, conserva toda su validez e importancia esa otra transmisión de persona a persona” (EN, 46). En la vivencia del carisma de San Josemaria Escrivá, he podido apreciar la fecundidad de la labor apostólica que convierte las amistades personales en servicio al Evangelio.
Los obispos corremos el riesgo de perder humanidad y sensibilidad pastoral, si otras tareas no dejan tiempo para tratos de amistad concreta.

[00043-04.04] [IN022] [Texto original: español]

- S. B. R. Nerses Bedros XIX TARMOUNI, Patriarca de Cilicia de los Armenios, Jefe del Sínodo de la Iglesia Armenia Católica (LÍBANO)

La fe es el elemento central de la vida cristiana que este Sínodo quiere transmitir a los pueblos de antigua tradición cristiana y a los no bautizados.
El pueblo armenio forma parte de estos pueblos de antigua tradición cristiana. En efecto, Dios envió un evangelizador, Gregorio, denominado el Iluminador, porque iluminó a los armenios, a la luz del Evangelio, lo que los impulsó a adoptar oficialmente la religión cristiana en el 301 y a morir por ella, si era necesario.
Dios siguió este pueblo hasta nuestros días para arraigar en él el tesoro divino de la fe durante los siglos.
En el 406, un monje, que se llamaba Mesrob Machdots, inventa el alfabeto de la lengua armenia, con el fin de traducir la Biblia a la lengua del pueblo y hacerla más comprensible a los fieles.
Al pueblo armenio le esperaba una dura prueba. El rey de Persia, Yazdegerd II, deseando aliarse con los armenios contra la cristiana Bizancio, y no habiendo podido convencer a los príncipes armenios, les declaró la guerra en el 451 para imponerles por la fuerza la religión mazdeena y de esta forma separarlos de Bizancio.
Yazdegerd gana la guerra, pero dándose cuenta de la resistencia feroz de los armenios, tuvo que renunciar a su proyecto y les concede la libertad de mantener su religión. Los armenios perdieron la guerra pero salvaron su fe cristiana. Esta epopeya, realizada por San Vartan y sus compañeros mártires, marca el arraigo definitivo de la religión cristiana en el pueblo armenio.
En los siglos XI y XII, la Iglesia armenia da grandes teólogos, como San Gregorio de Nareg, San Nersès el Gracioso, San Nersès de Lampron y otros, que enriquecen con sus escritos la literatura religiosa armenia. Este período marca el florecimiento y el esplendor de la fe cristiana en la Iglesia armenia.
Otra prueba más dura golpea al pueblo armenio del Imperio Otomano en 1915, cuando casi un millón y medio de armenios fueron masacrados. El guía de estos armenios masacrados fue el Arzobispo de Mardine, Ignacio Maloyan. La Iglesia reconoció estas masacres como efectuadas “contra fidem et in odio fidei”. Ignacio Maloyan fue reconocido mártir y proclamado beato por Juan Pablo II en el año 2001. Este acontecimiento, conocido como el primer genocidio del siglo veinte, muestra una vez más, el apego de los armenios a su fe, a Cristo y al Evangelio hasta el derramamiento de la sangre.
Por esto, nosotros podemos deducir que la historia del pueblo armenio se identifica con la historia de lucha de este pueblo en favor de su fe en Cristo y en el Evangelio, incluso pagando con su vida, lo que se considera como su gran tesoro.
Dios, que jamás ha abandonado al pueblo armenio, sobre todo durante las terribles persecuciones, tampoco lo abandonará hoy día. Esta confianza en Dios es válida para todos los pueblos de la tierra, que Jesús ha venido a salvar.
El llamamiento de la Iglesia al deber de propagar la fe con urgencia, a partir del Vaticano II y mediante los Papas Pablo VI y Juan Pablo II, ha recibido un nuevo impulso por parte de Su Santidad Benedicto XVI con la convocación de este Sínodo y la proclamación del Año de la Fe. Estas dos realidades constituyen una nueva etapa, que nos estimula a redoblar nuestras energías para encontrar nuevos y convincentes medios con el fin de vivificar la fe de nuestros fieles y atraer a los no bautizados con el ejemplo de la vida y el anuncio de la Palabra de Dios. Esto es un don de la gracia para nuestro tiempo, en el que el temor y el miedo no tienen cabida, porque estamos seguros de las palabras de Cristo, que nos prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo (cfr. Mt 28, 20).

