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SYNODUS EPISCOPORUM
BOLETÍN

ASAMBLEA ESPECIAL
PARA ORIENTE MEDIO

 DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS
10-24 de OCTUBRE 2010

La Iglesia católica en Oriente Medio:
comunión y testimonio.
"La multitud de los creyentes
no tenía sino un solo corazón y una sola alma" (Hch 4, 32)


Este Boletín es solo un instrumento de trabajo para uso periodístico.
Las traducciones no tienen carácter oficial.


Edición española

09 - 14.10.2010

RESUMEN

-SALUDO DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA ITALIANA A UNA DELEGACIÓN DE PADRES SINODALES EN VISITA AL QUIRINAL

SALUDO DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA ITALIANA A UNA DELEGACIÓN DE PADRES SINODALES EN VISITA AL QUIRINAL

Publicamos a continuación la transcripción integral del saludo espontáneo pronunciado por el Jefe de Estado italiano, Excmo. Sr. Giorgio Napolitano, durante la visita al Quirinal de una delegación de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos, ayer 13 de octubre de 2010.

Eminencia Mons. Sandri, Monseñores Beatitudines,
Agradezco profundamente su visita y el testimonio que nos dan de un evento muy significativo: podemos decir, sin exagerar, un evento de alcance histórico, como es el Sínodo de Oriente Medio. Han venido a este Palacio en el cual los Presidentes de la República son los que han llegado por último: estamos aquí, mis predecesores y yo, desde hace sólo sesenta años, mientras que durante tres siglos fue residencia de los Papas.
Deseo también decirles inmediatamente que agradezco su “bello italiano”. He oído al Patriarca Naguib: no habría sido capaz de dialogar con Ustedes en latín, porque está muy lejano el tiempo de mis estudios. Esta conversión del latín al italiano es algo que, como Presidente de la República, aprecio profundamente.
Vuestro compromiso, si entiendo bien, es un compromiso de renovación, de relanzamiento y de valorización de la presencia católica y, más ampliamente, de las comunidades cristianas en Oriente Medio. Y es un compromiso del cual - estoy convencido - pueden obtener un gran beneficio e impulso las causas del pluralismo religioso, del diálogo y de la paz en esta región atormentada. Naturalmente, sin confundir las responsabilidades de la política con la responsabilidad de las Iglesias, creo que hay algo profundamente común, aún en la distinción, entre el compromiso de las autoridades políticas como las italianas, y el vuestro, sobre todo para la paz.
Durante el último año o poco más, he estado en varios países de la región: en Jerusalén para un encuentro, ya sea con las autoridades israelíes, ya sea con los representantes palestinos, pues estamos siempre profundamente dominados por el afán de hallar una solución de paz que, desde hace mucho tiempo, se espera entre Israel y las poblaciones y representantes palestinos. Italia siempre ha obrado - y ésta es una constante de la política exterior italiana, más allá de los sucesivos gobiernos - en un espíritu de amistad con Israel y, al mismo tiempo, en un espíritu de amistad auténtica con los países árabes, para la superación de este conflicto y para que se alcance, finalmente, la convivencia pacífica, en el respeto mutuo, del Estado de Israel y de un Estado Palestino independiente, estable y próspero.No sabemos si verdaderamente se están abriendo en esta fase nuevas vías - lo deseamos vivamente -; para ello trabaja nuestro gobierno, representado aquí por la subsecretaria Sra. Craxi, que justamente en el ámbito del Ministerio de Asuntos Exteriores se dedica con especial pasión a la consecución de este gran objetivo. Deseamos que así sea, y que todos podamos dar, de verdad, nuestra contribución para que al fin se salga de una situación que no sólo es de gran sufrimiento, en especial para la población palestina, sino que repercute gravemente en todo el cuadro regional de Oriente Medio o - como se dice ahora - del gran Oriente Medio.
Sabemos que en el momento en que esté resuelta - y resuelta con justicia - la cuestión del conflicto palestino-israelí, se podrán superar de verdad otras preocupantes tensiones en toda la región.
Ustedes han hablado, justamente, de forma más general de derechos humanos: antes se decía “derechos del hombre”, con una traducción discutible, porque los derechos humanos son derechos de la persona - del hombre como de la mujer - y ésta es una de las dimensiones fundamentales del compromiso de la Unión Europea. Creo que es un compromiso que debemos mantener siempre en primer plano, también cuando estamos agobiados por la crisis económica y, por lo tanto, se discute mucho de economía, se ven cifras y diagramas y se hacen previsiones. Pero no podemos olvidarnos nunca que la Unión Europea y, antes la Comunidad Europea, ha nacido como comunidad de valores, y entre estos valores los derechos humanos son un fundamento esencial que, repito, debería guiar siempre la acción de la Unión Europea, aún cuando la atención está tan focalizada en otras problemáticas.
En el último año he estado también en Líbano y Siria, y ciertamente en estos dos países hay condiciones mejores para la actuación de los católicos y los cristianos: hay más pluralismo, más respeto y creo que son, en verdad, un ejemplo que debería extenderse a otras realidades estatales de esta parte del mundo. Además la Unión Europea, en el desarrollo de sus propias relaciones con estos países, nunca debería descuidar el planteamiento enérgico del problema de la libertad de culto y, en general, de la libertad religiosa, del pluralismo religioso. Justamente en Damasco me reuní con los representantes de todas las confesiones - no sé si alguno de Ustedes estaba presente - y recuerdo que estaban también los representantes de la comunidad musulmana y de la comunidad judía. Creo efectivamente que este gran filón del diálogo entre las religiones monoteístas, que la Iglesia persigue con mucha convicción - el Pontífice actual lo hace en primera persona - es verdaderamente una de las vías fundamentales para asegurar lo que alguien ha llamado, pienso de forma apropiada, la reconciliación entre las civilizaciones.
En el fondo, para enfrentarse a desafíos tan complejos, tan arduos en esta fase histórica que afectan incluso a problemas de supervivencia del planeta y, por lo tanto, de nuestro destino común, hay que perseguir activamente la reconciliación posible entre las civilizaciones, pues es el mayor recurso del que disponemos para nutrir nuestra esperanza y para conseguir nuestros ideales, nuestros objetivos.

[00110-04.06] [NNNNN] [Texto original: italiano]


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