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SYNODUS EPISCOPORUM
BOLETÍN

XIII ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA
 DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS
7-28 de OCTUBRE 2012

La nueva evangelizació para la transmisión de la fe cristiana


Este Boletín es solo un instrumento de trabajo para uso periodístico.
Las traducciones no tienen carácter oficial.


Edición española

22 - 18.10.2012

RESUMEN


- INTERVENCIONES “IN SCRIPTIS” DE LOS PADRES SINODALES

INTERVENCIONES “IN SCRIPTIS” DE LOS PADRES SINODALES

Mientras continúan hoy y mañana por la mañana los trabajos de los Círculos Menores (Sesión I, II y III) - para la redacción y aprobación por parte de cada Círculo Menor de los proyectos de textos para las Propuestas (las fórmulas de consenso sinodal en relación a algunos argumentos considerados importantes por los Padres sinodales, sugerencias ofrecidas al Santo Padre como fruto del trabajo sinodal) - publicamos las intervenciones “In Scriptis”, no pronunciadas en el Aula.

Los siguientes Padres sinodales han entregado sólo por escrito una intervención:

- S. E. R. Mons. Nicholas MANG THANG, Arzobispo Coadjutor de Mandalay, Administrador Apostólico "sede vacante et ad nutum Sanctae Sedis" de Hakha (MYANMAR)
- S. E. R. Mons. Anthony Fallah BORWAH, Obispo de Gbarnga (LIBERIA)
- S. Em. R. Card. Giuseppe VERSALDI, Presidente de la Prefectura para los Asuntos Económicos de la Santa Sede (CIUDAD DEL VATICANO)
- S. E. R. Mons. Joachim KOURALEYO TAROUNGA, Obispo de Moundou (CHAD)
- S. E. R. Mons. Basílio DO NASCIMENTO, Obispo de Baucau, Presidente de la Conferencia Episcopal (TIMOR ORIENTAL)
- S. E. R. Mons. Edward Hilboro KUSSALA, Obispo de Tombura-Yambio (SUDÁN)
- S. E. R. Mons. Menghesteab TESFAMARIAM, M.C.C.J., Obispo de Asmara (ERITREA)
- S. E. R. Mons. Rosario Saro VELLA, S.D.B., Obispo de Ambanja (MADAGASCAR)
- S. E. R. Mons. Charles MAHUZA YAVA, S.D.S., Obispo titular de Apisa mayor, Vicario Apostólico del Archipiélago de las Comoras (ISLAS COMORAS)
- S. E. R. Mons. Salutaris Melchior LIBENA, Obispo de Ifakara (TANZANIA)
- S. E. R. Mons. Virginio Domingo BRESSANELLI, S.C.I., Obispo de Neuquén (ARGENTINA)
- S. E. R. Mons. Kieran Thomas CONRY, Obispo de Arundel y Brighton (GRAN BRETAÑA)
- S. E. R. Mons. György UDVARDY, Obispo de Pécs (HUNGRÍA)
- S. E. R. Mons. John Olorunfemi ONAIYEKAN, Arzobispo de Abuja (NIGERIA)
- S. E. R. Mons. Gerard Tlali LEROTHOLI, O.M.I., Arzobispo de Maseru, Presidente de la Conferencia Episcopal (LESOTO)
- S. E. R. Mons. John Ebebe AYAH, Obispo de Ogoja (NIGERIA)
- Rev.do P. Gregory GAY, C.M., Superior General de la Congregación de la Misión (Lazaristas)
- S. E. R. Mons. Otto SEPARY, Obispo de Aitape (PAPÚA NUEVA GUINEA)

Publicamos a continuación el resumen de las intervenciones no pronunciadas en el Aula, entregadas por escrito por los Padres sinodales.

- S. E. R. Mons. Nicholas MANG THANG, Arzobispo Coadjutor de Mandalay, Administrador Apostólico "sede vacante et ad nutum Sanctae Sedis" de Hakha (MYANMAR)

El término “Evangelización” se refiere a todo aspecto de la actividad de la Iglesia. Es cierto que la verdadera naturaleza de la Iglesia es misionera en sí misma y se orienta hacia la Misión de Jesucristo y la Misión del Espíritu Santo, según el plan de Dios Padre (Ad Gentes 2; Lumen Gentium 2). Por tanto, el envío de su Hijo como Salvador del mundo es el plan del Padre (1 Jn 4, 14), su empresa (Lc 2, 49) y su mandamiento (Jn 15, 10). No es de extrañar que Cristo dijera que su alimento era hacer la voluntad del quien (Padre) le envió y completar su labor (Jn 4, 34) y no creer en Él si no hiciera la labor de su Padre (Jn 10, 17). Cristo fue testimonio también a través de sus obras y acciones, conferidas a Él por su Padre para que las llevara a cabo como signo seguro de que su Padre le había enviado (Jn. 5, 3637).
Todo el propósito del ministerio de Cristo, su primera evangelización del mundo fue su Misión, la labor encomendada por el Padre para restablecer todas las cosas en Cristo, y así devolver a los hijos perdidos a su Padre celestial mediante el perdón de los pecados, a través del sacrificio de la Cruz. Es decir, dar a todos los hombres la posibilidad de decir con todo su ser “Padre Nuestro”, cosa para nosotros imposible de hacer desde la caída, y así restaurar para nosotros todo lo que a través de la caída habíamos perdido, otorgándonos un lugar en la familia de Nuestro Padre, en una palabra, la capacidad de volver a ser hijos adoptivos de Dios, por lo que seremos capaces de gritar “Abba” (Padre). En esto, el amor compasivo del Padre ha manifestado en toda su perfección que Jesús siempre fue consciente de su Padre y de su responsabilidad de ser el Salvador del mundo durante su vida terrena llegando, incluso, para llevar a cabo plenamente la Misión del Padre, al sufrimiento y la muerte en la cruz (Jn 16, 28; Jn 18, 11). Él completó la Misión de su Padre con estas palabras: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (cf. Lc 23, 34; 46).
En Asia, especialmente en el sudeste asiático, donde la mayoría de la población es budista, la evangelización es difícil y la conversión es muy lenta. Esto puede ser causado por dos corrientes principales ideológicas o culturales que son: 1) la nacionalidad, la cultura y la religión se identifican como una sola cosa y 2) la crucifixión y la muerte violenta de una persona imposibilitan que se le considere como Dios, Salvador y portador de la Buena Nueva y, por tanto, debido a la tradición budista y su creencia en la teoría de la rencarnación, no se le puede considerar una persona buena, santa y virtuosa,. En línea con el mensaje profético está el papel y la espiritualidad de Santa Teresa de Lisieux, quien en este siglo XXI es la Santa Patrona de las Misiones y Doctora del Amor al Padre, a Jesús y a la Iglesia. Ha llegado el momento en que la Iglesia profundice la espiritualidad teológica orientada a la Misión de Santa Teresa, quien derramó una nueva luz sobre uno de los conceptos católicos más antiguos y fundamentales: Dios es nuestro Padre amoroso y compasivo, que nos cuida y se preocupa de las necesidades tanto espirituales como materiales de todos los seres humanos sin distinción de raza, color, religión, como también de todos los otros seres de la creación (Mt 6:26; Lc 11:11-12).

