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 REUNIÓN PLENARIA DE LA CAL

EXTRACTO DE LA RELACIÓN DE MONS. CIPRIANO CALDERÓN
DURANTE LA REUNIÓN PLENARIA DE LA CAL

Lunes 24 de marzo de 2003 

 

En el año 25 del pontificado de Juan Pablo II, nuestra reunión plenaria, como ya ha hecho notar nuestro presidente, cardenal Giovanni Battista Re, tiene que comenzar mirando a la figura del Pastor que rige actualmente los destinos de la Iglesia universal y que pasará a la historia marcado, entre otros títulos de gran relieve, como el Papa de América Latina.

Efectivamente, por sus dieciocho viajes apostólicos al continente y por sus continuos contactos en Roma con obispos, sacerdotes y fieles de aquellas latitudes, él ha sido el más grande evangelizador que ha tenido América en los últimos tiempos.

Del libro inconmensurable de sus enseñanzas doctrinales y orientaciones pastorales al pueblo de Dios que peregrina en el continente de la esperanza, tenemos un tomo -casi podríamos decir sólo una muestra- en el volumen, que se les entregará hoy, y que contiene los discursos dirigidos por el Santo Padre a los obispos latinoamericanos que han venido a Roma durante el último ciclo de visitas ad limina Apostolorum Petri et Pauli, en los años 2001-2003. Esta publicación lleva, además, un apéndice con los cuatro últimos discursos pronunciados por el Peregrino de la evangelización en su último viaje apostólico al continente (29 de julio-1 de agosto de 2002).

El examen de esos textos constituye el eje de la primera jornada de nuestra asamblea. El tema será presentado esta tarde por el arzobispo argentino mons. Leonardo Sandri, sustituto de la Secretaría de Estado de Su Santidad, con una relación excepcional. Nadie mejor que él, habituado al trato continuo con el Papa, por ser uno de sus más íntimos colaboradores, conoce el pensamiento de Juan Pablo II y cuáles son las prioridades que, partiendo de las enseñanzas pontificias, hemos de tener en nuestra acción eclesial y en nuestra tarea evangelizadora.

Un amplio diálogo sobre la exposición de mons. Sandri resultará sin duda alguna muy enriquecedor. Él mismo en su ponencia, al final de los diversos capítulos, hace algunas preguntas sugiriendo cuestiones para ese diálogo.

Bien sabemos todos que Juan Pablo II, desde el comienzo de su pontificado, ha tenido una intuición muy clara de lo que América Latina representa ahora y va a representar en el futuro para la Iglesia y para la evangelización universal.

De ahí la expresión continente de la esperanza que, aunque como concepto proviene de Pío XII, ha sido acuñada por el actual Papa.

¿Por qué lo llamamos "de la esperanza"?

Sencillamente porque es un continente que, evangelizado a lo largo de cinco siglos, cuenta con un conjunto de naciones, las cuales -por su población principalmente joven, por la vitalidad de sus Iglesias locales, por el hecho de contener la mitad, o casi la mitad, de los católicos de todo el mundo (con unos 1.200 obispos, de los 4.649 que tiene hoy la Iglesia según el Anuario pontificio 2003; exactamente el número de los obispos latinoamericanos, según el último Anuario estadístico de la Iglesia 2001 es de 1.159) y por el florecimiento de vocaciones masculinas y femeninas que gracias a Dios surgen en no pocas regiones- puede ser considerado el continente que más esperanzas suscita en referencia al mantenimiento y expansión del catolicismo, frente al mundo secularizado, que se descristianiza cada vez más, y también en orden a una acción misionera evangelizadora de otros continentes. Por lo que se refiere a las vocaciones, según los datos estadísticos que tenemos, en los últimos veinte años las ordenaciones sacerdotales se han más que triplicado en América Latina, pasando de 528 nuevos sacerdotes en 1980 a 1.685 en el año 2000.
Un continente ya evangelizado durante 500 años se ha de convertir en un continente evangelizador, decíamos en la conclusión 15 de nuestra anterior asamblea plenaria (marzo de 2001; cf. Actas, p. 312). Hay que hacer notar que en este campo se van registrando ya importantes logros en orden al envío de misioneros a África, Asia y Oceanía, como también a Europa. Ejemplos tenemos en México, Colombia y otros países; en algunos están surgiendo incluso institutos o asociaciones con esta finalidad. Brasil -según el p. Daniel Laghi, director nacional de las Obras misionales pontificias, que está en contacto con esta Comisión- tiene actualmente 1.556 misioneros presentes en 89 naciones:  1.248 mujeres y 308 hombres (cf. Estudio elaborado por el Consejo misionero nacional -COMINA-).

