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CONSEJO PONTIFICIO PARA LA FAMILIA

CONFERENCIA DEL CARDENAL ENNIO ANTONELLI,
PRESIDENTE DEL CONSEJO PONTIFICIO PARA LA FAMILIA
A INVITACION DE MONS. ANDREATTA

 

“LA FAMILIA ESCUELA DE HUMANIDAD Y VIDA CRISTIANA”

Villa Razzolini – Instituto Cavanis de Possagno (Treviso)
Jueves, 17 de septiembre de 2009

 

INTRODUCCION

Mi tema traduce evidentemente aquel del VI Encuentro Mundial de las Familias en la ciudad de México (14-18 de enero de 2009) “La familia formadora de los valores humanos y cristianos”.

El Encuentro Mundial tuvo tres momentos: el congreso teológico pastoral en el Centro Bancomer, la Fiesta de los Testimonios y la Misa de clausura en la basílica de Nuestra Señora de Guadalupe.

El Congreso tuvo una numerosísima presencia: 22 cardenales, 180 Obispos, 97 Delegaciones oficiales, 12.000 participantes registrados cada día. Entre ellos muchas familias completas, por que la brillante organización había predispuesto no solamente la oración, conferencias, mesas redondas, sino también la música, baile, folklore, exposición sobre las familias, un parque infantil para los niños.

El tema se trato según múltiples perspectivas: bíblica, teológica, espiritual, psicológica, social, filosófica, política, jurídica, económica, pastoral, cultural, medios de comunicación. Se pusieron en relieve también el contexto cultural y social desfavorable a la familia, la identidad de la familia y su misión procreativa; pero sobretodo se focalizó la atención sobre la misión educativa. La familia educa en un modo propio e insustituible, basado en un clima de amor y confianza recíproca, el testimonio y el ejemplo, la experiencia vivida y la práctica cotidiana. Por ello los valores humanos y las normas éticas, la transmisión de la fe y la propuesta de  vida cristiana no se queda en la enseñanza teórica, ni como una imposición sino que vienen interiorizadas y asimiladas como exigencias vitales de crecimiento personal. En familia se aprenden las dinámicas fundamentales de la humanidad auténtica: ser amado y amar, el bien de cada uno y el bien común, libertad y solidaridad, superación de las dificultades, manejo razonable de los sentimientos.

 

1) LA CRISIS DE LA FAMILIA

En virtud de la globalización se difunden desde el Occidente a todo el mundo, tendencias culturales y dinámicas sociales desfavorables para la familia: el relativismo ético (No existe un bien objetivo; no existe la ley natural) subjetivismo libertario (La elección tiene un valor como tal, no  la elección para la verdad y el bien; por ejemplo se puede elegir la orientación sexual, el suicidio asistido), egocentrismo (se busca la realización propia siguiendo el principio del placer y la omnipotencia del deseo), utilitarismo (Se instrumentaliza a los demás; se comercializa el sexo), consumismo (Se vive en la medida en que se consuman cosas y experiencias, emociones y sensaciones satisfactorias. También el matrimonio se convierte en matrimonio de prueba), individualismo (trabajo y sociedad se organizan en función de los individuos, ignorando las exigencias de la familia), cientificismo( Tras el desarrollo de la neurociencia reduce al hombre a su dimensión biológica, sin tener en cuenta su dimensión de sujeto personal, especialmente a propósito de los embriones.)

Tales tendencias concurren a obscurecer el carácter sagrado de la persona humana y provocan en las familias la crisis de la pareja, la crisis de natalidad, la crisis de la educación.

