EVANGELII GAUDIUM - page 202

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motivación. Éste es el móvil definitivo, el más
profundo, el más grande, la razón y el sentido
final de todo lo demás. Se trata de la gloria del
Padre que Jesús buscó durante toda su existen-
cia. Él es el Hijo eternamente feliz con todo su
ser « hacia el seno del Padre » (
Jn
1,18). Si somos
misioneros, es ante todo porque Jesús nos ha di-
cho: « La gloria de mi Padre consiste en que deis
fruto abundante » (
Jn
15,8). Más allá de que nos
convenga o no, nos interese o no, nos sirva o no,
más allá de los límites pequeños de nuestros de-
seos, nuestra comprensión y nuestras motivacio-
nes, evangelizamos para la mayor gloria del Padre
que nos ama.
El gusto espiritual de ser pueblo
268. La Palabra de Dios también nos invita a
reconocer que somos pueblo: «Vosotros, que en
otro tiempo no erais pueblo, ahora sois pueblo
de Dios » (
1 Pe
2,10). Para ser evangelizadores de
alma también hace falta desarrollar el gusto espi-
ritual de estar cerca de la vida de la gente, hasta
el punto de descubrir que eso es fuente de un
gozo superior. La misión es una pasión por Jesús
pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo.
Cuando nos detenemos ante Jesús crucificado,
reconocemos todo su amor que nos dignifica y
nos sostiene, pero allí mismo, si no somos ciegos,
empezamos a percibir que esa mirada de Jesús se
amplía y se dirige llena de cariño y de ardor hacia
todo su pueblo. Así redescubrimos que Él nos
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