Sin embargo, en relación con el número de católicos en América Latina, en un futuro próximo, hay que hacer una dolorosa constatación que, en cuanto pastores de las Iglesias latinoamericanas, nos interpela de una forma diría dramática. ¿Se podrá decir dentro de unos años que la mitad de los católicos de todo el mundo está en América Latina? ¿No vemos cómo se desangra nuestro catolicismo con la cantidad de fieles que continuamente pierde la Iglesia porque se van a las sectas o dejan sin más la religión cristiana? ¿Qué está pasando, a este propósito, en Puerto Rico, Guatemala, México, Brasil, por citar sólo algunos casos? Pensemos que en Brasil, según una reciente encuesta (cf. Corriere della Sera, 3 de marzo) 25 millones de fieles no se reconocen ya católicos. Resulta, a este propósito, una auténtica interpelación para la Iglesia católica un famoso libro de los años 90 publicado en Estados Unidos por David Still con el siguiente título:  ¿Se está volviendo protestante América Latina? Se trata, pues, de un fenómeno muy grave que requiere una respuesta urgente y responsable.

El problema referente a las sectas, como diré después, será examinado a fondo mañana y pasado en nuestra asamblea.

Durante la celebración eucarística de esta mañana, con la cual hemos inaugurado nuestra asamblea, junto a la tumba de san Pedro y bajo la mirada de la Virgen de Guadalupe, hemos orado por Juan Pablo II, dando gracias a Dios por su servicio a la Iglesia durante estos casi 25 años de pontificado.

La homilía pronunciada allí por nuestro presidente, el señor cardenal, y luego las palabras de saludo que nos ha dirigido aquí, centran nuestra atención en Jesucristo, único y universal Salvador del mundo (cf. Dominus Iesus), "primer y supremo Evangelizador" (Evangelii nuntiandi, 7). Disponen así nuestro ánimo para comenzar las tareas, que serán sobre todo de reflexión, diálogo y propuestas.

La exposición de mons. Sandri sobre el primer punto de nuestro programa, las Orientaciones del Santo Padre en los discursos a los obispos latinoamericanos durante las visitas "ad limina Apostolorum" 2001-2003, nos  introducirá en el tema central de las sesiones:  La nueva evangelización en América Latina.

Este es el asunto capital sobre el que tenemos que reflexionar amplia y profundamente, para responder a la llamada del Papa, repetida en tantas ocasiones y documentos (cf., entre otros, la Alocución del Papa al Celam en la catedral de Puerto Príncipe, Haití, el 9 de marzo de 1983, III; Redemptoris missio, 3; Ecclesia in America, 66-68; Novo millennio ineunte, 40).

Sobre la nueva evangelización tendremos mañana por la mañana lo que hoy suele llamarse un "panel" o "mesa redonda", para abordar algunos aspectos que naturalmente no agotan las diversas facetas del tema, pero que pueden ayudarnos a hacer un balance de los frutos de las visitas ad limina Apostolorum, como decía nuestro presidente en la carta de convocatoria de esta reunión (8 de julio de 2002). Se trata de ver "la manera de aplicar de la forma más eficaz posible las orientaciones dadas por el Papa".

Hemos pedido al señor cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino, protagonista de una difícil y delicada tarea evangelizadora en Cuba, como arzobispo de San Cristóbal de La Habana y presidente de aquella Conferencia episcopal, que nos hable unos diez minutos, como los demás expositores del panel, de las líneas generales de la nueva evangelización, para darnos algunas luces y certeras orientaciones sobre tan apasionante cuestión.

Él podrá señalar tal vez algunos puntos esenciales que aparecen en los documentos antes citados o en otros, en orden a una mayor penetración del mensaje de Jesucristo en la actual situación latinoamericana.