La crisis de la pareja se manifiesta en una avalancha creciente de separaciones, divorcios, familias monoparentales, familias alargadas, cohabitación, homosexuales, tantísimos solteros, con pesadísimos costos psicológicos, éticos, económicos, sociales, con innumerables sufrimientos, desgraciadamente ignorados por los medios de comunicación, sobretodo de los niños, pero también de los cónyuges, de los padres, de los amigos. La familia no viene percibida como una comunidad específica de personas y como un sujeto social de base; más bien viene reducida a una suma de individuos que habitan en la misma casa por un cierto tiempo, mientras obtengan una ventaja. Aún mas a veces se llega considerar a la familia como un residuo del pasado, destinado a disolverse en un futuro no muy lejano, cuando la diferencia de sexos perderá todo su significado y los niños sean concebidos por inseminación artificial y no por copulación.

El desafío mas peligroso viene de la ideología de género, nacida en los ambientes feministas y homosexuales anglosajones y ya difusa ampliamente en el mundo. Según dicha teoría, el sexo biológico no tiene ninguna importancia; no tiene mas significado que el color de cabello. Lo que cuenta es el género, o sea la orientación sexual que cada uno elige libremente y construye según los propios impulsos, tendencias, deseos y preferencias. Se ha  hecho célebre  el dicho de Simone de Beauvoir: “On ne naît pas femme; on le devient” (no se nace mujer se hace). Dicho acuñado sobre el rastro de una afirmación de Erasmo di Totterdam a propósito de la educación de los niños “Homines non nascuntur, sed effinguntur”. El ser humano es, pues, no una realidad natural, sino cultural (constructivismo).

El valor supremo de tutelar es la libertad de elección. Cada uno debe tener la posibilidad de construir la orientación sexual propia y eventualmente cambiarlo durante su vida. Mientras los sexos biológicos son dos solamente, las categorías de comportamiento sexual son numerosas: heterosexual masculina, heterosexual femenina, homosexual, lésbico, bisexual, transexual, travesti, voyeurismo, otras formas indiferenciadas y flexibles. Todas las prácticas son respetables y de legitimidad social. En el pasado la diferencia natural de los dos sexos servia para afirmar y mantener la supremacía y el dominio masculino en muchos ambientes: economía, instrucción, arte, filosofía, religión, política, convivencia civil. Según la concepción naturalista ( véase por ejemplo Aristóteles) el hombre nace para ser activo en la generación, para trabajar fuera de casa, para operar en la sociedad, para dirigir; en cambio la mujer nace para ser pasiva en al generación, acoger la vida y cuidarla, educar a los hijos, trabajar en casa, obedecer. El naturalismo debe ser sustituido por el constructivismo, el valor falso del sexo por el valor del gender. Se necesita renovar la mentalidad y el modo de vivir, cambiando las normas sociales que rigen la sexualidad.

En nombre de la libertad de elección, de la igualdad y de la lucha contra la discriminación vienen reivindicados los llamados “nuevos derechos humanos” y en particular los “derechos sexuales y reproductivos”. Vuelven en esta categoría: la legitimación jurídica de las varias formas de convivencia, la familia en todas sus formas, el derecho al ejercicio estéril de la sexualidad (solución a la explosión demográfica), el matrimonio gay, la anticoncepción, la libertad de abortar, la libertad para todos de adoptar niños, la libertad de procrear artificialmente, la represión de la homofobia, la promoción de la libertad sexual de los adolescentes aún en contra de la voluntad de sus padres.

A las instancias políticas de los varios niveles se les pide de gobernar según la perspectiva de género. Desgraciadamente estas peticiones encuentran una escucha creciente: ONG, Agencias de la ONU para la población, para la salud y la para educación, conferencias del Cairo (1994) y de Bejín (1995), Parlamento Europeo de Estrasburgo. Hasta ONG de inspiración cristiana y asociaciones caritativas católicas se dejan tentar de palabras  inviolables como dignidad, misericordia, respeto de la libertad, lucha contra la discriminación y la marginación

