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JUAN PABLO II

AUDIENCIA GENERAL

Miércoles 5 de enero de 2005

 

La universalidad de la salvación

1. Me alegra acogeros, amadísimos hermanos y hermanas, en esta primera audiencia general del año 2005. En estos días hemos contemplado el gran misterio del nacimiento de Jesús, en el cual Dios entró definitivamente en la historia, para ofrecer la salvación a los hombres de todos los lugares y de todos los tiempos.

La fiesta de la Epifanía, que celebraremos mañana, nos recuerda precisamente esta universalidad de la salvación. El Hijo de Dios, nacido en Belén, es reconocido y adorado por los Magos llegados desde el Oriente, representantes cualificados de toda la humanidad.

2. Así, desde el inicio, se proyecta hacia todos los pueblos del mundo el alegre mensaje de la salvación.

Encomendamos este compromiso misionero del pueblo cristiano a María, Madre de la Iglesia. Bajo su protección ponemos el año recién comenzado, marcado con gran dolor por la dramática situación que están viviendo las poblaciones del sureste asiático.

Que la Virgen santísima vele por el mundo entero. Se lo pedimos con las palabras del antiguo himno mariano, que ha resonado al inicio de esta audiencia.

3. Virgen Madre del Redentor,
Reina de la paz
socorre a tu pueblo,
defiéndelo de todos los peligros,
acompaña a la Iglesia
en su camino hacia la patria eterna.
Así sea.


Saludos

Saludo con afecto a los peregrinos y familias de lengua española. En especial a los peregrinos de Puerto Rico, acompañados por el señor cardenal Luis Aponte Martínez y al grupo del "Regnum Christi". Que todos podáis experimentar la protección de la Madre del Redentor. Muchas gracias por vuestra atención y feliz y próspero año nuevo.

(En polaco)
De modo particular saludo hoy al Círculo deportivo Cracovia, que celebra el centenario de su fundación. Estoy vinculado a él desde hace muchos años. Ojalá tengáis muchos éxitos en el campo deportivo y en el educativo.

(En italiano)
Dirijo un cordial saludo a los peregrinos de lengua italiana. En particular, saludo con afecto a los monaguillos de la diócesis de Asti, acompañados por su pastor, mons. Francesco Ravinale, y al grupo de las Apóstoles del Sagrado Corazón. Mi saludo va también, como de costumbre, a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados.

En Europa, este día está dedicado al luto por las numerosas víctimas del maremoto, que ha afectado trágicamente al sureste asiático. Una vez más, pido a todos que se unan a mi plegaria por los numerosos muertos y por las poblaciones que se hallan en grave dificultad. Oremos con el canto del paternóster.

 



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