Del cardenal Ortega tenemos una reciente carta pastoral, publicada el pasado 25 de febrero, con ocasión del 150° aniversario de la muerte del pensador y evangelizador Félix Varela. Las enseñanzas de este insigne sacerdote cubano inspiran al cardenal ideas muy fecundas para la nueva evangelización en Cuba y, podríamos decir, en toda América Latina. La carta ha tenido una gran repercusión en la opinión pública dentro y fuera de aquella nación.

A mons. Rodolfo Quezada, pastor de rica experiencia -30 largos años de episcopado en Centroamérica- le hemos rogado que se refiera a los evangelizadores, teniendo presente que la evangelización no es tanto cuestión de estructuras, como de personas.

Cuando hablamos de evangelizadores, nos referimos naturalmente a los obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y laicos, incluso familias enteras.

A este tema dedicamos nuestra reunión plenaria del año 1995 y las Actas de la misma están publicadas en un atrayente volumen (Los Evangelizadores, Libreria Editrice Vaticana, 1996, 230 pp.). Si alguien desea este libro lo puede pedir, pues tenemos aquí ejemplares a disposición.
En este sector merece especial consideración el problema de la pastoral vocacional y el de los seminarios.

Sería importante en el debate destacar también algún otro punto de mayor actualidad, como puede ser, por ejemplo, el de los "movimientos eclesiales", los "neocatecumenales", etc.
Mons. Vicente Zico, arzobispo de Belém do Pará, quien, desde la Amazonia brasileña es portador de grandes inquietudes evangelizadoras, nos hablará sobre algunas situaciones y realidades pastorales más relevantes.

Él presentará algunas cuestiones sobre las que conviene fijar nuestra atención.

Finalmente, mons. Julián Herranz, distinguido jurista y pastoralista de la Curia romana, con su autoridad y competencia de presidente del Pontificio Consejo para los textos legislativos, tratará sobre las estructuras eclesiales que operan en la nueva evangelización.

En el programa se citan varias estructuras sobre las que voy a hacer alguna observación.
En primer lugar, las Conferencias episcopales, que han adquirido notable relieve a raíz del concilio Vaticano II. Sobre ellas, tenemos iluminadora doctrina y claras disposiciones en la constitución apostólica Apostolos suos, de Juan Pablo II, dada en forma de motu proprio con fecha 18 de enero de 1998.

También hay que tener presente el reciente discurso dirigido por el Papa al último grupo de obispos brasileños en visita ad limina Apostolorum, el 18 de enero de 2003:  lo encuentran en el libro.

Los presidentes de las Conferencias episcopales conocen muy bien las asiduas relaciones de servicio, colaboración y ayuda que esta Pontificia Comisión tiene con los Episcopados latinoamericanos y la ayuda que tratamos de prestarles según nuestras limitadas posibilidades. Los secretarios de las Conferencias nos prestan un gran servicio que agradecemos mucho. (...)

Sobre los organismos diocesanos, en el campo de las estructuras para la nueva evangelización, nos gustaría escuchar una palabra autorizada o comentario de algunos de los experimentados pastores de grandes o importantes diócesis aquí presentes.

En el panel podría haber figurado un tema que ha adquirido una dramática actualidad y al que se está refiriendo continuamente el Papa:  la paz.

De este asunto podría hablarnos muy autorizadamente el cardenal Theodore McCarrick, arzobispo de Washington, para indicarnos qué hemos de hacer los evangelizadores para ser, como ha dicho Juan Pablo II, "centinelas de la paz".

También sería oportuno que alguno de los presentes dijera algo sobre la pastoral de las grandes ciudades (megalópolis), así como sobre los indígenas y afroamericanos, con alguna referencia a la "teología india".

En la tarde de nuestra segunda jornada, abordaremos un problema de gran relieve y que tiene mucho que ver con la nueva evangelización; por eso, merece gran atención; es lo que podríamos llamar una "contracorriente de evangelización":  el fenómeno de las sectas, que algunos prefieren llamar, quizás impropiamente, "nuevos movimientos religiosos" (sobre la New Age, la Libreria Editrice Vaticana ha publicado a primeros de año "una reflexión cristiana" del Pontificio Consejo para la cultura y del Pontificio Consejo para el diálogo interreligioso, con el título Jesucristo, portador del agua viva. En este documento se cita la Instrucción pastoral sobre el tema publicada en 1996, con notable difusión, por el cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México).