[00339-04.02] [IS001] [Texto original: inglés]

- S. E. R. Mons. Anthony Fallah BORWAH, Obispo de Gbarnga (LIBERIA)

Desde su establecimiento en Liberia en 1906, la Iglesia Católica ha presentado a Jesús como la Buena Nueva de la salvación desde el púlpito, a través de los diálogos religiosos y diplomáticos y el establecimiento de servicios para la salud, la educación, los derechos humanos y los medios de comunicación, entre otros. También ha sido una voz profética que alertaba a la gente sobre el inevitable conflicto civil si no se respetaban los derechos de la población. Durante la guerra siguió teniendo un papel a través de instituciones como la Comisión Justicia y Paz, la Radio Católica Veritas, la Caritas y otros servicios. Las palabras del Santo Padre en Ouidah, Benín, son relevantes para la evangelización en la Liberia de pos guerra: “La nueva evangelización presume que los cristianos están reconciliados con Dios y entre ellos .... Los fieles también promocionarán la justicia… en las sociedades africanas divididas y amenazadas por la violencia y la Guerra, pero también hambrientas y sedientas de verdadera justicia” (cfr. AFRICAE MUNUS). Hoy, los liberianos están hambrientos y sedientos de verdadera justicia, paz y reconciliación y, también, de la verdad, que sigue siendo la gran víctima. La nueva evangelización llama a la Iglesia a plantear también cuestiones sobre la reconciliación, la paz y la justicia, pues son el punto de partida crucial y una oportunidad para el Evangelio. Enfoques prácticos de la evangelización, en especial la caridad, han visto a mucha gente convertirse a la Iglesia Católica. Algunos convertidos pidieron a Nuestra Señora ayuda para ellos y sus familias durante la guerra. Por eso, la devoción a Nuestra Señora ha aumentado incluso entre algunos no católicos que con solicitud se unen a los católicos durante las novenas marianas, las peregrinaciones y las procesiones. Mientras este Sínodo saluda a la Beata Virgen María como la “Estrella de la Nueva Evangelización”, se necesita sacar provecho de su gran sabiduría, sobre todo en las apariciones probadas como Fátima, pues sus mensajes pueden ser relevantes para la nueva evangelización.

[00335-04.02] [IS002] [Texto original: inglés]

- S. Em. R. Card. Giuseppe VERSALDI, Presidente de la Prefectura para los Asuntos Económicos de la Santa Sede (CIUDAD DEL VATICANO)

Como Cristo ha enseñado, el anuncio del Evangelio debe ir siempre acompañado de la credibilidad de quien lo anuncia, poniendo en práctica el mensaje que proclama. Ello se refiere también al modo con el que la Iglesia utiliza los bienes temporales necesarios para su misión espiritual. Tres observaciones a propósito de la actualidad de este tema:
1) Existe una real dificultad para encontrar el justo equilibrio entre las exigencias prioritarias del fin espiritual y las técnicas con las cuales los bienes materiales son tratados por las administraciones eclesiásticas pues estas técnicas están dictadas por el mundo y, a menudo, pueden estar en contraste con el fin religioso. El resultado es la posibilidad de que quienes administran los bienes eclesiásticos cometan errores, hacia los cuales debe prevalecer en la Iglesia la presunción de buena intención y de honestidad hasta que no se demuestre lo contrario, más que la acusación de interés o de poder personal propia de los que denigran a la Iglesia.
2) En los posibles casos de mala administración de los bienes eclesiales, como terapia debe valer en la Iglesia la medicina evangélica de la corrección fraterna. Antes de la denuncia ante las autoridades, debe ser válida la confrontación personal para dar la posibilidad de arrepentimiento y reparación. Transparencia no significa automáticamente hacer público el mal que lleva al escándalo. Sólo si no hay conversión se debe recurrir a las autoridades competentes, las cuales tendrán la tarea de verificar las acusaciones sin que éstas ya estén consideradas pruebas de mala administración.
3) Hay una necesidad en positivo de que la Iglesia comunique mejor como se utilizan los bienes que posee y que están al servicio de la evangelización y de la promoción humana en todo el mundo. No se trata de exponer el mal que se hace, sino de dar testimonio de la gran caridad presente en la Iglesia que debe resplandecer como luz que ilumina el mundo.

[00336-04.02] [IS003] [Texto original: italiano]

- S. E. R. Mons. Joachim KOURALEYO TAROUNGA, Obispo de Moundou (CHAD)

