VISITA PASTORAL DE JUAN PABLO II A BOLONIA Y EMILIA ROMAÑA
REGINA CAELI
Domingo 18 de abril de 1982
1. Saludo muy afectuosamente a todas las comunidades cristianas de rito oriental que, siguiendo su calendario propio, celebran hoy la solemnidad de la Pascua.
A estas queridas iglesias manifiesto el deseo de que, renovadas por la participación en la resurrección de Cristo Redentor, puedan llevar una vida cada vez más ferviente en el espíritu y alegre en la esperanza.
2. La liturgia de hoy nos trae el jubiloso anuncio de Jesús: "Paz a vosotros"; un anuncio dirigido sobre todo a quien espera la paz, a quien suspira por la paz.
En estos días la paz está cada vez más en peligro entre Argentina y Gran Bretaña. Los otros pueblos se preguntan ansiosos: ¿Habrá un encuentro sangriento? ¿Se llegará a un entendimiento?
La pregunta está justificada, pero no es suficiente. Es preciso preguntarse también: ¿Qué podemos hacer para evitar el recurso a la fuerza, para que la razón y la prudencia prevalezcan, para que las dos partes hallen una solución sobre la base de la justicia y del derecho internacional?
La comunidad de los pueblos no puede quedar inerte, no sólo en sus grandes instituciones, sino también en cada uno de sus miembros. La paz es un bien de todos. Las crisis ponen de relieve quién habla de paz y quién verdaderamente realiza la paz.
Os invito a orar para que las autoridades de los dos pueblos interesados sean iluminadas en la búsqueda de una solución pacífica y justa, estimuladas y ayudadas con la acción concorde de los responsables de las otras naciones. Pidamos que la buena voluntad de unos y la solidaridad de los otros se manifiesten en un esfuerzo común que tienda a la paz.
3. Espiritual y afectuosamente unido con todos los que se encuentran en la plaza de San Pedro para la acostumbrada oración mariana, sintonizados conmigo por medio de la radio, saludo a todos los peregrinos y a los 30.000 participantes en el segundo maratón de primavera, organizado por la Asociación de padres de las escuelas católicas del Lacio.
Les reitero la felicitación pascual, exhortándoles a vivir siempre en el gozo y en la paz propios de la Pascua de Resurrección.
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