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JUAN PABLO II

AUDIENCIA GENERAL

Miércoles 29 de diciembre de 2004

 

El nacimiento de Jesús contemplado en el belén

1. "Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo" (Hb 1, 1-2).

En el tiempo de Navidad cobran singular elocuencia estas palabras con las que comienza la carta a los Hebreos. En la Nochebuena Dios dirigió a la humanidad de todos los tiempos y lugares su Palabra definitiva de salvación. El Hijo unigénito del Padre, al hacerse hombre, puso su morada entre nosotros. Así se cumplió la espera del Mesías anunciado por los profetas. La liturgia de este tiempo es una meditación y una profundización del misterio de la Encarnación.

2. Seguimos deteniéndonos ante el belén. En esta tradicional representación del Nacimiento, el "Creador eterno y todopoderoso" nos habla por medio de su Hijo, Señor del universo, que se hizo niño para encontrarse con el hombre.

La  Virgen  María  es la primera que lo acoge y lo presenta al mundo. Junto a  ella  se  encuentra  san José, llamado a ser, como padre, el custodio del Redentor.

Completan la escena los ángeles, que proclaman jubilosos la "gloria de Dios" y anuncian la "paz a los hombres" (cf. Lc 2, 14), y los pastores, representantes de la gente humilde y pobre de la tierra. Dentro de algunos días se añadirán los Magos, que vienen de lejos para adorar al Rey del universo.

La liturgia del tiempo navideño nos invita a acudir con alegría al portal de Belén para encontrarnos con Jesucristo, nuestro Salvador:  "Venid, fieles; venid, adoremos al Señor Jesús". Abrámosle las puertas de nuestro corazón, para que nos acompañe ahora y a lo largo de todo el año que comenzará dentro de poco.


Saludos

(En checo)
Ruego al Salvador, que se ha hecho hombre por nosotros, que infunda en vuestros corazones los dones de la paz y el amor. Con estos sentimientos os bendigo de corazón.

(En castellano)
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular al grupo de Palencia. Invito a todos a invocar al Salvador del mundo, nacido en Belén. ¡Feliz Navidad! ¡Feliz año nuevo!

(En polaco) 
Doy una cordial bienvenida a todos mis compatriotas. Especialmente en el tiempo de Navidad, nos damos cuenta de cuán grande es el amor de Dios al hombre. Abrimos nuestro corazón a la acción de la gracia y renovamos el compromiso de transformar nuestra vida de forma que sea cada vez más digna de ese amor. A vosotros y a vuestros seres queridos os deseo que este tiempo traiga frutos de paz y alegría. ¡Feliz año nuevo!

(En italiano) 
Doy mi bienvenida a los peregrinos de lengua italiana. En particular, saludo con afecto a los jóvenes del movimiento de los Focolares y a los fieles de Aprilia. Queridísimos hermanos, os deseo que experimentéis la paz y la alegría que Cristo ha venido a traernos en la Navidad.

Dirijo finalmente mi saludo cordial a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. La luz de Cristo, que en la noche de Navidad brilló sobre la humanidad, resplandezca sobre vosotros e ilumine los pasos de vuestro camino en el nuevo año.


Llamamiento  del Papa en favor de las poblaciones del sudeste asiático

La noticias que siguen llegando de Asia muestran cada vez más claramente la amplitud de la inmensa catástrofe que ha afectado en especial a la India, Indonesia, Sri Lanka y Tailandia.

La comunidad internacional y muchas organizaciones humanitarias se han movilizado rápidamente para prestar su ayuda. Lo mismo están haciendo numerosas instituciones caritativas de la Iglesia. En el clima navideño de estos días, invito a todos los creyentes y hombres de buena voluntad a contribuir con generosidad a esta gran obra de solidaridad con unas poblaciones ya duramente probadas y expuestas ahora al peligro de epidemias. Con el afecto y la oración yo permanezco muy cerca de ellas, especialmente de aquellos que han quedado heridos o sin hogar, mientras encomiendo a la Misericordia divina a las innumerables personas que han perdido la vida.

Oremos por todos, cantando juntos el paternóster.



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