El contexto de la Iglesia en Chad lo describe muy bien el logo del Año de la Fe. Diversos decenios de guerras y la pobreza han terminado por crear entre la gente un sentimiento de impotencia y de inseguridad, verdadero terreno favorable el nacimiento y la proliferación de fenómenos como: la brujería, la adivinación, el alcoholismo y las sectas. Pero también una presencia vida de Cristo.
En un contexto como éste la cuestión fundamental es: ¿podemos anunciar el Evangelio a gente a la cual la historia le ha dejado un profundo sentimiento de impotencia y desamparo? El n. 21 del Instrumentum laboris parece sugerirnos la respuesta.
Es difícil anunciar a Jesucristo a gente traumatizada que ya no confía en nadie. El nomadismo religioso, forma práctica del relativismo, lo demuestra. Ante este relativismo la tentación de caer en el desaliento es grande. O donde el nuevo evangelizador encontrará la fuerza necesaria para llevar adelante su misión.
El capítulo 13 del evangelio de Mateo nos propone a Jesús como modelo mediante cuatro parábolas. La parábola del sembrador; la parábola del trigo y la cizaña; la parábola del grano de mostaza y la parábola de la levadura. La parábola no es sólo un lenguaje adaptado para hacer comprender lo que es complicado. Las cuatro parábolas revelan las actitudes evangelizadoras de Jesús que son: el principio de no discriminación, la serenidad y la confianza.
El principio de la no discriminación: el Evangelio debe anunciarse a todas las naciones, sin prejuzgar la posibilidad de su acogida o rechazo. La Iglesia debe ser el sembrador. Es todo. La serenidad: el mundo se ha convertido en una tienda religiosa e ideológica. Es necesario, por lo tanto, que el nuevo evangelizador acepte serenamente el pluralismo como un terreno de proclamación de Cristo. La confianza: la fe obedece a la ley de “incógnito”. El nuevo evangelizador debe creer que el Evangelio que es anunciado producirá su efecto.
Que pueda este Sínodo aportar a la Iglesia la alegría de proclamar con serenidad y confianza el Evangelio de Cristo a todas las naciones. Amen.

[00337-04.02] [IS004] [Texto original: francés]

- S. E. R. Mons. Basílio DO NASCIMENTO, Obispo de Baucau, Presidente de la Conferencia Episcopal (TIMOR ORIENTAL)

Timor es una pequeña isla, situada entre Australia e Indonesia. Dividida en dos por Holanda y Portugal, la mitad occidental forma hoy día parte de Indonesia, y la mitad oriental tiene la independencia desde hace diez años, convirtiéndose en el primer país independiente del siglo XXI, con 18.000 km2 de superficie y 1.150.000 habitantes. La edad media de la población es 26 años. Desgraciadamente aunque haya muchos recursos naturales, demasiados dicen los especialistas, la población es aún muy pobre.
Desde el punto de vista de la Iglesia, el 97% de la población es católica, con 3 diócesis. La Conferencia Episcopal sólo tiene 6 meses de existencia. El 3% restante está constituido por protestantes, hinduistas, budistas, musulmanes y algunos « neutros ».
La Iglesia en Timor Este es muy floreciente. La población vive con sencillez, pero con una gran convicción su fe en Jesucristo, empezando incluso por los miembros del gobierno que no tienen problemas en testimoniar públicamente su fe, a pesar de lo que está escrito en la Constitución del país. Podemos decir que sentimos una gran alegría y un gran orgullo, un santo orgullo, de ser una nación que cree en Jesucristo y que pertenece a la Iglesia Católica en plena Asia, si bien no entendemos bien aún los desafíos que ello implica. Es como una afirmación de identidad. Las Filipinas y Timor Este son casos incomprensibles en lo que concierne a la Iglesia Católica en Asia.

[00338-04.02] [IS005] [Texto original: francés]

- S. E. R. Mons. Edward Hilboro KUSSALA, Obispo de Tombura-Yambio (SUDÁN)

En el contexto de un Sudán dividido en dos estados y de África en su conjunto, la evangelización cobra fuerza si toma seriamente en consideración a las personas a las que va dirigida, usando su lengua, sus signos y símbolos; respondiendo a las preguntas que hacen, y tocando de este modo su vida diaria.
Por esta razón, este Sínodo nos abre los ojos y debe partir de los siguientes puntos:
1) Los agentes de la evangelización primero de todo necesitan convertirse, examinando detenidamente su vida y sus funciones administrativas.
2) Como evangelizadores necesitamos ser dinámicos y valientes en nuestro ministerio de evangelización. Nuestra misión requiere ante todo que creemos en el seno de la Iglesia una estima mutua, veneración y armonía, y que aceptemos toda legítima diversidad. ¿Qué tipo de evangelización podemos proponer para la gente de los dos estados de Sudán y de África en su conjunto sino la teología de la paz?
El nacimiento de Sudán del Sur fue acogido con gran júbilo; principalmente los años de la esclavitud, la persecución de los cristianos y la opresión han quedado atrás, pero también las esperanzas de un nuevo comienzo de desarrollo y el suministro de los servicios esenciales. De hecho, los dos estados de Sudán y el resto de las naciones africanas se enfrentan a enormes desafíos como la construcción de la nación, curar las heridas de nuestro doloroso pasado y presente, responder a las expectativas de nuestros pueblos, oponernos a los inversores internacionales, a quienes no les importa la seguridad y el bienestar de los nativos.
3) La nueva evangelización se debe centrar en la espiritualidad de vida: Yo soy la vida eterna. Debe afrontar los males sociales y promover la dignidad de todo ser humano.
4) La nueva evangelización en un continente como África, y en cualquier parte del mundo donde hay recursos naturales, requiere una teología de la naturaleza, para difundir la cultura de la protección del medio ambiente contra los malos inversores. Tenemos estos recursos naturales desde hace siglos, una eternidad. Han encendido sueños de riqueza y alimentado guerras. En el pasado estos sueños provocaron centenares de años de colonialismo, caracterizados por políticas de pauperización del país vecino, de las que África es víctima y, en el mundo moderno, han dado vida a una realidad debilitante, la maldición de los recursos, de la cual muchos países africanos son un triste ejemplo. La maldición de los recursos concierne a los países que deberían ser ricos porque poseen abundantes recursos naturales, pero en realidad son pobres. Estas observaciones deben ser un punto de partida para una verdadera evangelización que salve la vida y preserve la paz.

