Me complace saber que la 115.ª Reunión Anual de la Red de Caridades Católicas de EE. UU. se celebra en San Juan, Puerto Rico, y envío un cordial saludo y mis mejores deseos a todos los participantes.

Se reúnen mientras la Iglesia celebra el Año Jubilar centrado en la virtud de la esperanza, que mi venerable predecesor definió como «el deseo y la espera del bien, sin saber lo que el mañana traerá consigo» (Bula de Convocación del Jubileo Ordinario del Año 2025, n. 1).

A través de sus 168 agencias diocesanas de Catholic Charities, ustedes se convierten en «agentes de esperanza» para los millones de personas que se acercan a la Iglesia en los Estados Unidos de América en busca de compasión y atención. Muchos de aquellos a quienes ustedes sirven se encuentran entre los más vulnerables, como los migrantes y los refugiados.

Dado que no pueden confiar en sus propios recursos y tienen que depender de Dios y de la bondad de los demás, en muchos sentidos su ministerio hace que la providencia del Señor sea concreta para ellos. Al proporcionarles comida, refugio, atención médica, asistencia legal y muchos otros gestos de amabilidad, los afiliados de Catholic Charities en todo Estados Unidos muestran lo que el papa Francisco ha definido a menudo como el «estilo» de Dios de cercanía, compasión y ternura.

Si bien las personas afectadas por la pobreza y la migración forzada enfrentan desafíos difíciles, no olvidemos que también pueden ser testigos de esperanza, no solo a través de su confianza en la ayuda divina, sino también con su resiliencia, ya que a menudo deben superar muchos obstáculos en sus viajes. En particular, los migrantes y refugiados católicos se han convertido en misioneros de la esperanza en muchos países, incluido el nuestro, llevando consigo una fe viva y devociones populares que a menudo revitalizan las parroquias que los acogen (cf. Mensaje para la 111ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado).

Se podría decir que, al ayudar a las personas desplazadas a encontrar un nuevo hogar en su país, también actúan como constructores de puentes entre naciones, culturas y pueblos. Por lo tanto, los animo a seguir ayudando a las comunidades que acogen a estos hermanos y hermanas recién llegados a ser testigos vivos de la esperanza, reconociendo que poseen una dignidad humana intrínseca y que están invitados a participar plenamente en la vida comunitaria (cf. Ibidem)

Queridos amigos, expreso mi profunda gratitud por todo lo que ustedes y todos los que trabajan en sus redes hacen cada día para poner en práctica la advertencia del Señor de verlo y servirlo en los pobres, los hambrientos, los desamparados y las personas en cualquier tipo de necesidad (cf. Mt 25, 31-46). ¡Que Cristo continúe acompañándolos y dándoles su alegría y su paz!

Con estos sentimientos, encomiendo el Encuentro Anual a la intercesión de María, Madre de la Iglesia, e imparto de buen grado mi Bendición Apostólica a todos los que forman parte de la Red de Caridades Católicas de EE. UU. como prenda de abundantes gracias celestiales.

Desde el Vaticano, 4 de octubre de 2025

León PP. XIV

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Boletínde la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 9 de octubre de 2025