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SYNODUS EPISCOPORUM
BOLETÍN

II ASAMBLEA ESPECIAL PARA ÁFRICA
 DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS
4-25 de OCTUBRE 2009

La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz.
"Vosotros sois la sal de la tierra ... Vosotros sois la luz del mundo" (Mt 5, 13,14)


Este Boletín es solo un instrumento de trabajo para uso periodístico.
Las traducciones no tienen carácter oficial.


Edición española

04 - 05.10.2009

RESUMEN

- SOLEMNE APERTURA DE LA II ASAMBLEA ESPECIAL PARA ÁFRICA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS
- PRIMERA CONGREGACIÓN GENERAL (LUNES 5 DE OCTUBRE DE 2009, POR LA MAÑANA)
- AVISOS

SOLEMNE APERTURA DE LA II ASAMBLEA ESPECIAL PARA ÁFRICA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS

Ayer, domingo 4 de octubre de 2009, día en el que recordamos a San Francisco de Asís, al concluir en la Basílica de San Pedro la Concelebración de la Eucaristía con los Padres Sinodales con ocasión de la solemne apertura de la II Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, al ritmo de los cantos africanos, durante la cual se rezó en diferentes lenguas africanas, el santo Padre Benedicto XVI se asomó a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico del Vaticano para rezar el Ángelus con los fieles y con los peregrinos reunidos en la Plaza San Pedro. Al introducir la oración mariana el Papa dijo: “ mi venerado predecesor Juan Pablo II convocó el primer “Sínodo africano” en el año 1994, con la perspectiva del año 2000 y del tercer milenio cristiano. Él, que con su celo misionero fue tantas veces peregrino en tierra africana, recogió los contenidos surgidos en aquella asamblea en la Exhortación apostólica Ecclesia in Africa, impulsando nuevamente la evangelización del Continente. A 15 años de distancia, esta nueva Asamblea se ubica en continuidad con la primera, para verificar el camino recorrido, profundizar algunos aspectos y examinar los más recientes desafíos. El tema elegido es: “La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz” - acompañado por una palabra de Cristo dirigida a los discípulos: “ Vosotros sois la sal de tierra...vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5, 13.14). El Sínodo siempre constituye una intensa experiencia eclesial, una experiencia de responsabilidad pastoral colegial en relación a un aspecto especifico de la vida de la Iglesia, o también, como en este caso, por una parte del Pueblo cristiano determinada en base al área geográfica. El Papa y sus más estrechos colaboradores se reúnen con los Miembros designados por la Asamblea, con los Expertos y con los Auditores, para profundizar la temática previamente elegida. Es importante subrayar que no se trata de un encuentro de estudio, ni de una asamblea programática. Se escuchan relaciones e intervenciones en el aula, cada uno se confronta en los grupos, pero todos sabemos bien que los protagonistas no somos nosotros: es el Señor, su Santo Espíritu, que guía a la Iglesia. Lo más importante, para todos nosotros, es escuchar: escucharnos unos a otros, y todos juntos, escuchar lo que el Señor quiere decirnos. Por esto, el Sínodo se desarrolla en un clima de fe y oración, en religiosa obediencia a la Palabra de Dios. Al sucesor de Pedro le compete convocar y guiar las Asambleas sinodales, recoger cuanto surge de los trabajos y ofrecer luego las oportunas indicaciones pastorales. Queridos amigos, África es un continente que posee una extraordinaria riqueza humana. Actualmente, su población asciende a alrededor de mil millones de habitantes y su tasa de natalidad es la más alta a nivel mundial. África es una tierra fecunda de vida humana, pero desgraciadamente esta vida está marcada por tantas pobrezas y sufre también pesadas injusticias. La Iglesia ha puesto su empeño en superarlas con la fuerza del Evangelio y la solidaridad concreta de tantas instituciones e iniciativas de caridad. Recemos a la Virgen María, para que bendiga la II Asamblea sinodal para África y obtenga paz y desarrollo para ese grande y amado Continente”.

Así, luego del rezo de la Oración mariana, el Papa agregó, en diferentes idiomas: “(en italiano) Al concluir la oración del Angelus de este particular domingo, en el que he abierto la Segunda Asamblea especial para África del Sínodo de los Obispos, no puedo olvidar los conflictos que, actualmente, ponen en riesgo la paz y la seguridad de los Pueblos del Continente africano. En estos días he seguido con preocupación los graves episodios de violencia que han sacudido las poblaciones de Guinea. Expreso mis condolencias a las familias de las víctimas e invito a las partes al diálogo, a la reconciliación y estoy seguro de que no se ahorrarán esfuerzos para alcanzar una equitativa y justa solución. Por la tarde del próximo sábado 10 de octubre, junto con los Padres sinodales, guiaré en el Aula Pablo VI un rezo especial del Santo Rosario “con África y para África”, animada por jóvenes universitarios de Roma. Se unirán a la oración, en conexión vía satélite, los estudiantes de algunos Países africanos. Queridos jóvenes universitarios, les espero, numerosos, para confiarle a María Sedes Sapientiae el camino de la Iglesia y de la sociedad en el Continente africano. [en francés] Hoy se abre la II Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos. Os invito a sostener con vuestra oración la reflexión y los trabajos de los padres sinodales. Os invito igualmente a rezar por el querido continente africano que he visitado el pasado mes de marzo. Que Dios lo bendiga y le conceda la paz, la reconciliación y la justicia y que dé a la Iglesia en África la fuerza y el valor para ser “sal de la tierra” y "luz del mundo", para testimoniar la verdad de la vida en Jesucristo. ¡Confío este Sínodo a la intercesión maternal de la Virgen María, Protectora de África! ¡Que Dios os bendiga! [inglés] Os invito a todos a uniros a mí en la oración para la II Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos que hemos abierto esta mañana en la Basílica de San Pedro. Que este gran evento eclesial fortalezca la Iglesia de África en su testimonio del Evangelio de Jesucristo y sus esfuerzos para promover la Reconciliación, la Justicia y la Paz entre sus gentes. Que el Sínodo ayude también a volver los ojos del mundo hacia este gran continente e inspire una renovada solidaridad para con nuestros hermanos y hermanas africanos. Encomendamos nuestras oraciones a la intercesión de Nuestra Señora. Invoco sobre vosotros y vuestras familias la bendición de Dios de la alegría y la paz![alemán] Con la Santa Misa en la Basílica de San Pedro, esta mañana hemos inaugurado la II Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos. El tema es “La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, la justicia y la paz. Vosotros sois la sal de la tierra... vosotros sois la luz del mundo”. Para ser verdaderamente sal de la tierra y luz del mundo necesitamos la misericordia de Dios. Rogamos al Señor que haga de nuestros hermanos en la fe y de nosotros mismos, cada vez más testimonio de la reconciliación, de la justicia y de la paz. Os deseo a todos un buen domingo.
En el centro de la II Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos dedicada a África estarán presentes los temas de la Reconciliación, la Justicia y la Paz, que fueron ya afrontados, a distancia de 15 años, también en la I Asamblea Especial dedicada a la tierra africana, ya entonces lacerada por genocidios, guerras civiles, SIDA, hambre y otras numerosísimas plagas. "Cuando se habla de los tesoros de África -ha subrayado el Papa Benedicto XVI en su homilía de ayer- se piensa inmediatamente en los recursos de los cuales su territorio abunda y que desgraciadamente se han vuelto y siguen siendo motivo de explotación, de conflictos y de corrupción". "En cambio -ha precisado- la palabra de Dios nos hace mirar a otro patrimonio: el espiritual y cultural, que la humanidad necesita aún más que las materias primas". El Papa ha destacado que "África representa un inmenso "pulmón" espiritual, para una humanidad que parece tener una crisis de fe y esperanza. Pero también este "pulmón" puede enfermar. Y, por el momento, al menos dos peligrosas patologías lo están menoscabando: ante todo, una enfermedad que ya está extendida en el mundo occidental, es decir, el materialismo práctico, combinado con el pensamiento relativista y nihilista. Sin entrar en los motivos de la génesis de estos males del espíritu, sin embargo es indiscutible que a veces el llamado "primer" mundo ha exportado, y sigue exportando, tóxicos desechos espirituales, que contagian a las poblaciones de los demás continentes, en especial las africanas. En este sentido el colonialismo, que se ha terminado en el plano político, no se ha acabado del todo. Pero, precisamente en esta misma perspectiva, hay que señalar un segundo "virus" que podría afectar también a África, como es el fundamentalismo religioso, mezclado con los intereses políticos y económicos. Grupos que se remiten a diferentes pertenencias religiosas se están difundiendo en el continente africano; lo hacen en nombre de Dios, pero según una lógica opuesta a la divina, es decir, enseñando y practicando no el amor y el respeto de la libertad, sino la intolerancia y la violencia". La Iglesia de África puede aportar "una gran contribución a toda la sociedad", ha subrayado el Papa. "La reconciliación, don de Dios que los hombres deben implorar y acoger, es el cimiento estable sobre el que construir la paz, condición indispensable para el auténtico progreso de los hombres y de la sociedad, según el proyecto de justicia querido por Dios. En los últimos años, la Iglesia Católica en África ha experimentado un gran dinamismo", ha recordado Benedicto XVI, que se ha dirigido también a los fieles laicos, "llamados a difundir el perfume de la santidad en la familia, en los lugares de trabajo, en la escuela y en cualquier otro ámbito social y político". Proteger a los niños con mano maternal, "aun antes de nacer" es una de las exhortaciones dirigidas ayer por Benedicto XVI a África: "La realidad de la infancia constituye una parte muy grande y, por desgracia, doliente de la población africana". Niños por los cuales la Iglesia, "en África, y en cualquier otra parte de la tierra, manifiesta su maternidad", "aun antes de nacer". Retomando brevemente una sugerencia que precede a cada reflexión e indicación de tipo moral, y que se enlaza al primado del sentido de lo sagrado y de Dios, el Papa ha querido puntualizar: "El matrimonio, así como la Biblia nos lo presenta, no existe fuera de la relación con Dios. La vida conyugal entre el hombre y la mujer, y por lo tanto de la familia que ella genera, está inscrita en la comunión con Dios y, a la luz del Nuevo Testamento, se vuelve un icono del Amor trinitario y sacramento de la unión de Cristo con la Iglesia. En la medida en que custodia y desarrolla su fe, África podrá encontrar unos recursos inmensos para donar en provecho de la familia fundada en el matrimonio".

[00015-04.06] [RE000] [Texto original: italiano]

PRIMERA CONGREGACIÓN GENERAL (LUNES 5 DE OCTUBRE DE 2008, POR LA MAÑANA)

Esta mañana, 5 de octubre de 2009 a las 9.00 horas, en presencia del Santo Padre, en el Aula del Sínodo del Vaticano, con el canto de la Hora Tertia, abierto con el himno Veni, Creator Spiritus, se ha dado inicio a los trabajos de la II Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, con la Primera Congregación General.

El Santo Padre Benedicto XVI ha efectuado la reflexión.

Hablando de la acción del Espíritu Santo, el Papa ha explicado que sólo gracias a su fuerza, la Iglesia continúa en su propia obra, e invocándolo, ruega para que Pentecostés no sea sólo un evento del pasado, sino que se recree aquí y ahora. La Iglesia, ha añadido, no es una organización, sino el fruto del Espíritu Santo hacia la Ciudad de Dios, que recoge todas las culturas. Y es precisamente la lengua de fuego la que da la palabra justa, para que se llegue a una verdadera unidad en la pluralidad, colaborando en el acto creativo de Dios. Tres son las palabras objeto de reflexión: “Confessio”, “Caritas”, “Prossumus”. La “Confessio”, ha dicho el Papa, es renovación y transformación, para que a través de la luz de Dios se pueda ver la realidad, conocernos a nosotros mismos y después comprender la realidad del mundo, y así testimoniar y evangelizar. Hablando de la “Caritas”, el Santo Padre ha recordado que el Cristianismo no es una suma de ideas, ni una filosofía: uno se vuelve cristiano por amor. Citando el fragmento del Evangelio del buen Samaritano, el Papa nos recuerda que la caridad es universal y concreta. La universalidad parte del amor al prójimo, “prossumus”. El Amor, que viene del Espíritu Santo, ha explicado el Papa, nos llama a una responsabilidad activa hacia el vecino, que se convierte luego en universalidad, para ser los servidores de esta hora del mundo.

[00016-04.06] [00000] [Texto original: italiano]

Publicaremos, apenas sea posible, el texto integral de la reflexión del Papa.

Presidente delegado de turno S. Em. R. Card. Francis ARINZE, Prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.(CIUDAD DEL VATICANO).

La asamblea sinodal abierta ayer por Benedicto XVI, quien presidió la solemne Concelebración Eucarística en la Basílica de San Pedro, acogerá hasta el 25 de octubre de 2009 una representación de los Prelados del mundo sobre el tema La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz “Vosotros sois la sal de la tierra ... Vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5, 13.14)

Han intervenido en esta Primera Congregación General, después de la Hora Tertia, S. Em. R. Card. Francis ARINZE, Prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (CIUDAD DEL VATICANO) para el Saludo del Presidente delegado; S. E. R. Mons. Nikola ETEROVIĆ, Secretario General del Sínodo de los Obispos (CIUDAD DEL VATICANO) para la Relación del Secretario Generale;.
Después del intervalo, intervino S. Em. R. Card. Peter Kodwo Appiah TURKSON, Arzobispo de Cape Cost (GHANA) para la Relación anterior a la Discusión del Relator General.

Siguió un breve comentario luego de la conclusión de la Relatio ante disceptationem.

Publicamos a continuación los textos completos de las intervenciones, pronunciadas en el Aula:

- SALUDO DEL PRESIDENTE DELEGADO S. EM. R. CARD. FRANCIS ARINZE, PREFECTO EMÉRITO DE LA CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS (CIUDAD DEL VATICANO)
- RELACIÓN DEL SECRETARIO GENERAL DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS, S. E. R. MONS. NIKOLA ETEROVIĆ (CIUDAD DEL VATICANO)
- RELACIÓN ANTERIOR A LA DISCUSIÓN DEL RELATOR GENERAL, S. EM. R. CARD. PETER KODWO APPIAH TURKSON, ARZOBISPO DE CAPE COST (GHANA)

La Primera Congregación General de la XII Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos terminó a las 12.25 horas, con el rezo del Angelus Domini bajo la guía del Santo Padre.

Estuvieron presentes 226 Padres Sinodales.

La Segunda Congregación General, durante la cual serán presentadas las Relaciones de los cinco Continentes, tendrá lugar esta tarde, 6 de octubre de 2008, a las 16.30 horas.

SALUDO DEL PRESIDENTE DELEGADO S. EM. R. CARD. FRANCIS ARINZE, PREFECTO EMÉRITO DE LA CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS (CIUDAD DEL VATICANO)

Santo Padre:
Los obispos de África y Madagascar e islas adyacentes, le agradecemos la convocación a la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos.
La Iglesia en África desea ser todavía más fiel a ese aspecto de su misión que es estar al servicio de la reconciliación, la justicia y la paz.
Nuestro continente ha conocido sufrimientos evitables, la injusticia, la opresión, la represión, la explotación, conflictos y guerras que expulsan a la gente de sus hogares y la precipitan en el hambre y la enfermedad. Sin embargo, África también ha conocido el amor fraterno, la solidaridad con quienes sufren, comités de la verdad y la reconciliación, ayudas regionales entre los países y algunos pasos hacia el desarrollo integral como Su Santidad ha explicado con detalle en Caritas in Veritate.
Nuestro Amado Señor y Salvador, Jesucristo, es nuestra paz (cfr. Ef 2, 12). Él nos enseñó que le hiciéramos, al último de nuestros hermanos y hermanas, lo que le haríamos a Él (Cfr. Mt 25, 40). El perdonó a quienes le crucificaron y rogó por ellos (cfr. Lc 23, 34). Él envió a su Iglesia para ser la luz del mundo, la sal y la levadura de la sociedad (cfr. Mt 5, 13; Mc 9, 50; Lc 13, 21). Él nos envió su Espíritu Santo.
Le agradecemos, Santo Padre, por haber convocado a los representantes de los Obispos de África para reflexionar durante estas tres semanas, junto a los jefes de los Dicasterios de la Curia Romana y a los representantes del Episcopado de todo el mundo católico, con la ayuda de un cuerpo cualificado de teólogos y otros expertos, además de los representantes de los sacerdotes, consagrados y fieles laicos.
Bendíganos, Santo Padre, para iniciar nuestras labores. Bajo la guía del Espíritu Santo, que este encuentro pueda ayudar a la promoción, la reconciliación, la justicia, y la paz en África y Madagascar, así como a clarificar e intensificar el papel de la Iglesia.