La crisis de la natalidad es particularmente grave en Europa, Rusia y Japón, pero comienza a suscitar preocupación también en otras áreas geográficas. En la Unión Europea el índice promedio de fecundidad por mujer es 1,56 (en Italia 1,3) por debajo de la cuota de reemplazo generacional (2,1 por mujer) y muy por debajo del deseo expresado, y por varias dificultades no realizado, de las parejas jóvenes de esposos (en promedio 2,5 hijos). Se va al encuentro de un rápido envejecimiento ( y posterior caída) de la población con pesadas consecuencias económicas, sociales y culturales. Dentro de cuarenta años por cada anciano mayor de 65 años habrán solo dos trabajadores, que deberán proveer y asegurar la pensión, media pensión cada uno: lo que es insostenible si se piensa que ahora mismo se tiene grandes dificultades con cuatro trabajadores por cada pensionado mayor de 65 años. Con motivo de estas inquietantes previsiones demográficas, se multiplican las solicitudes de adecuadas política de apoyo a la familia y se desea que el índice de fertilidad en los diferentes países pueda aumentar cuando el desarrollo humano (ingresos, esperanza de vida, educación, paridad hombre mujer) alcanzará un índice sumamente elevado (0,86). Pero no es solo la demografía motivo de preocupación. No podemos olvidar: el impresionante número de abortos, el alto porcentaje de niños nacidos fuera del matrimonio (1/3), el recurso a la fecundación artificial, el uso éticamente desordenado de la biotecnología, la comercialización del material reproductivo.

En cuanto a la crisis de la educación, esa llama en causa, mas allá de la responsabilidad de la sociedad en su conjunto y de aquella de la escuela, de los medios de comunicación y de la comunidad cristiana, obviamente la responsabilidad de las familias: prioridad dada al trabajo, a la carrera y a la diversión en vez del

cuidado de los hijos; contumacia de la figura paterna; creciente ausencia también de la madre; falta de convicciones éticas y religiosas fuertes; actitud permisiva, desacuerdo entre los padres, traumas causados de las separaciones, divorcios, violencia doméstica. También si bien estables económicamente, muchos jóvenes crecen pobres de ideales y de esperanzas, espiritualmente vacíos, interesados solo en la porra deportiva, en las canciones de éxito, a la ropa de marca, los viajes publicitados, las emociones del sexo. La única virtud en la que parecen creer es la llamada “autenticidad”, que de hecho significa espontaneísmo y narcisismo. Frecuentemente para salir del hastío y de la inseguridad, se reúnen en grupo  y se convierten en transgresores: bullionismo, vandalismo, droga, violaciones, estupros, delitos. El Santo Padre Benedicto XVI en una carta a la ciudad y diócesis de Roma (Enero 21 2008) ha hablado de una “emergencia educativa”.

 

2) DIVERSIDAD Y COMUNIÓN

La antropología cristiana acoge algunas instancias de la teoría del gender: igual dignidad de hombres y mujeres en cuanto personas e hijos de Dios, atribución de los mismos derechos fundamentales, promoción de igualdad de oportunidades sin roles o jerarquías sociales fijas.

Todavía nos damos cuenta que la ideología de género, queriendo reaccionar contra una historia de dominación masculina, en realidad permanece aprisionada en la lógica del poder. Bajo la máscara de la igualitarismo se esconden desconfianza, rivalidad, competencia, conflicto entre los dos sexos, para prevalecer uno sobre el otro.

Según la antropología cristiana, el dominio es una desviación del sentido original de la sexualidad, un fruto del pecado: “Sentirás atracción por tu marido y el te dominará” (Gen 3,16). Es necesario salir de la lógica del poder y entrar en la del amor. “Todos los que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos” (Mt 7,12). “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22,29). No se trata de renunciar al bien propio, sino de armonizarlo con el de los demás. Crecemos juntos; nunca separados o en contra de los otros. El amor es deseo y don, eros y agape, “nunca separados del todo”. (Benedicto XVI D.C.7)

El amor es “virtud unitiva” (S.Th. I-II q 26, en 2 a 2; I-II q 28, a 1 sed contra y en 2), energía unificante entre las personas en el respeto de la alteridad.