[00268-04.05] [IS202] [Texto original: inglés]

- S. E. R. Mons. Menghesteab TESFAMARIAM, M.C.C.J., Obispo de Asmara (ERITREA)

En la apertura de la Segunda Asamblea para África del Sínodo de los Obispos el Santo Padre nos ponía en guardia contra dos virus que nos están atacando abiertamente, con la intención de debilitar la fe cristiana en todo el continente africano, a saber: el secularismo y la proliferación de las sectas religiosas. Esto es muy cierto, porque cada uno de estos virus lleva al relativismo y al fundamentalismo, respectivamente. Por tanto, es importante que en nuestro programa de nueva evangelización identifiquemos sus raíces y curemos todo lo que se ha visto afectado dentro de nosotros: nuestras familias, parroquias y diócesis. Son enemigos declarados de nuestra fe y lo sabemos. Pero ¿de dónde vienen? ¿Estamos seguros de que no brotan de nuestra mediocridad y nuestra vida incoherente como seguidores de Jesucristo? Muchos de quienes han quedado decepcionados por esta incoherente forma de vivir nuestra fe —nosotros que nos declaramos buenos cristianos— pueden haber elegido seguir el camino del relativismo-indiferentismo o del emocionalismo y del fundamentalismo. Si fuésemos un poco más coherentes y creíbles en nuestra vida cristiana, no sólo evitaríamos que las personas abandonasen la Iglesia visible, sino que además seríamos capaces de atraer a numerosos nuevos miembros, como los primeros cristianos de los Hechos de los Apóstoles, que “acudían diariamente al templo con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y gozando de la simpatía de todo el pueblo. Por lo demás, el Señor agregaba al grupo a los que cada día se iban salvando” (Hch 2, 46-48).
Uno puede ser perfectamente religioso y , al mismo tiempo, carecer de fe. Naturalmente, este es el tercer, y más urgente, desafío para nosotros, que deseamos emprender el camino de la Nueva Evangelización. Si realmente queremos ser sinceros con nosotros mismos, debemos admitir que no somos coherentes con lo que profesamos. Este era, y sigue siendo, el mayor enemigo de nuestra fe. Por esta razón, al final del Sermón de la Montaña, en el Evangelio de San Mateo, Jesús nos dice claramente: “No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que haga la voluntad del Padre mío que está en los cielos.” (Mt 7, 21). A la hora de transmitir la fe cristiana con la Nueva Evangelización debemos asegurarnos de que el pueblo escuche la Palabra de Dios y la siga con fidelidad. Debemos erradicar esta actitud mediocre en nosotros mismos y en nuestras comunidades.

[00281-04.05] [IS220] [Texto original: inglés]

- S. E. R. Mons. Rosario Saro VELLA, S.D.B., Obispo de Ambanja (MADAGASCAR)

Madagascar, África, es un país joven y la Iglesia en África y Madagascar es una iglesia joven. Conocemos la importancia del anciano en las comunidades patriarcales. Es el anciano quien transmite los valores, las costumbres... El anciano habla y dice la última palabra. ¡Pero el artífice del cambio es el joven! Nosotros, como Iglesia y como obispos, educamos y enseñamos. Pero quien enseña debe ser capaz también de aprender. Los jóvenes, ¿nos pueden enseñar?
1. En Madrid, durante la vigilia hubo una verdadera tempestad y una lluvia cerrada que no descorazonó a los jóvenes, los cuales, empapados, permanecieron en silenciosa adoración. Su Santidad Benedicto XVI dijo de ellos: “Vuestra fuerza es más grande que la lluvia”. Los jóvenes pueden enseñar a la Iglesia y a nosotros, obispos, el coraje y la fuerza.
La nueva evangelización necesita evangelizadores valientes. Se diría que la barca de Pedro se encuentra en medio de una tempestad. Dejémonos guiar por el viento del Espíritu Santo y no nos quejemos si da la impresión de que las olas nos van a hundir. Al revés, deberíamos preferir estos riesgos antes que navegar en aguas estancadas que sólo nos dan falsa seguridad.
2. Cuando los jóvenes dialogan les gusta estar siempre al mismo nivel del interlocutor. Los jóvenes deben enseñarnos humildad. Muchas veces nos presentamos al mundo como orgullosos maestros de una verdad que pensamos poseer sólo nosotros, olvidándonos en cambio de que somos peregrinos débiles y cansados en busca de la verdad. En el diálogo interno de la Iglesia, en el diálogo ecuménico, en el diálogo interreligioso, en el diálogo con las grandes religiones o con las personas de otros credos, ¿no deberíamos tener esta actitud humilde?
3. Los jóvenes nos enseñan la alegría.
Una alegría que es, ante todo, interior porque viene de Dios, pero que se expresa también exteriormente. Los jóvenes nos piden una liturgia más alegre, más participativa, más conforme a su vida, una liturgia de cantos y de danzas. Nos piden una moral exigente pero no negativa; una moral que libere a los jóvenes de la esclavitud del egoísmo, del relativismo, del hedonismo y que llene sus corazones. Los jóvenes nos piden una fe no intelectual, sino vital. Una fe que desde la mente llegue al corazón.
4. Los jóvenes son muy propensos a trabajar juntos y compartir las experiencias, ayudándose entre ellos. Los jóvenes nos enseñan la Espiritualidad de Comunión. Es una conversión, un cambio de mentalidad.
5. Los jóvenes nos enseñan el amor a la Cruz.
La Cruz es el signo de un amor infinito, de un amor que no teme la muerte sino que da la vida por aquellos que se aman. La Cruz es signo de una victoria sobre el mal personal y el mal del mundo. La Cruz es “nuestra gloria, salvación y resurrección”. Ave, Crux Spes Unica.
Nos lo han enseñado todos los santos; quiero sólo recordar a los dos jóvenes presentados como modelos por el Papa este año: Pier Giorgio Frassati (“La vida es alegría también a través del sufrimiento”) y Chiara Luce Badano (refiriéndose a su enfermedad: “Si tú quieres, Jesús, también yo lo quiero”).

[00295-04.09] [IS221] [Texto original: italiano]

- S. E. R. Mons. Charles MAHUZA YAVA, S.D.S., Obispo titular de Apisa mayor, Vicario Apostólico del Archipiélago de las Comoras (ISLAS COMORAS)