[00009-04.06] [RE000] [Texto original: inglés]

RELACIÓN DEL SECRETARIO GENERAL DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS, S. E. R. MONS. NIKOLA ETEROVIĆ (CIUDAD DEL VATICANO)

Padre Santo,
Eminentísimos y Excelentísimos padres,
Queridos hermanos y hermanas:

“En nombre de Cristo os suplicamos: ‘¡reconciliaos con Dios!’ (2 Co 5,20). Ninguna diferencia étnica o cultural, de raza, sexo o religión, ha de ser para vosotros motivo de enfrentamiento. Todos sois hijos del único Dios, nuestro Padre, que está en los cielos. Con esta convicción será posible construir una África más justa y pacífica, a la altura de las esperanzas legítimas de todos sus hijos” [1].
Inspirado por el Espíritu Santo que guía a los fieles a la hora de escrutar la Sagrada Escritura, con estas palabras, que muestran Su cuidado apostólico en el ejercicio de su celo por toda la Iglesia, Su Santidad manifestó su amor a la Iglesia peregrina en 53 países africanos como también a toda África, continente de gran dinamismo, pero a la vez de no pocos desafíos. Lo hizo en Yaundé, capital de Camerún, durante su primera Visita Apostólica a África, que tuvo lugar del 17 al 23 de marzo de 2009. En esa ocasión, Santidad, usted abrió de forma ideal los trabajos de la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos. En efecto, al término de la Eucaristía celebrada en el estadio Amadou Ahidjo, en la festividad de San José, Esposo de la Beata Virgen María, entregó a los Presidentes de 36 Conferencias Episcopales de África y a los máximos Responsables de 2 Sínodos de los Obispos de la Iglesias Católicas Orientales sui iuris, al igual que de la Asamblea de la Jerarquía de la Iglesia Católica de Egipto, el Instrumentum laboris, documento de trabajo de la presente Asamblea sinodal. El estadio de Yaundé se había convertido en el corazón del continente porque junto a su Santidad, Obispo de Roma y Pastor universal de la Iglesia, se habían reunido los obispos de las Iglesias particulares, “representando de alguna manera a la Iglesia presente en todos los pueblos de África” [2]. En esa ocasión, Su Santidad invitó a todos los fieles a acompañar a sus Pastores con la oración durante la preparación y, sobre todo, durante el desarrollo de los trabajos del gran evento eclesial que es la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos. Su Santidad, por tanto, confió la celebración de la Asamblea sinodal a la protección de la Beata Virgen María, Nuestra Señora de África, invocando su intercesión, para “Que la Reina de la Paz aliente los esfuerzos de todos los ‘artesanos’ de reconciliación, de justicia y de paz” [3]. En el encuentro con el Consejo Especial para África, en la sede de la Nunciatura Apostólica de Yaundé, usted, Santo Padre, fue el primero en recitar la oración mariana que quiso componer para acompañar la preparación de la Asamblea sinodal y para implorar la abundancia de dones del Espíritu Santo, con el objetivo de obtener un renovado dinamismo de la Iglesia, siempre dispuesta a servir mejor a los hombres de buena voluntad del continente africano. Al comienzo de los trabajos sinodales, hagamos nuestra esta oración, para que las reflexiones de la Asamblea sinodal contribuyan al crecimiento de la esperanza de los pueblos africanos y del continente en su conjunto; para que contribuyan a infundir en cada una de las Iglesias locales en África “un nuevo impulso evangélico y misionero al servicio de la reconciliación, la justicia y la paz, según el programa expresado por el Señor mismo: ‘Vosotros sois la sal de la tierra [...]. Vosotros sois la luz del mundo’ (Mt 5,13.14). ¡Que la alegría de la Iglesia en África por la celebración de este Sínodo sea también la alegría de la Iglesia universal!” [4].
Este deseo de Su Santidad se está cumpliendo. De ello son testigos todos los representantes de los Episcopados de todos los continentes que han aceptado con gusto el nombramiento pontificio para participar en la Asamblea sinodal, demostrando su cercanía a la Iglesia Católica en África, una parte prometedora de la Iglesia universal. Saludo, por lo tanto, a los representantes de las Conferencias Episcopales de los otros 4 continentes, al igual que a los Obispos provenientes de 17 países. Junto con sus hermanos de África, están dispuestos a rezar, a dialogar, a reflexionar sobre el presente y el futuro de la Iglesia Católica en el continente africano. De este modo, se integran en el proceso sinodal de dar y recibir, de participar de las alegrías y las penas, de las esperanzas y las preocupaciones, compartiendo los dones espirituales para la edificación, no sólo de algunas Iglesias particulares de África, sino de toda la Santa Iglesia de Dios extendida en el mundo entero.
Saludo cordialmente a los 244 miembros de la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, 78 de los cuales son participantes ex oficio, 129 son elegidos y 36 de nombramiento pontificio. De ellos 33 son cardenales, 79 arzobispos y 156 obispos. En cuanto a los cargos que desempeñan, 37 son presidentes de las Conferencias Episcopales, 189 obispos ordinarios, 4 coadjutores, 2 auxiliares y 8 (arz)obispos eméritos.
Dirijo una cordial bienvenida a los Delegados fraternos, representantes de 6 Iglesias y comunidades eclesiales, a los que agradezco que hayan aceptado la invitación de tomar parte en este evento eclesial.
Saludo, asimismo, a los 29 expertos y 49 oyentes, dispuestos a dar su contribución para la buena marcha de los trabajos sinodales, enriqueciendo la reflexión con sus importantes testimonios.
Agradezco también la valiosa colaboración de los asistentes, los traductores y el personal técnico, al igual que los generosos colaboradores de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos. Sin su cualificada y generosa contribución no hubiera sido posible organizar esta Asamblea sinodal.

La presente relación se compone de VI partes:
I. Significado de la Visita Apostólica a África
II. Algunos datos estadísticos
III. Convocación de la Segunda Asamblea Especial para África
IV. Preparación de la Segunda Asamblea Especial para África
V. Observaciones de índole metodológica
VI. Conclusión

I. Significado de la Visita Apostólica a África

Saludo de manera especial a los 197 Padres sinodales procedentes de los países africanos. En su nombre doy las gracias a Su Santidad por la Visita Apostólica a África, que fue organizada con la mirada puesta en la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos. De ello da testimonio también el lema que Su Santidad eligió para su primera Visita pastoral al continente africano: “Vosotros sois la sal de la tierra ... vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5, 13. 14), el mismo de la presente Asamblea sinodal.
Gracias, Santo Padre, sobre todo por el iluminado magisterio impartido durante esa Visita Apostólica. Aunque materialmente se realizó en dos países: Camerún y Angola, concernió a toda África. Asimismo, reforzó aún más los vínculos de unidad que en la fe, la esperanza y la caridad, caracterizan las relaciones entre el Obispo de Roma y sus hermanos en el episcopado, puestos a la cabeza de las Iglesias particulares de África, como también entre ellos y los fieles confiados a sus cuidados pastorales, con referencia ideal a todos los hombres de buena voluntad del gran continente africano. De hecho, el Evangelio, la Buena Nueva, se ha dirigido a todos los habitantes de África y de todo el mundo. Refiriéndose a la vida de santa Josefina Bakhita, que el Siervo de Dios Juan Pablo II canonizó el 1 de octubre del año 2000, Su Santidad propuso su espléndida figura como ejemplo de la deseada trasformación de los hombres y las mujeres de todo el continente, resultado de su encuentro con el Dios vivo.También hoy, “el mensaje de salvación del Evangelio debe ser proclamado con brío y claridad, de modo que la luz de Cristo pueda brillar en la oscuridad de la vida de las personas” [5]. La luz del Evangelio disipa las tinieblas del pecado también en África donde los hombres y las mujeres están dispuestos a dejarse transformar por Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, anhelando escuchar una palabra de perdón y de esperanza. “Ante el dolor o la violencia, ante la pobreza o el hambre, la corrupción o el abuso de poder, un cristiano nunca puede permanecer callado” [6]. Dichos males afectan a todos los habitantes de África que “imploran a voz en grito reconciliación, justicia y paz, y esto es lo que la Iglesia les ofrece. No nuevas formas de opresión económica o política, sino la libertad gloriosa de los hijos de Dios (cf. Rm 8, 21)” [7]. Los hombres de Iglesia, pues, están llamados a ser apóstoles del Evangelio, Buena Nueva también para el hombre africano. “Después de casi diez años de nuevo milenio, este momento de gracia es un llamamiento a todos los obispos, sacerdotes, religiosos y fieles laicos del continente, a entregarse de nuevo a la misión de la Iglesia para llevar la esperanza a los corazones del pueblo de África, y con ello también a los pueblos de todo el mundo” [8].
Considerada la importancia de ese Mensaje Apostólico para toda África, como también para las reflexiones sinodales, junto con el Instrumentum laboris, nos ha parecido muy útil entregar a los Padres sinodales los Discursos de Su Santidad en los idiomas disponibles: francés, inglés, italiano, portugués y español. No hay duda de que estos documentos serán de gran ayuda para los Padres sinodales y que permitirán profundizar sobre algunos asuntos de fondo, relacionados con el tema de la Segunda Asamblea Especial para África.

II. Algunos datos estadísticos

Demos juntos gracias a Dios, bueno y misericordioso, por los muchos dones que la Iglesia de África ha recibido y que ha puesto al servicio de todos, especialmente de los más pobres y necesitados. En particular, demos gracias por su gran dinamismo, que se puede demostrar con las siguientes estadísticas.
De una población mundial de 6.617.097.000 de habitantes, los católicos son 1.146.656.000, es decir, el 17, 3 %. En África, en cambio, este porcentaje se ha superado. En efecto, de 943.743.000 de habitantes, los católicos son 164.925.000, es decir, el 17, 5 %. El aumento es bastante significativo si se tiene en cuenta que, por ejemplo, en 1978, al comienzo del Pontificado del Papa Juan Pablo II, el número de católicos africanos era aproximadamente de 55.000.000. En 1994, año en el que se celebró la Primera Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, su número era de 102.878.000 fieles, es decir, el 14,6 % de la población africana.
También en relación a las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, notamos, en el mismo periodo, un crecimiento notable. En todos los sectores se registra, gracias a Dios, un consistente aumento. Atañe, sobre todo, a los operadores pastorales: obispos, sacerdotes, diáconos, religiosas, laicos comprometidos, entre los que los catequistas ocupan un puesto relevante. Puede ser interesante comparar los datos estadísticos de 1994 con los datos disponibles del año 2007.

  1994 9 2007 10 + %
       
Circunscripciones eclesiásticas 444 516 + 16,21
Obispos 513 657 + 28,07
Sacerdotes 23.263 34.658 + 49,09

diocesanos

12.937 23.154 + 78.97

regulares

10.326 11.504 + 11.40
Diáconos permanentes 326 403 + 23,61
Religiosos no sacerdotes 6.448 7.921 + 22,84
Consagradas 46.664 61.886 + 32,62
Miembros de institutos seculares 390 578 + 48,20
Misioneros laicos  1.847 3.590 + 94,36
Catequistas 299.994  399.932 + 33,31
Seminaristas 17.125  24.729  + 44,40

Es un deber recordar también a los agentes pastorales que han sellado con el sacrificio de su vida su servicio eclesial. Entre 1994 y 2008 murieron en África nada más y nada menos que 521 operadores pastorales. Esta cifra incluye también a las 248 víctimas de la tragedia en Ruanda en 1994 y, además, 40 seminaristas menores asesinados en 1997 en Burundi. Se trata de personal no solamente africano, sino también de misioneros provenientes de otros países. Por ejemplo, en el año 2006 fueron asesinados 11 operadores pastorales: 5 sacerdotes diocesanos, 1 de ellos peruano, y 4 religiosos, de los cuales 1era portugués y 1 brasileño, 1 religiosa italiana y 1 misionera laica portuguesa; en 2007 perdieron la vida 4 operadores pastorales: 1 sacerdote diocesano, 2 religiosos y una hermana suiza; en 2008 murieron 5 operadores misioneros, 1 de ellos religioso de Inglaterra y un hermano francés.
Con los ojos de la fe, detrás de los datos estadísticos podemos reconocer una gran actividad evangelizadora del continente africano que anima a los operadores pastorales a un compromiso generoso e indiviso, hasta llegar a dar su propia vida en el martirio. Junto con la acción de gracias a Dios Todopoderoso por este don de su infinita misericordia, recemos para que esta actividad continúe, es más, se refuerce, por el bien de las Iglesias particulares en África y en todo el mundo. Los pastores de las Iglesias particulares reconocerán entre ese número elegido de servidores del Evangelio a los que podrían ser canonizados, según las normas de la Iglesia, no sólo para aumentar el número de los santos africanos, que cuenta con no pocos mártires, sino para obtener más intercesores en el cielo, a fin de que las amadas Iglesias particulares del continente sigan, con renovado celo, su peregrinación terrestre en la alabanza a Dios y al servicio del prójimo.
Además de llevar adelante la evangelización, su misión principal, la Iglesia Católica también es muy activa en el terreno de la caridad, la salud, la educación y, en general, en numerosas iniciativas de promoción humana. Como ejemplos significativos recordamos la Fundación para el Sahel, instituida el 22 de febrero de 1984, Año Santo de la Redención, por el Papa Juan Pablo II, después de su Visita Apostólica a Burkina Faso y del memorable Llamamiento de Ouagadougou del 10 de mayo de 1980 [11]. Hace ocho años, el 12 de febrero de 2001, el difunto Papa Juan Pablo II constituyó la Fundación El Buen Samaritano, creada con la finalidad de sostener a los enfermos más necesitados, en particular a los enfermos de SIDA [12].
En el continente africano, además, están:
Cáritas nacionales y Cáritas internacional. En el continente africano trabajan 53 Cáritas nacionales, 20 de las cuales tienen también una finalidad adjunta, en general relativa a la promoción de la solidaridad y al desarrollo integral del hombre y de la sociedad. Por lo tanto, las Caritas muchas veces llevan a cabo juntas la misión que en algunos países es propia de las Comisiones de Justicia y Paz. También está la Cáritas de Oriente Medio y de África del Norte. Todas las organizaciones nacionales están coordinadas por Cáritas África, que tiene su sede en Kampala, Uganda.
Comisiones Justicia y Paz. Además del Secretariado Justice and Peace del SECAM, existen 8 Comisiones regionales y 34 nacionales, en las respectivas Conferencias Episcopales. Además, numerosas organizaciones internacionales y nacionales católicas se prodigan para ayudar a la población africana [13]. Existen también 12 Institutos y Centros de promoción de la Doctrina social de la Iglesia [14].
Pastoral de la salud. La Iglesia Católica está muy presente en el campo de la pastoral sanitaria. Según los últimos datos recogidos en el año 2007 [15], en todo el continente africano existen 16.178 centros sanitarios, de los cuales 1.074 son hospitales, 5.373 ambulatorios, 186 leproserías, 753 casas para ancianos e inválidos, 979 orfanatos, 1997 guarderías infantiles, 1.590 consultorios matrimoniales, 2.947 centros de reeducación social y 1.279 centros sanitarios diversos. Obviamente, estos datos son el resultado del testimonio, loable y significativo, de muchos cristianos, sobre todo, de personas de vida consagrada y laicos católicos, comprometidos en las estructuras sanitarias mencionadas. Por lo que se refiere al tipo de enfermedades, las estadísticas señalan entre las emergencias sanitarias más alarmantes la derivada del VIH/SIDA. Es motivo de gratitud observar que, según los datos del UnAids, el 26 % de las estructuras sanitarias en el mundo que se ocupan del fenómeno del SIDA están gestionadas por organizaciones católicas [16]. La Iglesia Católica está en primera línea en la lucha contra la difusión de la enfermedad. También es bastante activa en el cuidado de los enfermos de SIDA, como muestra por ejemplo el método DREAM, promovido con éxito por la Comunidad de San Egidio.
De todos modos, no hay que olvidar que los datos estadísticos muestran que la malaria es la causa mayor de decesos en el continente africano. Las personas cualificadas de toda la comunidad internacional deberían dedicarles más energías y medios tanto a prevenir su difusión como a encontrar un remedio eficaz contra esa temible y tan extendida enfermedad, que provoca cada año en el mundo la muerte de cerca de 1.000.000 de personas, de las cuales el 85 % son niños de menos de cinco años.
Colegios católicos. La Iglesia Católica, como mater et magistra, junto con el anuncio del Evangelio, promueve desde siempre la educación integral de las personas por medio de sus colegios. Esta importante obra continua también en nuestros días. En efecto, en el continente africano hay 12.496 parvularios con 1.266.444 inscritos; 33.263 colegios de enseñanza primaria con 14.061.806 alumnos; 9.838 colegios de enseñanza superior con 3.738.238 alumnos. En los Institutos Superiores estudian 54.362 estudiantes; en las universidades 11.011 estudiantes cursan los estudios eclesiásticos y 76.432 otras disciplinas.

III. Convocación de la Segunda Asamblea Especial para África

La idea de convocar la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos fue madurando a lo largo de los años. Esa posibilidad se tomó en consideración, en los últimos años del Pontificado del Papa Juan Pablo II, cuando el difunto Card. Jan Pieter Schotte era Secretario General de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos. Esta idea se discutió varias veces concretamente en las reuniones del Consejo Especial para África de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos.
Por lo tanto, incluso después de mi nombramiento a Secretario General en 2004, el tema ha seguido siendo actual. En concreto, el propio Juan Pablo II habló públicamente de ello el 15 de junio de 2004, con ocasión de la Audiencia concedida al Consejo Especial para África de la Secretaría General formulando la siguiente pregunta: “¿No ha llegado el momento, como solicitan numerosos pastores de África, de profundizar en esta experiencia sinodal africana? El crecimiento excepcional de la Iglesia en África, el rápido relevo de los pastores y los nuevos desafíos que debe afrontar el continente exigen respuestas que sólo podría ofrecer la prosecución del esfuerzo requerido por la aplicación de la Ecclesia in Africa, dando así renovado vigor y reforzada esperanza a este continente en dificultad” [17].Por su parte, los miembros del Consejo Especial para África le agradecieron al Santo Padre su celo apostólico hacia sus Iglesias particulares y se comprometieron, con renovado fervor, a preparar bien la Asamblea sinodal. Durante la reunión del Consejo Especial para África en los días 15 y 16 de junio de 2004, se decidió someter a la benévola decisión del Papa Juan Pablo II la propuesta de convocar oficialmente la Segunda Asamblea Especial para África. Los miembros del Consejo le encargaron al Secretario General que propusiera al Santo Padre anunciar esta decisión en el X aniversario de la celebración de la Primera Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos. En concreto, se sugirió que se anunciara el 13 de noviembre de 2004, en el día del 1650 aniversario del nacimiento de San Agustín, gran africano y gloria de la Iglesia universal. La ocasión era propicia, pues en esa fecha tuvo lugar en Roma un Simposio organizado por el SECAM (Symposium of Episcopal Conferences of Africa and Madagascar) y por el C.C.E.E. (Consilium Conferentiarum Episcoporum Europae) para recordar el X aniversario del Sínodo para África. A juicio de los miembros del Consejo Especial para África, era necesario contar con el tiempo suficiente para preparar la celebración de la Asamblea sinodal, que debía celebrarse en el mes de octubre del año 2009, año del XV aniversario de la celebración de la Primera Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos. El tema se referiría a la Iglesia en África entendida como Familia de Dios llamada a anunciar el Evangelio de Jesucristo para la salvación y la reconciliación, la justicia y la paz.
El Siervo de Dios Juan Pablo II aceptó con gusto esta propuesta. Con ocasión de la Audiencia Pontificia a los participantes en el Simposio de los Obispos de África y Europa reunidos en Roma anunció: “Acogiendo la sugerencia del Consejo postsinodal, intérprete de los deseos de los pastores africanos, aprovecho la ocasión para anunciar mi intención de convocar una Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos” [18]. Al mismo tiempo, encomendó ese proyecto a las oraciones de los fieles, e invitó “cordialmente a todos a implorar del Señor el don precioso de la comunión y de la paz para la amada tierra de África” [19].
El difunto Pontífice expresó en otra ocasión su apoyo a la idea de una Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos. En la carta que dirigió al Excmo. Secretario General, con ocasión de la XIII reunión del Consejo Especial para África del 24 y 25 de febrero de 2005, el Papa Juan Pablo II, manifestó, además, su visión de la Segunda Asamblea sinodal.
“Constatando el dinamismo surgido de la primera experiencia sinodal africana, debe tratar de profundizarla y prolongarla, apoyándose en la Exhortación Apostólica postsinodal Ecclesia in Africa, y teniendo en cuenta las nuevas circunstancias eclesiales y sociales del continente. Tendrá por tarea sostener a las Iglesias locales y a sus pastores, y ayudarles en sus proyectos pastorales, preparando así el futuro de la Iglesia en el continente africano, que vive situaciones difíciles, tanto en los ámbitos político, económico y social, como en lo que concierne a la paz” [20]. A continuación, el Papa Juan Pablo II enumeró algunas de esas dificultades: conflictos armados, la pobreza persistente, las enfermedades y sus devastadoras consecuencias, empezando por el drama del SIDA, la corrupción y la difundida sensación de inseguridad en varias regiones. Los fieles, junto con todos los hombres de buena voluntad deben trabajar para construir una sociedad próspera y estable, asegurando un futuro digno para sus nuevas generaciones. La Iglesia Católica, que en las últimas décadas ha conocido un gran crecimiento, da gracias a Dios por ello. Al mismo tiempo, el Romano Pontífice precisaba: “Para que prosiga este crecimiento, exhorto a los obispos a promover la profundización espiritual de lo que ya se ha realizado, así como la maduración humana y cristiana del clero y de los laicos” [21]. Al final, además de encomendar la preparación del evento eclesial a la intercesión maternal de nuestra Señora de África, el Papa Juan Pablo II deseaba que ojalá “la futura Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos favorezca también un fortalecimiento de la fe en Cristo Salvador y una auténtica reconciliación” [22]La Divina Providencia quiso que el Papa Juan Pablo II pasara a mejor vida el 2 de abril de 2005. En el cónclave que tuvo lugar el mismo mes, los Em.mos. cardenales eligieron como Obispo de Roma al Santo Padre Benedicto XVI el 19 de abril de 2005. Dos meses después de su elección al solio Pontificio, Su Santidad Benedicto XVI también se pronunció a propósito de la convocación de la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos. Después de un estudio detallado sobre la materia, el Santo Padre confirmó nuevamente la decisión de su predecesor. Al saludar a los Miembros del Consejo Especial para África de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, el Sumo Pontífice dijo: “Confirmando cuanto había decidido mi venerado Predecesor el 13 de noviembre del año pasado, deseo anunciar mi intención de convocar la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos. Albergo gran confianza en que dicha reunión dé un nuevo impulso en el continente africano a la evangelización, a la consolidación y al crecimiento de la Iglesia, así como a la promoción de la reconciliación y la paz”(23).
La convocación oficial de la Asamblea sinodal tuvo lugar el 28 de junio de 2007, víspera de la fiesta de los Santos Pedro y Pablo. En esa ocasión se indicó el tema y la fecha de la celebración: “el Santo Padre ha convocado la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos sobre el tema “La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz” “Vosotros sois la sal de la tierra... sois la luz del mundo (Mt 5, 13.14), que tendrá lugar en Roma del 4 al 25 de octubre del año 2009 (24).
Después de la decisión del Santo Padre, los miembros del Consejo Especial comenzaron con prontitud el trabajo de preparación a la Asamblea sinodal.