Yo me experimento como sujeto único e irrepetible, autoconsciente y libre, capaz de autotrascenderme hacia el otro (algo o alguno), siempre tendiendo a llegar mas allá con el pensamiento, el deseo y la acción. Experimento subjetivamente desde dentro también mi cuerpo, a través del cual siento, me expreso, comunico; el mismo cuerpo que de otra parte es también objeto observable y analizable desde el exterior con las varias disciplinas científicas (física, química, biología, neurociencias, etc.).

Mientras me reconozco como persona, es decir como sujeto espiritual y corpóreo, irrepetible y en relación con los demás, debo reconocer que también los otros son personas como yo; son un bien en si mismos, merecedores de ser valorados y acompañados en su desarrollo. No puedo solo servirme de ellos para mi utilidad y placer, debo también servirlos, dedicarme a su bien según mis posibilidades, hacerme cargo de su crecimiento humano integral, sin cálculos en el dar y recibir, sin condiciones ni plazos. No debo nunca reducirlos a un instrumento intercambiable y sustituible por otro. La única actitud adecuada hacia las personas es el amor, el hacerse uno con los demás, respetando su libertad, valorando su alteridad y sus diferencias, llevando incluso el peso de sus límites y pecados, como hizo Jesús  respecto a los todos los hombres.

A semejanza del amor de Cristo, el amor auténtico se lleva a cabo según la dinámica pascual del sacrificio y la alegría, sea en las relaciones y actividades cotidianas, sea en las grandes elecciones que orientan la vida. Si decirle a alguien “Te amo” significa solamente “Contigo me siento bien”, equivaldría a decirle “contigo satisfago mis deseos” y en definitiva “Tu me eres útil”. Sin el don y el sacrificio no existe el amor.

Por otra parte el amor no es autolesionismo, sino camino a la realización definitiva. “El que trate de salvar su vida, la perderá; y el que la pierda, la conservará.” (Lc 17,33):cf. . Mt 10,39; 16,25; Mc 8,35; Lc 9,24; Gv 12,25). El hombre no puede  “encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás” (Vaticano II, GS 24). “El hombre no puede vivir sin amor… su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente”Giovanni Paolo II RH 10).

El amor es la vocación fundamental del hombre, su bien supremo, al cual son finalizados todos los demás bienes y energías.

La familia “comunidad de amor y vida” (Vaticano II GS 48) es la primera y común escuela de humanidad, donde se desarrolla y cultiva la vocación al amor. Las personas en la familia no piensan solo a su propio beneficio, sino también al bien de los demás. Si existe una atención preferencial, es por los más débiles: niños, enfermos, minusválidos, ancianos. Cada persona es reconocida como un bien en sí misma. Se nos ayuda y educa recíprocamente; crecemos juntos en humanidad. Como en un coro se valoran y se armonizan voces diversas, así en familia se valoran y se armonizan las diferencias fundamentales del ser humano, la de los sexos (hombre-mujer) y la de las generaciones (padres-hijos)

El desarrollo del amor es al mismo tiempo un proceso gradual hacia la alteridad y la comunión. El niño nace egocéntrico y vive dependiente de sus padres; el adolescente dirige su atención especialmente hacia los amigos del mismo sexo; el joven se interesa en el otro sexo y llega formar un vínculo estable de pareja en el matrimonio; los cónyuges no se cierran en su relación de pareja, sino juntos se abren para acoger los hijos. Una misma dinámica lleva el uno hacia el otro y juntos los lleva hacia un tercero ( inseparabilidad de la dimensión unitiva y procreativa).

El soltero esta llamado a salir de sí mismo; la pareja esta llamada a trascenderse a sí misma (mientras que en la relación homosexual la relación de pareja  permanece estéril). La sexualidad, como alguno ha dicho, es altruismo escrito en el alma y en el cuerpo (M. Zundel).

