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tradiciones religiosas. Eso a la larga fomentarÃa
más el resentimiento que la tolerancia y la paz.
256.âA la hora de preguntarse por la incidencia
pública de la religión, hay que distinguir diversas
formas de vivirla. Tanto los intelectuales como
las notas periodÃsticas frecuentemente caen en
groseras y poco académicas generalizaciones
cuando hablan de los defectos de las religiones
y muchas veces no son capaces de distinguir que
no todos los creyentes âni todas las autorida-
des religiosasâ son iguales. Algunos polÃticos
aprovechan esta confusión para justificar accio-
nes discriminatorias. Otras veces se desprecian
los escritos que han surgido en el ámbito de una
convicción creyente, olvidando que los textos
religiosos clásicos pueden ofrecer un significado
para todas las épocas, tienen una fuerza motiva-
dora que abre siempre nuevos horizontes, esti-
mula el pensamiento, amplÃa la mente y la sen-
sibilidad. Son despreciados por la cortedad de
vista de los racionalismos. ¿Es razonable y culto
relegarlos a la oscuridad, sólo por haber surgido
en el contexto de una creencia religiosa? Incluyen
principios profundamente humanistas que tienen
un valor racional aunque estén teñidos por sÃm-
bolos y doctrinas religiosas.
257.âLos creyentes nos sentimos cerca también
de quienes, no reconociéndose parte de alguna
tradición religiosa, buscan sinceramente la ver-
dad, la bondad y la belleza, que para nosotros
tienen su máxima expresión y su fuente en Dios.