JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 20 de febrero de 2005
Los ejercicios espirituales, en los que participé juntamente con muchos colaboradores de la Curia romana, concluyeron ayer con una solemne celebración eucarística, seguida de la adoración.
La Eucaristía es la fuente de la que saca vigor siempre nuevo la comunión entre los miembros del Cuerpo místico de Cristo.
2. Desde esta perspectiva, se manifiesta plenamente la peculiar tarea confiada a Pedro y a sus sucesores: el ministerio petrino es esencialmente servicio a la unidad de la Iglesia. "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" (Mt 16, 18). De esta promesa del Señor se hacen eco estas otras consoladoras palabras suyas: "Yo he rogado por ti (Simón), para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos" (Lc 22, 32).
3. "Apacienta mis corderos... Apacienta mis ovejas" (Jn 21, 15. 16. 17). Cuando contemplo el misterio eucarístico, siento particularmente viva en mi corazón esta invitación de Jesús. A él, buen Pastor, le encomiendo todo el pueblo de Dios en este camino cuaresmal hacia la Pascua.
Invoquemos la ayuda de María, Madre de la Iglesia, con la tradicional plegaria del Ángelus.
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