JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Fiesta de san Esteban protomártir
Jueves 26 de diciembre de 2002
Amadísimos hermanos y hermanas:
1. Está aún vivo en nuestro espíritu el asombro por el acontecimiento extraordinario que celebramos ayer: el Verbo se hizo carne en el seno de la Virgen María, y puso su morada estable entre nosotros.
Al contemplar el belén, seguimos gustando el clima de alegría de la Navidad y reavivamos los sentimientos de nuestra gratitud a Aquel que, por amor, quiso asumir nuestra naturaleza humana, para compartir nuestro destino y devolvernos la esperanza del cielo.
2. San Esteban protomártir, cuya memoria celebramos hoy, nos ayuda a comprender más a fondo el misterio que estamos viviendo en la fe. El Niño, que gime en una cueva, es el Cristo que nos pide ser, en toda circunstancia y en todo lugar, valientes testigos de su Evangelio, como lo fue precisamente el protodiácono Esteban, que no vaciló ni siquiera frente al martirio.
También hoy muchos creyentes, en diversas partes del mundo, soportan pruebas y sufrimientos a causa de su fe. Esta fiesta nos invita a tomar renovada conciencia de que estamos llamados, como creyentes, a seguir al Señor sin componendas hasta la cruz, sostenidos por la fuerza de su Espíritu. Que nos ayude san Esteban a ser siempre fieles a nuestra vocación cristiana.
Invoquemos para ello la intercesión de María, Madre del Redentor y Reina de los mártires, con la plegaria del Ángelus.
Después del Ángelus
Veo con agrado en estas horas que son muchas las familias que visitan el belén de esta Plaza. Es una "procesión" de padres y madres que, con sus hijos, se acercan a la cabaña para contemplar con admiración a María, a José y al Niño Jesús. Ojalá que este espectáculo de paz y alegría suscite en todos un renovado compromiso de amor mutuo y de comprensión recíproca, para que, sobre todo en el seno de las familias, se viva el clima de entendimiento y comunión que tanto contribuye al crecimiento sereno de los hijos.
A todos os deseo que prosigáis felizmente las festividades navideñas.
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