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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo de Ramos, 27 de marzo de 1983

 

1. Pueri hebraeorum...

He aquí que la juventud del Pueblo elegido, con los ramos de olivo en sus manos, fue al encuentro de Jesús de Nazaret, cuando Él venía desde la parte del Monte Olivete hacia Jerusalén.

Os saludo, jóvenes que habéis participado en la liturgia del Domingo de Ramos: muchachos y muchachas de Roma y peregrinos de diversas partes de Italia y del mundo.

Grito juntamente con vosotros:

"Gloria y alabanza a ti, oh Cristo, / Rey de eterna gloria".

En el umbral de la Semana de la Pasión del Señor saludo juntamente con vosotros al Rey de la gloria.

2. He aquí que hemos comenzado el Año Santo de la Redención. La liturgia del Domingo de Ramos nos ha dicho que la gloria de Cristo encontró su comienzo en la Pasión de Cristo.

Las aclamaciones, los "hosannas" se han extinguido, y la cruz en el Calvario se ha convertido en el símbolo de la gloria. La cruz se encuentra en el corazón mismo de la Redención. El reino de la eterna gloria se ha construido irreversiblemente en la cruz y se ha consolidado en la Redención.

Es el reino de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

A este reino está llamado el hombre. Cada uno de nosotros. Entramos en el Año Santo de la Redención a través de la liturgia del Domingo de Ramos. Entramos en el nombre de esa llamada que se nos hace por la fe en Cristo crucificado:

Gloria a Ti, Rey de los siglos.

3. Invito a los habitantes de Roma y a los peregrinos de estos días pascuales a participar en la liturgia de la Semana Santa. Cada una de las celebraciones litúrgicas pertenece al programa del Año Jubilar.

Durante todo este año el encuentro de los miércoles tendrá también carácter de celebración litúrgica entretejida en torno al misterio de la Redención. Los participantes podrán obtener la indulgencia del Año Jubilar cumpliendo las condiciones acostumbradas.

Estas condiciones son:

― la confesión sacramental, personal e íntegra;

― la comunión eucarística, dignamente recibida;

― la oración por las intenciones del Papa.

4. Al rezar juntos el Ángelus, roguemos a María, que está al pie de la cruz del Hijo, a fin de que nos obtenga conseguir abundantemente las gracias del Año de la Redención.



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