El estudio sobre el tema de las sectas lo continuaremos también el miércoles. Y lo consideramos tan importante que, precisamente para prepararlo, hemos realizado el pasado mes de enero, en colaboración con el Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos, el Pontificio Consejo para el diálogo interreligioso y el Consejo episcopal latinoamericano, un encuentro de dos días (14 y 15), durante los cuales la cuestión ha sido examinada a fondo por algunos obispos y un grupo reducido de cualificados expertos. Con el señor cardenal Re presidieron la reunión el cardenal Kasper y mons. Fitzgerald.

Para que puedan estar al corriente del contenido de la reunión, saber quiénes participaron, conocer las ponencias presentadas y las ideas manejadas en el diálogo, les entregaremos un Informe que lleva como anexos las intervenciones completas de los expertos que sirvieron de base para la discusión.

Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata en Argentina, teólogo y pastoralista de prestigio, asistió a la reunión, con el fin de presentar a esta plenaria una Relación conclusiva sobre el problema de las sectas en América Latina.

Dicha relación será la base para el diálogo, que comenzaremos el martes por la tarde y durará toda la mañana del miércoles, en orden a trazar unas coordenadas con propuestas concretas para una estrategia evangelizadora, eficaz y resolutiva, con vistas a contrarrestar el fenómeno de las sectas en nuestras naciones de América Latina.

Para ello hemos de tener presente lo que ha dicho el Papa en numerosos documentos:  por ejemplo, Ecclesia in America, 73; Discurso a la reunión plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina, 23 de marzo 2001, 6; Discurso a los obispos brasileños de la región sur 1 en visita ad limina Apostolorum, 23 de enero de 2003).

Un texto muy significativo del Santo Padre, tomado de un discurso a esta Comisión (27 de marzo de 2001), sobre el particular, es el siguiente: 

"Es necesario prestar especial atención al problema de las sectas, que constituyen un grave obstáculo para el esfuerzo evangelizador (Ecclesia in America, 73). Sobre las mismas se ha estudiado y hablado mucho, pues se trata de un fenómeno que no puede ser contemplado con indiferencia. Es necesaria una acción pastoral resolutiva para afrontar esta grave cuestión, revisando los métodos pastorales empleados, fortaleciendo las estructuras de comunión y misión y aprovechando las posibilidades evangelizadoras que ofrece una religiosidad popular purificada (Ecclesia in America, 73). A este respecto, sabéis bien cuán importante es la presencia de los evangelizadores, pues allí donde operan sacerdotes, religiosos, religiosas o laicos entregados al apostolado, las sectas no prosperan. La fe, aun siendo un don de Dios, no se suscita ni se mantiene sin la mediación de los evangelizadores (n. 3). El desafío de las sectas en América Latina exige acciones creativas y valientes, pues se trata de un apremiante problema pastoral. Entre las iniciativas eficaces podrían citarse la multiplicación de los lugares de culto, la misión domiciliaria que pueden realizar nuestros jóvenes y el establecimiento de una cadena católica latinoamericana de televisión, con un noticiero eclesial en orden a contrarrestar las cadenas sectarias" (n. 17).

De estas palabras del Papa se deduce que el problema de las sectas es de índole fundamentalmente pastoral. Hacen falta, como dice el Santo Padre, acciones pastorales resolutivas.
Con todo este trabajo, intenso y complejo, basado en ponencias o conferencias, diálogo o debate, podremos llegar a elaborar y formular adecuada y sintéticamente algunas conclusiones, como se ha hecho en las anteriores reuniones plenarias de esta Pontificia Comisión.

Estas conclusiones, que podrán tener tal vez forma de Recomendaciones pastorales, se trabajarán en una reunión reducida de algunos de los padres presentes, que tendrá lugar el miércoles, día 26, por la tarde, en la sede de la Pontificia Comisión. (...)

El jueves 27, por la mañana, las eventuales conclusiones serán presentadas a la plenaria para su evaluación y posible aprobación.

Luego, se entregarán a los dicasterios de la Curia romana y a las Conferencias episcopales de América Latina, cumpliendo así lo que se dice sobre las tareas de nuestra Comisión en el motu proprio "Decessores nostri".

Las Conclusiones irán acompañadas del Discurso del Santo Padre que esperamos tener en la mañana del jueves 27 y que será como el documento final de esta reunión plenaria 2003. (...)
De cara al debate, para iniciar ya el diálogo en el tiempo que tenemos disponible esta mañana, quiero resaltar algunos temas o problemas que pueden ser objeto de nuestra reflexión y sobre los que tal vez sea interesante escuchar alguna palabra de los presentes.

