EVANGELII GAUDIUM - page 214

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tés. Ella es la Madre de la Iglesia evangelizadora y
sin ella no terminamos de comprender el espíritu
de la nueva evangelización.
El regalo de Jesús a su pueblo
285. En la cruz, cuando Cristo sufría en su car-
ne el dramático encuentro entre el pecado del
mundo y la misericordia divina, pudo ver a sus
pies la consoladora presencia de la Madre y del
amigo. En ese crucial instante, antes de dar por
consumada la obra que el Padre le había encarga-
do, Jesús le dijo a María: «Mujer, ahí tienes a tu
hijo ». Luego le dijo al amigo amado: «Ahí tienes
a tu madre » (
Jn
19,26-27). Estas palabras de Jesús
al borde de la muerte no expresan primeramente
una preocupación piadosa hacia su madre, sino
que son más bien una fórmula de revelación que
manifiesta el misterio de una especial misión sal-
vífica. Jesús nos dejaba a su madre como madre
nuestra. Sólo después de hacer esto Jesús pudo
sentir que « todo está cumplido » (
Jn
19,28). Al
pie de la cruz, en la hora suprema de la nueva
creación, Cristo nos lleva a María. Él nos lleva
a ella, porque no quiere que caminemos sin una
madre, y el pueblo lee en esa imagen materna
todos los misterios del Evangelio. Al Señor no
le agrada que falte a su Iglesia el icono femeni-
no. Ella, que lo engendró con tanta fe, también
acompaña « al resto de sus hijos, los que guardan
los mandamientos de Dios y mantienen el testi-
monio de Jesús » (
Ap
12,17). La íntima conexión
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