IV. Preparación de la Segunda Asamblea Especial para África

Una vez madurada la idea de una Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, los miembros del Consejo Especial han tenido la tarea de preparar de la mejor manera posible la celebración de dicho evento eclesial.
En primer lugar, se debían redactar los Lineamenta, documento preparatorio de la Asamblea sinodal. A dicha preparación se dedicaron varias reuniones del Consejo Especial para África de la Secretaría General.
En las reuniones que se tuvieron los días 25 y 26 de febrero de 2005, los Miembros del Consejo Especial para África han acordado el esquema de los Lineamenta con indicaciones precisas sobre su contenido. En la reunión sucesiva del 21 y 22 de junio de 2005, el borrador del Documento fue objeto de un estudio profundo. Mientras tanto, el 13 de enero de 2006, el Santo Padre Benedicto XVI había formulado el tema de la Asamblea sinodal. Por lo tanto, los Miembros del Consejo Especial pudieron reflexionar con más precisión sobre el proyecto del Documento, aportando diversas modificaciones que han sido integradas posteriormente en el texto. Éste ha sido enviado por correo electrónico a los Miembros del Consejo Especial para África, para su última aprobación, rogándoles que hicieran llegar eventuales observaciones antes del 24 de abril de 2006. Dos Miembros del Consejo, representantes de los grupos francés e inglés respectivamente, junto a la Secretaría General examinaron e integraron las observaciones recibidas los días 27 y 28 de abril de 2006. El documento, por consiguiente pudo ser traducido en 4 idiomas: francés, italiano, inglés y portugués, a los cuales se agregó también la versión en árabe.
Los Lineamenta fueron publicados el 27 de junio de 2006. El texto fue presentado en la Oficina de Prensa de la Santa Sede por el Emmo. Card. Francis Arinze, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y por el Emmo. Mons. Nikola Eterović, Secretario General del Sínodo de los Obispos. El Documento fue difundido ampliamente, además por medio del sitio web vaticano en las páginas de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos.
Las Conferencias Episcopales, las Iglesias Orientales Católicas sui iuris y otros organismos interesados, han tenido el tiempo hasta finales del mes de octubre de 2008 para hacer llegar a la Secretaría General del Sínodo de los Obispos las respuestas al Cuestionario de los Lineamenta. Dichas respuestas han servido para redactar el Instrumentum Laboris, documento de trabajo de la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos.

El Instrumentum Laboris

El porcentaje de las respuestas a los Lineamenta se divide en varias categorías de instituciones con las cuales la Secretaría General del Sínodo de los Obispos mantiene relaciones oficiales.

Instituciones Respuestas %

Conferencias Episcopales 36 25 30 83,33
Reuniones Internacionales de Conf. Ep 6 26 1 16,66
Iglesias Orientales Católicas sui iuris 2 27 1 50
Asamblea Jerarquía Católica de Egipto 1 0
Dicasterios de la Curia Romana 25 28 14 56
Unión de Superiores Generales 1 1 100

La Secretaría General del Sínodo de los Obispos también ha recibido contribuciones por parte de algunas Universidades Católicas y de Instituciones de Enseñanza Superior, así como por parte de diferentes personas, también laicas, sensibles al presente y al futuro de la Iglesia Católica en África.
Las respuestas que llegaron, fueron examinadas por el Consejo Especial para África del Sínodo de los Obispos en la reunión del 27 y 28 de octubre de 2008. Los Miembros del Consejo acordaron el esquema del Documento, aportando indicaciones precisas sobre el contenido, obviamente, respetando las contribuciones de los Episcopados de cada uno de los Países. La Secretaría General, con la ayuda de algunos expertos, redactó el borrador del Documento que fue discutido en la XVIII reunión del Consejo Especial para África, realizada el 23 y el 24 de enero de 2009. Después de aportar diferentes modificaciones, con el objetivo de perfeccionar el texto, el Documento fue aceptado con unánime consenso.
Al final, el Instrumentum Laboris ha sido traducido en cuatro idiomas: francés, italiano, inglés y portugués. El 19 de marzo de 2009, el Santo Padre Benedicto XVI tuvo la bondad de entregarlo personalmente en Yaoundé, Camerún, a los Jefes de los sínodos de los Obispos de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris y a los Presidentes de las Conferencias Episcopales de África, por lo cual todavía le renovamos nuestro más sentido agradecimiento. Posteriormente, la Secretaría General del Sínodo de los Obispos ha promovido una amplia divulgación del Documento que será profundizado en el curso de la presente Asamblea sinodal.

Designación de los Miembros de la Presidencia de la Asamblea sinodal

El 14 de febrero de 2009, el Sumo Pontífice Benedicto XVI nombró tres Presidentes Delegados de la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos: sus Eminencias Reverendísimas los Señores Cardenales: Francis Arinze, Prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos; Théodore-Adrien Sarr, Arzobispo de Dakar, Senegal y Fox Wilfrid Napier, O.F.M., Arzobispo de Durban, Sudáfrica. Al mismo tiempo, Su Santidad nombró al Relator General, Su Eminencia Reverendísima el Señor Cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, Arzobispo de Cape Coast, Ghana y dos Secretarios Especiales, Su Excelencia Reverendísima Monseñor António Damião Franklin, Arzobispo de Luanda, Angola, y Su Excelencia Reverendísima Mons. Edmond Djitangar, Obispo de Sarh, Chad [29].

Agradecimiento a los Miembros del Consejo Especial para África

De los tres Cardenales Presidentes Delegados, nombrados por el Sumo Pontífice Benedicto XVI, dos han sido Miembros del Consejo Especial para África de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos. Estoy seguro de compartir la opinión de los Padres sinodales aquí presentes al dirigir un cordial agradecimiento a todos los Miembros del Consejo Especial para África por su precioso servicio eclesiástico. De los 12 Miembros electos el 7 de mayo de 1994, al final de la Primera Asamblea Especial para África, han perseverado hasta el final nada menos que 9. Durante este tiempo, el Emmo. Card. Hyacinthe Thiandoum, Arzobispo emérito de Dakar, Senegal, falleció en el 2003; lo encomendamos de buen grado a la infinita misericordia de Dios. Uno se ha retirado en el año 2006 por haber alcanzado el límite de edad, Su Eminencia el Card. Armand Gaétan Razafindratandra, Arzobispo emérito de Antananarivo, Madagascar, y otro en el 2007 por motivos de salud, Su Excelencia Mons. Paul Verdzekov, Arzobispo emérito de Bamenda, Camerún. Han sido sustituidos, respectivamente, por Su Excelencia Mons. Anselme Titianma Sanon, Arzobispo de Bobo-Dioulasso, Burkina Faso, por Su Excelencia Mons. Odon Maria Arsène Razanakolona, Arzobispo de Antananarivo, y por Cornelius Fontem Esua, Arzobispo de Bamenda, Camerún.
Con el inicio de los trabajos de la presente Asamblea cesan su mandato, ejercitado durante 15 años, los Miembros del Consejo Especial para África de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos. Durante dicho período han participado nada menos que en 19 reuniones. El servicio precioso del Consejo Especial a la Iglesia que peregrina en África se puede dividir en tres fases. En la primera, después de la Primera Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, el Consejo tenía la exigente tarea de colaborar en un proyecto para elaborar la Exhortación Apostólica Postsinodal, como servicio al Santo Padre en vista de la redacción de la Exhortación Apostólica Postsinodal Ecclesia in Africa firmada por el Papa Juan Pablo II en Yaoundé, el 14 de septiembre de 1995, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Posteriormente, el Consejo Especial ha estimulado la aplicación de tal importante Documento. La tercera fase coincidió con la preparación de la presente Asamblea sinodal.

V. Observaciones de índole metodológica

En la audiencia que me concedió el 23 de Junio de 2007, el Santo Padre Benedicto XVI aprobó los criterios acerca de la participación en la Asamblea Sinodal, concordados en el seno del Consejo Especial para África de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, reunidos los días 15 y 16 de febrero de 2007. Después de la aprobación del Sumo Pontífice, tales criterios fueron comunicados al Presidente de las Conferencias Episcopales y a los Jefes de los Sínodos de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris.
Según la decisión del Santo Padre Benedicto XVI, en la Asamblea Sinodal participan ex officio todos los Cardenales africanos, sin límite de edad, así como los Presidentes de las 36 Conferencias Episcopales y los jefes de dos Iglesias Orientales Católicas sui iuris (Copta y Etíope). Para asegurar una adecuada representación del episcopado, por cada 5 Obispos o fracción, se preveía la elección de un Obispo representante. Se deseaba, además, tener al menos un representante de cada país africano. En conformidad con las normas del Ordo Synodi Episcoporum, el Santo Padre completó el número de Padres Sinodales. Nombró, en particular, a los representantes de los episcopados de los Continentes o de países con un considerable número de católicos de origen africano. Están también presentes Obispos representantes de países que ofrecen una notable ayuda a la Iglesia Católica en África, sea personal, como los misioneros y misioneras, sea financiera. Además, como gesto de reconocimiento del trabajo bien hecho, Su Santidad cuenta entre los Padres Sinodales con aquellos miembros del Consejo Especial para África que por varios motivos no han sido elegidos por sus hermanos. El Santo Padre Benedicto XVI aceptó pues la propuesta del Consejo Especial de invitar un significativo número de auditores, hombres y mujeres, comprometidos en la evangelización y la promoción humana en África. De este modo, se espera tener una visión lo bastante amplia sobre la vida eclesial y social del continente, también a partir del punto de vista de los laicos. Obviamente, también la tarea de los expertos es importante, sobre todo la de asistir a los dos Secretarios Generales en el curso de los trabajos sinodales.
A este punto, puede resultar útil señalar algunos procedimientos metodológicos cuya puesta en práctica debería facilitar el trabajo de esta Asamblea Sinodal y reforzar aún más las relaciones de comunión eclesiástica entre los Padres sinodales.
1. Al comienzo de la Asamblea Sinodal se recomienda encarecidamente la lectura del Vademecum, que cada participante ha recibido. En él se indica detalladamente el modo de proceder, en el respeto de las normas de la Carta Apostólica “Apostolica sollicitudo” del Ordo Synodi Episcoporum, y según la praxis ya experimentada en los Sínodos precedentes.
2. Como resulta en el calendario de trabajo, insertado en latín al final del Vademecum, están previstas 20 Congregaciones Generales y 9 sesiones de los Círculos Menores.
3. Para facilitar una mayor participación de todos, cada padre sinodal podrá intervenir en la sala durante 5 minutos.
4. Además, al final de las Congregaciones Generales de la tarde, de 18 a 19, habrá una hora de discusión libre. El primer día, la discusión se prolongará a fin de dar el tiempo necesario para reflexionar sobre la aplicación del Ecclesia in Africa. Después de una presentación orgánica, a cargo del Padre Sinodal Excmo. Mons. Laurent Monsengwo Pasinya, Arzobispo de Kinshasa, se abrirá el diálogo, que debería permitir revivir el entusiasmo con que fue celebrada la Primera Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos. Además, tal ocasión permitirá señalar los resultados positivos de la misma, así como aquellos aspectos que no han sido suficientemente puestos en práctica o que deberían ser aplicados más a fondo. Esta discusión servirá para introducir los trabajos en una continuidad ideal con la Asamblea Sinodal celebrada hace 15 años.
5. Es muy importante subrayar que la libre discusión deberá circunscribirse al tema del Sínodo: “La Iglesia en África al servicio de la Reconciliación, de la Justicia y de la Paz. Vosotros sois la sal de la tierra... vosotros sois la luz del mundo (Mt 5,13.14)”. Se trata de un argumento muy importante y rico en contenido, en el que hay que profundizar en varios aspectos eclesiásticos e intentar traducirlos en iniciativas de actividad pastoral. A los Presidentes Delegados se les ruega, por tanto, que pongan atención, de modo que la discusión no se salga del tema establecido.
6. De modo parecido, los Padres Sinodales deberían seguir en sus intervenciones, en la medida de lo posible, la estructura del Instrumentum Laboris, para hacer más ordenada la discusión. Se les ruega cordialmente que indiquen en sus intervenciones el número o, por lo menos, la parte del Instrumentum Laboris a que se refieren. La Secretaría General procurará tenerlo en cuenta al componer la lista de los oradores. Así, deberán hablar en primer término aquéllos que tratarán el primer capítulo del Instrumentum Laboris, después el segundo, el tercero y, por fin, el cuarto. Obviamente, los Padres pueden inscribirse indicando sobre qué parte del documento piensan hablar.
7. Los resúmenes de los textos presentados, a cargo de cada Padre Sinodal, normalmente se publican. Si alguno no quisiera que su intervención fuese difundida, se ruega lo señale a la Secretaría General. Como es sabido, es posible también entregar en la Secretaría General los textos in scriptis que serán tenidos debidamente en cuenta por la Presidencia de la Cumbre Sinodal.
8. Los idiomas utilizados para las discusiones son cuatro: francés, italiano, inglés y portugués. En estos idiomas está asegurada la traducción simultanea.
9. En las mencionadas lenguas será posible también hacer las Propuestas. Se ruega que cada Propuesta sea concisa y breve, y que trate un solo argumento. No sería demasiado útil repetir la ya conocida doctrina de la Iglesia. Los Padres Sinodales deberán, más bien, proponer consejos encaminados a favorecer la renovación de la vida eclesiástica y una praxis pastoral de la Iglesia para impulsar la evangelización y la promoción humana, sobre todo en lo que se refiere a la Reconciliación, la Justicia y la Paz.
10. El uso de los medios electrónicos se está volviendo cada vez más común. También en la Asamblea Sinodal se procurará hacer un uso apropiado de ellos para facilitar el diálogo y profundizar en la comunión episcopal. Habrá, entre otras cosas, varias elecciones y votaciones con el aparato que tendréis a vuestra disposición. Agradecemos por adelantado a los técnicos por el buen funcionamiento del sistema y por su asistencia. Entre tanto, los Padres deberán ayudarse mutuamente, sobre todo al inicio de cada sesión, indicando al vecino, en su caso, cómo utilizar estos medios.
11. Para favorecer una mayor participación de los Padres Sinodales, se recomienda que un padre sinodal llamado a desempeñar un cargo, no asuma ningún otro dentro del Sínodo.
12. Según la praxis ya probada, también en esta Asamblea Sinodal toman parte en gran número algunos Delegados Fraternos, representantes de otras Iglesias y comunidades eclesiásticas. De manera particular, tengo el placer de anunciar la participación del Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Tewahedo Etíope, Su Santidad Abuna Paulos. Éste ha acogido de buena gana la invitación del Sumo Pontífice Benedicto XVI y, si Dios quiere, estará con nosotros el martes 6 de octubre por la mañana. Damos gracias al Señor por la cualificada participación en el Sínodo del representante de la mencionada Iglesia Cristiana presente en África ininterrumpidamente desde los tiempos de los Apóstoles.
13. Esperamos igualmente, en el curso de los trabajos sinodales, a dos invitados especiales. Se trata del Sr. Jacques Diouf, Director General de la FAO, que debería informar a los Padres Sinodales acerca de los esfuerzos de la FAO para garantizar la seguridad alimentaria en África. Y el Sr. Rudolf Adada, jefe de la Joint United Nations/African Union Peacekeeping Mission en Darfur, enviado a referir los esfuerzos de paz en la región de Darfur, que interesa a varios países africanos.