La alteridad y la diferencia son para el don y la comunión.

A su vez la comunión debe mantenerse abierta y creativa hacia ulteriores alteridades y hacia el futuro. El amor, como se ha dicho, no consiste en mirarse el uno al otro, sino más bien, en mirar juntos hacia la misma dirección. Esta dirección son sobretodo los hijos, pero sucesivamente también la sociedad y la iglesia, los objetivos y proyectos compartidos. La familia unida y abierta al externo es la más idónea para educar bien a los hijos. La pareja comprometida en algún proyecto común tiene mas posibilidades de permanecer unida cuando los hijos se han convertido en adultos y se han ido de la casa; resiste mejor a la tentación del llamado “divorcio gris” alrededor de los sesenta años.

El hombre y la mujer son ambos seres humanos, pero en modo diverso. Son diversos en el cuerpo (órganos genitales, aspecto, rostro, voz) en las actitudes, en los intereses, en la cualidad de la inteligencia y el carácter, en la afectividad.

Ambos generan, pero en modo diverso: el hombre fuera de sí; la mujer dentro de sí. Coherentemente con esta diferencia fundamental, comprenden, aman, comunican, trabajan en manera distinta.

Las diferencias son correlativas y complementarias, para propiciar la interacción, el intercambio, la construcción de una historia común y de un vínculo de pareja. Sobretodo cada uno da al otro el poder de procrear y convertirse en progenitor. El ser progenitor no es solamente un hecho físico, sino un evento personal, que perfecciona grandemente a los cónyuges en la imagen de Dios creador y padre. (Santo Tomás I,q99,a2)

Las diferencias vividas no como conflicto en la lógica del poder, sino como don en la lógica del amor son un bien para todos y un motivo de alegría. El marido es un don para la esposa y viceversa; los padres son un don para los hijos y viceversa; los hermanos son un don el para el otro. El amor, en cuanto comunión entre personas diversas, es el fin hacia el cual es necesario encauzar los impulsos y las energías de la sexualidad. La comunión entonces es “el modo propio de ser y vivir” de las personas (Juan Pablo II Gratissiman sane 7)

 

3) ESCUELA DE HUMANIDAD
Y LABORATORIO DE CONVIVENCIA

Juan Pablo II ha puesto un grande énfasis en la tarea natural, original, insustituible, inalienable de la familia en la sociedad (cf. FC 42-46).

Esta célula fundamental y vital, en la medida en que es animada del amor y bien lograda, alimenta en todos sus miembros importantes virtudes personales y sociales: confianza en los otros, justicia, servicio, laboriosidad, cuidado de los más débiles, gratuidad, perdón, reciprocidad, diálogo, sinceridad, fidelidad, ejercicio de la autoridad como servicio, obediencia generosa, cooperación, solidaridad, respeto a la naturaleza. En un contexto de democracia avanzada, de movilidad, de flexibilidad en el trabajo, la familia como fuerte factor de cohesión y de desarrollo, aparece incluso más necesaria.

De las investigaciones sociológicas, realizadas en diversos países, resulta que la pareja hombre-mujer unida en matrimonio, estable y duradero, ofrece muchas ventajas respecto a las familias disgregadas o incompletas (monoparentales) y a las convivencias de hecho, por  ejemplo mejor salud física y equilibrio psíquico con menor consumo de cigarros, alcohol y drogas; mejor educación y menor desviación juvenil; mejor asistencia y éxito escolar; mayor éxito laboral e ingreso económico; expectativa de vida mas larga, menos suicidios y menos violencia; menos abusos a los niños y menor tasa de mortalidad infantil…

Por el contrario, el “no-matrimonio”, causa mucho sufrimiento a los hombres, mujeres, sus hijos, sus parientes; y tiene pesados costos sanitarios, psicológicos, éticos, judiciales, económicos, demográficos, sociales.