[00044-04.04 [IN023] [Texto original: francés]

- S. E. R. Mons. Fabio SUESCÚN MUTIS, Ordinario Militar de Colombia (COLOMBIA)

La Iglesia Particular requiere de un Plan de Pastoral para cumplir, en circunstancias concretas de lugar y tiempo, la voluntad salvífica de Dios Padre que se cumplió plenamente en su Hijo Jesús. El Obispo es el responsable directo de la elaboración, ejecución y evaluación del Plan que debe ser integral y comprometer las fuerzas vivas de la comunidad creyente.
La confrontación entre la situación, la Palabra y la doctrina lleva a establecer un diagnóstico sobre los retos que la Iglesia debe enfrentar y las oportunidades para hacer efectivo el mandato de ir a hacer discípulos de Jesús.
Gracias a un mundo cada vez mas globalizado se puede descubrir en todas las Iglesias una realidad de fe muy semejante que lleva a un objetivo fundamental: emprender en todas partes una “Nueva Evangelización” para la transmisión de la fe. Se tiene la sensación de que muchos fieles han abandonado la fe de la Iglesia, atraídos por otras opciones religiosas o contagiados por un ambiente secularista desconocen a Dios y rechazan la Iglesia Católica. Ignorancia, cansancio, desaliento, indiferencia y rutina atacan el espíritu de presbíteros y fieles.El plan diocesano misionero no es una simple estrategia sino una acción del Espíritu. Se vive por excelencia en la parroquia que depende directamente del Obispo y que requiere una renovación, gracias a la acción entusiasta de presbíteros enamorados de Cristo. Las parroquias hoy, a pesar de muchas dudas, son fundamentales para una Nueva Evangelización, lo cual exige que dejen de ser sólo centros de servicios cultuales y administrativos para llegar a ser casas de la comunidad de cristianos y escuelas de discípulos misióneros. Las comunidades religiosas y los movimientos apostólicos, desde su propio carisma, han de unirse al Plan Diocesano Evangelizador.
Como Ordinario Militar, a nombre de los Obispados Castrenses de América Latina, quiero invitar a los Señores Obispos al cuidado pastoral evangelizador de los soldados y policías del mundo que son especialmente sensibles a la fe por la naturaleza de su servicio social a la paz, al orden y al bien común de los pueblos.

[00045-04.05] [IN024] [Texto original: español]

- S. E. R. Mons. José Elías RAUDA GUTIÉRREZ, O.F.M., Obispo de San Vicente (EL SALVADOR)

Mi intervención tiene como punto de referencia los números 69, 84 y 168 del Intrumentum Laboris, que señalan los obstáculos internos y externos para la Nueva Evangelización; uno de estos obstáculos lo constituye el mismo clero: pérdida del entusiasmo pastoral; disminución del impulso misionero; las celebraciones litúrgicas privadas de una profunda experiencia espiritual; la falta de alegría y de esperanza es tan fuerte que incide en la misma vida de nuestras comunidades cristianas ... (IL 69), y en los sacerdotes se debilita la vivencia de la fe y la caridad pastoral.
La Nueva Evangelización es propuesta en estos contextos como una medicina para dar alegría y vida, contra cualquier tipo de miedo (IL 69, 168). Esta exige realizar la formación sacerdotal de manera que tengamos sacerdotes formados integralmente, capaces de evangelizar el mundo de hoy, convencidos, y fervientes ministros de la Nueva Evangelización, servidores fieles y apasionados por Cristo, por su misión y salvación (cf. PDV 10). Para lograr este proposito el Seminario deberá ser escuela y casa para la formación de discípulos y misioneros, en donde los candidatos vivan la vida a ejemplo de la comunión apostólica en torno a Cristo Resucitado (DA, 316). Pero, ante todo, deberá ser el lugar donde se forme y promueva la vida de fe, y facilite en los seminaristas adquirir “el espíritu del Evangelio y una relación profunda con Cristo” (CIC, 244). Sólo una fe sólida y robusta, propia de los mártires y santos puede dar ánimo a tantos proyectos pastorales, suscitar la creatividad pastoral e impulsar las diócesis y parroquias, los sacerdotes y fieles, a que transmitan con un nuevo ardor a través y los nuevos medios de Comunicación social la fe cristiana y el Evangelio de Cristo (Mc. 16,16; EN 5).