 Situación general en América Latina. Como se hace notar en la Presentación del libro que les hemos entregado con los discursos del Papa a los obispos latinoamericanos en visita ad limina Apostolorum, en las reflexiones que el Santo Padre expuso el 15 de enero al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, inspirándose -como él mismo dice- "en la actualidad del mundo y de la Iglesia", se refirió a las "convulsiones" que perturban el orden en América Latina. Sobre estas "convulsiones", "sobresaltos" o "desbarajustes" que se registran en algunas naciones, podría ser interesante oír algún comentario de los pastores aquí presentes y que proceden de diversos países. Sabemos que en este momento los países de Iberoamérica que sufren "convulsiones" más llamativas que centran la atención de los medios de comunicación son Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, Ecuador y Venezuela.

— Claro que lo que más nos interesa es hablar de la nueva evangelización, sobre todo de cara a la llamada "posmodernidad" o al así denominado "pensamiento débil" que, procedente de Europa, influye en las naciones latinoamericanas:  Nueva evangelización en todos los países del continente, a la luz de la exhortación apostólica Ecclesia in America. Este fue el tema de nuestra anterior reunión plenaria. La Secretaría general del Sínodo de los obispos, al comienzo del año, envió a los responsables de los dicasterios de la Curia romana y a los obispos de América Latina un Informe actualizado sobre la aplicación de la exhortación apostólica postsinodal, a casi cuatro años de su publicación. Es fruto de las diversas reuniones del Consejo postsinodal y de las consultas hechas a las Conferencias episcopales. La publicación -según indica el cardenal Schotte en la Introducción- "pretende ofrecer un panorama general del camino recorrido y una visión global de la situación en todo el continente, en relación a la aplicación del citado documento". En esta publicación, el Consejo postsinodal propone una serie de puntos sobre algunos de los cuales podríamos hablar aquí.

1. La construcción de la unidad americana. En ese aspecto, a mi modo de ver, hay que insistir en la línea del Papa; pero teniendo muy presente que, como el mismo Santo Padre ha recordado tantas veces, con gestos y palabras, América Latina tiene que conservar y acrecentar su propia especificidad, nacida de su cultura católica, y su rica tradición de fidelidad eclesial, que tanto ha caracterizado a Iberoamérica, a Hispanoamérica.

2. Sobre la defensa de la vida se está trabajando mucho en América Latina. Hay que poner el acento en la evangelización de la familia y de la juventud. A la familia se dedicó la reunión de presidentes de las Conferencias episcopales de América, organizada en Santo Domingo por el Pontificio Consejo para la familia y la Pontificia Comisión para América Latina, el pasado mes de septiembre.

3. Los pastores deben promover intensamente el espíritu misionero, en el marco de la nueva evangelización ad intra y ad extra. No olvidar que, en la conclusión 15 de la anterior asamblea de la Pontificia Comisión para América Latina, se insistió -como dije ya antes- en que "América Latina, ya evangelizada durante 500 años, se ha de convertir en un continente evangelizador". "Las Iglesias particulares de América -dice el Papa- están llamadas a extender su impulso evangelizador más allá de sus fronteras continentales. No pueden guardar para sí las inmensas riquezas de su patrimonio cristiano. Han de llevarlo al mundo entero y comunicarlo a aquellos que todavía lo desconocen" (Ecclesia in America, 74).

4. América necesita cada vez más evangelizadores, sobre todo sacerdotes bien formados, para "hablar cada vez más de Jesucristo" (Ecclesia in America, 67). A este tema está dedicado el Mensaje que la Presidencia de la Comisión mandó a las diócesis de España con motivo del Día de Hispanoamérica celebrado en las mismas el primer domingo de marzo. El texto fue enviado a todos ustedes. Está muy candente ahora en nuestros países latinoamericanos el tema de la pastoral vocacional. En no pocas regiones florecen las vocaciones y están surgiendo nuevos seminarios. Este es un motivo de esperanza.

