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JUAN PABLO II

AUDIENCIA GENERAL

Miércoles 16 de marzo de 1983

 

1. In spiritu humilitatis et in animo contrito suscipiamur a Te, Domine..

"Acógenos, Señor, humildes y arrepentidos": que te sea agradable este ministerio pastoral, que me has permitido realizar en los países de América Central durante los pasados días de esta Cuaresma.

En el período en que toda la Iglesia trata de estar particularmente cercana a Cristo, que acepta la tentación y el sufrimiento, me has permitido, oh Dios, encontrarme particularmente cercano a los pueblos, que participan de esta tentación y de este sufrimiento de Cristo, de modo especial, en nuestros días.

Me has permitido, oh Dios, celebrar juntamente con ellos el santísimo Sacrificio y meditar tu Palabra. Me has permitido venerar con ellos a la Madre de Cristo, sobre todo en el santuario de Suyapa, Honduras. Me has permitido vivir la unidad del Pueblo de Dios; que está realizando una etapa particularmente difícil en su peregrinación terrestre.

"Acógenos, Señor, humildes y arrepentidos", y que te sea agradable este ministerio pastoral del Obispo de Roma... et sic fiat sacrificium nostrum in conspectu tuo hodie, ut placeat Tibi, Domine Deus.

2. Convenía hacer una peregrinación única a los países de América Central, pero sin olvidar que son diversos unos de otros y que no todos los países visitados pertenecen propiamente a América Central.

En Costa Rica, Nicaragua, Panamá, El Salvador, Guatemala y Honduras se habla español. En Belice, que ha conseguido la independencia hace poco, la lengua oficial es el inglés. En Haití, que es independiente desde los tiempos de Napoleón, se habla francés.

Se trata, pues, de países diversos. En la gran familia de los pueblos y de los Estados, forman parte del conjunto de los países pequeños. Ninguno de ellos llega a los diez millones de habitantes. Todos juntos tienen cerca de 28 millones. Bajo el aspecto geográfico, a excepción de Haití, están apiñados en el angosto istmo que une América Septentrional con América del Sur y —especialmente en algunos de ellos, como El Salvador— hay gran densidad de población.

Tengo ante los ojos sobre todo a los hombres, millones de hombres, que durante los días transcurridos allí, se han reunido en torno al Obispo de Roma, tanto durante la celebración de la sagrada liturgia, como durante los recorridos a lo largo de las calles y plazas. He querido dar testimonio del amor y de la solidaridad de la Iglesia a esos hombres y a esos pueblos.

3. El programa era especial para cada país y, a la vez, común para todos; y esto ha sido facilitado por los medios de comunicación social, en particular por la televisión. Así, por ejemplo, el encuentro con la juventud en Costa Rica era simultáneamente destinado a la juventud de toda América Central. Lo mismo ocurrió en el encuentro con los campesinos en Panamá, así como en el encuentro con la población indígena en Guatemala (Quezaltenango). Particularmente significativos han sido los encuentros con los laicos, que desarrollan su misión en el apostolado y en la catequesis: los "delegados de la Palabra" en Honduras (San Pedro Sula), los "educadores en la fe" en Nicaragua (León), y el ya recordado encuentro en Guatemala, en el que participaron también los catequistas. A algunos delegados se les entregó el mensaje especial para los obreros, con los cuales no hubo un encuentro aparte. Efectivamente, América Central es sobre todo un territorio agrícola. No hay allí grandes conglomerados industriales. En Guatemala los representantes del mundo universitario, de los profesores y de la juventud, recibieron otro mensaje para los ambientes universitarios.

Desde el punto de vista temático y pastoral, ha sido particularmente importante el encuentro con los eclesiásticos: con los sacerdotes en El Salvador, con los religiosos en Guatemala y con las religiosas en Costa Rica. Cada uno de ellos se dirigía también a toda América Central.

4. Todos saben que los pueblos con los que he podido encontrarme durante este viaje —especialmente algunos de ellos— viven permanentemente en un estado de gran tensión interna, y algunos son incluso teatro de guerra.

Las tensiones tienen su fuente en las viejas estructuras socio-económicas, en las estructuras injustas que permiten la acumulación de la mayoría de los bienes en manos de una élite poco numerosa, juntamente con la simultánea pobreza y miseria de una enorme mayoría de la sociedad. Hay que cambiar este sistema injusto por medio de reformas adecuadas y con la observancia de los principios de la democracia social. Sólo por este camino y respetando la identidad de cada uno de los pueblos hay que crear también una sólida colaboración internacional, necesaria para estos pueblos. Sin embargo, los acontecimientos de los últimos años demuestran que se intenta, más bien, buscar soluciones a través del sendero de la violencia, imponiendo la lucha armada, que sólo en El Salvador ha ocasionado ya decenas de millares de víctimas, incluido el arzobispo Oscar Romero. Esta lucha se lleva a cabo en notable medida con la ayuda de fuerzas extranjeras y de las armas suministradas desde el exterior contra la voluntad de la gran mayoría de la sociedad, que desea, en cambio, la paz y la democracia. Así lo ha declarado uno de los representantes más calificados del Episcopado en ese país.

5. En cada una de las naciones visitadas he tenido la gracia de encontrarme con el Episcopado local, tratando los problemas referentes a la pastoral y a la evangelización. Al mismo tiempo, ya la tarde del primer día del viaje, tuvo lugar la reunión del SEDAC, que agrupa a todos los obispos de América Central bajo la presidencia del arzobispo de San José, monseñor Román Arrieta Villalobos; sucesivamente, el último día, pude inaugurar en Haití la reunión periódica de los delegados del CELAM, cuyo presidente era, desde hace cuatro años, el neocardenal Alfonso López Trujillo. Esta reunión tuvo también como finalidad elegir a los nuevos dirigentes de dicho organismo. Y, naturalmente, examinar una serie de problemas vitales para la Iglesia en toda América Latina.

El problema fundamental y central es asegurar la identidad de la Iglesia en el nivel doctrinal y pastoral, de acuerdo con la enseñanza del Concilio Vaticano II y con las orientaciones de la última Conferencia General del Episcopado Latino Americano celebrada en Puebla, el año 1979. En contradicción con esta identidad hay múltiples intentos de subordinar los contenidos evangélicos a las categorías y finalidades políticas. La Iglesia del Pueblo de Dios manifiesta su rostro genuino, ante todo, con la adoración del misterio de la Eucaristía, y no puede pensarse que este misterio pueda sufrir una deformación como por desgracia ha sucedido en un caso, que afortunadamente ha quedado aislado. Una deformación así raya con una organizada profanación de la liturgia eucarística.

6. La Iglesia en América Central, como en toda América Latina, cuenta con los enormes recursos de la fe y de una devoción profunda. Es una devoción "popular", centrada en los misterios principales de la fe, en la Santísima Trinidad, en la Redención y en la Pasión de Cristo, en la Eucaristía, en el Espíritu Santo y en la Madre de Dios. Guiado por un sano "sentido de fe", es preciso que el Pueblo de Dios siga a Cristo, Buen Pastor, mediante el ministerio de todos los Pastores unidos con el Obispo de Roma. Esta unión, gracias a la asistencia del Espíritu Santo, indica el camino de la verdadera evangelización, y a la vez el camino del auténtico servicio en favor de la paz y de la justicia, de las que tanta necesidad tienen los pueblos de América Central.

Y la Iglesia universal no debe decaer en la oración y en la solicitud por estos hermanos nuestros, tan probados, especialmente ahora, mientras se acerca el Año Santo del Jubileo extraordinario de la Redención del mundo.

 



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