JUAN PABLO II
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 19 de enero de 2005
Semana de oración por la unidad de los cristianos
1. Ayer comenzó la Semana de oración por la unidad de los cristianos. Se trata de días de reflexión y oración muy oportunos para recordar a los cristianos que el restablecimiento de la unidad plena entre ellos, de acuerdo con la voluntad de Jesús, es compromiso de todos los bautizados, tanto pastores como fieles (cf. Unitatis redintegratio, 5).
La Semana se celebra pocos meses después del 40° aniversario de la promulgación del decreto Unitatis redintegratio del concilio Vaticano II, texto clave que situó a la Iglesia católica de un modo firme e irrevocable en el camino del movimiento ecuménico.
2. Este año, el tema nos pone ante una verdad básica para todo compromiso ecuménico, a saber, que Cristo es el fundamento de la Iglesia. El Concilio recomendó encarecidamente la oración por la unidad como alma de todo el movimiento ecuménico (cf. Unitatis redintegratio, 8).
Dado que la reconciliación entre los cristianos "excede las fuerzas y la capacidad humanas" (ib., 24), la oración manifiesta la esperanza que no defrauda, la confianza en el Señor, que lo renueva todo (cf. Rm 5, 5; Ap 21, 5). Pero la oración debe ir acompañada de la purificación de la mente, de los sentimientos y de la memoria. Así se transforma en expresión de la "conversión interior", sin la cual no hay auténtico ecumenismo (cf. ib., 7). En definitiva, la unidad es don de Dios, don que es preciso implorar sin cesar con humildad y verdad.
3. El anhelo de unidad se extiende y se profundiza alcanzando ambientes y contextos nuevos, suscitando fervor de obras, iniciativas y reflexiones. También recientemente el Señor ha concedido a sus discípulos realizar importantes contactos de diálogo y colaboración. El dolor de la separación se siente cada vez con mayor intensidad, ante los desafíos de un mundo que espera un testimonio evangélico claro y unánime de parte de todos los creyentes en Cristo.
4. Como de costumbre, en Roma la Semana se concluirá con la celebración de las Vísperas, el 25 de enero, en la basílica de San Pablo extramuros. Doy las gracias al señor cardenal Walter Kasper, que me representará en ese encuentro litúrgico, en el que participarán representantes de otras Iglesias y confesiones cristianas. Yo me uniré espiritualmente, y os pido también a vosotros que oréis para que toda la familia de los creyentes alcance cuanto antes la plena comunión querida por Cristo.
Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de España y América Latina, especialmente a los de Aragón, a los de la universidad La Salle de México y a la Escuela italiana de Montevideo. Rezad para que toda la familia de los creyentes pueda alcanzar cuanto antes la plena comunión querida por Cristo. Muchas gracias.
(En polaco)
A los que en Polonia participan en los encuentros ecuménicos, les deseo que la oración común y la reflexión produzcan abundantes frutos. Oremos a Dios para obtener el don de la comprensión recíproca y de la unidad. ¡Alabado sea Jesucristo!
(En italiano)
Saludo en particular al Patriarca de Cilicia de los armenios, S. B. Nerses Bedros XIX, y a los otros obispos que lo acompañan. Saludo también a los peregrinos de lengua italiana, en particular, a los socios del Club de Leones de Pulla, y a los representantes del círculo didáctico de Somma Vesuviana, aquí reunidos con el arzobispo de Nola.
Saludo asimismo a los sacerdotes, seminaristas y laicos del Camino Neocatecumenal. Queridísimos hermanos, os doy las gracias por vuestro generoso compromiso en la nueva evangelización. Ojalá que las reflexiones de estos días os ayuden a profundizar la comunión con espíritu dócil, tanto con los pastores de las Iglesias locales, como con los organismos competentes de la Santa Sede. Así podréis dar una aportación cada vez más eficaz a la causa del Evangelio.
Mi saludo va finalmente a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. A todos os encomiendo a la maternal protección de la Virgen María.
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