VI. Conclusión

“¡Dejáos reconciliar!” (2Co 5,20). La apremiante invitación del Santo Padre Benedicto XVI a los cristianos de África, repite la exhortación de S. Pablo a los cristianos de Corinto. Iluminado por el Espíritu Santo, don del Señor Resucitado, El Apóstol de los Gentes había experimentado personalmente la importancia de la Reconciliación por la fe cristiana: “Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la Reconciliación” (2Co 5,18). La Reconciliación solicita el perdón recibido del Padre y dado a los hermanos, según las enseñanzas del Señor Jesús: “ perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe” (Lc 11,4; cfr Mt 6,11). La Iglesia anuncia esta Buena Nueva de la reconciliación y propone realizarla a través de los sacramentos, en particular, el de la penitencia. Se trata de la “Reconciliación Fundamental, de la cual parte todo gesto de reconciliación, incluso a nivel social” [30]. En esta reciprocidad hay que respetar la justicia, que incluye también la pena por eventuales crímenes cometidos. Sin embargo, la palabra del Maestro nos dice: “Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, y no sacrificios. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Mt 9,13). La Misericordia cristiana no anula, sino que supera la justicia humana.
La enseñanza sobre la Reconciliación, fuente de paz y de justicia, se convierte, por lo tanto, en el centro de la reflexión de la Asamblea Especial para África. Presupone el Anuncio de la Buena Nueva y su asimilación. Al mismo tiempo, frente a tantos ejemplos de conflictos, violencia y también de odio, parece urgente emprender una nueva evangelización, allí donde la Palabra de Cristo ha sido ya anunciada. La situación varía de un país a otro, desde Egipto a Etiopía o Eritrea, donde se ha mantenido la continuidad del cristianismo desde los tiempos de los Apóstoles, hasta el África subsahariana, donde algunas Iglesias particulares han celebrado los 500 años de su fundación, mientras otras han recordado solemnemente el primer siglo de su evangelización. Si se va desde la costa hacia el interior del Continente, hay países cuyos primeros misioneros han llegado hace sólo 50 años. De cualquier modo, todos los Cristianos son llamados a reconciliarse con Dios y con el prójimo. En esta urgente y permanente tarea deben ser guiados por los Pastores, Obispos, sacerdotes, religiosos y diáconos, así como por las personas de vida consagrada. La disponibilidad a la reconciliación es el barómetro de la profundidad de la evangelización de una persona, de una familia, de una comunidad, de una Nación, así como de las Iglesias particulares y de la Universal. Sólo de un corazón reconciliado con Dios pueden surgir iniciativas de caridad y justicia para con el prójimo y la entera sociedad.
“Vosotros sois la sal de la tierra... vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5,13.14). Estas palabras que suscitan el empeño, que son al mismo tiempo una constatación de la dignidad cristiana y una invitación a vivirla cada vez mejor, están dirigidas a todos los cristianos, hoy en particular a los de la Iglesia Católica de África. Ellos saben, en la Gracia del Espíritu Santo, que la respuesta afirmativa presupone la conversión y la firme voluntad de seguir a Jesucristo. La Iglesia Católica de África debe iluminar aún más la compleja realidad del Continente con la luz del Señor Jesús, convirtiéndose cada vez más en la sal de la tierra africana, introduciendo el gusto divino en la realidad de cada día.
La Iglesia en África es muy dinámica, como muestran, por otra parte los datos estadísticos. Mientras damos gracias a Dios, con el corazón rebosante de reconocimiento, rogamos al Omnipotente Padre, Hijo y Espíritu Santo que este crecimiento cuantitativo sea cada vez más también cualitativo. De este modo, los cristianos, guiados por sus Pastores, podrán acercarse al ideal al que el Señor Jesús llama a cada uno de sus discípulos, es decir, a convertirse en sal de la tierra y luz del mundo (Mt 5,13.14).
Sólo en unión con Él, que da sentido a todo lo que existe y, sobre todo, a la existencia humana, los cristianos pueden desarrollar la vocación de ser sal de la tierra, de ofrecer el sabor divino, eterno, a los bienes terrenales, a las cosas materiales de las que deben servirse para llevar adelante su vida humana en modo cristiano. Sólo revistiéndose de Jesucristo, luz del mundo, los cristianos pueden reflejar tal luz en las tinieblas del mundo actual, llevando a tantos hombres de buena voluntad en busca de la luz verdadera, hacia su fuente inagotable: el Señor Jesús, muerto y resucitado, aquél que es “el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin” (Ap 22,13).
Confiamos la realización de este propósito a la intercesión de todos los santos africanos, y en modo particular a la Beata Virgen María, haciendo nuestro el deseo del Santo Padre Benedicto XVI para que la Iglesia Católica en África “siga creciendo en santidad, en su servicio a la reconciliación, la justicia y la paz [...] para que los trabajos de la Segunda Asamblea Especial del Sínodo de Obispos alienten sobre el fuego de los dones que el Espíritu ha derramado sobre la Iglesia en África [...] Que Dios bendiga a África !” [31].
Gracias por la paciente escucha. La Gracia del Espíritu Santo nos acompañe en nuestro trabajo sinodal.

[1] Benedicto XVI, Discurso del Consejo Especial para África (Yaoundé, 19 marzo 2009): L’Osservatore Romano, 20-21 marzo 2009, p. 14.
[2] Ibidem.
[3] Ibidem.
[4] Ibidem.
[5] Benedicto XVI, El discurso del Papa a su llegada a la capital del Camerún, (Yaoundé 17 marzo 2009): L’Osservatore Romano, 19 marzo 2009, p. 5.
[6] Ibidem.
[7] Ibidem.
[8] Ibidem.
[9] Cfr Secretaría Status Rationarium Generale Ecclesiæ, Annuarium statisticum Ecclesiæ 1994, Ciudad del Vaticano 1995.
[10] Cfr Secretaría Status Rationarium Generale Ecclesiæ, Annuarium statisticum Ecclesiæ 2007, Ciudad del Vaticano 2009.
[11] Durante 25 años, la Fundación ha distribuido al rededor de 40.000.000 Dóllares USA en 9 Países: Burkina Faso, Cabo Verde, Chad, Gambia, Guinea Bissau, Niger, Mali, Mauritania y Senegal, financiando los proyectos de acceso al agua y recuperación de terrenos cultivables, así como de formación e instrucción.
[12] La Fundación, encomendada al Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud.
[13] Hay que mencionar, en orden alfabético, los siguientes: AVSI (Associazione Volontari per il Servizio Internazionale); Caritas Internationalis; Catholic Relief Services (CRS); Community of S. Egidio; Konrad Adenauer Stiftung; International Commission for Catholic Prison Pastoral Care (ICCPPC); Misereor; Pax Christi International; COSMAM (Confédération des Conférences des Supérieur[e]s Majeur[e]s d’Afrique et de Madagascar); Rencontre et développement (CCSA); Associazione nolite timere Onlus, Adozioni a distanza.
[14] African Forum Catholic Social Teaching, Harare, Zimbabwe; Institut des Artisans de Justice et de Paix (IAJP), Cotonou, Bénin; Centre Ubuntu, Bujumbura, Burundi; Mediation Sociale et Justice et Paix, Yaoundé, Cameroun; Centre d’Etudes pour l’Action Sociale (CEPAS), Kinshasa, Congo; Centre Carrefour, Port-Matthurin, Via Mauritius; Center for Social Justice and Etics/Catholic University of Eastern Africa (CUEA), Nairobi Kenya; Institute of Social Ministry in Mission Tangaza College/Catholic University of Eastern Africa (CUEA); Justice and Peace Desk Conference of Major Superiors, Lesotho; Catholic Institute for Development Justice and Peace (CIDJAP), Enugu, Nigeria; Christian Professionals of Tanzania (CPT), Dar es Salaam, Tanzania.
[15] Cfr Secretaría Status Rationarium Generale Ecclesiæ, Annuarium statisticum Ecclesiæ 2007, Ciudad del Vaticano 2009, p. 357.
[16] Cfr Riccardo Cascioli, Aids, Africa e bugie, (Sida, África y mentiras)Avvenire, 28 marzo 2009, p. 3.
[17] Juan Pablo II, El discurso del Santo Padre en la Reunión del Consejo post-sinodal del la Asamblea Especial para África de la Secretaría general del Sínodo de los Obispos (15 Junio 2004): L’Osservatore Romano, 17 Junio 2004, p. 7.
[18] Juan Pablo II, Discurso a los participantes del Simposio de los Obispos de África y Europa promovido por el Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (13 noviembre 2004): AAS XCVI, 2004, p. 955.
[19] Ibidem.
[20] juan Pablo II, Carta al Secretario General del Sínodo de los Obispos con ocasión de la 13a reunión del Consejo Especial para África de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos(23 febrero 2005): http://www.vatican.va/holy_ father/john_paul_ii/letters/2005/documents/hf_jp-ii_let_20050223_eterovic-synod_en.html.
[21] Ibidem.
[22] Ibidem.
[23] Benedicto XVI, La Audiencia general del 22 de Junio de 2005: L’Osservatore Romano 23 Junio 2005, p. 1.
[24] El anuncio fue publicado el 29 de junio de 2007 en la edición de L’Osservatore Romano del viernes 29 de Junio de 2007, p. 1.
[25] No han respondido las Conferencias Episcopales de Gambia y Sierra Leona, de Guinea Ecuatorial, de Lesotho, de Malawi y del Océano Índico (C.E.D.O.I.).
[26] Ha respondido solamente la AMECEA (The Association of Member Episcopal Conferences in Eastern Africa).
[27] No ha llegad la respuesta de la Iglesia Metropolitana sui iuris Etíope.
[28] No han respondido 2 Congregaciones: Cause dei Santi e Istituti di Vita Consacrata y Società di Vita Apostolica Consacrata; 2 tribunales: Penitenzieria Apostolica y Supremo Tribunale della Segnatura Apostolica; 5 Consejos Pontificios: para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, Para los Textos Legislativos, para el Diálogo Interreligioso, para la Cultura, para las Comunicaciones Sociales; y la Prefectura para los Asuntos Económicos de la Iglesia.
[29] Cfr L’Osservatore Romano, 15 Febrero 2009, p. 1.
[30] Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Postsinodal Reconciliatio et Paenitentia, 4: AAA LXXVII, 1985, p. 194.
[31] Benedicto XVI, El discurso del Papa a su llegada a la capital del Camerún (17 marzo 2009): L’Osservatore Romano, 19 marzo 2009, p. 5.

[00010-04.04] [RE000] [Texto original: francés]

RELACIÓN ANTERIOR A LA DISCUSIÓN DEL RELATOR GENERAL, S. EM. R. CARD. PETER KODWO APPIAH TURKSON, ARZOBISPO DE CAPE COST (GHANA)

INTRODUCCIÓN

Entonando el “Te Deum...” y con este himno de acción de gracias resonando en toda la sala del Sínodo, a mediodía del 7 de mayo de 1994 concluía formalmente la Primera Asamblea Especial para África. El Sínodo tuvo como tema: “La Iglesia en África y su misión evangelizadora de cara al año 2000: ‘Seréis mis testigos’ (Hch 1,8)”. Dirigió un mensaje a la Iglesia y al mundo, que reflejaba los principales puntos de fuerza de los trabajos del Sínodo, y se votaron varias resoluciones, como propuestas. A partir de ese momento, los padres sinodales, y toda la Iglesia, esperaban con expectación la Exhortación Apostólica Post-sinodal del Santo Padre, que recogería los frutos del Sínodo en su mensaje, como Presidente del Sínodo, para dar la conclusión definitiva al ejercicio consultivo y colegial de la asamblea sinodal. Esto es lo que hizo el Santo Padre cuando publicó la Exhortación Apostólica Post-sinodal Ecclesia in Africa (La Iglesia en África), y la presentó a África y al mundo en Yaundé, Camerún, el 14 de septiembre de 1995, más tarde en Johanesburgo, Sudáfrica, el 17 de septiembre de 1995 y, por último, en Nairobi, Kenia, el 19 de septiembre de 1995. (1)

I. DE LA PRIMERA ASAMBLEA ESPECIAL PARA ÁFRICA A LA SEGUNDA ASAMBLEA ESPECIAL

El Papa Juan Pablo II describió el Sínodo, que él mismo concluyó con la promulgación de la Exhortación Apostólica Post-sinodal Ecclesia in Africa, como un “Sínodo de resurrección y esperanza”. (2) Se esperaba que esta asamblea, que fue convocada para combatir la visión pesimista de África que predominaba en el mundo, en un ambiente particularmente desafiante y una situación “lamentablemente desfavorable”(3) en el continente para la misión evangelizadora de la Iglesia en los últimos años del siglo XX, marcara un momento decisivo en la historia del continente. (4)
Cuando el Santo Padre y los padres sinodales se reunieron en este primer sínodo, tuvieron que considerar los “elementos positivos y negativos” (luces y sombras) en los “signos de los tiempos” (5). Ellos contemplaron y celebraron los éxitos de la evangelización y el crecimiento de las Iglesias locales en el continente, pero también lamentaron y deploraron una serie de males y miserias presentes. Honraron el heroísmo y el espíritu pionero de los misioneros, aunque también criticaron la falta de compromiso y de celo pastoral por parte del personal de la Iglesia, la aparición de tendencias sincréticas, la proliferación de sectas, la politización e intolerancia ante la crítica del Islam. Igualmente acogieron con optimismo las democracias emergentes y el despertar de una profunda conciencia cultural, social, económica, y política en el continente, aunque deploraron los regímenes despóticos y dictatoriales, los malos gobiernos, la difusa corrupción y el alarmante aumento de la pobreza.
La situación del continente africano era enormemente ambivalente y paradójica. La rápida secuencia de acontecimientos tales como la caída del apartheid y el lamentable inicio del genocidio de Ruanda, son ejemplos claros de dicha paradoja.
Teniendo en cuenta este aspecto paradójico, en el que el mal y el sufrimiento parecían prevalecer sobre el bien y la virtud, el clima Pascual de la Primera Asamblea Especial para África infundió un mensaje de esperanza en África. Con la publicación de la Exhortación Apostólica Post-sinodal Ecclesia in Africa, la Iglesia en África recibió un nuevo impulso, un nuevo estímulo de vida y actividad en el continente como Iglesia misionera, es decir, una Iglesia con una misión. En efecto, el Sínodo en su clima pascual y la Exhortación Apostólica Post-sinodal, dieron a la Iglesia en África un nuevo impulso que consistía en :
- la esperanza en el Cristo resucitado, como un nuevo ímpetu para vivir su “programa” y misión evangelizadora.
- un nuevo paradigma: la Iglesia como Familia de Dios, que ofrece una perspectiva y un sistema de valores para vivir su “programa”, y más específicamente, para hacer énfasis en la unidad y la comunión de todos, a pesar de las diferencias.
- una serie de prioridades pastorales : la evangelización como Proclamación, la evangelización como Enculturación, la evangelización como Diálogo, la evangelización como Justicia y Paz, la evangelización como Comunicación, para guiar la aplicación de su “programa” y misión en África, en un conjunto paradójico de lamentables miserias humanas y heroísmos extraordinarios dentro y fuera de la Iglesia. (6)
Por eso, el periodo siguiente a la publicación de la Exhortación Apostólica Post-sinodal representó, como también lo consideraba el Papa Juan Pablo II (7), el momento de la profundización de la experiencia sinodal y de aplicación de la Ecclesia in Africa, mediante un esfuerzo constante y concertado, para devolverle a este continente en dificultad unas fuerzas renovadas y una esperanza más firmemente arraigada. Este periodo Post-sinodal ha llegado a su décimo cuarto año y aunque la situación del continente, de sus islas y de la Iglesia haya cambiado considerablemente, todavía sigue presentado algunas de las “luces y sombras” (8) que motivaron el primer sínodo. Esta nueva realidad requiere un estudio detallado, en vista de los renovados esfuerzos de evangelización, que llaman al análisis profundo de algunos temas específicos, que son importantes para el presente y el futuro de la Iglesia Católica en el gran continente africano” (9)
Por consiguiente, reunidos nuevamente en la Segunda Asamblea especial para África, quince años después de la primera, necesitamos arraigarnos firmemente en el Primer Sínodo (10), siendo conscientes y estando dispuestos a explorar en primer lugar los “nuevos datos eclesiales y sociales del continente”(11), que actualmente condicionan la misión de la Iglesia local, y exigen que la Iglesia de África, además de considerarse “testigo de Cristo”y “familia de Dios”, también se vea a sí misma como “Sal de la tierra, luz del mundo” y “siervos de la reconciliación, de la justicia y la paz”.