[00046-04.04] [IN025] [Texto original: español]

- S. E. R. Mons. Dionisio LACHOVICZ, O.S.B.M., Obispo titular de Egnazia, Visitador apostólico para los fieles Ucranianos de rito bizantino residentes en Italia y España (ITALIA)

Mi ponencia trata del “fenómeno migratorio” de los fieles de las Iglesias “sui iuris”, especialmente de los que llegaron numerosos desde el Este europeo después de la caída del imperio soviético, como también de los del Oriente cristiano en general.Con esta inmigración aparecieron problemas y oportunidades, como se destaca en la sección “escenarios de la nueva evangelización” del Documento de trabajo. Como afirma este documento, la inmigración es una oportunidad, también dentro de la Iglesia católica en su componente mayoritaria de rito latino “para comprender con mayor profundidad los modos con los cuales la fe cristiana expresa la religiosidad del ánimo humano. Al mismo tiempo enriquece el patrimonio religioso de la humanidad con la singularidad de la fe cristiana” (Documento de trabajo 67) y admite, justamente, que “el encuentro y el intercambio de dones entre las Iglesias particulares, con la posibilidad de recibir energías y vitalidad de fe de las comunidades cristianas inmigradas” (n. 70), como también el testimonio del “espíritu [de] la riqueza incalculable de los signos del martirio vivido en primera persona” (n. 75).
Como visitador apostólico para los fieles greco católicos ucranianos presentes en Italia y España puedo constatar el maravilloso recibimiento fraterno ofrecido por parte de la Iglesia católica latina a estos fieles, abriendo el espacio de las propias iglesias, proveyendo a la asistencia con sacerdotes del mismo rito, prestándoles asistencia social, lo que para muchos de estos fieles fue también una oportunidad para volver a descubrir la propia fe.
No obstante esto, en algunas realidades, a veces sin darse cuenta, con el comprensible intento de promover la integración de los inmigrantes en el tejido social y eclesial del país de acogida, esta integración eclesial de los fieles pertenecientes a las Iglesias sui iuris puede volverse problemática, porque puede dar a lugar a un proceso de latinización muy dañino para los fieles mismos como, por otra parte, lo atestiguan hechos históricos muy dolorosos, que registran también el pasaje de estos fieles a otras confesiones no católicas, o bien el abandono de la propia fe.

[00049-04.03] [IN026] [Texto original: italiano]

- S. E. R. Mons. Catalino Claudio GIMÉNEZ MEDINA, dei Padri di Schönstatt, Obispo de Caacupé, Presidente de la Conferencia Episcopal (PARAGUAY)

La presencia de María -en sus innumerables advocaciones- en la Primera Evangelización en América Latina y el Caribe ha sido fundamental.
Como Madre de la Iglesia no la podemos soslayar en la N.E. en su calidad original de Portadora de la Palabra y del Espíritu, transmitiendo gozo.
La Visitacion resalta: 1) la figura de María como la primera mujer laica misionera con participación activa protagónica (DA, 364). 2) La reacción de María al instante: escucha la Palabra y se pone en acción (Lc. 8,19-21; 11,27s). 3) Su permanencia con Isabel habla de amor, paciencia, dedicación y espíritu de servicio (Lc. 1, 56). 4) Cómo María visita hoy a sus hijos, transmitiendo a Cristo (DA, 553s). 5) Una N.E. con obras, y no sólo con palabras, con su estancia de tres meses posibilitó un encuentro prolongado de Isabel y su entorno familiar con la Palabra hecha carne en la cotidianeidad. 6) Un modelo sencillo (paradigma) de una nueva Iglesia en Misión Permanente, que se presenta más maternal, más acogedora, más humilde, pobre y servicial, en medio de sus hijos, en camino con el Pueblo de Dios, enseñando a vivir en Comunión (DA,362).
Hoy María es la protagonista de una Nueva Visitación, a los hogares de nuestros pueblos. Esta Nueva Visitación será bien acogida, a semejanza de la reacción de Isabel que con humildad y goze salió a recibir a María, preguntándose “quien era ella para que viniera a visitarla la Madre de su Señor” (Lc. 1,43). Las personas que visitan casa por casa ya están siendo bien recibidas en aquellas parroquias donde se realiza la Misión Permanente con esa modalidad (DA, 550). 5) La Palabra hecha carne va de casa en casa. Esta es la imagen de la N.E., producto de la Conversión Pastoral: la Iglesia como Madre, va al encuentro de sus hijos dispersos (DA, 370). Este método trae un nuevo ardor. Es una expresión eclesial que despierta mucha vida. Es como una onda expansiva, que sola se abre camino en los barrios.