5. Podemos preguntarnos si realmente la promoción del laicado está llevando a contar con líderes católicos, empeñados en impregnar del Evangelio las realidades temporales. Parece que nuestros católicos fallan muchas veces cuando cae en sus manos la dirección de la política. Es sin duda necesario difundir ampliamente el contenido de la Nota doctrinal de la Congregación para la doctrina de la fe sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política (24 de noviembre de 2002).

6. A la pastoral de los emigrantes e itinerantes se viene dedicando en América Latina especial atención estos años. Conviene secundar las iniciativas que surgen en este campo.

7. Un fenómeno, cada vez creciente, debe centrar nuestra atención pastoral:  la pobreza generalizada en todo el continente. Esta pobreza, como consecuencia de la globalización económica, es creciente en las diversas naciones, en algunas incluso se traduce en hambre y desbordante miseria. En el marco de la pobreza, merecen atención primordial los 80 millones de niños pobres que hay en América Latina; entre ellos están los llamados "niños de la calle" y tantos otros menores marginados en las ciudades, en el campo, o en la selva. Se trata de una "emergencia silenciosa", según la expresión del Documento de Santo Domingo (n. 22; cf. Documento de Puebla, 32), a la que hay que buscar pistas de solución, acompañando a estos niños a su encuentro con Cristo (cf. Ecclesia in America, 48). Aquí cabría referirse también a los enfermos, recordando lo dicho por el Papa en el Mensaje del pasado 2 de febrero con motivo de la Jornada del enfermo:  "Es de desear que el evangelio de la vida y del amor resuene con vigor, especialmente en América, donde viven más de la mitad de los católicos" (n. 2; cf. Ecclesia in America, 63).

Esperamos que, durante las horas de diálogo, se presenten problemas y sobre todo se sugieran soluciones que se puedan transmitir después a los demás hermanos en el episcopado.
En el marco informativo de esta Relación, deseo señalar algunos próximos acontecimientos de relieve que tenemos en el panorama de la Iglesia que peregrina por América Latina y que merecen nuestro apoyo y dedicación.

— En este año cae el 25° aniversario de la muerte del siervo de Dios Pablo VI (6 de agosto) y el 25° aniversario de la elección de Juan Pablo II (16 de octubre). También -claro- de Juan Pablo I. Resulta imposible evocar ahora aquí todo lo que el Papa Montini hizo por la evangelización de América Latina y por sus Iglesias, habiendo sido el primer Papa que visitó aquel continente:  viaje apostólico a Bogotá (22-24 de agosto de 1968, cf. 30° aniversario de la visita de Su Santidad Pablo VI a Colombia, conferencia de mons. Cipriano Calderón en Bogotá, 22 de agosto de 1998). Como homenaje a este querido e inolvidable Pontífice, hemos pedido (con carta del 11 de febrero) a todos los obispos latinoamericanos nombrados por él, que nos envíen un breve testimonio sobre su figura pastoral. Ya hemos recibido varios. Según el Anuario pontificio 2003, son 291. Algunos de ellos están aquí presentes. Del Papa Luciani recordaré solamente que en sus 33 días de pontificado convocó de nuevo la Conferencia general del Episcopado latinoamericano en Puebla. Trató el asunto con el cardenal Sebastiano Baggio, presidente entonces de la Pontificia Comisión para América Latina, y cuando murió estaba ya preparando un Mensaje para la misma. De nuestro amado Pontífice actual, Papa Wojtyla, he hablado ya al comienzo de esta Relación, presentándole como el más grande evangelizador que ha tenido América en los tiempos modernos. Esta reunión, año 2003, de la Pontificia Comisión para América Latina, queremos que sea un homenaje a Juan Pablo II, quien pasará a la historia llevando, entre otros títulos, el de Papa de América Latina.

— En mayo próximo, del 12 al 17, el Consejo episcopal latinoamericano celebra la XXIX asamblea ordinaria, que es electiva. El presidente del Celam, aquí presente, podrá informar sobre esta reunión. Mons. Jorge Jiménez ha pedido poder hablar en esta reunión, por lo que se le ha concedido un espacio largo para una intervención que, como verán, figura en programa mañana por la mañana, cuando podrá decir todo lo que desee y que, por el cargo que ostenta, resultará sin duda muy interesante. Quizás pueda informarnos algo también sobre una petición que la Presidencia del Celam hizo hace meses al Santo Padre en orden a celebrar, en el 2005, con ocasión de los 50 años del Celam, la V Asamblea general del Episcopado latinoamericano. La Santa Sede respondió a la petición con un dilata, diciendo que "no resulta fácil poder dar ahora una respuesta relativa a una iniciativa que ha de realizarse dentro de tres años, siendo difícil asumir actualmente un compromiso real para el 2005" (Carta del cardenal Re, presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, a mons. Jorge Enrique Jiménez Carvajal, presidente del Celam, 30 de noviembre de 2002). Tal vez sería bueno que los consejeros y miembros de la Comisión den su parecer sobre la cuestión.

