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HOMILÍA DEL SUSTITUTO PARA LOS
ASUNTOS GENERALES DE LA SECRETARÍA DE ESTADO DURANTE LA MISA EN
LA BASÍLICA DE SUYAPA
EN HONDURAS
13 de julio de 2024
Queridos hermanos en el episcopado,
Querido Señor Nuncio Apostólico,
Querido Monseñor Giacomo, Secretario de la Nunciatura Apostólica en Honduras,
queridos sacerdotes, diáconos, seminaristas, religiosos, religiosas,
distinguidas autoridades civiles y miembros del Cuerpo Diplomático,
hermanos y hermanas todos en el Señor:
Hoy, lleno de gratitud, regreso a ésta que es mi casa con un encargo que colma
de alegría mi corazón: transmitirles a todos ustedes el cálido saludo que su
Santidad, el Papa Francisco, les dirige como Padre y Pastor. El martes pasado,
cuando pasé a despedirme y le informé de esta visita, me recomendó vivamente que
le trasmitiera al pueblo hondureño su afecto y el recuerdo constante en sus
oraciones y que les pidiera a todos ustedes que, delante de nuestra Madre de
Suyapa, por favor. rezaran por él.
Después de los cuatro años de mi servicio en la Nunciatura Apostólica, la última
vez que tuve la oportunidad de venir como peregrino a esta hermosa Basílica de
Nuestra Señora de Suyapa fue en el año 2011. Desde la primera vez me sentí
acogido por la maternal presencia de Nuestra Señora en esta su casa y también
arropado por el cariño de ustedes, queridos hermanas y hermanos hondureños, que
desde el principio me hicieron sentir en familia. Ahora, pasado más de un
decenio, lleno de emoción, conmovido y agradecido, vuelvo a este País que
considero como mi hogar y, particularmente, a este sagrado lugar, para
encomendar a la amorosa intercesión de Santa María, Madre de Dios, la Iglesia,
el Santo Padre y su ministerio de pastor universal, así como mi persona y el
amado pueblo hondureño.
Como acabamos de escuchar en el Evangelio, después del anuncio del Ángel «María
se puso en camino» (Lc 1,39), no se quedó estática, paralizada y atónita
evocando el sentido del mensaje recibido, sino que se puso rápidamente en
camino. El camino de María es asimismo el camino de la Iglesia. María, como
también la Iglesia, aún sin dejar de caminar sabe también detenerse. Por eso,
este santuario de Suyapa ―que ocupa un lugar especial en el corazón de toda la
maravillosa gente de este país―, como cada uno de los santuarios marianos que se
encuentran dispersos por la geografía del mundo, son como una parada intermedia
en el camino, un recodo en la ruta de la vida, donde María nos espera a todos
para reconfortar nuestros corazones fatigados y adoloridos, y aliviar los
sufrimientos que nunca faltan en el duro trayecto de la existencia.
En su amor infinito, Dios ha dispuesto que cada santuario mariano sea un rincón
donde la Virgen, atenta y vigilante, acoge a sus hijos y les recuerda que ella
continúa acompañándolos en su peregrinación hacia la Patria celestial. Por lo
cual, el caminar de María es también el caminar de la Iglesia. María es madre
que camina con la Iglesia, que también es madre, nuestra madre. Por esa razón,
todos nosotros, Pastores y fieles, hijos e hijas de la Iglesia, estamos en este
santuario de Suyapa venerando y honrando a María, Madre nuestra y Madre de Dios,
patrona y protectora del querido pueblo hondureño; y le suplicamos que nos
muestre el Camino, que es su Hijo Jesucristo, rogándole con la hermosa y antigua
invocación “iter para tutum”, que proteja nuestro camino, que lo haga
seguro y nos ayude a no extraviarnos en sendas de tinieblas y sombras de muerte.
María, a través del misterio de la Anunciación y de la Visitación, es el ejemplo
que todos nosotros estamos invitados a seguir. Ella, que primero acogió a Jesús
en su existencia y, luego, compartió lo que había recibido, es el modelo de todo
creyente. Cada vez que recibimos a Jesús en la santa Comunión, Él se hace carne
en nuestra vida y nos apremia a acogerlo y honrarlo en la carne de los más
pobres y abandonados.
Queridos hermanos y hermanas, en este tiempo tristemente marcado por el horror
de la guerra, el maltrato de nuestra casa común, la pobreza escandalosa y
arrogante que golpea a tantos de nuestros prójimos, imploremos la intercesión de
Nuestra Señora de Suyapa para que, al igual que ella, también nosotros acojamos
en nuestro corazón al que es la Palabra, y demos testimonio al mundo entero de
que sólo Jesucristo es el centro vivo que puede dar sentido a la vida, y la
fuente para sustentar la verdadera fraternidad fundada en la justicia, la paz y
la reconciliación.
Hoy llegando al final de mi visita al amado pueblo hondureño, quisiera
renovarles nuevamente los mejores votos del Santo Padre y animarlos a suplicar
incansablemente a la Patrona de Honduras que proteja a la Iglesia, al Papa, a
esta Nación y al mundo entero. Y que con amorosa solicitud maternal siga
cuidando y protegiendo la misión que Dios nos ha encomendado a cada uno de
nosotros, y nos comprometamos a ser testigos del amor misericordioso del Padre ―fuente de la que siempre nace y renace la
alegría―, constructores de fraternidad y colaboradores del Señor en la edificación de una civilización fundada en el amor.
Que así sea.
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