Mi intervención se centra en los puntos 64, 91 y 111 del Instrumentum Laboris. En el punto 91 se lee: “No se puede transmitir el Evangelio sin tener como base una vida que sea modelada por el Evangelio, es decir, que en ese Evangelio encuentre su sentido, su verdad y su futuro”. Es decir, que llevamos a cabo la evangelización ante todo mediante el resplandor de nuestra fe, de nuestra vida de creyentes en Jesucristo, que es Amor. Este amor de Dios es lo que transforma nuestra vida desde dentro. Los signos de la fe que transmitimos se convierten así en un mensaje que evangeliza. Al venir de un país en el cual el 99,9 % de la población es musulmana y en el cual el Islam es la religión de Estado, el término evangelización para los demás significa proselitismo. Por consiguiente, nuestra Iglesia es una presencia silenciosa, pero que da testimonio. Nuestra fe habla por nuestras obras de amor y nuestra vida a veces hace que surja la pregunta: ¿por qué hacéis todo esto por nosotros? O bien: vosotros hacéis muchas cosas buenas por nosotros, es una pena que... Por otra parte, el proselitismo está estrictamente prohibido. La única voz para expresar nuestra fe son los signos del amor. La manifestación de este amor es verdaderamente evangelizadora. En cuanto al diálogo interreligioso, en nuestra situación, se nos considera como unos kafir, una palabra árabe con connotaciones despreciativas que designa un pagano, un no creyente, un ingrato, o incluso un infiel. Más que aceptarnos, nos toleran. La religión cristiano-católica se considera la religión de Occidente. Por consiguiente, entablar un diálogo interreligioso es casi inadecuado, puesto que no estamos a un mismo nivel. Sin embargo, parafraseando al Papa Pablo VI, la Iglesia existe para evangelizar, esa es su vocación y su identidad profunda. Y sabemos bien que el Espíritu insufla y nadie conoce sus caminos. Por eso, la única posibilidad que aprovechamos, que da un primer paso para entrar en contacto y que podría abrir ese diálogo, es la amistad. De hecho, con esta relación de amistad estamos convencidos de que aprendemos quién es el otro y el otro también descubre quiénes somos nosotros. Estas relaciones de amistad son posibles y existen. Allí descubrimos que el Islam, en sí, es tolerante. El fanatismo y el fundamentalismo son lo que le da otra imagen. Sin embargo, para el mantenimiento de la fe que representa la pequeña minoría que somos, diría que es como una gota de agua en el océano índico: no puede moverlo. Por eso, la pista explorada es la familia, célula básica del cuerpo y lugar privilegiado para un evangelización en profundidad. Un problema que nos preocupa es el de los católicos casados con musulmanes. Este problema concierne especialmente a las mujeres católicas que se han casado con hombres musulmanes. En general, el marido o la familia política las obliga a dejar de practicar su religión e incluso a convertirse al Islam. Muchas de ellas acaban por no practicar ninguna religión.

[00296-04.06] [IS222] [Texto original: francés]

- S. E. R. Mons. Salutaris Melchior LIBENA, Obispo de Ifakara (TANZANIA)

En la región de la AMECEA (Asociación de Miembros de las Conferencias Episcopales en África Oriental), los jóvenes constituyen el grupo más numeroso de la población cristiana. Muchos de ellos viven marcados por la incertidumbre, el miedo, la impotencia, la desesperación y la falta de esperanza a causa de los desafíos sociales, económicos y políticos que deben afrontar. Sin embargo, la Iglesia no es capaz de prepararlos de modo adecuado para que hagan frente a las problemas que les plantea el mundo actual.
Por otra parte, los jóvenes tratan de conocer y comprender su relación con Cristo. Tratan de encontrar su lugar y su papel en la vida de la Iglesia. No como espectadores, sino como verdaderos protagonistas, dentro de los límites de su propio mundo y sus experiencias de vida. A pesar de los esfuerzos por mejorar el ministerio pastoral de los jóvenes, todavía son muchos los que se alejan de la Iglesia.
Es preciso elaborar unas propuestas de fe dinámicas y relevantes para el ministerio de los jóvenes y, al mismo tiempo, reforzar el apostolado y la animación de los movimientos juveniles existentes. Cada parroquia tiene que contar con la presencia de movimientos y asociaciones juveniles que ayuden a los jóvenes a discernir el espíritu de Dios. Hay que nombrar a capellanes idóneos para los jóvenes, a fin de que les acompañen en todas las etapas de su crecimiento humano y espiritual. En todos los programas de los institutos de enseñanza se debe proponer regularmente la fe. Al ser un grupo que debe afrontar cambios muy rápidos en la sociedad, es necesario intensificar el apostolado de los medios de comunicación.
En todos los rincones del planeta los jóvenes son el futuro de la Iglesia y, por tanto, deben ocupar un lugar destacado en todos los programas de evangelización. Está claro que el cuidado pastoral de los jóvenes debe formar parte del plan pastoral en todas las parroquias y diócesis, con objeto de que la juventud pueda descubrir a una temprana edad el valor del don de su ser, que es un medio esencial para que una persona alcance la madurez. Todos tenemos una tarea que desempeñar a la hora de atraer a los jóvenes hacia Cristo y de edificar el Reino de Dios. El modo más eficaz es mediante el testimonio personal, la amistad, las celebraciones sacramentales, la oración y las actividades de grupo. Por eso, no tenemos otra elección como Iglesia que la de tomar en serio la cuestión de los jóvenes y la fe.

[00297-04.05] [IS223] [Texto original: inglés]

- S. E. R. Mons. Virginio Domingo BRESSANELLI, S.C.I., Obispo de Neuquén (ARGENTINA)

La CONVERSIÓN PASTORAL debe entenderse como un proceso y un itinerario de la comunidad cristiana en su totalidad y pluralidad que, abierta a los signos de nuestro tiempo, está llamada a testimoniar en el mundo el amor de Dios y la caridad fraterna, a hacer el anuncio de Jesucristo y a ofrecer la vida plena en Él.
Dicho en otras palabras, es una actitud de cada Iglesia Particular (cf. CD 11) que, en forma sinodal, en la unidad de todos sus miembros, y en las diversidad de carismas, vocaciones y ministerios, se compromete comunitariamente en una acción pastoral misionera, sintiéndose y actuando como cuerpo eclesial de Cristo que, en comunión con la Iglesia universal, se hace cargo de la misión que el Señor le confió. Se enraíza en dos pilares: la vocación universal a la santidad y la misión (cf. RM 90).
Convoca a la Iglesia a ubicarse pastoralmente en el espíritu y en los horizontes del Concilio Vaticano II. A saber: Mirar al mundo con fe, amor y compasión. - Optar cristológicamente por los pobres. La Iglesia es de todos, pero especialmente de los pobres - Apostar siempre al camino del diálogo, activo y propositivo - Impulsar la inserción plena de los laicos y laicas en todas las esferas del mundo y reconocerles una verdadera participación y corresponsabilidad eclesial, valorando profundamente el rol de la mujer en la transmisión de la fe. - Ejercer en su interior la autoridad como un servicio, a modo de Cristo servidor.
Esta conversión debe afectar a todos: Obispos, Presbíteros, Diáconos, Consagrados/as, Laicos/as. No puede haber conversión pastoral sin la conversión de los mismos pastores. - Pide a la Iglesia revisar la validez y la actualidad de sus estructuras pastorales, para verificar su inspiración evangélica y su eficacia evangelizadora (cf. NMI 44). Aparecida llama "estructura caduca" a toda aquella realidad pastoral que no facilita la evangelización sino que se vuelve un obstáculo para comunicar el don del encuentro con Cristo. La renovación misionera de la Iglesia compromete a todos y pide "abandonar las estructuras caducas que ya no favorecen la transmisión de la fe" (DA 365).
La conversión pastoral le pide a la Iglesia la capacidad y humildad de purificar constantemente su memoria; exige creatividad y parresía para descubrir los nuevos paradigmas de la evangelización en una sociedad que cambia sus puntos referenciales. Es una gracia que debemos pedir en la oración al Espíritu Santo, que es el protagonista principal de la Evangelización.