[00050-04.05] [IN027] [Texto original: español]

- S. E. R. Mons. Claude DAGENS, Arzobispo de Angoulême (FRANCIA)

Este Sínodo es una ocasión favorable para responder a la pregunta decisiva de Jesús a sus discípulos: “¿Qué buscáis?”.
Buscamos ser más numerosos, reunir más fieles en la Eucaristía, manifestar con más fuerza la presencia católica en nuestras sociedades secularizadas.
Pero no nos conformamos con estas perspectivas de cantidad. Estamos llamados también a un trabajo interior de renovación de nuestra vida cristiana, que comporta tres exigencias:
Primera exigencia: un acto de discernimiento sobre este tiempo en el que vivimos. Son tiempos de prueba para la misión cristiana debido a los efectos de la secularización. Pero, en medio de las pruebas, vemos manifestadas también expectativas espirituales sobre cuestiones de vida y muerte. A ellas debemos dar respuesta.
Segunda exigencia: comprometerse para progresar en nuestro conocimiento de Dios vivo, purificando nuestra fe de cuanto la recarga, osando hablar a Dios de los otros que encontramos, antes de hablar a éstos de Dios.
Tercera exigencia: comprender que el objetivo de la Iglesia no es la misma Iglesia, sino el encuentro de los hombres con el Dios vivo. No se trata sólo, por tanto, de estar presentes en el mundo, sino de ser de Cristo para el mundo.
Estas tres exigencias han sido profundizadas y puestas en práctica por Madelein Delbrêl, una francesa que ha comprendido a qué nos compromete una nueva evangelización.

[00051-04.04] [IN028] [Texto original: francés]

AUDICIÓN DE LOS DELEGADOS FRATERNOS (I)

Ha intervenido el siguiente Delegado Fraterno:

- S. E. Simo PEURA, Obispo de Lapua (FINLANDIA)

Publicamos a continuación el resumen de la intervención del Delegado fraterno:

- S. E. Simo PEURA, Obispo de Lapua (FINLANDIA)

1. El papel de la cristiandad está cambiado sorprendentemente en los países cristianos. Por lo tanto, el tema del Sínodo de los Obispos, la Evangelización, es crucial para todas las iglesias cristianas. Reconocemos la necesidad de una renovación de la iglesia y de sus miembros en comunión también con las iglesias luteranas. Tenemos sed de vida espiritual fresca y de una nueva fortaleza en la fe. Por este motivo, agradecemos la oportunidad de estar con ustedes en este camino, en el cual encontraremos juntos la alegría de creer.
2. La fe cristiana es un encuentro entre el ser humano y Jesucristo. Cuando la Iglesia proclama el Evangelio y se ocupa de los sacramentos, crea la posibilidad de este encuentro de personas. Este encuentro personal con Jesucristo a través de su Espíritu nos transforma: afecta a la metanoia en nosotros; nos hace partícipes de la vida divina; crea en nosotros amor hacia los otros cristianos y el mundo que sufre; nos une y nos llama a ser testigos para Cristo y su misericordia. Ha sido muy alentador ver la fuerza con la que el Documento de estudio del Sínodo resalta le lectio divina y la escucha de la Palabra de Dios. Es “para ambos, el creyente y la Iglesia, un sencillo pero poderoso medio de evangelización y renovación en la gracia de Dios” (cf. IL 28-32, 97).
3. El Instrumentum laboris nos llama a volver a las bases y nos guía en este sentido. Uno de las bases de la fe cristiana es el sacramento del bautismo.
El mundo actual nos desafía a defender el bautismo como la base firme de la vida cristiana. El bautismo y la fe nos unen a Cristo y a la Iglesia. Por esta razón, nos entristecemos al ver que muchos padres bautizados no llevan a sus hijos al bautismo y a Cristo. Es nuestro objetivo común hablar en nombre del bautismo de los niños, animando a los padres cuando dudan.
4. El Catecismo de la Iglesia Católica fue publicado hace viente años. Incluye cuatro partes principales: el Credo, los sacramentos, los mandamientos y la Oración al Señor (100). El Sínodo debe también debatir sobre cómo plantear un programa de catequesis, que es la base, que permite transmitir íntegramente los elementos centrales de la fe (104). Estas fueron exactamente las cuestiones a las que se enfrentó Martín Lutero hace casi 500 años.
Él creó el Pequeño y el Gran Catecismo, en el cual los capítulos principales fueron los mismos que en el Catecismo de la Iglesia Católica. Desde entonces, nosotros los luteranos, hemos actualizado los catecismos. Sin embargo, por ejemplo en mi propia iglesia, el nuevo catecismo corresponde al de Lutero. Los elementos centrales de la fe cristiana están explicados de forma breve pero completa y se aprenden de memoria. El modo fundamental para leer y comprender la fe cristiana y el dogma es el modo espiritual.
5. El Instrumentum laboris enfatiza la unión de fe y amor, si queremos evangelizar el mundo. “Como la fe se manifiesta en el amor, así el amor sin fe es, sencillamente, filantropía. Para los cristianos, fe y amor son esenciales el uno para el otro; el uno sostiene al otro” (123). Estoy muy agradecido de que en este punto, p.ej., en la doctrina de la justificación, los cristianos católicos y luteranos hayan alcanzado un consenso para que ya no nos tengamos que condenar unos a otros. La Declaración Conjunta nos obliga a dar un testimonio único, para que el mundo pueda creer y que nuestro seguimiento de Cristo sea creíble. “Lo que une a los Cristianos es más fuerte que lo que los divide” (125).
6. Sólo una Iglesia que sea misionera es también una Iglesia viva en el futuro. Es fácil estar de acuerdo con el Papa Benedicto XVI cuando dice que “todas las Iglesias presentes en los territorios tradicionalmente cristianos necesitan un renovado impulso misionero” (85). Desde un punto de vista luterano, ello incluye ser testigo de Cristo, pero también la diakonia y la defensa de la justicia. Ser consciente del hecho que la tarea misionera de la iglesia continúa, es el modo que nos llevará, con esperanza, a una renovación interna profunda.
El Concilio Vaticano II impulsó a muchas otras iglesias. Desde este Sínodo de los Obispos espero algo similar. Es mi deseo que pueda ofrecer un nuevo estímulo y dirección para la renovación en curso de la Cristiandad. “Auméntanos la fe” (Lc 17, 5), es nuestra oración común al Señor Jesús.
En nombre de la Federación Luterana Mundial les deseo a Ustedes y a este Sínodo de los Obispos la Bendición del Dios Trino.

