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VISITA PASTORAL A LA PARROQUIA ROMANA DE SAN ANTONIO

HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

Domingo 6 de mayo de 1979

 

Queridísimos hermanos y hermanas:

Hoy se celebra, en toda la Iglesia católica, la Jornada de las Vocaciones sacerdotales y religiosas, y yo estoy contento de celebrarla con vosotros, aquí en Roma, en el centro de la cristiandad, y en vuestra parroquia, confiada a los sacerdotes de la congregación de los "Rogacionistas", a quienes saludo cordialmente.

El domingo de hoy está dedicado a esta suprema y esencial necesidad, precisamente porque la liturgia nos presenta la figura de Jesús "Buen Pastor".

Ya el Antiguo Testamento habla comúnmente de Dios corno Pastor de Israel, del pueblo de la alianza, elegido por El para realizar el proyecto de salvación. El Salmo 22 es un himno maravilloso al Señor, Pastor de nuestras almas: "El Señor es mi Pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo... Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo..." (Sal 22, 1-3).

Los Profetas Isaías, Jeremías y Ezequiel, vuelven a menudo sobre el tema del pueblo "grey del Señor": "He aquí a vuestro Dios... El apacentará su rebano como pastor, El le reunirá con su brazo..." (Is 40, 11) y sobre todo anuncian al Mesías como Pastor que apacentará verdaderamente a sus ovejas y no las dejará más dispersarse: "Suscitaré para ellas un pastor único, que las apacentará. Mi siervo David, él las apacentará, él será su pastor..." (Ez 34, 23).

En el Evangelio es familiar esta dulce y conmovedora figura del pastor, la cual, aun cuando los tiempos han cambiado a causa de la industrialización y del urbanismo, mantiene siempre su fascinación y eficacia; y todos recordamos la parábola tan conmovedora y sugestiva del Buen Pastor que va en busca de la oveja perdida (cf. Lc 15, 3-7).

Después, en los primeros tiempos de la Iglesia la iconografía cristiana se sirvió grandemente y desarrolló este terna del Buen Pastor, cuya imagen aparece frecuentemente, pintada o esculpida, en las catacumbas, en los sarcófagos, en los baptisterios. Esta iconografía, tan interesante y devota, nos atestigua que, desde los primeros tiempos de la Iglesia, Jesús "Buen Pastor" impresionó y conmovió los ánimos de los creyentes y de los no creyentes, y fue motivo de conversión, de compromiso espiritual y de consuelo. Pues bien, Jesús "Buen Pastor" está vivo y real todavía hoy en medio de nosotros, en medio de toda la humanidad, y quiere hacer sentir a cada uno su voz y su amor.

1. ¿Qué significa ser el Buen Pastor?

Jesús nos lo explica con claridad convincente:

— el pastor conoce a sus ovejas y las ovejas le conocen a él: ¡qué hermoso y consolador es saber que Jesús nos conoce uno por uno, que no somos anónimos para El, que nuestro nombre —el nombre que fue concordado por el amor de los padres y de los amigos— lo conoce El! ¡No somos "masa", "multitud", para Jesús! ¡Somos personas individuales con un valor eterno, tanto como criaturas cuanto como personas redimidas! ¡E1 nos conoce! ¡El me conoce y me ama y se ha entregado a Sí mismo por mí! (cf. Gál 2, 20);

— el pastor apacienta a sus ovejas y las conduce a pastos frescos y abundantes: Jesús ha venido para traer la vida a las almas, y darla en medida sobreabundante. Y la vida de las almas consiste esencialmente en tres realidades supremas: la verdad, la gracia, la gloria. Jesús es la verdad, porque es el Verbo encarnado, es, como decía San Pedro a los jefes del pueblo y a los ancianos, la "piedra angular", la única sobre la que es posible construir el edificio familiar, social, político. "En ningún otro hay salvación, pues ningún otro nombre nos ha sido dado bajo el cielo, entre los hombres, por el cual podamos ser salvos" (Act 4, 11-12). Jesús nos da la "gracia", o sea, la vida divina, por medio del bautismo y de los otros sacramentos. ¡Mediante la "gracia" nos hacemos partícipes de la misma naturaleza trinitaria de Dios! ¡Misterio inmenso, pero de inefable alegría y consuelo!