NUEVOS DATOS ECLESIALES Y SOCIALES DEL CONTINENTE

Datos eclesiales

a. Subsidia Fidei: Es importante notar que el estímulo y el impulso que la Primera Asamblea Especial para África le dio a la Iglesia de dicho continente para renovarse, fortalecerse y para centrar más firmemente su esperanza en el Señor, se vieron potenciados a través de algunos eventos eclesiales y algunas actividades del Papa y de la Curia Romana, que podemos definir como “subsidia fidei” para la Iglesia. Así, el “Sínodo sobre la Eucaristía”afirmó la centralidad de la Eucaristía en la vida de la Iglesia-Familia de Dios, como símbolo de unidad. El “Sínodo del Obispo: Siervo del Evangelio...”le recuerda a los Obispos y Pastores su apostolado esencial como predicadores del Evangelio dentro de la Iglesia-Familia de Dios. El “Sínodo de la Palabra de Dios” ha recordado a la Familia de Dios la semilla eterna e imperecedera de su nacimiento. Además, las Encíclicas del Papa: “ Deus caritas est”, “Spe salvi”, “Caritas in veritate”, sus homilías y sus discursos durante su reciente visita apostólica a África (Camerún y Angola),dieron a la Iglesia de África una catequesis de valor inestimable. Finalmente, los dicasterios de la Curia Romana han organizado seminarios sobre:
- “La liturgia” (Kumasi 2007) para ofrecer una guía en el trabajo continuo de enculturación en la liturgia.
- La “Doctrina social de la Iglesia” (Dar-es-Salaam 2008) para promover el conocimiento y la difusión de la doctrina social de la Iglesia.
- “La migración” (Nairobi 2008) para discutir sobre la migración y las nuevas formas de esclavitud.
- El “Trabajo de las Comisiones Teológicas de las Conferencias Episcopales” (Dar-es-Salaam 2009) para recordarle a los obispos la importancia de su papel magisterial en el seno de la Iglesia, aún recurriendo a expertos.
Estos encuentros aumentan la conciencia de la Iglesia de África sobre su vida y apostolado.

b. El Crecimiento Excepcional de la Iglesia en África: En las últimas décadas (incluyendo los años posteriores a la Primera Asamblea Especial para África), se ha hecho habitual hablar del crecimiento excepcional de la Iglesia en África y los indicadores, como señalan los Lineamenta y los Instrumentum laboris, son varios. Sin embargo, la verdadera novedad entre estos signos de crecimiento de la Iglesia en el continente y en sus islas son:
- El ascenso de miembros africanos de congregaciones misioneras a posiciones de poder y liderazgo: miembros en el consejo, vicarios generales, e incluso superiores generales.
- La búsqueda de autosuficiencia por parte de las iglesias locales, recurriendo a operaciones económicas que puedan generar ingresos (bancos, cooperativas de crédito, compañías de seguros, inmobiliarias y comercios)
- Un crecimiento visible de las estructuras e instituciones eclesiásticas (seminarios, universidades e institutos de educación superior católicos, centros de formación continua para religiosos, catequistas y laicos, escuelas de evangelización), así como el aumento de expertos y personas que realizan trabajos de investigación en las áreas de fe, misión, cultura y enculturación, historia, evangelización y catequesis.
Sin embargo, la Iglesia en África también se enfrenta a duros desafíos:
- Cuando se habla de una Iglesia próspera en África, se olvida mencionar que es casi inexistente en grandes áreas al norte del ecuador. El crecimiento excepcional de la Iglesia en África se encuentra principalmente en el sur del Sahara.
- La fidelidad y el compromiso de algunos religiosos y miembros del clero en su vocación
- La necesidad de evangelizar (o evangelizar de nuevo) para lograr una conversión más profunda y permanente.
- La pérdida de miembros que pasan a nuevos movimientos religiosos y sectas. Los jóvenes católicos viajan al extranjero (Europa y América) y regresan no católicos, debido a que no se sintieron a gusto en las Iglesias de esos países.
- Disminución de los índices de crecimiento de la población tradicionalmente cristiana en Europa y América.

c. El Sínodo para África y el “Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SECAM)”: la profundización de la experiencia sinodal africana en el continente y en sus islas ha dependido en gran medida de un organismo específico de la Iglesia continental llamado “SECAM”. En el Concilio Vaticano II, los obispos africanos, al buscar unos medios idóneos de cooperación, establecieron un secretariado que coordinara sus intervenciones, para así presentar al Concilio un punto de vista común (africano). Después del Concilio y en presencia del Papa Pablo VI en Kampala (1969), los obispos africanos decidieron hacer permanente dicho organismo de cooperación del Concilio, mediante la creación del SECAM. En ese momento el SECAM era un organismo o institución permanente que favorecía el ejercicio de una solidaridad pastoral orgánica en el continente por parte de sus pastores. Debía ser la herramienta con la que los Obispos promovieran la “Evangelización en la corresponsabilidad” en el continente (12); y fue a este organismo al que Juan Pablo II le atribuyó la original idea de realizar el Sínodo para África. (13)
En la Segunda Asamblea Especial para África sería oportuno que los pastores del continente consideraran de nuevo la necesidad de la existencia del SECAM y su responsabilidad al respecto.

Datos sociales

A la hora de tratar “algunos puntos críticos en la vida de la sociedad africana” (14), el Instrumentum Laboris identificó y discutió muchos de estos nuevos datos sociales. Añadiremos algunas notas a pie de página, que pueden resultar significativas, y dejaremos que sea la asamblea sinodal la que complete el cuadro de la situación.

d. Notas socio-históricas al Instrumentum laboris: en 1963, en una reunión de la Organización para la Unidad Africana (OUA), los líderes africanos decidieron conservar un vestigio del gobierno colonial, manteniendo las fronteras coloniales y la descripción de los estados, a pesar de su carácter artificial. Sin embargo, a esta decisión no le siguió el correspondiente desarrollo del sentimiento nacionalista en el que la diversidad étnica es un enriquecimiento mutuo, y ensalza el bien común nacional por encima de los intereses étnicos. Por consiguiente, la diversidad étnica sigue siendo un hervidero de conflictos y tensiones, que incluso mina el sentimiento de pertenencia común a la Iglesia-Familia de Dios.
La esclavitud y la esclavización, que el mundo árabe llevó primero a la costa oriental de África, y que los europeos, con la colaboración de los propios africanos, en el siglo XIV incrementaron y extendieron por todo el continente, llevaron a un movimiento migratorio forzado de africanos. En nuestros días, las migraciones voluntarias de hijos e hijas de África hacia Europa, América y Extremo Oriente por distintas razones, les sitúa en una condición servil que exige nuestra atención y nuestro cuidado pastoral.

e. Nota socio-política al Instrumentum laboris: las celebraciones de independencia y la aparición de estados y naciones africanos con gobiernos conducidos sólo por africanos están estrechamente relacionados con el desarrollo post-colonial en el continente. El ejercicio del poder político y de gobierno generalmente ha sido criticado y a menudo se ha visto dañado por el despotismo, las dictaduras, la politización de la religión o la etnia, la violación de los derechos de los ciudadanos, la falta de transparencia y de libertad de prensa, etc.
Pero el periodo que siguió a la I Asamblea Especial para África, es decir, el alba del Tercer Milenio, parece haber coincidido con un deseo emergente en el continente por parte de los mismos líderes africanos de un “renacimiento africano” (Thabo Mbeki), “una nueva autoafirmación africana contemporánea para construir una civilización africana que sea sensible a los imperativos de nuestro tiempo, es decir, a la prosperidad económica, la libertad política y la solidaridad social” (15).
Los líderes políticos africanos parecen determinados a cambiar la cara de la administración política en el continente; y han encabezado una autovaloración crítica de África , que ha identificado la pobreza y el mal gobierno en el continente como las causas de la pobreza y los sufrimientos de África. Por consiguiente, han preparado el camino del buen gobierno y de la formación de la clase política, capaz de recoger lo mejor de las tradiciones ancestrales de África e integrarlo con los principios de gobierno de las sociedades modernas. Han adoptado un marco estratégico (NEPAD) para orientar las decisiones y guiar la renovación de África mediante un liderazgo político transparente (16). ¿Puede la iglesia en África reconocer estos esfuerzos políticos de sus hijos e hijas y darles el estímulo de su mensaje evangélico , que les rete a ser “la luz de las naciones” y “la sal de sus comunidades”, ofreciéndoles un “liderazgo al servicio de los demás”?

f. Nota socio-económica al Instrumentum laboris: la relación radical entre gobierno y economía es clara; demuestra que un mal gobierno conlleva una mala economía. Esto explica la paradoja de la pobreza de un continente que sin duda es uno de los mejores dotados del mundo. La consecuencia de esta “ecuación gobierno-economía” es que casi ningún país africano logra cumplir con sus obligaciones presupuestarias, es decir, con los programas financieros nacionales planificados, sin recurrir a ayudas del exterior en forma de obligaciones o préstamos. El hecho de asegurar continuamente los presupuestos nacionales recurriendo a préstamos contribuye a inflar una deuda nacional ya agobiante. La Iglesia universal, junto con la africana, ha lanzado una campaña para eliminarla durante el año del Gran Jubileo.
Las relaciones económicas tradicionales de los estados africanos con los países ex-colonizadores, por ejemplo, la “Commonwealth”, han sido sustituidas por otras poderosas alianzas económicas entre los estados africanos, individualmente o en bloque, con Estados Unidos (Millennium Challenge Account), la Comunidad Económica Europea (Lomé Culture, Yaoundé Agreement e il Cotonou Agreement (17)) y Japón (TICAD I-III). Recientemente China y la India, sedientas de recursos naturales, se han asomado al escenario manifestando interés por cualquier aspecto imaginable de las economías nacionales africanas. En el centro de la mayoría de estos protocolos y acuerdos se encuentra el debate sobre el “comercio y ayuda”, al ver que los países que se han desarrollado, lo han hecho gracias al comercio (no sólo de “materias primas”) y sin un “síndrome de dependencia de las ayudas”. Por lo tanto, las decisiones y las condiciones que imponen la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el mundo desarrollado representan una gran preocupación para las jóvenes economías comerciales africanas.
Como se ha mencionado ya, recientemente los líderes africanos han dado vida a un marco estratégico (NEPAD) (18) para guiar los acuerdos económicos de África, para superar la pobreza y lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio (Millennium Development Goals). Como afirma el Dr. Uschi Eid, “Solamente los estímulos y esfuerzos que vengan de África llevarán al éxito” (19). En cierto sentido, que África salga de su agonía económica debe ser un trabajo que lleven a cabo los africanos encabezado por ellos mismos (20). Por lo tanto, los corazones deben convertirse y los ojos abrirse para encontrar nuevas maneras de administrar la riqueza pública por el bien común; y esto implica la misión evangelizadora de la Iglesia en el continente y sus islas.

g. Notas sociales al Instrumentum Laboris: los efectos de las situaciones que acabamos de describir (históricas, políticas y económicas) determinan el estado de salud de la sociedad africana (estable, pacífica, próspera) y, además, constituyen los desafíos de fondo a la misión evangelizadora de la Iglesia en el continente y sus islas.
Asimismo, existen algunos fenómenos globales e iniciativas internacionales, cuyo impacto sobre la sociedad africana y algunas de sus estructuras hay que evaluar, ya que además plantean nuevos retos para la Iglesia. Mientras que la importancia cada vez mayor que se da al lugar y al papel que tienen las mujeres en la sociedad representa un feliz desarrollo, el surgimiento global de estilos de vida, valores, actitudes, asociaciones, etc., que desestabilizan la sociedad, son motivos de inquietud. Estos atacan los puntales básicos de la sociedad (matrimonio y familia), reducen su capital humano (migraciones, tráfico de drogas, tráfico de armas) y amenazan la vida del planeta.
El matrimonio y la familia están sometidos a distintas y terribles presiones para redefinir su naturaleza y su función en la sociedad moderna. Los matrimonios tradicionales, que llevaban a la creación de las familias, se ven amenazados por una creciente propuesta de uniones y relaciones alternativas, desprovistas del concepto de un compromiso duradero, de carácter no heterosexual, y sin el objetivo de procrear. En algunas partes del continente estos ya tienen defensores dentro de la Iglesia.
Este fuerte ataque al matrimonio y a la familia lo impulsan grupos que crean un vocabulario que quiere sustituir los conceptos y términos tradicionales relativos al matrimonio y a la familia con nuevas expresiones. El objetivo es establecer una nueva ética global sobre el matrimonio, la familia, la sexualidad humana y los temas relacionados como el aborto, la contracepción, la ingeniería genética, etc.
Tráfico de drogas y tráfico de armas: algunas partes del continente se han convertido en las rutas de la droga de Latinoamérica hacia Europa. En África occidental el tráfico de droga representa la causa principal de inestabilidad y desorden político en Guinea Bissau y ahora también en Guinea. Cuando a principios de junio, el ejército de Guinea declaró el estado de alerta máxima fue a causa de las amenazas de invasión respaldadas por los carteles de la droga.
La droga no pasa simplemente a través de algunas partes del continente y las islas, sino que ha encontrado consumidores en todas partes. El uso de drogas y la drogadicción entre los jóvenes se está convirtiendo rápidamente en la mayor causa de dispersión del capital humano, detrás de la emigración, los conflictos y las enfermedades, como el SIDA y la malaria.
El tráfico de armas, tanto a pequeña como a gran escala, está estrechamente relacionado con la droga y los azares políticos. La Iglesia en África, reunida en Asamblea Especial, se une a la Santa Sede para acoger con satisfacción las iniciativas de Naciones Unidas para detener el tráfico ilegal de armas y procurar que el comercio legalizado de armas sea más transparente. En particular, apoya el estudio que se está realizando en preparación de un tratado jurídicamente vinculante sobre la importación, la exportación y el paso de las armas convencionales a través de África.
Medio ambiente y cambios climáticos: La capa discontinua de contaminación que cubre la mayor parte de África oriental, acompañada por una disminución de las precipitaciones, por la sequía y el hambre, suelen ser consideradas como un efecto del fenómeno de El Niño. Pero indican lo duras que son las condiciones climáticas del continente en general y lo negativamente que puede verse afectado el precario equilibrio ecológico de algunas partes de África por los “cambios climáticos” observados en el planeta. Por este motivo, las cumbres mundiales de la ONU sobre el cambio climático, la emisión de gases de efecto invernadero, la rarefacción de la capa de ozono, como la que va a tener lugar en diciembre en Copenhague, deben poder contar con el apoyo orante de África, mientras se prepara para explorar y desarrollar fuentes alternativas de energía limpia (sol, viento, olas marinas, bioagas, etc.).
Al final de este estudio, que hay que reconocer que es incompleto, queda claro que, si bien el continente y la Iglesia todavía no han salido de las dificultades, pueden alegrarse modestamente por sus éxitos y resultados positivos, y empezar a renunciar a las estereotipadas generalizaciones sobre sus conflictos, hambruna, corrupción y mal gobierno. Los cuarenta y ocho países de la zona sub sahariana presentan grandes diferencias por lo que se refiere a la situación de sus iglesias, sus gobiernos y su vida socio-económica. De estas cuarenta y ocho naciones sólo cuatro (Somalia, Sudán, Níger y partes de la República Democrática del Congo) están en guerra actualmente; y al menos dos de ellas a causa de interferencias extranjeras: la República Democrática del Congo y Sudán. Cabe decir que hay menos guerras en África que en Asia.
Es cada vez más frecuente que los mercenarios y los criminales de guerra sean denunciados, procesados y perseguidos. Un funcionario del Estado de la República Democrática del Congo fue procesado. Charles Taylor, de Liberia ha sido llevado ante el Tribunal Internacional.
La verdad es que África ha sido acusada durante demasiado tiempo por los medios de comunicación de todo lo que para la humanidad es repugnante; ha llegado el momento de “cambiar de marcha”, y de decir la verdad sobre África con amor, impulsando el desarrollo del continente que llevará al bienestar de todo el mundo (21). ¡Los países del G8 y los países del mundo tienen que amar a África en la verdad! (22). Si bien generalmente se considera que ocupa el décimo puesto del ranking de la economía mundial, África representa el segundo mercado mundial emergente después de China. Por esta razón, es el continente de las oportunidades, como la ha definido la cumbre del G8 que acaba de concluir. Es preciso que esto también valga para los pueblos del continente. Se espera que el compromiso en favor de la reconciliación, la justicia y la paz, especialmente de los cristianos por sus raíces en el amor y la misericordia, restablezca la unidad de la Iglesia-Familia de Dios en el continente y que ésta, como sal de la tierra y luz del mundo, cure “los corazones humanos heridos, último refugio para las causas de todo lo que desestabiliza al continente africano” (23). De este modo, el continente y sus islas comprenderán las oportunidades y los dones que Dios les ha dado.

II. DE SER “FAMILIA DE DIOS (EVANGELIZADORES) A SIERVOS (MINISTROS=DIAKONOI) DE LA RECONCILIACIÓN, DE LA JUSTICIA Y DE LA PAZ”

Como se ha observado, cuando la I Asamblea Especial para África se reúne para considerar la evangelización en el continente y sus islas en los albores del Tercer Milenio de la fe cristiana, adopta la Iglesia-Familia de Dios como su principio guía para la evangelización de África (24). La imagen de la Iglesia-familia de Dios evoca valores tales como el cuidado de los demás, la solidaridad, el diálogo, la aceptación, la calidez en las relaciones. Pero también evoca las realidades socioculturales de la paternidad, la generación y la filiación, parentesco y fraternidad, así como las redes de relaciones generadas por estas realidades sociales en las que sus miembros se hallan.
Las relaciones construyen la vida de comunión de la familia; pero también plantean sus exigencias a los miembros, cuyo cumplimiento constituye su justicia y vuelve las relaciones armoniosas y pacíficas. Cuando, sin embargo, las exigencias de las relaciones no se cumplen, la justicia se infringe, las relaciones se rompen y la vida de comunión resulta herida, dañada y deteriorada.
El Instrumentum laboris observa esto y señala los muchos desafíos para la comunión y el orden social que la desatención hacia las justas exigencias de las relaciones provoca en el Continente. La restauración de la comunión y del justo orden en estos casos es lo que la reconciliación permite; y adopta la forma de restablecimiento de la justicia, que sólo devuelve la paz y la armonía a la Iglesia-Familia de Dios y a la familia de la sociedad.
Lo que sigue a continuación pretende contribuir a la discusión sinodal sobre dicho argumento, con el aporte de pequeños apoyos bíblicos a los términos del tema, considerando la raíz de dichos términos y su papel en las relaciones humanas (en la sociedad humana) y, primero y fundamental, en la relación de Dios con el Hombre (humanidad).

a. Siervos (diakonoi) de la reconciliación y del restablecimiento de la Justicia
En las Escrituras, la reconciliación es una iniciativa divina, un movimiento libre y gratuito, que Dios emprende hacia la Humanidad; y su propósito es reparar y restaurar la comunión que el pacto establece, pero que el pecado amenaza y destruye.
Las enseñanzas de san Pablo a la Iglesia Corintia en esta materia son muy instructivas: “Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación. Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación. Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos con Dios!” (2Co 5,17-20).
La reconciliación, por tanto, es un acto divino que nosotros (la humanidad) experimentamos, y con cuya experiencia nos transformamos en instrumentos y embajadores.

Los Apóstoles y la experiencia de la reconciliación
Los Evangelios nos han presentado la vida y el ministerio de Jesús como la obra de salvación del Padre para la humanidad. Los discípulos de Jesús fueron los primeros en ser llamados a la experiencia de la oferta de salvación del Padre en Jesús; y ellos lo hicieron de varios modos, incluyendo el perdón y la reconciliación. El deseo de “paz” de Jesús a sus discípulos en la mañana de la Resurrección (Jn 20,19-21), por ejemplo, fue tanto para el perdón de su traición y su abandono de Jesús, como para la restauración de la amistad.
Jesús no pide la admisión de la culpa por parte de sus discípulos. No hay ninguna solicitud de perdón; y no se profiere ninguna excusa. Hay simplemente una benevolente disculpa de todas las desavenencias. En su lugar, otorga el perdón gratuito y una conciliadora promesa de paz.
La reconciliación aquí es un gesto libre e inmerecido de conciliación, que el ofendido (Jesús) dirige hacia los ofensores (discípulos). Encargados ahora de predicar el Evangelio hasta los confines de la tierra, los discípulos-apóstoles de Jesús llevan a cabo su misión como “evangelizadores que han sido evangelizados” y “embajadores de la reconciliación que han experimentado la reconciliación”.

