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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Sábado 1 de enero de 1994
Solemnidad de Santa María Madre de Dios
Día mundial de la Paz

 

1. Hoy, primer día del año nuevo, celebramos la XXVII Jornada mundial de la paz, que tiene como tema: De la familia nace la paz de la familia humana. Era muy conveniente que, en el Año de la familia el tema de esta Jornada hiciera referencia directa a la familia. Por ello, ante todo a las familias del mundo entero deseo expresar mis mejores deseos de serenidad y paz, que brotan del misterio de la santa Navidad, manantial inagotable de todo bien. Extiendo estos deseos cordialísimos a todos los pueblos, a todo hombre y a toda mujer.

El inicio de este nuevo año, amadísimos hermanos y hermanas, nos presenta también un horizonte que, aun iluminado por algunas ráfagas de luz, se presenta a veces amenazador y sombrío. Es verdad que no faltan signos alentadores de distensión y de paz, pero, a pesar de eso es preciso reconocer que la paz sigue estando humillada por conflictos fratricidas que no dan señales de resolverse. La paz se halla herida por la persistencia del inicuo abismo entre el Norte y el Sur del planeta y por la pesadilla de una amplia crisis económica que grava sobre las clases sociales menos protegidas. Y, además, está amenazada por un vasto rebrote de nacionalismos y localismos, que enfrentan a algunos pueblos, donde las legítimas diversidades étnicas y culturales deberían integrarse generosamente con la riqueza común de toda la familia humana, en el respeto de la dignidad de toda persona y en el compromiso de una renovada solidaridad mundial.

2. La paz sigue siendo el gran desafío de nuestro tiempo. Es un bien que se ha de defender y promover con tenacidad mediante la colaboración generosa de todo hombre de buena voluntad. Antes que en las sedes diplomáticas y políticas debe nacer en lo más íntimo de las mentes y los corazones.

Un papel decisivo en su construcción corresponde indudablemente a la familia, pues en ella el hombre aprende el secreto de la paz, experimentando el calor de la acogido y ejercitándose, día tras día, en la disciplina de los afectos en el esfuerzo de la tolerancia y en el compromiso de la comunión. Por esto, quien trabaja por la familia, trabaja por la paz.

En nuestros días la familia debe afrontar cada vez más dificultades, que amenazan con turbar su serenidad. Espero que el Año de la familia «constituya para cuantos desean contribuir a la búsqueda de la verdadera paz [...] una ocasión propicia para estudiar juntos cómo ayudar a la familia a fin de que realice en plenitud su función insustituible de constructora de paz» (Mensaje para la Jornada mundial de la paz; cf. L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 17 de diciembre de 1993, p. 5).

3. Virgen santa, Reina de la paz, en este primer día del año la liturgia te honra como Madre de Dios, Theotókos, título que no expresa sólo tu grandeza, sino que constituye también nuestra esperanza. Tú llevaste en tu seno al Hijo de Dios: a ti no te puede decir que no.

Alcánzanos, Madre, el don de la paz. Genera sentimientos y propósitos de paz en todas las familias del mundo. Con tu poderosa intercesión, sé Madre de nuestra paz.

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Después del Ángelus

Un feliz y próspero año mil novecientos noventa y cuatro lleno de las bendiciones de Dios.



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