Es de interés público que las familias sean unidas y estables, fundadas sobre el matrimonio, capaces de cumplir su misión procreativa y educativa. Ellas tienen el derecho a recibir el adecuado apoyo cultural, jurídico, económico. Es necesario por ello tutelar su identidad en relación a otras formas de convivencia; agilizar el acceso a vivienda; ofrecer oportunidad de trabajo y asegurar en todo caso un ingreso mínimo vital; incentivar la conciliación del trabajo con las exigencias de la vida familiar; para hacer justas y proporcionales a la carga de la familia la recaudación de impuestos; favorecer las tareas de cuidado y atención en casa; prolongar y retribuir en la medida adecuada las licencias parentales; proveer servicios para la infancia; hacer efectiva la libertad de elegir entre  escuela estatal y no estatal; conceder descuentos y facilidades a las familias numerosas; promover la formación de redes de familias.

Los políticos, al elaborar las leyes, programas e intervenciones, deberían escuchar no solo las asociaciones que representan a los trabajadores y las empresas, sino también las asociaciones que tutelan los intereses de las familias. Las políticas de trabajo y aquellas de la familia están entrelazadas y deberían de ser pensadas en conjunto.

Por su parte las asociaciones familiares deberían empeñarse a fondo en hacer presión en la opinión pública y sus gobiernos, en encontrarse con los parlamentarios y participar en las audiencias, intervenir en los foros de las ONG. Es necesario edificar una sociedad amiga de la familia y gobernada no en perspectiva gender, sino en perspectiva de familia.

 

4) LA FAMILIA
SUJETO DE EVANGELIZACIÓN

La participación de la familia en la misión evangelizadora de la Iglesia ha estado indicada sintéticamente por Juan Pablo II con estas palabras: “La familia cristiana está llamada a tomar parte viva y responsable en la misión de la Iglesia de manera propia y original, es decir, poniendo a servicio de la Iglesia y de la sociedad su propio ser y obrar, en cuanto comunidad íntima de vida y de amor.” (Juan Pablo II FC 50)

Evangelizar significa acoger, testimoniar, manifestar y comunicar en el mundo el amor y la presencia salvadora de Dios y de Cristo. (Cfr. Concilio Vaticano II A.G., 10)

La Iglesia es sujeto de evangelización  en sentido pleno, sacramento, signo y anticipo del Reino de Dios que es, el cuerpo y expresión visible en la historia de Cristo crucificado y resucitado, la participación y expresión de la comunión trinitaria divina de las personas divinas "para que el mundo crea" ( cfr. Jn 17:20-23).

Pero sujeto indispensable de evangelización es también la familia cristiana, realización parcial de la Iglesia, “iglesia doméstica” (Concilio Vaticano II LG 11), “iglesia en miniatura” (Juan Pablo II FC 49). “La  familia cristiana – explica Juan Pablo II está insertada de tal forma en el misterio de la Iglesia que participa, a su manera, en la misión de salvación que es propia de la Iglesia. Los cónyuges y padres cristianos, en virtud del sacramento, «poseen su propio don, dentro del Pueblo de Dios, en su estado y forma de vida».(115) Por eso no sólo «reciben» el amor de Cristo, convirtiéndose en comunidad «salvada», sino que están también llamados a «transmitir» a los hermanos el mismo amor de Cristo, haciéndose así comunidad «salvadora». (Juan Pablo II FC 49). El sacramento del matrimonio confiere a los esposos un ministerio eclesial, para la edificación del pueblo de Dios, similar al de los sacerdotes ordenados. (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 1535)

Desde siempre y dondequiera las familias cristianas son el principal camino de transmisión de las virtudes humanas y de la fe y vida cristiana (el principal camino, no el único).

En el Antiguo Testamento la transmisión de la fe se daba sobretodo  en la familia (cfr. Ex 10:2; Deuteronomio 6:20-25) y la misma fiesta de la Pascua, tenía un carácter eminentemente familiar (cfr. Ex 12:24-27).