[00298-04.05] [IS224] [Texto original: español]

- S. E. R. Mons. Kieran Thomas CONRY, Obispo de Arundel y Brighton (GRAN BRETAÑA)

La economía global ha cambiado el mundo en el que intentamos predicar el Evangelio, pero no comparte, o incluso no reconoce, ni siquiera muchos de nuestros valores evangélicos.
La Iglesia se halla ante una crisis que tal vez deriva de nuestra incapacidad para reconocer lo que ha ocurrido o para ocuparnos de ello en el momento oportuno. Tal vez hemos sido demasiado descuidados antes, y ahora se ha transformado en un asunto urgente.
Lo primero de todo, necesitamos animar a nuestra gente en sus esfuerzos por permanecer fieles a su vocación y devolverles la confianza y el orgullo de ser católicos. También debemos reconocer lo bueno que se está haciendo en nuestras familias, parroquias y escuelas como centros de evangelización y fuentes de esperanza.
Tenemos que encontrar además una manera más sencilla y accesible de manifestar nuestra fe, para que nuestra gente pueda, a su vez, articular y transmitir aquello en lo que cree. También debemos estarles más cerca y comprender sus necesidades.
No se trata de una situación nueva. Estamos viviendo la visión del profeta Ezequiel en el valle de los huesos secos. Este Sínodo y el Año de la Fe son unos momentos muy valiosos para aprovechar, con valentía y espíritu de iniciativa, la ocasión de dar una nueva carne a esos huesos.

[00300-04.03] [IN226] [Texto original: inglés]

- S. E. R. Mons. György UDVARDY, Obispo de Pécs (HUNGRÍA)

En la ciudad de Pécs, delante de la catedral hay una enorme plaza donde los jóvenes se reúnen casi todas las tardes y se apoyan sobre las partes salientes de la iglesia. Conversan, juegan, a veces vociferan, otras veces hacen jaleo. Mirándolos, a veces me surge un sentimiento de perplejidad, otras de desdén pero sobre todo, de responsabilidad: ellos son la “muchedumbre hambrienta”.
Armándome de valor, varias veces he bajado para encontrarme con ellos. Me he quedado sorprendido de su apertura: aceptaban con gran alegría la iniciativa de una relación y me han explicado con mucho gusto cosas sobre sus estudios, condiciones de vida, preocupaciones, alegrías, relaciones. Sin embargo estos jóvenes han formulado muchas preguntas sinceras sobre el sentido de la vida, sobre la razón, sobre la verdad como tales. Y tenían siempre la curiosidad de conocer mi opinión personal: “¡Señor Obispo, diga lo que Usted piensa verdaderamente!”. Ellos quieren conocer a Jesús. Uno de los jóvenes me ha dicho: “No me explique lo bueno que era Cristo, el Hijo de Dios; sobre Jesús explíqueme como vivía como persona humana, si era capaz de amar y de convertirse en Hijo obediente”. Otro joven me ha hablado así: “Estoy harto de que todos enumeren las varias opiniones posibles sobre cada cosa. Si miro a este lado es así; si miro hacia el otro lado, es distinto: ¡dígame claramente lo que es bueno, lo que debo hacer!¡Enséñenos!”
Desde entonces, algunos de ellos participan en la catequesis del primer viernes de mes y, después, en la adoración eucarística silenciosa, durante la cual muchos de ellos se confiesan o plantean preguntas a los sacerdotes presentes. Al final rezamos juntos la letanía del Sagrado Corazón, al que están muy unidos, y concluimos el encuentro con un ágape.
Aprendo mucho en estos encuentros verpertinos, a través de los jóvenes: sobre la manera de anunciar el Evangelio, sobre la nueva evangelización. Pero aprendo, sobre todo, del Maestro que, según la narración de los discípulos de Emaús, se asocia a nuestro camino e interpreta e ilumina los acontecimientos de nuestra vida. Permitidme resaltar algunos elementos:
Debo buscar formas nuevas, quizás insólitas en las relaciones con las personas, sobre la manera en que puedo asociarme con ellas en el camino; es necesario escuchar las preguntas de las personas y conviene orientarlas hacia la razón, la racionalidad; sigo aprendiendo cómo formular de forma personal y convincente la enseñanza segura de la Iglesia, para que ella no sea una mera opinión, sino una verdadera certeza. Busco las ocasiones para exponer sistemáticamente la enseñanza de la Iglesia. Busco las formas de expresión viejas y nuevas que pueden ayudar a las personas en la oración, en la consagración de los días de la vida. Busco las ocasiones adecuadas para celebrar los sacramentos (sobre todo el del Perdón), para la digna adoración de la Eucaristía.