La experiencia de la reconciliación de Pablo
Más tarde, Pablo llega tras los discípulos-apóstoles de Jesús a predicar la misma oferta de salvación en Jesús. Pero habiendo recibido este encargo de predicar en la particular circunstancia de su encuentro con el Señor resucitado en la camino de Damasco, Pablo quiso además entender dicha salvación en Jesús por el Padre como un acto de reconciliación del Padre (25).
Porque, como quiso admitir: “a mí, que antes fui un blasfemo, un perseguidor y un insolente. Pero encontré misericordia porque obré por ignorancia en mi infidelidad. Y la gracia de nuestro Señor sobreabundó en mí, juntamente con la fe y la caridad en Cristo Jesús” (1Tim 1,13-14).
Para Pablo, por tanto, la experiencia de la salvación fue también el paso de la hostilidad y la enemistad hacia Cristo y su Iglesia, a la fe en Cristo y la fraternidad con su Iglesia. Este paso de la enemistad a la fraternidad constituye la reconciliación; y es una experiencia inmerecida que sólo Dios lleva a cabo y por la que guía al hombre para que la realice. En esto, Pablo se considera a sí mismo como un ejemplo para aquéllos que deseen tardíamente llegar a la fe en Cristo (1Tim 1,16).

La reconciliación con Dios (vertical) y entre los seres humanos (horizontal)
En Jesús: en su vida y su ministerio, pero sobre todo, en su muerte y resurrección, Pablo ve a Dios Padre reconciliándose con el mundo (todas las cosas en el cielo y la tierra), sin tener en cuenta los pecados de la humanidad (2Co 5,19; Rm 5,10; Col 1,21-22). Pablo ve cómo Dios Padre reconcilia a judíos y gentiles consigo mismo en un solo cuerpo a través de la cruz (Ef 2,16). Pablo también ve a Dios reconciliar a judíos y gentiles, creando un hombre nuevo en lugar de dos (Ef 2, 15; 3,6).Así, la experiencia de la reconciliación establece una comunión en dos niveles: la comunión entre Dios y la humanidad; y a partir de la experiencia de reconciliación, nos convierte (a la humanidad reconciliada) en “embajadores de la reconciliación”. Se restablece también la comunión entre los hombres.

La reconciliación entre Dios y la humanidad
La creación de la humanidad a imagen y semejanza de Dios, la elección de Israel como “parte y herencia de Dios”, y la redención de la humanidad por Cristo, sellada por el Espíritu Santo (Ef 1,13; 4,30), presenta a la humanidad en comunión con Dios.
Cuando la humanidad está alejada de Dios y es ajena a Él a causa del pecado (desobediencia, idolatría, rechazo de Jesús), la reconciliación toma la forma del perdón; y esto es obra de Dios [26]. Es Dios quien inicia la reconciliación con Israel y la humanidad, pecadores y alejados de Dios, llevándoles de nuevo a Él (Sal 80,3, 7, 19; Os 11;14) “para ser nosotros alabanza de su gloria” (Ef 1,12) y “según Dios, en la justicia y santidad de la verdad” (Ef 4,30); y Jesús, “quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros” (2Co 5,21; Ga 3,13; Rm 8,5) es el sentido de nuestra reconciliación. En cualquier caso, es obra del amor de Dios.

La reconciliación con la familia humana
Refiriéndonos brevemente a la historia de Jesús y Zaqueo (Lc 19), nos damos cuenta de que ese encuentro entre Jesús y Zaqueo no sólo conduce a la conversión que estableció la comunión entre Zaqueo y el Señor. Ese encuentro llevó además a una conversión que restauró la relación de Zaqueo con su propia gente. En esta nueva relación, la visión de su gente cambia: son hermanos, que no deben ser ni explotados ni defraudados.
La reconciliación, por tanto, no se limita al acercamiento de la humanidad ajena y pecadora a Dios en Cristo, a través del perdón de los pecados y la falta de amor. También es la restauración de las relaciones entre la gente conciliando las diferencias y eliminando los obstáculos para una relación en la experiencia del amor de Dios. Éste es, de hecho, el distintivo de la reconciliación en el ministerio de Jesucristo. Por otra parte, las Escrituras atestiguan numerosas formas de reconciliación a través de diversos acuerdos (27), como:
- el ofensor admite su error y pide perdón, reconociendo que el ofendido tenía razón (era recto) (28);
- el ofensor niega su error, lo que da lugar a un arbitraje para determinar quién tiene razón;
- el ofendido perdona unilateralmente y desea el cese de las hostilidades, estableciendo la paz y la reconciliación.
En todos estos casos, la reconciliación, como paso de la hostilidad a la paz, de la separación a la comunión, no supone un sacrificio de los derechos; y no reemplaza a la justicia. Más bien, es el restablecimiento de la propia justicia y su fruto.
En fin, la reconciliación del hasta ahora alejado pueblo, adquiere la forma de judíos y gentiles caminando juntos como herederos del Reino (Ef 2,13-15). Puede tomar también la forma de miembros de una comunidad de culto que concilian sus diferencias y viven en paz unos con otros (1Co 3,3); o también, de una comunidad cuyos miembros olvidan las ofensas de los otros (Mt 18,15; Lc 17,3-4), sin albergar enfados y rencillas (Ef 4,26). A través del perdón, los miembros de la familia humana construyen una comunidad de reconciliados (Ef 2,16-19), cuyo perdón mutuo refleja el del Padre en el Cielo (Mt 6,12; Lc 11,4), que promueve nuestra reconciliación por Su amor y Su misericordia.

Una perspectiva para el Instrumentum laboris
He aquí una espiritualidad de la reconciliación que puede inspirar la discusión en el Instrumentum laboris, y que debe convertirse en una disposición a ser siervos de la reconciliación. Porque en la Iglesia, que es una familia en comunión, la reconciliación no es un estado o un acto, sino un proceso dinámico, una tarea que hay que emprender cada día, una meta a la que hay que aspirar, un infinito ponerse en camino para restablecer, mediante el amor y la misericordia, las amistades rotas, los lazos fraternos, la responsabilidad y la confianza. (29).

b. Siervos (diakonoi) de la justicia (rectitud)
El fruto de la reconciliación entre Dios y los hombres, y dentro de la familia humana (entre los hombres), como ya observamos, es la restauración de la justicia y de las legítimas exigencias de las relaciones. Es ética y religiosa a la vez; y está motivada por el amor y la misericordia.
Falsas formas de justicia
El concepto de justicia ha sido secularizado hasta significar:
- sencillamente la “ley del más fuerte”;
- un compromiso social para evitar un mal mayor; y
- la virtud de la imparcialidad en la aplicación general de la ley, sin ninguna referencia a la justicia natural (30).
La aparición del “espíritu del capitalismo” ha desposeído además al concepto de justicia de cualquier raíz trascendental (31). La ética económica, por ejemplo, era racionalista e individualista. Su concepto central era el beneficio; y estaba separada de las exigencias de solidaridad, del “ordo amoris” y de cualquier lazo con las éticas religiosas. Consecuentemente, la entera noción de justicia social fue eliminada; y la “justicia” se aplicó a las convenciones de los contratos negociados, en el marco de la ley de la oferta y la demanda, sin restricciones al individualismo empresarial. El Estado simplemente hacía respetar el orden público y el cumplimiento de los contratos, mientras permanecía rigurosamente neutral con respecto a su contenido (32).
En cambio, la justicia de la “diakonía” cristiana es el recto orden de las cosas y el cumplimiento de las legítimas exigencias de las relaciones. Es la justicia y la rectitud de Dios y Su Reino (Mt 6,33).
En el presente estado de pecado humano y de corazones heridos el Antiguo Testamento se muestra firme al considerar que la justicia no puede llegar al hombre a través de sus propias fuerzas, sino que es un don de Dios; y el Nuevo Testamento desarrolla este punto de vista mucho más plenamente, haciendo de la justicia la suprema revelación de la gracia salvífica de Dios.

El sentido de la “Rectitud del Reino” (33)
La rectitud o la justicia del Reino no es exactamente una justicia retributiva, aunque a veces sea este el sentido de su atribución a Dios (Ap 15,4; 19,2,11; 16, 5-6; Hb 6,10; 2Ts 1,6). Tampoco tiene el sentido de “conformidad a la norma o a un conjunto de normas”. Al menos, no es su sentido primario; y nunca puede ser aplicado a Dios en tal sentido.
Presentada unas veces como tsedaqah y otras como tsedek, la justicia (rectitud) es el cumplimiento de las exigencias de las relaciones, sean éstas con Dios o entre los hombres [34]; y cuando Dios o el hombre cumple las condiciones impuestas por las propias relaciones, son, en términos bíblicos, “rectos” (tsadiq/dikaios).
Son tres los hechos fundamentales que cuentan en todas las relaciones existentes entre Dios y los hombres, o entre los hombres:
- la creación de la humanidad “a imagen y semejanza de Dios” (Gn 1,26-27), que hace del ser humano una criatura de Dios. El mismo acto de la creación da a todos los hombres un mismo origen y un común parentesco, lo que relaciona radicalmente a todos los miembros de la familia humana, unos con otros, como hermanos y hermanas [35];
- el pacto-elección de Israel, que hace de este pueblo el “primogénito de Dios”, “su herencia”, “una parte de Él”. Y convierte a los hijos de Israel en “hermanos” (Dt 15,11,12);
- el nuevo pacto en la sangre de Cristo; por el que todos los seguidores de Cristo presentan el “sello del Espíritu Santo” (Ef 1,13-14), lo que los convierte en “templos del Espíritu Santo” y “morada de Dios”.
Esto constituye la base de las relaciones entre Dios y la humanidad, en sus distintos momentos de la Historia; y son iniciativas de Dios y actos de Su amor. En este sentido, la rectitud es una radical y comprensiva justicia de carácter religioso, que requiere que la humanidad se someta a Dios en obediencia y fe, y que hace que cada pecado sea una “injuria”, una injusticia e impiedad. También pretende que el hombre cumpla las justas exigencias de las relaciones que mantiene, en virtud de la creación y de la universal hermandad de los hombres, y de la salvación y de la común llamada a la santidad y a la filiación en Cristo.

La rectitud (justicia) basada en la Creación
La pregunta acerca del pago de los impuestos al César (Mt 22,15-22; Mc 12,13-17; Lc 20,20-26) da a Jesús la oportunidad de definir la relación básica entre Dios y el hombre como justicia (rectitud).
En la respuesta de Jesús, el denario pertenecía al César, porque llevaba su marca de propiedad, es decir, su imagen e inscripción. En justicia, la propiedad de la moneda por parte del César debía ser reconocida y defendida; así que “dad al César lo que es del César”.
La segunda parte de la respuesta de Jesús se refiere al asunto más importante de lo que debe darse a Dios, es decir, aquellos que están hechos a su “imagen y semejanza”, los seres humanos (Gn 1,26-27). La pertenencia de la humanidad a Dios, en virtud de su creación “a Su imagen y semejanza”, es la base de la vida de comunión entre Dios y la humanidad; y toma la forma de la justicia: la humanidad devuelve a Dios lo que le debe. En las Escrituras, la humanidad da a Dios lo que le debe cuando “obedece la voz de Dios”, “cree en Él”, “Lo teme” y “Lo adora”; y cuando no lo hace, la humanidad necesita mostrarse arrepentida (Hch 17,30).
En correspondencia, el común parentesco de la humanidad (Hch 17,28-29) goza del “ordo amoris” de la solidaridad y la universal fraternidad, que se sustenta a su vez por la justicia en las relaciones.

La rectitud (justicia) basada en los pactos de Dios
Los diferentes pactos en el Antiguo Testamento establecen diversas relaciones entre Dios y:
- los individuos: Abraham (Gn 17,4), Isaac (Gn 17,19,21), Jacob (Ex 6,4), David (1Cro 21,7);
- los linajes y familias: Abraham (Gn 17,11), David (2 S 7); y
- el pueblo de Israel (Dt 4:12-13; Ex 19-20; 24:8; Lv 24:8, Is 24:5).
Algunos de los pactos del Antiguo Testamento también expresan algunas relaciones entre seres humanos: Isaac y Abimelec (Gn 26,28-29), Jacob y Laban (Gn 31,44), David y Jonatan (1S 20,16). Los pactos establecían unas relaciones especiales que requerían unas exigencias a las partes. Mantener y defender las exigencias de una relación hacía que el grupo fuera justo y recto [36]; la justicia (rectitud) era la observancia de las exigencias de las relaciones, que aseguraba el compañerismo y la comunión, verticalmente, entre Dios y la humanidad, y horizontalmente, entre la gente. Los términos opuestos en la Biblia son “malvado” y “maldad” (rasha’); y denotan el mal cometido contra alguien con quien se mantiene una relación. Por tanto, el “malvado” destruye la comunidad (comunión) al fallar en el cumplimiento de las exigencias de las relaciones de la comunidad [37]. Los pactos entre Dios y los individuos y con el pueblo de Israel, representan las iniciativas de Dios, que conducen a los individuos, las familias y al pueblo a una especial relación, y pretenden de ellos que vivan las exigencias de esa relación con Dios y entre ellos mismos. Las exigencias de la relación eran, por una parte, la sumisión en la fe y la confianza en la oferta de Dios, expresada a veces mediante la ejecución de un sencillo rito de circuncisión (Gn 17,10-11), pero más frecuentemente mediante la Ley (Torah) de Dios (Ex 19,5; Dt 7,9; etc...). Por otra parte, los israelitas debían cumplir ciertos requisitos para con ellos mismos (justicia social) en virtud del pacto de relación con Dios.
Con sus muchos pecados e infracciones de las exigencias de los pactos de relación con Dios, Israel actuó injustamente (injuria) y se situó fuera de la relación. Ya no podía reclamar nada a Dios como socio del pacto. Si Dios lo siguió tratando como socio, fue porque Dios pasó por encima de la infracción, haciéndolo volver (“¡Oh Dios, haznos volver!” Sal 80,3,7,19). Israel, por su parte, sólo podía confesar sus pecados y permitir que Dios lo trajera de vuelta. Éste era el argumento principal de Oseas y los profetas post-exílicos. La rectitud divina consistió entonces en su justificación de Israel: llevar de nuevo a Israel a la relación del pacto a pesar de sus faltas. Por otro lado, la rectitud de Israel consistió en confesar sus pecados, en reconocer sus faltas y en aceptar en la fe la oferta de la gracia de Dios de la salvación.

La rectitud (justicia) basada en el nuevo pacto en Cristo
Con este principio comenzó su ministerio Juan el Bautista; y su ministerio cumplió con la rectitud, en el sentido de que el arrepentimiento y la confesión de los pecados que aquélla conllevaba, fue el reconocimiento por parte de Israel (y de la humanidad) de su incapacidad para mantenerse fiel a las exigencias del pacto, su inmerecida experiencia, ninguna, del perdón y el favor justificadores de Dios, y el reconocimiento de que los actos de Dios proceden sólo del amor y la misericordia. Por tanto, cuando Jesús fue bautizado por Juan, se unió a la humanidad para proclamar todo lo que se ha dicho como justicia divina. ¡Aquí es donde Jesús ha cumplido con toda justicia!En Jesús y su ministerio se observan dos cosas:
- La revelación de la justicia como gracia justificadora de Dios que considera las justas exigencias de la relación del pacto y que reinstala a la humanidad que estaba fuera de la misericordia (38) y del amor en un pacto de relación. Porque “habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios” (Ef 2,8).
- La concesión del Espíritu de Jesús a la Iglesia y sus miembros, habilitándolos para responder a la justicia de Dios (rectitud) en la fe y convertirse en “Justicia de Dios en Cristo” (2Co 5,21), “justificando”, a su vez, la misericordia y el amor (39): mirando más allá de los pecados e injurias, hacia sus derechos, relaciones socio-políticas, etc... y restaurando la comunión en la familia de Dios y en la familia de la sociedad.
Este sentido de la justicia y la rectitud sugiere que la llamada del Instrumentum laboris a ser siervos de la justicia es, en primer lugar y sobre todo, una llamada a una experiencia espiritual: la experiencia de la justificación de Dios (gracia justificadora) en la fe, y a su testimonio en la Iglesia y la sociedad, justificando a los demás. Pero ¿cómo se pueden sanar las heridas y las múltiples injurias con las que la gente vive en el continente y restaurar la comunión?

c. Siervos/Ministros (diakonoi) de la paz: El Catecismo de la Iglesia Católica repite las enseñanzas de san Agustín de que “la Paz es la tranquilidad del orden” (40). Sigue con la afirmación de que la misma “es necesaria para el respeto y el desarrollo de la vida humana” y que es “obra de la justicia y efecto de la caridad” [41].

La Paz como obra de la Justicia
La Justicia (Rectitud), como hemos observado más arriba, es un concepto de relación; y justo es quien cumple con las demandas que la relación en la que se encuentra les presenta.
En el caso de los impíos de Israel y de la humanidad caída (Rm 5, 6ss), a quien Dios ha justificado en Cristo, imputándoles su justicia (rectitud), consiste en el reconocimiento de su necesidad de la gracia justificadora de Dios y su sumisión a la fe. Ésta parece ser, precisamente, la actitud que predispone a la humanidad para la paz de Dios en el Evangelio. Porque cuando en el nacimiento de Jesús, el ángel anunció la llegada de la paz de Dios sobre la tierra, esto fue concedido sólo “a los hombres en quienes él se complace” (Lc 2, 14).
La “Paz” es concedida en la tierra “a los hombres en quienes Él se complace” (Lc 2, 14); y el sentido de la frase: “a los hombres en quienes Él se complace” es, según algunos autores, “alguien que recibirá la gracia de Dios y responde con la fe” (42). La interpretación de esta frase, como se podría recordar, coincide con el sentido de la “justicia” y la “rectitud” arriba mencionadas; y parecería entonces que los “justos (rectos)”, como quienes están dispuestos a aceptar la obra de Dios en la fe, son además aquéllos en la tierra en quienes reposa la paz de Dios. Parecería, además, que éstos son los que experimentan la paz de Dios, quienes están dispuestos a construir la paz en la tierra, cumpliendo la solicitud de relación en las que se encuentran.
Se evidencia una estrecha relación entre paz y justicia (rectitud), que Isaías vislumbra (Is 32, 17), que el Salmista canta (Sal 85, 10) y que Pablo ve en cada cristiano que está en la recta vía (justificado) con Dios en Cristo: “Habiendo, pues, recibido de la fe nuestra justificación, estamos en paz con Dios, por nuestro Señor Jesucristo...” (Rm 5, 1). Así esta paz proviene del cielo. Es un don de Dios y está estrechamente relacionada con su justicia/rectitud. También en la tierra se revela como un don de Dios que viene de lo alto y es concedido igualmente al justo (“en quienes Él se complace”).

