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JUAN PABLO II

REGINA COELI

Domingo, 26 de mayo de 1985

 

1. ¡Descienda tu espíritu y renueve la faz de la tierra!

En el culmen de la solemnidad de Pentecostés la Iglesia clama a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo:

Pide que descienda el Espíritu.

Pide en el nombre de Cristo.

Pide confiando en la potencia de la cruz y de la resurrección de Cristo.

Pide fiel a las promesas de Cristo recibidas en el Cenáculo el Jueves Santo y reiteradas en la perspectiva de la Ascensión.

La Iglesia ora. La Iglesia primitiva congregada en oración con María, Madre del Señor. E igualmente la Iglesia contemporánea en este año del Señor 1985.

Ora para obtener el Espíritu de Verdad, el Paráclito.

Ora con especial fuerza este día que recuerda la venida del Espíritu Santo: Pentecostés.

2. Descienda tu Espíritu y renueve la faz de la tierra, cantamos en la liturgia (cf. Sal 103/104, 30): "la tierra está llena de tus criaturas" (oh Señor)... "envías tu aliento y los creas" (vv. 24. 30)

Y al mismo tiempo sabemos —lo atestigua San Pablo— "que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto" (Rom. 8, 22), "ella fue sometida a la frustración... pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción" (Rom 8, 20-21): ¡se trata de la corrupción por causa del pecado!

Y por ello "la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios... para entrar en la libertad gloriosa" (cf. Rom 8, 19. 21).

3. Esta imagen del mundo que delineó Pablo en la Carta a los Romanos, ¡qué bien corresponde a nuestra situación contemporánea!

Y por ello clama la Iglesia:

Venga el Espíritu de Verdad y nos convenza del pecado del hombre de nuestra época.

Renueve la faz de la tierra: la tierra se puede renovar sólo en el hombre, en los corazones humanos, en las conciencias de los hombres.

Pidamos, pues, "Doma el espíritu indómito, infunde calor de vida en el hielo, guía al que tuerce el sendero" (Secuencia).

4. La Iglesia ora con María. Como en el Cenáculo de Pentecostés. La que ha "concebido por obra del Espíritu Santo", Esposa y Madre, es la esperanza del hombre y del mundo. En Ella se hizo manifiesto el preanuncio de que Dios renovará la tierra. Y este preanuncio perdura.


Después del Regina caeli

Saludo ahora con afecto a los peregrinos de lengua española venidos a Roma, especialmente de España, Chile, Nicaragua y Venezuela, para acompañar a los nuevos Cardenales. Que el Espíritu Santo, cuya solemnidad celebramos, nos ayude a vivir intensamente la universalidad de la Iglesia, representada también por los nuevos Cardenales, colaboradores íntimos del Sucesor de Pedro. A todos vosotros imparto mi Bendición.



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