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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 3 de octubre de 1993

 

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. El martes próximo, como ya sabéis, tendrá lugar la presentación oficial de la nueva encíclica Veritatis splendor, sobre «algunas cuestiones fundamentales de la enseñanza moral de la Iglesia».

Este documento, tan esperado, elaborado durante mucho tiempo, se publica sólo ahora porque hemos creído conveniente que fuera precedido por el Catecismo de la Iglesia católica, que contiene una exposición completa y sistemática de la moral cristiana. El actual documento profundiza sus presupuestos y sus fundamentos, llevando a cabo un discernimiento sobre algunas cuestiones controvertidas de la teología moral reciente. En particular, reafirma la dignidad y la grandeza de la persona humana, creada a imagen de Dios, y vuelve a proponer el concepto genuino de la libertad humana, mostrando su relación esencial y constitutiva con la verdad, según las palabras de Cristo: «La verdad os hará libres» (Jn 8, 32).

2. El anuncio de la inminente publicación de la encíclica ha despertado en la opinión pública un interés comprensible. Espero que, leído en su totalidad, el texto sea objeto de consideración serena, de forma que pueda contribuir a la mejor comprensión del mensaje exigente y liberador del Evangelio.

La Iglesia, cuando habla, lo hace porque se siente deudora tanto hacia el hombre, a menudo desorientado entre muchas voces discordantes, como hacia la verdad, de la que es destinataria, antes que anunciadora. Por estar al servicio de la palabra de Dios, de ningún modo le sería lícito callarla o manipularla para seguir modas pasajeras. Una Iglesia que cediera a esa lógica no sería ya la esposa fiel de Cristo.

La Iglesia habla a las conciencias y apela a la libertad responsable de los creyentes. Confío en que los fieles de todo el mundo acepten este servicio eclesial debido con una adhesión pronta y cordial, manteniendo una actitud de comunión con el Magisterio eclesial y de confianza en la asistencia del Espíritu Santo, que guía al pueblo cristiano a entender más profundamente la verdad, protegiéndolo de los peligros de confusión y desorientación.

3. Encomiendo esta encíclica a la Santísima Virgen, a quien en este mes de octubre queremos honrar de manera especial con el rezo del santo rosario. A María confío, también, una vez más, la causa de la paz, que sigue tan amenazada en muchas regiones del mundo y, especialmente, en la martirizada Bosnia-Herzegovina.

Como es sabido, hoy termina en Sarajevo un encuentro de reflexión y oración que, siguiendo el ejemplo de la experiencia vivida en Asís el pasado mes de enero, ha congregado a los representantes de las cuatro comunidades religiosas de esa ciudad: la musulmana, la católica, la ortodoxa y la judía. Dicho encuentro se ha celebrado en el centro de esa región, donde por desgracia se sigue derramando la sangre de muchas víctimas inocentes a causa de ese duro conflicto, en el que se producen crímenes innominables, despreciando toda norma ética y todas las convenciones humanitarias.

Invito a toda la Iglesia a unirse espiritualmente a esa asamblea para invocar al Dios de la paz. Oremos para que se logre, por fin, un pacto honroso entre las diversas partes enfrentadas y se restablezca en toda la región un clima de concordia civil.

María, Reina de la paz, ¡ruega por nosotros!

* * *

Después del Ángelus

Me es grato dar mi cordial saludo al director, profesores y alumnos de la Academia Militar politécnica de Chile, y les aliento a trabajar siempre al servicio del bien común de la sociedad. Saludo igualmente a los demás grupos y personas de lengua española. Que este mes, dedicado al Santo Rosario, nos ofrezca la ocasión de acercarnos más a la Virgen. A todo os imparto mi bendición.



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