Finalmente, Jesús nos dará la gloria del paraíso, gloria total y eterna, donde seremos amados y amaremos, ¡partícipes de la misma felicidad de Dios, que es Infinito también en alegría! "Aún no se ha manifestado lo que hemos de ser —comenta San Juan—. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a El, porque le veremos tal cual es" (1 Jn 3, 2);

— el pastor defiende a sus ovejas; no es como el mercenario que, cuando llega el lobo, huye, porque no le importan nada sus ovejas. Por desgracia sabemos bien que en el mundo siempre hay mercenarios que siembran el odio, la malicia, la duda, la confusión de las ideas y de los sentimientos. En cambio, Jesús, con la luz de su palabra divina y con la fuerza de su presencia sacramental y eclesial, forma nuestra mente, fortalece nuestra voluntad, purifica los sentimientos y así defiende y salva de tantas experiencias dolorosas y dramáticas;

— el pastor, incluso da la vida por las ovejas: ¡Jesús ha realizado el proyecto del amor divino mediante su muerte en cruz! ¡El se ha ofrecido en cruz para redimir al hombre, a cada uno de los hombres, creados por el amor para la eternidad del Amor!;

— finalmente, el pastor siente el deseo de ampliar su grey: Jesús afirma claramente su ansia universal: "Tengo otras ovejas que no son de este aprisco, y es preciso que yo las traiga, y oirán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor" (Jn 10, 16). Jesús quiere que todos los hombres lo conozcan, lo amen, lo sigan.

2. Jesús ha querido en la Iglesia al sacerdote como "Buen Pastor".

La parroquia es la comunidad cristiana, iluminada por el ejemplo del Buen Pastor, en torno al propio párroco y los sacerdotes colaboradores.

En la parroquia el sacerdote continúa la misión y la tarea de Jesús; y por esto debe "apacentar la grey", debe enseñar, instruir, dar la gracia, defender a las almas del error y del mal, consolar, ayudar, convertir, y sobre todo amar.

Por esto, con toda el ansia de mi corazón de Pastor de la Iglesia universal os digo: ¡Amad a vuestros sacerdotes! Estimadlos, escuchadlos, seguidlos! Orad cada día por ellos. ¡No los dejéis solos ni en el altar ni en la vida cotidiana!

Y nunca ceséis de rezar por las vocaciones sacerdotales y por la perseverancia en el compromiso de la consagración al Señor y a las almas. Pero sobre todo cread en vuestras familias una atmósfera adecuada para que nazcan vocaciones. Y vosotros, padres, sed generosos en corresponder a los designios de Dios sobre vuestros hijos.

3. Finalmente, Jesús quiere que cada uno sea "buen pastor".

Cada cristiano, en virtud del bautismo, esta llamado a ser él mismo un "buen pastor" en el ambiente en que vive. Vosotros, padres, debéis ejercitar las funciones del buen pastor hacia vuestros hijos; y también vosotros, hijos, debéis servir de edificación con vuestro amor, vuestra obediencia y sobre todo con vuestra fe animosa y coherente. Incluso las recíprocas relaciones entre los cónyuges deben llevar la impronta del Buen Pastor, para que la vida familiar esté siempre a la altura de sentimientos e ideales queridos por el Creador, por lo cual la familia ha sido definida "Iglesia doméstica". Así también en la escuela, en el trabajo, en los lugares de juego y de tiempo libre, en los hospitales y donde se sufre, trate siempre cada uno de ser "buen pastor" como Jesús. Pero sobre todo sean "buenos pastores" en la sociedad las personas consagradas a Dios: los religiosos, las religiosas, los que pertenecen a los institutos seculares. Hoy y siempre debemos orar por todas las vocaciones religiosas, masculinas y femeninas, para que este testimonio de la vida religiosa sea cada vez más numeroso, más vivo, más intenso y cada vez más eficaz en la Iglesia ¡El mundo tiene necesidad, hoy más que nunca, de testigos convencidos y totalmente consagrados!

Queridísimos fieles, termino recordando la apremiante invocación de Jesús, Buen Pastor: "La mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies" (Mt 9, 37; Lc 10, 2).

Quiera el cielo que mi visita pastoral suscite en vuestra parroquia alguna vocación sacerdotal entre vosotros, jóvenes y niños, inocentes y piadosos; alguna vocación religiosa y misionera entre vosotras, niñas y muchachas que os abrís a la vida, llenas de entusiasmo.

¡Encomendemos este deseo a María Santísima, Madre de Jesús, Buen Pastor, Madre nuestra e inspiradora de toda vocación sagrada!

Invoquemos también la intercesión del Siervo de Dios, el canónigo Anibale di Francia, fundador de la congregación de los "Rogacionistas" que, con el centro vocacional "Rogate", dedica su actividad principalmente a la promoción de las vocaciones sacerdotales y religiosas.

 



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