[00069-04.04] [DF001] [Texto original: inglés]

INTERVENCIÓN DEL INVITADO ESPECIAL, DR. LAMAR VEST, PRESIDENTE DE LA AMERICAN BIBLE SOCIETY (ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA)

Este es un maravilloso momento para celebrar. La American Bible Society, la agrupación mundial Fellowship of United Bible Societies y la Iglesia Católica Romana están unidas. Trabajando juntos hemos dado pasos importantes - nuevas traducciones de la Biblia, nuevos programas de investigación bíblica y una renovación global de la práctica de Lectio Divina. Juntos hemos producido versiones en 10 lenguas de los eventos de evangelización Misión Metrópolis, llevados a cabo en 10 ciudades europeas. Juntos hemos abrazado la función fundamental y estimulante de la Palabra de Dios para su misión renovada en el mundo.
Nuestras esperanzas, nuestras oraciones y nuestros deseos son los de unirnos a vosotros para descubrir nuevamente el núcleo de la evangelización: la experiencia de la fe Cristiana - el encuentro con Jesucristo, Evangelio de Dios nuestro Señor para la humanidad - que nos transforma. Esa misión es fundamental para la causa de la Bible Society.
En esta nueva estación pido en mis oraciones nueva audacia y nueva escucha para vosotros y para nosotros - la evangelización nos invita a usar nuevos métodos y nuevos medios. Pero esto sigue siempre igual: la transmisión de la fe arraigada en el encuentro con Cristo a través de las Sagradas Escrituras y bajo la guía del Espíritu Santo. En lo más profundo de nuestro compromiso con la fe Cristiana, todos estamos de acuerdo en que la Palabra de Dios es el fundamento de nuestra labor común - el testimonio de Cristo en nuestro mundo.
También sé otra cosa: por mucho que nuestro mundo cambie, la historia de la Biblia, grande y magnífica sigue siendo nuestra mayor esperanza y aspiración. Es aquí que la poderosa exhortación de vuestro último Sínodo sigue resonando en mí cuando recuerdo la declaración del Papa Benedicto XVI, según la cual toda “relación personal y comunitaria con Dios depende del aumento de nuestra familiaridad con la Palabra divina.”
Que el Señor, Fuente de Toda Vida, nos done la gracia de ser Sus fieles mensajeros. Gracias.

[00070-04.05] [NNNNN] [Texto original: inglés]


 

 
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