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DICASTERIO PARA LA DOCTRINA DE LA FE
Consideraciones sobre la experiencia espiritual en el monte Zvir (Litmanová)
“Deja que Jesús te haga libre”
A Su Excelencia Rev.ma
Mons. Jonáš Maxim, M.S.U.,
Arzobispo de Prešov
para los católicos de rito bizantino
Querido hermano,
usted nos ha explicado que, en medio de la devoción
mariana originada a partir de las presuntas apariciones de la Santísima Virgen
María a Litmanová – entre 1990 y 1995 – «en aquel lugar, las confesiones
sinceras y profundas son innumerables y no faltan, también, las conversiones».
También nos ha contado como, en el curso de los años, el lugar se ha
desarrollado porque ha aumentado el número de los peregrinos (su carta del 5 de
febrero de 2025). Además, ha manifestado que aprecia «tantos frutos espirituales
obtenidos por los peregrinos que no cesan de frecuentar el lugar, aunque hayan
terminado las “apariciones” hace 30 años», y ha propuesto el juicio de nihil
obstat «para acompañar pastoralmente el mencionado fenómeno» (su carta del
27 de mayo de 2025).
El análisis de los presuntos mensajes nos lleva a reconocer valiosas
invitaciones a la conversión, unidas a una promesa de felicidad y libertad
interior, obra de Cristo en nuestros corazones: «Dejad que Jesús os libere.
Dejad que Jesús os haga libres. Y no permitáis que vuestro Enemigo limite
vuestra libertad, por la que Jesús derramó tanta sangre. El alma libre es el
alma de un niño» (5 de diciembre de 1993).
La misma Señora, llena de gracia, se presenta feliz: «Soy feliz» (5 de diciembre
de 1993). Y lo repite como una invitación a encontrar el verdadero camino de la
felicidad que comienza con el reconocimiento de ser amados incondicionalmente:
«Os amo, así como sois. [...] Os amo! ¡Os amo! Quiero que seáis
felices pero este mundo jamás os hará felices» (7 de agosto de 1994).
Las invitaciones de varios mensajes tratan de animar a las personas mostrando
que el camino del Evangelio no es complicado. Al contrario, hace la vida más
sencilla, como cuando, en el silencio del corazón, Cristo nos hace renacer y nos
simplifica la existencia:
«Querría pediros, como Madre, que comencéis a vivir de manera sencilla, a pensar
de manera sencilla y a actuar de manera sencilla. Buscad el silencio para que el
Espíritu de Cristo pueda volver a nacer dentro de vosotros» (5 de junio de
1994). «Él os quiere cada vez más sencillos» (8 de marzo de
1992).
Pero esta sencillez no debe confundirse con la superficialidad, porque la
simplicidad del camino evangélico nos conduce a las profundidades de la vida y a
las riquezas inagotables del amor divino:
«Queridos hijos, vosotros vivís las cosas de manera muy superficial y,
precisamente porque no profundizáis, no podéis experimentar la paz y la alegría»
(4 de junio de 1995).
Al encontrar la alegría y la paz en el Señor, nos convertimos nosotros mismos en
«paz» para los demás: «que vosotros mismos seáis paz» (9 de julio de 1995), «para que podáis difundir la paz» (6 de septiembre de 1992). Esta llamada a la
verdadera felicidad, consecuencia del saberse amados por Dios, reaparece como un
camino para la evangelización: «Sé feliz porque Dios te ama y para Él eres
muy importante, y transmite esta alegría a los demás, para que también ellos
puedan creer, a través de tu alegría, que Dios nos ama» (9 de octubre de 1994).
La expresión “para Él eres muy importante” ayuda a comprender como la luz del
amor divino nos hace reconocer nuestra dignidad. En otro momento, la Señora
afirma: «Cuando os miro, veo a Dios en cada uno de vosotros. Sois un gran
reflejo de Dios» (9 de julio de 1995). La invitación a aceptar el amor de Dios
es constante: «No te opongas nunca a la gracia de tu Señor, que te ama
locamente» (8 de agosto de 1993).