[00302-04.02] [IN228] [Texto original: italiano]

- S. E. R. Mons. John Olorunfemi ONAIYEKAN, Arzobispo de Abuja (NIGERIA)

En primer lugar, quiero agradecerle muy sinceramente al Santo Padre y a esta augusta asamblea su preocupación y sus plegarias por nuestro país, Nigeria, tan a menudo presente en las noticias por conflictos religiosos y sociales, con considerable pérdida de vidas y de bienes. Seguimos contando con vuestras oraciones por nosotros.
Pese a la impresión ofrecida a menudo por los medios de comunicación mundiales, quiero enfatizar que los cristianos de Nigeria no se sienten bajo ningún tipo de persecución en masa por parte de los musulmanes. Nuestra población de alrededor de 160 millones de personas está compuesta por cristianos y musulmanes en igual número e influencia. Logramos bastante bien convivir en paz en la misma nación. Creemos haber aprendido algunas lecciones que pueden ser beneficiosas para el resto del mundo con respecto a las relaciones cristianomusulmanas.
En este sentido, quiero llamar la atención de este sínodo sobre los siguientes puntos:
a) El irreversible proceso de “globalización” mencionado en el IL 47 significa que nuestra Nueva Evangelización necesitará tomar nota de la llegada del Islam al escenario mundial. Puesto que nuestras dos religiones abarcan a la mayor parte de la humanidad, tenemos la responsabilidad compartida de trabajar por la paz y la armonía entre nosotros mismos y en nuestro mundo actual. b) Las diferencias entre Islam y Cristianismo no son insignificantes. Pero hay también amplias áreas de terreno común que el Vaticano II, en Nostra Aetate 3, nos recuerda. La nueva evangelización implicará trabajar juntos por la promoción de valores compartidos, en un mundo muy necesitado de estos valores.
c) Nuestras dos religiones aseguran tener una misión divina que abarca a toda la humanidad. Como vivimos en la misma “aldea global”, tenemos que encontrar maneras de reconciliar nuestro sentido de la misión hacia el mundo con nuestro deber encomendado por Dios de vivir en paz con nuestros congéneres. Debemos continuar insistiendo en la libertad de conciencia como derecho fundamental de todos y cada uno de los ciudadanos de todas y cada una de las naciones.
d) Nuestra experiencia en Nigeria nos enseña que hay muchas clases de musulmanes.
En la nueva evangelización necesitamos conocer a nuestros vecinos musulmanes y mantener una mente abierta a todos aquellos que están bien dispuestos, y que son la mayoría. Tenemos que trabajar juntos para asegurarnos de que los fanáticos no dicten la dinámica de nuestras relaciones recíprocas, empujándonos a ser enemigos los unos de los otros.
e) Hay una dimensión ecuménica en las relaciones entre distintos credos. Desde los sólidos principios de nuestro magisterio, debemos intentar forjar un enfoque común con nuestras contrapartes musulmanes. La mayoría de nuestros problemas se dan por declaraciones y actividades irresponsables por parte de grupos extremistas marginales de ambos lados.

[00331-04.02] [IS230] [Texto original: inglés]

- S. E. R. Mons. Gerard Tlali LEROTHOLI, O.M.I., Arzobispo de Maseru, Presidente de la Conferencia Episcopal (LESOTO)

La misión de la Iglesia es la misión de Dios y el Espíritu Santo es el primer agente evangelizador. Él precede a toda iniciativa humana. Él es dinámico y una fuerza irresistible dentro y fuera de la Iglesia. Él se mueve por donde quiere y es nuestro deber prestar atención a sus movimientos. Siempre está con la Iglesia, como lo estuvo en el primer Pentecostés: Él sigue aquí hoy. Es el mismo Espíritu que hace cincuenta años hizo que el Beato Juan XXIII convocara el Concilio Vaticano II. Creo que es el mismo Espíritu que ha hecho que el Papa Benedicto XVI convoque este Sínodo para la Nueva Evangelización. Es el mismo Espíritu que anima a la Iglesia Católica en Lesoto mientras celebra los 150 años de su evangelización, este año de 2012.
El núcleo de este Sínodo es la transmisión de la fe Cristiana. Deseo resaltar los siguientes pasos necesarios para la transmisión de la fe. Hay cinco pasos distintos, pero inseparables. 1) Creencia en Cristo: la fe Cristiana significa mucho más que ser bautizado o ir a la Iglesia. Es más que adherir a un código de conducta. Es una relación personal, no privada, con la persona de Cristo que resulta en la conversión de la mente y el corazón. Como relación, necesita ser alimentada y sostenida. Aquí es donde se encuentra el reto con la mayoría de nuestra gente. 2) Pertenencia a Su Iglesia: los cristianos no solo están llamados a creer, sino también a pertenecer completamente a la Iglesia, el Cuerpo de Cristo. La cuestión de la pertenencia a la Iglesia es sobre esto. La Iglesia es la familia de Dios, donde cada miembro tiene un papel específico y una misión especial que llevar a cabo. 3) Convertirse en Su discípulo y testigo: como miembros del cuerpo de Cristo, estamos por tanto en Sus manos, pies, ojos y corazón. Necesitamos representarlo bien imitando su modo de vida. Él estaba con gente de todos los estamentos de la vida sin ninguna distinción. Él rompió las barreras culturales, raciales, económicas y sociales que el mundo construye. Su enfoque de la vida era único y contracorriente. Se le acusó a menudo de comer con pecadores y recaudadores. 4) Comportamiento apropiado: la fe cristiana no permite cualquier tipo de vida. Esto incluye la conducta y el carácter. Ésta es la parte más controvertida de ser cristiano. Hay claramente criterios éticos y morales cristianos según los cuales debe vivir un cristiano, como también hay modos de comportamiento inaceptables. La dura prueba de nuestra credibilidad se halla aquí. ¿Coinciden nuestras palabras con nuestras acciones, nuestro credo con nuestros hechos? Por ultimo, sólo podremos hablar de nuestra fe a otro si estamos plenamente convencidos. Éste es claramente el ámbito de la evangelización. No es una opción para los cristianos. Es un imperativo de la llamada cristiana. Estamos llamados a ser enviados. Deseo que este sínodo preste más atención a estos pasos sobre la Nueva Evangelización.

