JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Plaza Caricamento, Génova
Domingo 14 de octubre de 1990
Queridos genoveses:
1. Estoy verdaderamente contento de encontrarme otra vez entre vosotros con ocasión del quinto centenario de las apariciones de la Virgen de la Guardia, al que estoy particularmente unido porque una reproducción suya ―donada por vuestros conciudadanos al Papa Benedicto XV― se custodia en los jardines vaticanos. Y es precisamente a ella, protectora augusta de vuestra grande y noble ciudad, a la que en este momento dirijo mi primer pensamiento.
He aceptado gustoso vuestra invitación y me asocio con especial alegría a la conclusión del Año mariano diocesano, durante el cual se os ha brindado la oportunidad de renovar vuestro compromiso cristiano, siguiendo a María y confiando en su ayuda poderosa. Dentro de unas horas, en la plaza central de la Victoria, se consagrará solemnemente a ella toda la archidiócesis, que desde hace 500 años no deja de recurrir con confianza a su protección maternal. De hecho, la devoción a María ha marcado constantemente vuestra vida, genoveses, tal como lo atestigua, entre otras cosas, la imagen de la Virgen de la Ciudad, construida en 1637 como recuerdo de la proclamación de María, Señora y Reina de la República Serenísima. Después de algunas vicisitudes, la estatua de mármol fue colocada nuevamente en 1952 con gran solemnidad el Punta de Molo Giano, sede de los pilotos.
En su pedestal se puede leer: "Génova, ciudad de María Santísima", mientras que en el rollo que el niño Jesús tiene en la mano está escrito: "et rege eos", que subraya el amor por la Virgen y el compromiso de fidelidad al Evangelio que caracterizan vuestras tradiciones ciudadanas.
2. Esta misma religiosidad está escrita de manera admirables en las iglesias, los santuarios y las numerosas obras de arte que integran el patrimonio artístico y cultural de vuestra ciudad; está escrita en los testimonios de los santos y los beatos originarios de vuestra tierra; es visible en los logros sociales y en las grandes instituciones de beneficencia surgidas del entusiasmo y de la fe de vuestros conciudadanos ilustres. El pueblo genovés, laborioso y rico de iniciativas, ha encontrado en los valores cristianos su inspiración y ha sacado del Evangelio su impulso apostólico.
En vuestra historia la fe y el progreso han caminado juntos, la evangelización se ha unido siempre a la promoción humana y el anhelo religioso jamás se ha disociado del compromiso civil. También san Bernardo de Claraval alababa vuestra fortaleza, valentía y religiosidad.
¡Genoveses, sed fieles a vuestro pasado, construyendo un futuro que esté a la altura de vuestra noble historia!
¡Sed cristianos auténticos y ofreced a quien os encuentre el testimonio de una adhesión gozosa al Evangelio!
3. Queridísimos hermanos y hermanas: ¡os abrazo con gran afecto! Os doy las gracias por haber venido de todas partes de la ciudad para recibirme. Doy las gracias cordialmente a las autoridades de la ciudad, de la provincia y de la región. De manera especial me dirijo a vuestro arzobispo, el queridísimo cardenal Giovanni Canestri, para expresarle mis sentimientos fraternos de estima y gratitud, en el recuerdo de su ilustre predecesor, el cardenal Giuseppe Siri, gran pastor e insigne hombre de la Iglesia, a cuya tumba iré dentro de muy poco para rezar.
Mi pensamiento va igualmente en este momento a los obispos, los sacerdotes, los religiosos, las religiosas, los laicos y a todos los que componen la gran familia diocesana.
También quiero saludar al mundo del trabajo y, de manera especial, a los trabajadores del puerto, los cuales contribuyen notablemente al desarrollo económico de Génova.
4. Desde el histórico palacio de San Jorge, símbolo glorioso del pasado esplendor genovés, la mirada se extiende hacia el puerto y el mar. ¿Cómo no recordar que precisamente de aquí zarparon a lo largo de los siglos numerosos misioneros, sacerdotes, religiosos y seglares para llevar el anuncio de la salvación a tierras lejanas? En medio de muchas dificultades numerosos y valientes apóstoles de Cristo escribieron páginas memorables de historia cristiana. También hoy día debe proseguir en el cuadro de la nueva evangelización esta noble tradición misionera. ¡Sed todos vosotros habitantes de "esta ciudad-piloto, proyectada hacia el futuro", los artífices generosos de la irradiación del Evangelio! Haced que vuestra ciudad, especialmente su centro histórico, sea cada vez más una casa hospitalaria y abierta a todos. Como en otros lugares, también aquí se corre el riesgo de encerrarse en el propio yo, de no prestar oídos a quien pide ayuda y de no estar disponible a acoger a los que viene de países de diversa tradición cultural y religiosa. Reaccionad frente a la tentación egoísta de la marginación y del aislamiento con la valentía de la solidaridad; ofreced la disponibilidad de vuestro servicio a las nuevas necesidades que interpelan la sociedad. ¡Sed constructores de una ciudad de dimensiones realmente humanas!
5. Hace casi cinco siglos un hijo de vuestra tierra, Cristóbal Colón, se marcho en búsqueda de otros caminos de comunicación a través de Occidente y gracias a su ingenio, su constancia y su fe las poblaciones del Nuevo Mundo pudieron abrirse al anuncio del Evangelio. Me alegra saber que para celebrar concretamente dicho acontecimiento, así como para recordar vuestra consagración a María en el día de hoy, vuestra archidiócesis ha decidido ofrecer su contribución de sacerdotes, religiosos y seglares genoveses para la evangelización de América Latina.
Se amplía, así, el horizonte de vuestra acción apostólica y espiritual.
En efecto, con la atención diaria que prestáis a los problemas de la ciudad, crece en vosotros un estilo de servicio concreto, hecho de gestos sencillos y generosos y con la gran apertura misionera, madura vuestro sentido de pertenencia a la Iglesia universal.
Que María sostenga con su ayuda maternal los buenos propósitos que os animan; ahora nos dirigimos a ella con la oración del Ángelus.
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