Unavezmás severificahoy enproporciones amplÃsimas lo
que afirmaba el Salmistade los idólatras: que los hombres
se olvidanmuchas vecesde sÃmismos en su conducta
práctica,mientras admiran suspropias obrashasta
adorarlas comodioses: «Sus Ãdolos sonplatayoro, obrade
lamanode los hombres» (Sal 114 (115), 4).