En el Nuevo Testamento vemos que las familias están muy involucradas en la misión de la evangelización (cfr. Mc 6:10; a las 12.12, 16.4; 18,7,18; 20,7-12; Rm 16,3-5, 11:15; Fm 1-2). En los siglos primeros, el Evangelio de forma espontánea se transmite de persona a persona, de la mujer al marido y viceversa, de padres a hijos y viceversa, de un esclavo a su amo, y viceversa, extendiéndose de casa en casa, de ambiente en ambiente, de ciudad en de la ciudad, a pesar de las persecuciones.

Hoy en día, en un mundo secularizado y religiosamente indiferente, la evangelización tiene buenas perspectivas de éxito sólo si se despierta  la responsabilidad misionera de los cristianos practicantes y sus familias. El apostolado individual y familiar es el más cercano; el más eficaz y persuasivo. La familia puede evangelizar en casa mediante la oración y la escucha de la palabra de Dios, el diálogo y la edificación mutua.

Respecto a la catequesis familiar Juan Pablo II dice: “La catequesis familiar precede, acompaña y enriquece toda forma de catequesis” (Cat.Trad 68). “Es en cierto sentido insustituible” (Cat.Trad 68)

Además la familia puede evangelizar en su ambiente mediante las relaciones con los vecinos, parientes, amigos, compañeros de trabajo, escuela, compañeros de deporte y los trabajadores y usuarios de música y arte y otros referentes sociales.

Finalmente puede evangelizar en la parroquia mediante la participación fiel a la Misa dominical, la colaboración sistemática en el camino catequístico de los hijos, en la inclusión en las actividades formativas, caritativas, recreativas, y la participación a encuentros para familias, en grupos, movimientos y asociaciones, la animación del itinerario de educación de los jóvenes al amor y de preparación de los novios al matrimonio, la cercanía a las familias en dificultad. Por otra parte, la familia, al igual que la Iglesia, debe ser un espacio donde el Evangelio es transmitido y desde donde éste se irradia. Dentro, pues, de una familia consciente de esta misión, todos los miembros de la misma evangelizan y son evangelizados… Una familia así se hace evangelizadora de otras muchas familias y del ambiente en que ella vive”(Pablo VI, EN 71) .

 

5) APOYO PASTORAL A LA FAMILIA:
ALGUNAS PROPUESTAS

a) La oración en familia.

Es deseable una convencida, inteligente y perseverante reactivación pastoral. La oración no es todo, pero todo depende de la oración. La oración común abre la puerta de la casa a una presencia especial de Jesús "Donde dos o tres estén congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt. 18:20).

La oración  transforma y eleva gradualmente la vida personal y familiar, haciendo crecer el amor recíproco y hacia todos. Activa la transmisión de la fe y de las virtudes cristianas de los padres a los hijos. Hace de la familia un sujeto de evangelización en su ambiente. Las formas de oración pueden ser muy variadas. Me parece que hoy sea de promoverse con apoyos idóneos sobretodo la oración de escucha de la Palabra de Dios para vivirla, como ha recomendado Juan Pablo II: “Dado que participa de la vida y misión de la Iglesia, la cual escucha religiosamente la Palabra de Dios y la proclama con firme confianza,(120) la familia cristiana vive su cometido profético acogiendo y anunciando la Palabra de Dios. Se hace así, cada día más, una comunidad creyente y evangelizadora” (Juan Pablo II, FC 51).