[00332-04.03] [IS231] [Texto original: inglés]

- S. E. R. Mons. John Ebebe AYAH, Obispo de Ogoja (NIGERIA)

Me alegra compartir con Ustedes las alegrías e inquietudes de la Iglesia nigeriana de tiempos recientes, mientras lucha por testimoniar a Cristo frente al terrorismo conocido popularmente como Boko Haram. Esta situación reta a los cristianos de Nigeria a una reflexión más profunda y a apreciar el valor del martirio, que la iglesia tiene en alta estima. Como sucedió contra el Evangelio de la prosperidad, los católicos nigerianos han comprendido por fin el verdadero significado de la Cruz como participación a los sufrimientos de Cristo. Y la vida en sí misma se traslada como una peregrinación de fe con el Señor Jesús hacia el Calvario. Ser cristiano dentro del contexto nigeriano va, por tanto, más allá de la simple participación en la misa del domingo.
Una perspectiva del fenómeno Boko Haram en Nigeria:
Es interesante observar el hecho que no solo los cristianos han perdido sus vidas a causa de las bombas y las balas de Boko Haram, sino también un buen número de musulmanes también, como demuestran las estadísticas.
No todos los musulmanes desean lo que Boko Haram intenta perpetuar en Nigeria. Muchos admiran las virtudes cristianas de amor y paz, que ellos dicen están también custodiadas en el Corán.
Muchos de nuestros hermanos y hermanas musulmanes desean convertirse a la fe Cristiana, pero no pueden hacerlo ante el temor de perder sus vidas. Al celebrar la Iglesia universal el Año de la Fe, los Obispos de Nigeria llaman a su rebaño para observar lo siguiente:
Que nosotros, los católicos, ejercitemos la paciencia en nuestro trato con cuantos se oponen y combaten contra nuestros intereses, sin acudir a la violencia, ni siquiera como represalia.
Que continuemos hablando de paz a nuestros detractores, buscando modos maduros y significativos de diálogo que puedan conducir, con el tiempo, a una paz y concordia auténticas.
Que nuestros esfuerzos trabajando para el diálogo y la paz no sean interpretados como debilidad, sino más bien como un signo de fortaleza que viene del Señor Jesús, que es nuestra resurrección y vida.
Que promocionemos una catequesis sólida en el hogar, las escuelas y las pequeñas comunidades cristianas.
Por ultimo, encomendamos todos nuestros esfuerzos para una paz duradera en las manos de nuestra beata Madre, la Mediadora de todas las gracias.

[00333-04.02] [IS232] [Texto original: inglés]

- Rev.do P. Gregory GAY, C.M., Superior General de la Congregación de la Misión (Lazaristas)

El documento Instrumentum laboris para la Nueva Evangelización ofrece una verdad fundamental: “Esta tarea de anuncio y proclamación no está reservada sólo a algunos ni a pocos elegidos. Es un don hecho a cada hombre que responde a la llamada de la fe” (IL n.92).
Esta verdad se hizo viva en mí cuando hace treinta años fui llamado a nuestra misión Vicenciana en la República de Panamá. Allí experimenté una Iglesia viva, una iglesia que hacia esfuerzos sinceros para adaptar las enseñanzas del Vaticano II a la realidad de la vida en América Latina. En ese tiempo dije: “Esta es la Iglesia de la que quiero formar parte. Esta es la Iglesia imaginada por el Vaticano II”. Trabajar en colegialidad con los obispos, el clero diocesano, los religiosos y religiosas, y los laicos para alcanzar el bien común en el servicio de la Iglesia y del mundo ha sido tanto una promesa como un don que me ha hecho el Vaticano II. La Iglesia en América Latina continua inculturando el Evangelio. Para proclamar el don de la fe y fortalecer la renovación de la Iglesia, hay tres momentos de encuentro que considero cruciales para la nueva evangelización.
Un momento de presencia: los que Dios puso en nuestro camino revelan la persona de Jesucristo, especialmente a los pobres, los marginados y abandonados. En Presencia de Dios, nos fortalecemos para estar presentes a todos los miembros del Cuerpo de Cristo de manera valiente y profética.
Un momento de escucha: escuchar también tiene dos momentos contemplativos. El momento interno se da a la Palabra de Dios, y la experiencia de los pobres. En esta “habitación interna” de nuestra alma, permitimos a la persona de Jesús que entre en el sosiego de nuestro corazones para acompañarnos en nuestro viaje diario. Esto nos lleva a las habitaciones externas de una relación más profunda con el mundo y entre nosotros.
Un momento de servicio: la nueva evangelización nos llama y nos une con un elemento de nuestra fe: el amor a Dios y el servicio al prójimo. El servicio en nombre de Jesús es sobre la acción y la apología, no sólo en nombre de los pobres, pero sí junto a ellos.
Un camino al servicio de la virtud: evangelizamos entrando en el mundo de los pobres, y creciendo en las virtudes de la humildad, sencillez, caridad y justicia. Esto está en el corazón de nuestra herencia Vicenciana. La opción preferencial por los pobres es fundamental para la nueva evangelización.
Un camino a la acción: con amor a Dios y a los pobres que son imagen de su Hijo Jesús, podemos llevar la nueva evangelización a su cumplimiento a través de las misiones populares renovadas. Con la colaboración de los religiosos, del clero y de los laicos evangelizamos estando presentes, escuchando y sirviendo al modo de Jesucristo, el primer evangelizador.

[00334-04.07] [IS233] [Texto original: inglés]

- S. E. R. Mons. Otto SEPARY, Obispo de Aitape (PAPÚA NUEVA GUINEA)

La Iglesia en Papúa Nueva Guinea y en las Islas Solomon es relativamente joven. Estamos experimentando muchas actitudes y comportamientos anticristianos en la mayoría de los sectores de nuestra sociedad, a pesar de que somos países cristianos. Esto significa que la tarea de la evangelización quizás no se ha enraizado en los corazones y en la vida de todos los cristianos.
La Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana se propone una nueva época de esperanza en el despertar de la fe católica en la vida del pueblo en el actual proceso de evangelización.
Además de la vida sacramental de la Iglesia, de las celebraciones de las sagradas liturgias y de otros medios afines, acontecimientos, oportunidades y posibilidades en las que experimentamos encuentros personales con Jesucristo, Salvador y Señor Nuestro, existe también una necesidad urgente de evangelización para hacer un poco más por transmitir la fe cristiana con mayor profundidad en la vida de nuestro pueblo, que se halla frente a gran número de comportamientos y actitudes anticristianas.
Por consiguiente, propongo con toda humildad dos tareas pastorales igualmente importantes como camino hacia adelante. La primera es una cristianización más profunda de nuestras culturas melanesias, y la segunda es la necesidad urgente de que la población católica sea catequizada con el Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica en todos los sectores de la Parroquia y la Diócesis. Haciéndolo de este modo, existe una gran posibilidad de que la fe católica devenga más madura y profundamente enraizada en los corazones y en la vida de la población católica, especialmente en el caso de nuestros jóvenes.

[00325-04.02] [IN235] [Texto original: inglés]


 

 
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