La Paz como efecto de la Caridad (el amor de Dios en Cristo)
Como la “paz” se relacionó tan estrechamente con la alianza y con el vivir sus exigencias, cuando el pueblo de Dios rompió esta alianza, la “paz” también se desvaneció. Esto requirió de nuevo la intervención de Dios gracias a su amorosa misericordia para traer la “paz” a su pueblo; y fue en este sentido que las escrituras de Israel después del exilio, han comenzado a vislumbrar la “paz” traída por el castigo del siervo de Dios: “Él soportó el castigo que nos trae la paz” (Is 53, 5).
Jesucristo, en su misión y ministerio, completó la visión de los últimos profetas de Israel. “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16); y al haber sido “entregado por nuestros pecados” (Rm 4, 25), el Hijo de Dios se convirtió en nuestra “paz”. Entonces, si la “paz” viene de Dios (Ga 1,3, Ef 1, 2, Ap 2, 14) y es de Dios (Flp 4, 7, Col 3, 15, Rm) 15, 33), Cristo es esa “paz” (Ef 2, 14). Él es quien la anuncia y la establece (Ef 2, 17); y Él es la presencia de Dios, que trae la paz que el mundo no puede dar.

El sentido de la Paz de Cristo
La “Paz” no tiene sólo un sentido secular, esto es, la ausencia del conflicto (Gn 34, 21; Jos 9, 15; 10, 1-4; Lc 14, 32), la presencia de armonía en el hogar y en la familia (Is 38,17; Sal 37, 11; 1 Co 7, 15; Mt 10,34; Lc 12, 51), la seguridad y la prosperidad individuales y colectivas (nacional) (Lc 18, 6; 2 R 20, 19, Is 32, 18). La “Paz” no existe sólo cuando “una comunidad humana alcanza el respeto de los derechos ajenos y cumple sus propias obligaciones” ( 43) y no es sólo el resultado de trabajar para la justicia (44). La “Paz” trasciende, esencialmente, el mundo y los esfuerzos humanos (45). Es un don de Dios (Is 45, 7, Nm 6, 26) donada a los “rectos/ justos”.
Expresada generalmente como “shalom” (Antiguo Testamento) y “eirēnē”(LXX y Nuevo Testamento), cualquier forma de “paz”, es un todo determinado por Dios y donado a aquéllos “en quienes él se complace”, a saber, los justos y rectos.
Así, cuando Jesús perdonó al pecador (Lc 7, 50) y sanó a los enfermos (Mc 5, 34), los despidió “en paz”: “id en paz”. “Id en paz” no fue solamente una simple bendición de despedida sino la donación del “shalom”. Quien fue perdonado y sanado no fue curado solamente en relación a la salud de su cuerpo, sino también fue puesto en paz con Dios por medio de su fe y totalmente sanado ante Dios y la comunidad (46).
Éste es también el sentido del saludo de “paz” de Jesús a sus discípulos en la mañana de la resurrección (Jn 20, 19-21). Fue el perdón de su traición a Jesús y también la renovación de la amistad. Jesús no necesitaba la admisión de la culpabilidad por parte de sus discípulos. No había una solicitud de perdón, ninguna disculpa fue pronunciada. Hubo simplemente un pasar por alto todas las faltas. En su lugar se dio un perdón gratuito y un saludo conciliatorio de “paz”.
La “paz” de Jesús es nuestra paz, por la que Él soportó nuestros castigos (Is 53, 5). Es el restablecimiento gratuito e inmerecido de la totalidad, así como la comunión con Dios y con los hombres; y es recibida por todos quienes la acogen como gracia de Dios y responden con la fe, es decir, “en quienes Él se complace” (los justos, los rectos).
Pablo exhorta a sus comunidades cristianas a perseguir la paz como rectos portadores de la paz de Jesucristo en la tierra (Rm 14, 19; Ef 4, 3; Hb 12, 14) y a vivir en paz los unos con los otros (Rm 12, 18; 2 Cor 13, 11), como el Instrumentum laboris desea que realice la Iglesia en África. Pero también como rectos portadores de la paz de Jesucristo en la tierra necesitamos recordar, como ya lo hicimos con la “justicia”, que la “paz” es una acto que va más allá de la justicia en sentido estricto y requiere amor [47]. Ésta deriva de la comunión con Dios, y está orientada hacia el bienestar del hombre (humanidad).
De esta manera, al invitar a la Iglesia en África y sus islas a ser “ministros (siervos) de reconciliación, justicia y paz”, siguiendo la invitación del primer Sínodo de la Iglesia a vivir en comunión con la Iglesia-Familia de Dios, el segundo Sínodo invita la Iglesia a hacer experiencia de aquellas virtudes que establecen nuestra comunión con Dios, y a dar testimonio y vivir las mismas, a saber, la reconciliación, la justicia y la paz, a través del amor y la misericordia en el continente. Las implicaciones de este ministerio son las que (como temas) el Sínodo ahora explica con la simbología de la sal y la luz: sal de la tierra y luz del mundo.

III. DE SER “TESTIGOS DE CRISTO” (Ac 1,8) A SER “SAL DE LA TIERRA Y “LUZ DEL MUNDO” (Mt 5,13, 14)

Al recoger los frutos del primer Sínodo en Ecclesia in Africa, el Papa Juan Pablo II alabó el hecho de “dar testimonio”como un elemento esencial de la cooperación misionera, y recordó a la Iglesia de África que Cristo no sólo desafía a sus discípulos en África a que den testimonio de Él, sino que les otorga el mismo mandato que dio a sus apóstoles el día de su Ascensión: “Vosotros seréis mis testigos” (Hch 1, 8) en África (48).
De esta manera, comparando a los discípulos de Cristo en África con la sal y la luz, el Santo Padre dijo: “En nuestros días, en el marco de una sociedad pluralista, es sobre todo gracias al compromiso de los católicos en la vida pública como la Iglesia puede ejercer una influencia positiva. Se espera de los católicos, sean profesionales o profesores, empresarios o funcionarios, agentes de seguridad o políticos, que den testimonio de bondad, verdad, justicia y amor de Dios en sus actividades cotidianas. La tarea del fiel laico consiste en ser la sal de la tierra y la luz del mundo y, sobre todo, en los lugares donde sólo él puede hacer presente a la Iglesia” (49).
“Sal de la tierra” y “luz del mundo” son, entonces, las imágenes/metáforas a través de las cuales el Papa representó su visión de las actividades misioneras de la Iglesia en África y sus islas. Este Sínodo invita ahora a la Iglesia en África a entender su interpretación de los servicios de reconciliación, justicia y paz en el continente, como el ser la “sal de la tierra” y la “luz del mundo”.

Siervos (diakonoi) de la Reconciliación, Justicia y Paz como “sal de la tierra”
La metáfora “sal” que Jesús utiliza en los Evangelios sinópticos (Mt 5, 13; Mc 9, 50; Lc 14,34) para describir la particularidad de la vida de sus discípulos es polisémico. Tiene muchos significados. Por ejemplo, como el “Mar muerto” fue llamado también “Mar de la sal” (Gn 14,3) por quienes vivían cerca del “Mar muerto”, “sal” puede significar “muerte” (cfr. Gn 19, 26). Dios, el Señor de la vida, no obstante, curará las aguas del “Mar de la sal”con las aguas del templo y les dará vida (Ez 47). En otro sentido, la sal tiene el poder de conservar. Sazona y conserva los alimentos (Jb 6,6; Mt 5, 13; Lc 14, 34) y, correlativamente, como en el caso de la purificación de Eliseo de las aguas en Jericó (2 R 2:19-22), la sal tiene, por último, un poder purificador.
El uso de la sal marina para sellar la amistad y los pactos en el mundo del Antiguo Testamento (Esd 4,14) parece subrayar el uso por parte de Dios del simbolismo para expresar la permanencia y la estabilidad de las disposiciones referidas al sustento de los sacerdotes en el Antiguo Testamento: “Alianza de sal es ésta, para siempre, delante de Yahvé ...” (Num 18,19). El uso de la sal en los pactos puede también ser destacada en la invitación de Jesús a sus discípulos a “tened sal en vosotros y tened paz unos con otros” (Mc 9,50), a saber, para cumplir la lealtad mutua de las pactos y para vivir en paz.
La sal, sin embargo, también simboliza la “sabiduría” y la “fuerza moral” y esto da valor a las cosas. Esto es lo que sucede, por ejemplo, cuando la sal es utilizada para fertilizar la tierra.
Por consiguiente, cuando Jesús se refiere a sus discípulos como “sal de la tierra”y cuando el Sínodo exhorta a la Iglesia en África para ser “servidores de la reconciliación, de la justicia y de la paz” como “sal de la tierra”, ambos, es decir Jesús y el Sínodo, hacen uso de un símbolo polivalente para expresar las diferentes tareas y necesidades del ser discípulos y ser Iglesia (familia de Dios) en África. Por eso, como en el caso de los profetas, el rechazo de la Iglesia y de su Evangelio equivale a expresar un juicio y a transformar la tierra en una “tierra salina” (Dt 29,23; Jr 17,6; Sal 107,34). En el Continente, parte del cual vive bajo la sombra de los conflictos y de la muerte, la Iglesia debería sembrar semillas de vida, a través de iniciativas que generen vida. Ésta debe preservar el Continente y su gente de los efectos destructivos del odio, la violencia, la injusticia y el etnocentrismo. La Iglesia debería purificar y sanar las mentes y los corazones de los comportamientos corruptos y malvados; y aplicar el mensaje de vida del Evangelio para mantener vivos el continente y su gente, manteniéndoles en el camino de la virtud y los valores evangélicos, tales como la reconciliación, la justicia y la paz (50). Pero lo más importante, el símbolo de la “sal” invita a la Iglesia-Familia de Dios en África a aceptar y a consumirse en sí misma (disolverse) por la vida del continente y de su gente.

Siervos (diakonoi) de la Reconciliación, la Justicia y la Paz, como “luz del mundo”
La referencia a los discípulos como “luz del mundo” significa recurrir a una imagen cuyos orígenes se encuentran en el Antiguo Testamento, como atributo y misión de Sión, la ciudad en la colina. Por consiguiente, el Siervo-Mesías será llamado a asumir esta imagen como una vocación; y en Jesús ésta hallará su cumplimiento. Jesús, pues, como “luz del mundo”, de hecho, como “la verdadera luz que ilumina a todos”(Jn 1,9), hará también de sus discípulos la “luz del mundo”.

Sión, la ciudad en la colina y Luz de las naciones
Sión era la montaña de la casa del Señor (Is 2,2); y era la morada del Arca de la Alianza (2S 6; 1Re 8, 20-21) y del Nombre del Señor. El Arca de la Alianza contenía las tablas de la Ley de Dios, y la Ley era “una lámpara, y sus enseñanzas una luz” (Pr 6,23; Sal 19,8; 119, 105; Ba 4, 2).
El nombre de Dios, no obstante, representa la “presencia Divina”; y la luz de la presencia de Dios remite a su poder salvador y a sus actos ((Is 10, 17; Sal 27, 36:9) para salvar a Jerusalén y a su pueblo [51]. Así, en consideración a su posesión de la luz del conocimiento de la Ley y la luz de la Salvación de Dios, Jerusalén se convierte en luz para las naciones y los reyes (52).

La experiencia de Sión se transforma en la vocación del Siervo-Mesías
En Isaías, la experiencia de Jerusalén, “Luz de naciones y reyes”, se presenta como la vocación de la figura del siervo. El siervo de Yahvé, dotado con el Espíritu de Yahvé para llevar la Justicia a las naciones (Is 42,1; 51,4), es ofrecido también como alianza con el Pueblo y “Luz de las naciones” (Is 42,6; 49,8; y ss.). Su llamada a ser “Luz de las naciones” implica su propia experiencia de la Salvación de Yaveh (Is 49,7), y esto permitió que la salvación llegase hasta los confines de la Tierra. En estos pasajes referidos al siervo, la “luz” es el conocimiento de la Ley y de la salvación de Dios; y es un don destinado a alcanzar a todos los pueblos.

Jesús cumple la vocación del Siervo-Mesías
La figura del Siervo-Mesías se cumple en Jesús (Mt 4,16 cita a Is 9,2) y alude a la estrella durante el nacimiento de Jesús para subrayar el cumplimiento y la continuación, en Jesús, del simbolismo revelador y salvífico de la luz en el Antiguo Testamento. Jesús es la “Luz de la Salvación de Dios (Jn 1,5; 3:19, 8:12; 12:46); y es la “Luz de la Palabra/la Ley/la Sabiduría de Dios” (Jn 1,4; 9,5; 12,36, 46). Jesús es la “Luz del Mundo” (Lc 2,32; Jn 1,9) y murió y resucitó para “anunciar la luz al pueblo y a los gentiles” (Hch 26,23).

Los discípulos de Jesús y los cristianos como luz del mundo
Puesto que la referencia a los discípulos como “luz del mundo” no es otra cosa sino Jesús haciendo de sus discípulos su extensión y representación en el mundo, “vosotros sois la luz del mundo” expresa, entonces, la elevada vocación de los discípulos de Jesús: una llamada a cumplir, en Cristo, la vocación de Israel en el Antiguo Testamento de ser testigo de la luz del conocimiento de la Ley de Dios (Evangelios) y de Su salvación en el mundo.
Esta noble vocación de los seguidores de Jesús es también lo que el Sínodo propone para la Iglesia en África; y ella comienza con la llamada (bautismal), que hace de ellos un “linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de Aquél que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz” (1P 2,9). Respondiendo a la llamada, se rinden ante la iluminación de la Palabra de verdad (Ef 1,17 y ss.), la luz del Evangelio de la Salvación (2Co 4,4) y su llamada al arrepentimiento. El resultado de la vida como discípulos los convierte en “luz en el Señor. [Vivid como] hijos de la luz” (Ef 5,8), “hijos de la luz e hijos del día” (1Ts 5,5; Rm 13, 12). “Pues el mismo Dios que dijo: de las tinieblas brille la luz, ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de Dios que está en la faz de Cristo” (2Co 4,6). Ello conduce a la fe en Jesús y a sellar la promesa del Espíritu Santo (Ef 1, 13) para vivir una vida sin mancha; porque “el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad” (Ef 5,9).

Conclusión: ¿Qué tierra? ¿Qué mundo?
En tiempos de Jesús, la tierra y el mundo para los que los discípulos debían ser “sal” y “luz”, eran la tierra y el mundo fuera del círculo de los doce, “ese fuera” al que “todo se le presenta en parábolas” (Mc 4,11).
En este Sínodo, la tierra y el mundo, para los cuales los católicos del continente y sus islas deben ser “sal” y “luz”, como “siervos de reconciliación, justicia, y paz”, son el África de nuestros días, como se describe en el Instrumentum laboris y se esboza más arriba (53). Es así como Jesucristo, después de revelarse a sí mismo a través de las Escrituras como nuestra reconciliación, justicia y paz, ahora llama y encarga a sus discípulos en África y sus islas para que se dediquen a ellos mismos, como sal y luz, que construyan la Iglesia de África como una verdadera familia de Dios, a través del ministerio de la reconciliación, la justicia y la paz ejercidos en el amor, a semejanza de su maestro.