Gracias a la mediación de las Sagradas Escrituras, interpretadas de conformidad con la Iglesia, Dios nos dirige su Palabra viva llena del Espíritu Santo y por ello verdadera y eficaz. Esa palabra es en definitiva Jesucristo, el sujeto central y el contenido de la Revelación. Por lo tanto, leyendo con fe la Escritura, se lleva a cabo un encuentro con la  persona de Jesucristo, que viene a iluminar y transformar nuestras vidas. Leer, escuchar, discutir, practicar y ser cada vez más una familia que pertenece a Cristo: "Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la ponen en práctica" (Lc 8:21). Para conectar más fácilmente  las palabras escritas con Jesucristo, la Palabra viva, es bueno seguir el año litúrgico escogiendo los textos para meditar sobretodo de las lecturas del domingo. Puede bastar incluso un tiempo breve para rezar y escuchar juntos, hacer discernimiento sobre la propia vida, tomar algún compromiso para la vida cotidiana y de revisar en el momento oportuno en el diálogo familiar espontáneo.

Los encuentros familiares. Recordar la recomendación de Benedicto XVI en el V Encuentro Mundial de las Familias en Valencia: “ Las familias no están solas… Es muy importante su papel en las parroquias, así como en las asociaciones eclesiales.” El acompañamiento a los cónyuges debe continuar en los limites de lo posible aún después del matrimonio, especialmente respecto a las parejas jóvenes. Sería deseable que los encuentros para familias vengan insertados orgánicamente en los programas pastorales y que sean bastante frecuentes, como antídoto a la pobreza relacional de nuestro tiempo. Encuentros periódicos en un lugar adecuado, con momentos comunes y momentos diferenciados para padres e hijos. Encuentros de oración y amistad, de formación y de diálogo, de convivencia y diversión. Es necesario abrir el circuito cerrado de la familia nuclear; vencer el aislamiento construyendo una red real de relaciones y solidaridad, humana y espiritualmente significativas. Los adultos y sobretodo los adolescentes tiene necesidad de tener interlocutores a quienes confiarse incluso fuera de las paredes del hogar.

Para activar y consolidar las relaciones entre las familias, son ya muy utilizados incluso iniciativas extraordinarias como vacaciones comunitarias, peregrinaciones, fiestas de la familia a nivel parroquial y diocesano, celebraciones de aniversarios de matrimonio.

Las comunidades familiares de evangelización. Los encuentros entre las familias a veces asumen la forma de pequeñas comunidades cristiana al interno de la gran comunidad parroquial. El  Directorio de la Pastoral Familiar de la Conferencia Episcopal Italiana las recomienda con estas palabras:” Resulta oportuna la acción de parejas y familias que ponen a disposición su casa para momentos de escucha de la Palabra de Dios y saben como llamar a esta confrontación otras parejas y familias del barrio o de las cercanías.” (DPF 141)

Se trata de promover reuniones de carácter familiar, en casa, animadas por una pareja de esposos espiritualmente motivada y adecuadamente preparada y ayudada de la parroquia, con la participación de los hijos y de los invitados ( parientes, vecinos, amigos, compañeros, alrededor de quince personas en total). Se renueva así la experiencia de los orígenes cristianos, cuando los grupos de creyentes se reunían en las casas (cfr. Rm 16,5,10-11,14-15; Fm 1-2; Col 4,15), y se recuperan algunas funciones de la ya desaparecida familia patriarcal, compuesta de varios núcleos. En vez de trabajar creando actividades organizadas y artificiales en la parroquia, se valora como objetivo de evangelización las relaciones espontáneas que ya existen entre las familias.

La colaboración entre la parroquia y la familia. Subrayo solamente aquello que se refiere al itinerario de iniciación cristiana de los hijos. Se involucra a los padres durante todo el trayecto: algunos encuentros de preparación al bautismo de los hijos; algunos encuentros después del bautismo cada año, para ayudarles en la educación de los niños (al menos de tres años en adelante); papeles complementarios a aquellos de los catequistas en la catequesis de preparación para la confirmación y la primera comunión. Así mientras se transmite la fe a los hijos, redescubren y profundizan la fe también los padres.

La Oración por y con las familias. Es el sostén principal, por que “ Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los albañiles.” (Sal 127,1)

 

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