observamos condolorosaamargura cómo en lasnaciones
económicamentedesarrolladas sonpocos loshombres que
vivesdespreocupados enabsolutode la justaordenaciónde
los bienes, despreciando sin escrúpulos, olvidandopor
completoonegando conpertinacia los bienes del espÃritu,
mientras apetecenardientemente el progreso cientÃfico,
técnico y económico, y sobrestimande talmanera el
bienestarmaterial, que lo consideran, por lo común, como el
supremobiende suvida.