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JUAN PABLO II

REGINA CAELI

Domingo 2 de mayo de 1982

 

1. Jesús dijo a los Apóstoles: "Paz a vosotros. Como el Padre me envió, así os envío yo... Recibid el Espíritu Santo" (Jn 20, 21).

Cristo pronunció estas palabras la tarde del primer día después del sábado. Fueron las primeras que oyeron los Apóstoles de labios del Resucitado.

En estas palabras Cristo se ha manifestado como el Buen Pastor y, a la vez, como el Príncipe de los Pastores.

Es el Buen Pastor porque dice: "Recibid el Espíritu Santo", el alimento invisible y fortaleza de las almas.

Es el Príncipe de los Pastores, porque dice: "También yo os envío..."

2. La Iglesia, este domingo, ruega especialmente por las vocaciones sacerdotales. Siguiendo las indicaciones de su Maestro, pide al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies (cf. Mt 9, 38, Lc 10, 2).

Volviendo al cenáculo, el día de la resurrección, la Iglesia ruega para que el Buen Pastor envíe y continúe enviando nuevas falanges de discípulos suyos a esta misión que Él mismo recibió del Padre.

La Iglesia ruega:

― para que llegue a muchos corazones jóvenes esta invitación: "Recibid el Espíritu Santo; a quien perdonareis los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retuviereis, les serán retenidos" (Jn 20, 22-23);

― para que, con el poder del Espíritu Santo nazcan entre todos los pueblos y naciones del globo terrestre, los siervos de Cristo y los administradores de los misterios de Dios.

3. Cito las palabras de la oración para el Jueves Santo del año del Señor 1982:

"Este amor nupcial de Redentor, este amor salvífico de Esposo hace fructíferos todos los 'dones jerárquicos y carismáticos', con los cuales el Espíritu Santo 'provee y gobierna' la Iglesia. ¿Es lícito, Señor, que nosotros dudemos de este amor? Quienquiera que se deje guiar por la fe viva en el Fundador de la Iglesia, ¿puede acaso dudar de este amor al cual la Iglesia debe toda su vitalidad espiritual? ¿Es lícito acaso dudar que Tú puedas y desees dar a tu Iglesia verdaderos 'administradores de los misterios de Dios' y, sobre todo, verdaderos ministros de la Eucaristía?, ¿que Tú puedas y desees despertar en las almas de los hombres, especialmente de los jóvenes, el carisma del servicio sacerdotal, del modo como éste ha sido acogido y actuado en la tradición de la Iglesia?, ¿que Tú puedas y quieras despertar en estas almas, junto con la aspiración al sacerdocio, la disponibilidad al don del celibato por el reino de los cielos, del que han dado y dan todavía hoy prueba generaciones enteras de sacerdotes en la Iglesia católica?" (n. 5; L'Osservatore Romano, Edición en Lengua Española, 4 de abril de 1982, pág. 20).

4. Regina coeli, laetare! ¡Madre del Resucitado, permítenos alegrarnos con los dones siempre nuevos del misterio pascual! ¡Implóralos para nosotros del Amor Eterno y Misericordioso!

Que cuando Cristo dice: "Recibid el Espíritu Santo", los llamados sepan aceptar este Don inefable.



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