Esto implica también un llamado a comprometerse plenamente en un camino de
respuesta a la iniciativa del Señor. En primer lugar, hay que aceptar libremente
el amor del Señor: «Acepta las gracias preparadas hoy para ti» (8 de agosto de
1993). En consecuencia, es necesario iniciar un camino de transformación: «En
nombre del Dios Santo os pido: cambiad vuestras vidas, entregad vuestras viejas
vidas a mi corazón y comenzad a aprender de mi Hijo» (5 de septiembre de 1993).
En el fondo, se trata de imitar a Cristo, que se entrega por amor: «Jesús se
sacrificó por el pueblo, ¿por qué la gente no se sacrifica como lo hizo Jesús
hace tantos años? La gente tiene muchas cosas, todo lo que quiere, y se mataría
entre sí solo para tener más de estas cosas materiales. Jesús mismo nos enseñó
que debemos amarnos unos a otros y perdonarnos» (18 de noviembre de 1990).
Amar a los hermanos se convierte en la síntesis de nuestra respuesta y nuestra
realización:
«Me alegro inmensamente por cada sacrificio que ofrecéis por amor a los demás
[…] La misión de cada uno de vosotros es amar, porque la vida está hecha para
eso y porque solo el amor podrá dar plenitud a vuestras vidas» (5 de febrero de
1995).
Al mismo tiempo, en estos presuntos mensajes encontramos algunas ambigüedades y
aspectos poco claros, pero este hecho debe discernirse teniendo en cuenta lo que
bien explicó la Comisión Doctrinal en su informe del 20 de abril de 2011: «Las
[presuntas videntes] testifican que durante un encuentro María les transmitió un
mensaje [que] ellas interpretaron posteriormente de forma pública» y que «la
comunicación se producía a través de un modo interno particular», que la
destinataria «ni siquiera sabía nombrar y, por lo tanto, la expresión verbal
final de los mensajes es una [estilización] e interpretación de la [vidente]».
De hecho, cuando se le preguntó en qué idioma se comunicaba con la Virgen,
Ivetka respondió: «No utilizamos ningún lenguaje cuando hablamos» (8 de agosto
de 1993).
Este hecho permite aceptar el valor general de los presuntos mensajes, al tiempo
que exige una aclaración de algunos (pocos) de ellos, como el mensaje referido a
la posibilidad de que una persona concreta no sea perdonada o que en una región
del mundo casi todas las personas estén condenadas (24 de febrero de 1991), o
incluso que «la causa de toda enfermedad es el pecado» (2 de diciembre de 1990),
que no pueden considerarse aceptables y, por lo tanto, no son aptos para su
publicación. Pero asumiendo que se trata solo de una expresión limitada y
confusa de una experiencia interior, podrían entenderse adecuadamente al
insertarse en el contexto general de los demás mensajes: si encontrar el amor de
Cristo nos hace felices, cerrarse a su amor nos arruina la existencia, la
convierte en un fracaso y es fuente de sufrimiento.
Estas consideraciones permiten al Dicasterio para la Doctrina de la Fe acoger su
propuesta de proceder a la declaración de “nihil obstat” en merito a la devoción
mariana surgida en el monte Zvir. Esta declaración, si bien no implica el
reconocimiento de la autenticidad sobrenatural de las presuntas apariciones,
permite, sin embargo, aprobar el culto público y comunicar a los fieles que, si
lo desean, pueden acercarse sin riesgo a esta propuesta espiritual, además del
hecho de que los contenidos fundamentales de los supuestos mensajes pueden ser
de ayuda para vivir el Evangelio de Cristo. Al mismo tiempo, confiamos a su
Excelencia la publicación de una recopilación de los mensajes que excluya
aquellos pocas afirmaciones que puedan llevar a confusión y perturbar la fe de
los sencillos.
Con afecto y reconocimiento en el Señor y en María Santísima.
Víctor Manuel Card. Fernández
Prefecto
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