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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Miércoles 6 de enero de 1988
Solemnidad de la Epifanía

 

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Hoy, la solemnidad de la Epifanía reviste un significado especial en el contexto del Año Mariano dedicado a recordar a la que, siendo Madre del Hijo de Dios, "apareció antes de Cristo en el horizonte de la historia de la salvación" (Redemptoris Mater, 3 b); la que por primera vez, entre nosotros criaturas humanas, mostró el Salvador al mundo. Y hoy también posee este "primado". Por eso, en la oración de la Salve Regina le pedimos: "¡Muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre!". Y hoy queremos decirle: ¡Muéstranoslo ahora, y no sólo "después de este destierro"!

Este es el significado místico y litúrgico de la Epifanía: María, que muestra al mundo a su Hijo divino, el Salvador.

2. María precede cronológicamente el Adviento del Verbo Encarnado en el mundo; y nos precede a los discípulos del Verbo, desde el punto de vista de la santidad y de la fe en el mismo Verbo Hijo de Dios.

María es la "Estrella de la mañana" que precede a la aurora y al "Sol de justicia", a Cristo, Nuestro Señor. Aún antes de que Jesús hablara de Sí y de su misión, María habló de Él a los que iban a visitar al Niño, y que quedaban admirados y extrañados de lo que Dios había hecho por la salvación de Israel y de toda la humanidad.

María es, según la invocación de un antiguo himno litúrgico, la "Estrella del mar". Su fe es como luz que nos guía en medio de las marejadas y tempestades de este mundo, y que ilumina las tinieblas de nuestra ignorancia, disipando el error, y guiándonos a la Verdad, que es Cristo.

María es como la estrella de Belén, que muestra dónde se encuentra el Hijo de Dios, que vino a nosotros para librar al hombre de la muerte y del pecado y para hacerlo hijo de Dios "Dios por participación".

María, como la estrella de Belén, lleva a todos a Cristo, tanto a los lejanos como a los cercanos, tanto al que pertenece a Israel como al que no pertenece, tanto al que ya cree, para que crea más, como al que aún no cree, para que llegue finalmente a la fe.

3. María anunció la Buena Nueva de Cristo antes de que Él mismo comenzase a evangelizar. Por eso el Papa Pablo VI, en la Exhortación Apostólica (Evangelii nuntiandi, 82) llamó a María "la Estrella de la evangelización". "En la mañana de Pentecostés Ella presidió con su oración el comienzo de la evangelización bajo el influjo del Espíritu Santo". Y hago mío el deseo que entonces expresó el Papa "Sea Ella la estrella de la evangelización siempre renovada que la Iglesia, dócil al mandato del Señor, debe promover y realizar, sobre todo en estos tiempos difíciles y llenos de esperanza".

Desde la Epifanía hasta Pentecostés, María da a Jesús a la humanidad. Y todavía hoy Ella lo da en la Iglesia o por medio de la Iglesia. Virgen Santa: ¡Muéstranos también hoy, en esta solemnidad de la Epifanía, a Jesús, fruto bendito de tu vientre! ¡Muéstranoslo para que podamos conocer el "camino, la verdad y la vida"! Amén.



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