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VIAJE APOSTÓLICO A LOS PAÍSES BAJOS, LUXEMBURGO Y BÉLGICA

JUAN PABLO II

REGINA COELI

Luxemburgo, jueves
16 de mayo de 1985

 

Queridos hermanos y hermanas:

Al final de nuestra liturgia festiva, en la que hemos tomado conciencia de nuevo de nuestra misión como discípulos del Señor resucitado, nos dirigimos una vez más a María. Vuestros antepasados la eligieron como Protectora y Patrona de vuestro pueblo. Con su ayuda maternal, fortalecieron siempre de nuevo su fe católica y la llevaron a su madurez.

Su protección acompaña también hoy vuestro caminar en la fe. Ella nos recuerda que sólo podemos ser cristianos en la unidad vital con la fe de la Iglesia, recibida por tradición, tal como el Magisterio la explica para hoy partiendo de la Palabra de Dios. Firme y llena de confianza nos dice Ella siempre de nuevo: "Haced lo que Él (Cristo) os diga" (Jn 2, 5).

A su palabra de Madre que nos ama respondamos nosotros con total disponibilidad y entrega. A Ella nos encomendamos, nosotros y nuestras familias, los jóvenes y los ancianos, los fuertes y los débiles. A su protección maternal confiamos vuestro obispo, los sacerdotes y religiosos, y todos los creyentes y ciudadanos de este país. María, a la cabeza de este Pueblo de Dios peregrino, sale al encuentro de Cristo, su Hijo resucitado, que fue elevado a la derecha del Padre. En la alegre espera de los dones del Espíritu Santo en Pentecostés alabamos reunidos con Ella las grandezas del Señor, que ha obrado maravillas en Ella y en todos nosotros.

(Canto) "Regina coeli, laetare. Alleluia...". 



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