(1) Juan Pablo II, Discurso en la Catedral de Cristo Rey (17 de septiembre de 1995), Johanesburgo (Sudáfrica): “Aquí, en Johanesburgo, Sudáfrica, junto a toda la Iglesia nos hemos reunido en esta parte sur del Continente, para promulgar la Exhortación Apostólica Ecclesia in Africa, que contiene las propuestas realizadas por los Padres sinodales al concluir la sesión de trabajo realizada en Roma en los meses de abril y mayo de 1994. Con la autoridad apostólica propia del Sucesor de Pedro, presento a toda la Iglesia de Dios en África y en Madagascar los discernimientos, las reflexiones y las resoluciones del Sínodo”.
(2) Cfr. Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Post-Sinodal, Ecclesia in Africa, nº 13.
(3) Cfr. Juan Pablo II, A los participantes en la reunión del Consejo post-sinodal de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos para la Asamblea Especial para África (15 de junio de 2004).
(4) Primera Asamblea Especial para África, Instrumentum Laboris, 1993, nº 1. El mismo documento: “Parece haber llegado la hora de África, una hora favorable que llama a todos los mensajeros de Cristo a recoger frutos abundantes para Cristo”. Instrumentum Laboris 1993, nº 24.
(5) Ibidem, nºs. 22-24. “Signos de los tiempos” se refiere al contexto africano en el que se debe proclamar el Evangelio.
(6) Cfr. Las heroicas vidas de los mártires y santos africanos, por una parte, y las heroicas vidas y las luchas por la independencia de los africanos en el África post colonial, Sudáfrica, Sudán, etc... por otra.
(7) Cfr. Juan Pablo II, Discurso con ocasión de la reunión del Consejo post-sinodal de la Secretaría General [15 de junio de 2004).
(8) Cfr. Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Post-Sinodal, Ecclesia in Africa, nºs. 13-14, 39-42; Segunda Asamblea Especial para África, Lineamenta, nºs 6-8.
(9) Segunda Asamblea Especial para África, Lineamenta, Prefacio.
(10) Esto es lo que el Instrumentum Laboris refiere a propósito de “una continuidad dinámica” y se ilustra bastante en los números 14-20.
(11) Cfr. Juan Pablo II, Carta al Arzobispo Eterovic con ocasión de la reunión del Consejo Especial para África de la Secretaría general del Sínodo de los Obispos (23 de febrero de 2005).
(12) Cfr. Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Post-Sinodal, Ecclesia in Africa, nº 4
(13) Cfr. Ibidem, nºs. 2 - 5 Por ello el SECAM. “se preocupó por buscar medios y vías para llevar a buen fin el proyecto de este encuentro continental. Se consultó a las Conferencias Episcopales y a cada obispo de África y Madagascar, después de lo cual pude convocar una Asamblea especial para África del Sínodo de los Obispos” (Ecclesia in Africa nº 5).
(14) Segunda Asamblea Especial para África, Instrumentum Laboris, nºs. 21-23.
(15) Nana Akuffo-Addo, Ministro de Asuntos Exteriores de la República de Ghana (2001-2008) en la cumbre de la Unión Africana Pres. Kikwete de Tanzania dijo que “...ya existen en África dirigentes fuertes, preparados para salir adelante; y deseamos estar a su lado” (Fraternité Matin, viernes, 10/07/09).
(16) NEPAD significa “Nueva Hermandad Económica para el Desarrollo de África” (New Economic Partnership for African Development). Requiere que exista respeto por los gobiernos democráticos y que no se toleran los golpes de estado. Está el sistema del “Peer Review Mechanism”, para someter a investigación el rendimiento de los gobiernos. Ciertamente, el ritmo de trabajo del African Union Parliament y la puesta en marcha de los requisitos del NEPAD por parte de los estados miembros ha sido criticado últimamente por su lentitud.
(17) La “Lomé Culture” es el nombre que recibe el conjunto de acuerdos de cooperación para el desarrollo entre los países de la Comunidad Económica Europea y sus antiguas colonias. Comenzó en 1957 con los Tratados de Roma, que establecieron la CEE. Los “Lomé” del I al IV, se ocupan de las ayudas a través de un acuerdo entre la CEE y 46 países ACP (respeto por los Derechos Humanos, principios democráticos y función de la Ley). El Acuerdo “Yaoundé” fue firmado en 1975 entre los países de la CEE y la ACP para ayudar con infraestructuras de desarrollo en los países francófonos. El Acuerdo “Cotonou” se firmó en 2000 entre la CEE y 77 países de la ACP por otros veinte años. Se ocupaba de la reducción de la pobreza, el desarrollo sostenible y la progresiva integración de las economías de la ACP en la economía mundial.
(18) Los objetivos primarios del NEPAD son: erradicar la pobreza, poner a los países africanos en las vías de un crecimiento y un desarrollo sostenibles, frenar la marginación de África en el proceso de globalización, y acelerar el acceso al poder de las mujeres.
(19) ”La cooperación significa desarrollar una visión conjunta con la gente de África: la visión de un África moderna e independiente, en la cual, hombres y mujeres africanos, confiando en sí mismos, determinen su propia vida, su propio futuro, y tracen su propio camino para un desarrollo sostenible y democrático. Sólo los estímulos y los esfuerzos procedentes del interior de la propia África pueden conducir al éxito.” (Ponencia del Dr. Uschi Eid, Secretario de Estado Parlamentario en el Ministerio Federal para la Cooperación económica y el Desarrollo de Alemania, en el TICAD III [Tokyo International Conference of African Development], Tokyo, 2003).
(20) Barack Obama hizo la misma precisión a los líderes de África en el discurso que dirigió al Parlamento de Ghana durante su visita al país el pasado mes de julio.
(21) En 2003, cuando el Presidente Clinton visitó Ghana, el Herald Tribune escribió: “Hemos dicho ya que Clinton está cambiando el modo de pensar de los americanos hacia África, de Continente desesperado a tierra de oportunidades y esperanza”.
(22) Cfr, Benedicto XVI, Carta Encíclica Caritas in Veritate, Vaticano 2009.
(23) Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Post-Sinodal Reconciliatio et Poenitentia, nº 2.
(24) Cfr. Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Post-Sinodal, Ecclesia in Africa, nº 63.
(25) Cfr. La confesión de Pablo: “Pues ya estáis enterados de mi conducta anterior en el Judaísmo, cuán encarnizadamente perseguía a la Iglesia de Dios y la devastaba,
y cómo sobrepasaba en el Judaísmo a muchos de mis compatriotas contemporáneos, superándoles en el celo por las tradiciones de mis padres... Mas, cuando Aquel que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien revelar en mí a su Hijo” (Ga 1,13, 16).
(26) En este sentido, Dios es como el pastor que busca la oveja perdida; como la mujer que busca la moneda perdida; como el padre cuyo amor provoca el retorno del hijo pródigo (Lc 15). Es como Jesús cuando encuentra a Zaqueo en el sicómoro y lo llama (Lc 19,5).
(27) Cfr. Pietro Bovati, Ristabilire la Giustizia, Analecta Biblica 110, PIB Roma, 1986.
(28) A veces, la petición de satisfacción provoca e implica un gesto concreto, como el reconocimiento de la existencia de derechos, cuya negación o abuso ha precipitado la situación de conflictos y hostilidad (Cfr. Abraham y Abimelec en Gn 21,25-34).
(29) En este sentido, hay factores que favorecen la reconciliación, y que los siervos de la reconciliación deben propugnar; y hay también factores que pueden impedir la reconciliación y que los siervos de la reconciliación deben evitar:
a. Factores que la obstaculizan: la impiedad y el desprecio de la relación con Dios; la negación de los derechos de los demás, el engaño y los prejuicios, la hipocresía y la paz aparente, el interés selectivo, el silencio de la complicidad y el fracaso de las estructuras del estado.
(30) Sacramentum Mundi 3, 235.
(31) Cfr. Pablo VI, Carta Encíclica Populorum Progressio, nº 26.
(32) Sacramentum Mundi 3, 236.
(33) Cfr. The Interpreter’s Dictionary of the Bible, vol. 85-88, 91-99.
(34) La “justicia”, en cualquier forma que se manifieste, tiene el sentido básico de todo lo que es debido a una persona en virtud de su dignidad y su vocación en la comunión con las personas (Cfr. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, nº 3, 63).
(35) Esto, por inciso, es también la base del imperativo fundamental que impone el positivo respeto de la dignidad y los derechos de los demás, así como una contribución solidaria al encuentro de sus necesidades (Cfr. Gaudium et Spes, nºs 23-32, 63-72; Papa Juan XXIII, Encíclica Mater et Magistra). La común filiación de la humanidad exige que los hombres sean rectos, actuando según la voluntad de Dios, unidos en la solidaridad por el amor de Dios, como amor del Padre.
(36) Así, Tamar era más justa que su suegro, porque él no cumplía con las costumbres de su familia (Gn 38,26), David no mataría a Saúl, “pues él es el ungido del Señor” (1S 24,11) y un “padre” para él (1S 24,17). Cuando una relación cambia, también cambian sus exigencias. Quien cuida a los huérfanos y las viudas y los defiende, ese es recto (Jb 29,12,16; Os 2,19). Uno que trata a sus siervos con humanidad, que vive en paz con los vecinos, que habla bien de los demás, es justo/recto (Jb 31,1-13; Pr 29,2; Is 35,15; Sal 52,3...). La Justicia/Rectitud como un comportamiento que incumbe a los miembros de la comunidad, a veces es salvaguardada y reforzada por los jueces cuando dictan sentencia en el tribunal. Éste es el sentido “forense” de justicia. Así pues, tanto Dios como el Rey desempeñan el papel de jueces (Dt 25,1; Re 8,32; Ex 23,6 y ss; Sal 9,4; 50,6; 96,13). La rectitud de los juicios devuelve a la comunidad su salud; y en este sentido el juicio y el gobierno justos se consideran atributos del Mesías-Rey.
(37) El “malvado” (רשע) es el que ejerce la fuerza y la falsedad, ignora sus deberes hacia la familia y pasa por encima de los pactos, pisoteando los derechos de los demás (The Interpreter’s Dictionary of the Bible, vol. 4, 81).
(38) Juan Pablo II define “misericordia” como “una potencia especial del amor, que prevalece sobre el pecado y la infidelidad del pueblo elegido”, Cfr. Dives in Misericordia, nº 4.3.
(39) Por eso, Juan Pablo II enseña que en las relaciones entre los individuos y grupos sociales, etc., “ no es suficiente la justicia por sí sola”. Es necesaria “esa forma más profunda que es el amor”(cfr. Dives in Misericordia, nº 12).
(40) Catecismo de la Iglesia Católica, 2304. Véase también, Gaudium et Spes, nº 78.
(41) Ibidem.
(42) “En todo el Evangelio de Lucas, la “paz en la tierra” llega a los marginados, a los discípulos, a los extranjeros, a cualquiera que desee recibir la Gracia de Dios y responder con la fe” (Cfr. Dictionary of Jesus and the Gospels, ed. Joel B. Green et alii, Inter Varsity Press, 1992, p. 605).(43) Juan XXIII, Carta Encíclica Pacem in Terris, nº 174.
(44) Gaudium et Spes, nº 84
(45) Aunque sea una tarea, algo por lo que hay que trabajar, la paz es un don de Dios, algo que nuestra paz terrena sólo puede anticipar pálidamente.
(46) En el caso de la mujer con hemorragias (Mc 5,24-34), por ejemplo, Jesús no sólo curó su impureza religiosa y social (la pérdida de sangre), sino que reveló el secreto de la mujer e hizo pública su fe y su curación (Mc 5,34; 2,5; 10,52) y pureza. Su purificación representa el regreso de la mujer a la salud, a su comunidad y al Dios de su fe.
(47) Gaudium et Spes, nº 78.
(48) Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Post-Sinodal, Ecclesia in Africa, nº 86.
(49) Ibidem, nº 108.
(50) Cfr. SECAM, Seminario sobre el Sínodo, Abidjan, Costa de Marfil, 2009: Carrefour Groupe nº III.
(51) La gran restauración y justificación de Jerusalén por parte de Dios fue descrita por Isaías como el regreso de la luz de Dios: “No será para ti ya nunca más el sol luz del día, ni el resplandor de la luna te alumbrará de noche, sino que tendrás a Yahveh por luz eterna, y a tu Dios por tu hermosura. No se pondrá jamás tu sol, ni tu luna menguará, pues Yahveh será para ti luz eterna, y se habrán acabado los días de tu luto” (Is 60,19-20).
(52) El Testamento de Leví extiende la luz de Jerusalén a sus hijos, los israelitas, y les exhorta diciendo: “Sed la luz de Israel, más puros que todos los gentiles... ¿Qué harían los gentiles si fuerais oscurecidos por la transgresión?” (14, 3).
(53) Cfr. pp. 21-26 del presente texto.

[00011-04.02] [RE000] [Texto original: inglés]

AVISOS

- RUEDA DE PRENSA
- “BRIEFING”
- “POOL”
- BOLETÍN SYNODUS EPISCOPORUM
- COBERTURA TELEVISIVA EN DIRECTO
- BOLETÍN TELEFÓNICO
- HORARIO DE APERTURA DE LA OFICINA DE PRENSA DE LA SANTA SEDE

RUEDA DE PRENSA

La primera Rueda de Prensa sobre los trabajos sinodales (con traducción simultánea en italiano, inglés, francés, español y portugués) tendrá lugar en el Aula Juan Pablo II de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, hoy, lunes 5 de octubre de 2009 a las 12:45, aproximadamente. Intervendràn:
- S. Em. R. Card. Peter Kodwo Appiah TURKSON, Arzobispo de Cape Cost (GHANA), Relator General
- S. E. R. Mons. Odon Marie Arsène RAZANAKOLONA, Arzobispo de Antananarivo (MADAGASCAR)
- Rev. P. Federico LOMBARDI, Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Secretario Ex-officio de la Comisión para la Información (CIUDAD DEL VATICANO)

Las próximas ruedas de prensa tendrán lugar:
- Miércoles 14 de octubre de 2009 (tras la Relatio post disceptationem)
- Viernes 23 de octubre de 2009 (tras el Nuntius)
- Sábado 24 de octubre de 2009 (tras el Elenchus finalis propositionum)
Se ruega a los operadores audiovisuales (cámaras y técnicos) y a los fotógrafos se dirijan al Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales para el permiso de acceso.

“BRIEFING”

Para una información más eficaz sobre los trabajos sinodales se han organizado 4 grupos lingüísticos para los periodistas acreditados.

A continuación se detalla el lugar del “briefing” y el nombre del Responsable de Prensa para cada grupo lingüístico:

Grupo lingüístico italiano
Responsable: Rev. Mons. Giorgio COSTANTINO
Lugar: Sala de periodistas, Oficina de Prensa de la Santa Sede

Grupo lingüístico inglés
Encargado: Sr. Festus Abdul TARAWALIE
Lugar: Aula Juan Pablo II, Oficina de Prensa de la Santa Sede

Grupo lingüístico francés
Encargado: Rev. Mons. Joseph Bato’ora BALLONG WEN MEWUDA
Lugar: Sala de telecomunicaciones, Oficina de Prensa de la Santa Sede

Grupo lingüístico portuguesa
Encargado: Sr.a Maria Dulce ARAÚJO ÉVORA
Lugar: Sala “Blu” 1° Piso, Oficina de Prensa de la Santa Sede

Los siguientes días está previsto un “briefing” de los Responsables de Prensa a las 13:10, aproximadamente:
- Martes 6 de octubre de 2009
- Miércoles 7 de octubre de 2009
- Jueves 8 de octubre de 2009
- Viernes 9 de octubre de 2009
- Sábado 10 de octubre de 2009
- Lunes 12 de octubre de 2009
- Martes 13 de octubre de 2009
- Jueves 15 de octubre de 2009
- Sábado 17 de octubre de 2009
- Martes 20 de octubre de 2009

A veces a los encargados de prensa les acompañará un padre sinodal o un experto.

Los nombres de los participantes y las eventuales actualizaciones se comunicarán cuanto antes.

“POOLS”

Los siguientes días habrá “pools” de periodistas acreditados para acceder al Aula del Sínodo únicamente durante la oración de apertura de las Congregaciones Generales de la mañana:
- Martes 6 de octubre de 2009
- Jueves 8 de octubre de 2009
- Viernes 9 de octubre de 2009- Sábado 10 de octubre de 2009
- Lunes 12 de octubre de 2009
- Martes 13 de octubre de 2009
- Jueves 15 de octubre de 2009
- Sábado 17 de octubre de 2009
- Martes 20 de octubre de 2009
- Viernes 23 de octubre de 2009
- Sábado 24 de octubre de 2009

Están previstos “pools” de periodistas acreditados para acceder al Aula del Sínodo, generalmente para la oración de apertura de las Congregaciones Generales de la mañana.

En la Oficina de información y acreditación de la Oficina de Prensa de la Santa Sede (en la entrada a la derecha) estarán a disposición de los redactores las listas de inscripción a los “pools”.

Para los “pools” los fotógrafos y los cámaras deben dirigirse al Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales.

Los participantes en los “pools” deben estar a las 8.30 en el Sector de Prensa, que se encuentra en el exterior frente a la entrada del Aula Pablo VI, y desde allí les acompañará siempre un oficial de la Oficina de Prensa de la Santa Sede (a los redactores) y del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales (a los fotógrafos y equipos de TV). Es necesario llevar indumentaria apropiada para la circunstancia.

BOLETÍN SYNODUS EPISCOPORUM

El Boletín informativo de la Comisión para la información de la II Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, titulado Synodus Episcoporum, publicado por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, saldrá en 6 ediciones lingüísticas (plurilingüe, italiana, inglesa, francesa, española y portuguesa), con 2 números al día (edición de la mañana y edición de la tarde) o según las necesidades.

La edición de la mañana saldrá una vez finalizada la Congregación General de la mañana y la edición de la tarde durante la mañana siguiente.

La distribución a los periodistas acreditados se efectuará en la Sala de periodistas de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

La edición plurilingüe recogerá los resúmenes de las intervenciones de los Padres sinodales preparados por ellos mismos, en los idiomas en los que serán entregados para su publicación. Las otras 5 ediciones recogerán las versiones en italiano, inglés, francés, español y portuguesa.

El próximo número cinco del Boletín contendrá los Informes sobre las relaciones de los diferentes continentes con África y la Relación sobre Ecclesia in Afirca, que se presentarán en la Segunda Congregación General de hoy, lunes 5 de octubre de 2009, por la tarde.

COBERTURA TELEVISIVA EN DIRECTO

Serán transmitidas en directo en las pantallas de la Sala de telecomunicaciones, la Sala de periodistas y el Aula Juan Pablo II de la Oficina de Prensa de la Santa Sede:
- Sábado 10 de octubre de 2009 (a las 18.00): Rezo del Rosario con los universitarios de los ateneos romanos (Aula Pablo VI)
- Domingo 11 de octubre de 2009 (a las 10.00): Solemne Concelebración Eucarística con motivo de Canonizaciones (Plaza San Pedro)
- Martes 13 de octubre de 2009 (a las 09.00): Parte de la Congregación General en la que presenta la Relatio post disceptationem
- Domingo 25 de octubre de 2009 (a las 09.30): Solemne Concelebración de la Santa Misa con motivo de la clausura del Sínodo (Basílica de San Pedro)

Eventuales cambios se publicarán lo antes posible.

BOLETÍN TELEFÓNICO

Durante el Sínodo funcionará un boletín telefónico:
- +39-06-698.19 con el Boletín ordinario de la Oficina de Prensa de la Santa Sede;
- +39-06-698.84051 con el Boletín del Sínodo de los Obispos (edición de la mañana);
- +39-06-698.84877 con el Boletín del Sínodo de los Obispos (edición de la tarde).

HORARIO DE APERTURA DE LA OFICINA DE PRENSA DE LA SANTA SEDE

Con motivo de la II Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos la Oficina de Prensa de la Santa Sede observará el siguiente horario hasta el 25 de octubre de 2009:
- Desde lunes 5 de octubre hasta viernes 9 de octubre: desde las 9.00 hasta las 16.00
- Sábado 10 de octubre: desde las 9.00 hasta las 19.00
- Domingo 11 de octubre: desde las 9.00 hasta las 13.00
- Lunes 12 de octubre: desde las 9.00 hasta las 16.00
- Martes 13 de octubre: desde las 9.00 hasta las 20.00
- Desde miércoles 14 de octubre hasta sábado 17 de octubre: desde las 9.00 hasta las 16.00
- Domingo 18 de octubre: desde las 11.00 hasta las 13.00
- Desde lunes 19 de octubre hasta sábado 24 de octubre: desde las 9.00 hasta las 16.00
- Domingo 25 de octubre: desde las 9.00 hasta las 13.00

El personal de la Oficina de información y acreditación estará disponible (en la entrada a la derecha):
- De lunes a viernes de 9:00 a 15:00
- El sábado de 9:00 a 14:00

Si hay cambios se comunicarán lo antes posible en el tablón de anuncios de la Sala de periodistas, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, en el Boletín de la Comisión para la Información de la II Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos y en el apartado “Comunicaciones de servicio” de la página web de la Santa Sede.

 
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