— Las naciones centroamericanas están celebrando el Año misionero, que les prepara para el Segundo Congreso americano misionero (CAM 2), Séptimo Congreso latinoamericano misionero (COMLA 7). La convocatoria para el Congreso, que se celebrará este mismo año en la Ciudad de Guatemala, del 25 al 30 de noviembre, la ha hecho, con fecha 2 de febrero de 2003, el arzobispo metropolitano de dicha capital, mons. Rodolfo Quezada Toruño. Es algo así como una carta pastoral que toca temas muy vitales referentes a la evangelización ad intra y ad extra de América. El mismo mons. Quezada puede darnos información sobre este encuentro misionero panamericano.

— En el año 2004 cae el 25° aniversario de la III Conferencia general del Episcopado latinoamericano, celebrada en Puebla en enero-febrero de 1979. El que fue secretario general de dicha Conferencia, hoy cardenal, Alfonso López Trujillo, podría tal vez sugerir algo en orden a la conmemoración de este acontecimiento.

— En el año 2004, del 10 al 17 de octubre, se celebrará en Guadalajara, México, el 48° Congreso eucarístico internacional. Sobre tan importante acontecimiento podría hablarnos el arzobispo metropolitano de Guadalajara, cardenal Juan Sandoval, aquí presente, indicándonos cómo podemos colaborar a la preparación de un Congreso que ha de centrar la atención de la Iglesia universal, pero especialmente de las Iglesias locales de América Latina.

— Entre los acontecimientos del reciente pasado, relacionados con América Latina, no puedo dejar de recordar aquí el más relevante del 2002, el viaje apostólico de Juan Pablo II a Guatemala y México, para canonizar al beato Hermano Pedro de Betancurt (30 de julio) y al beato Juan Diego Cuauhtlatoatzin (31 de julio). A este último, en la basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, donde el 1 de agosto beatificó a los catequistas mártires de Oaxaca Juan Bautista y Jacinto de los Ángeles. A estos nuevos santos y beatos latinoamericanos encomendamos nuestros afanes evangelizadores. El Pontificio Ateneo Regina Apostolorum, con el patrocinio de la Pontificia Comisión para América Latina, organizó el pasado 21 de marzo una jornada de estudio dedicada al "evento guadalupano".

Antes de terminar, quiero saludar cordialmente a los nuevos consejeros de nuestra Comisión, recientemente nombrados por el Papa:  los cardenales Theodore McCarrick y Jorge Mario Bergoglio, s.j., que están aquí presentes; así como los arzobispos Eusébio Oscar Scheid, s.c.i., y Marc Ouellet, p.s.s. Este último no ha podido venir. Con el cardenal de Buenos Aires y el arzobispo de San Sebastián de Río de Janeiro, se incorporan a nuestra Comisión dos pastores de las más ilustres archidiócesis de Sudamérica. En cambio, con los nombramientos del cardenal de Washington y del arzobispo primado de Quebec, la Comisión se abre a Estados Unidos y Canadá en la línea de la apertura señalada por el Sínodo para América y teniendo presente el creciente número de hispanos en Norteamérica. El cardenal McCarrick está muy ligado a América Latina, por haber sido rector de la Universidad católica de Puerto Rico y haber seguido siempre muy atentamente la vida de la Iglesia del continente. Mons. Ouellet ha ejercido su ministerio de sacerdote sulpiciano durante diez años en seminarios de Colombia.

Continuemos ahora nuestro trabajo in nomine Domini, teniendo en cuenta que esta no es una reunión más de las muchas reuniones de obispos que se celebran continuamente, sino la asamblea plenaria de un organismo de la Curia romana, expresamente aprobada por el Papa (cf. Carta del cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado de Su Santidad, al cardenal Giovanni Battista Re, presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, 4 de julio de 2002).

 

 

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