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HOMILÍA DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II
DURANTE LA SANTA MISA PARA LOS UNIVERSITARIOS ROMANOS
COMO PREPARACI
ÓN PARA LA NAVIDAD

Jueves 11 de diciembre de 2003

 

1. "No temas, yo te ayudo" (Is 41, 13). La promesa de Dios, anunciada por el profeta, se cumplió plenamente en el nacimiento de Jesús en Belén. En él Dios se hizo uno de nosotros. Por eso, no debemos temer. El tiempo de Adviento, que estamos viviendo, nos exhorta a la esperanza.

Amadísimos hermanos y hermanas, este encuentro se sitúa en ese clima de espera confiada en la venida de Cristo. Os saludo con afecto a todos. Os saludo, ante todo, a vosotros, ilustres rectores, profesores y alumnos de las universidades romanas. Dirijo un saludo especial a la ministra de Educación, Letizia Moratti. Saludo a los capellanes de las universidades y a las delegaciones nacionales de pastoral universitaria.

Doy las gracias al presidente de la Conferencia de rectores de las universidades italianas y a la representante de los alumnos, que han querido hacerse intérpretes de los sentimientos de todos.

2. "Convertiré (...) la tierra árida en hontanar de aguas" (Is 41, 18). Esta es la gran promesa de Dios a los humildes y a los pobres que, como afirma el profeta, "buscan agua", porque "la lengua se les secó de sed" (Is 41, 17). Su sed remite al ferviente anhelo de verdad, de justicia y de paz, presente en el corazón de todo hombre.

En efecto, sólo en Dios las más íntimas aspiraciones humanas encuentran plena respuesta. Por eso, queridos hermanos, os aliento a hacer que vuestro itinerario formativo esté sostenido incesantemente por la búsqueda de Dios. No os detengáis ante las dudas y las dificultades. Dios, asegura el profeta, os "tiene asidos por la diestra" (Is 41, 13), está a vuestro lado. Su confortadora compañía os hará más conscientes de la misión que estáis llamados a cumplir en el ámbito universitario.

3. Muchos de entre vosotros habéis participado en el congreso que, durante estos días, ha dedicado su atención al proceso de integración europea. También vosotros, que formáis parte del mundo universitario, debéis contribuir a ese proceso. Las estructuras sociales, políticas y económicas revisten gran importancia para la unidad de Europa, pero no hay que descuidar en absoluto los aspectos humanísticos y espirituales. Es indispensable que la Europa de hoy salvaguarde su patrimonio de valores, y reconozca que ha sido sobre todo el cristianismo la fuerza capaz de promoverlos, conciliarlos y consolidarlos.

4. La Navidad constituye la ocasión privilegiada para destacar uno de los valores cristianos más sentidos. Con el nacimiento de Jesús, en la sencillez y en la pobreza de Belén, Dios restituyó dignidad a la existencia de todo ser humano; ofreció a todos la posibilidad de participar en su misma vida divina. Ojalá que este don inconmensurable encuentre siempre corazones dispuestos a recibirlo.

Encomiendo a la intercesión materna de María este deseo y anhelo mío. Que ella os proteja a cada uno de vosotros, a vuestras familias y a las comunidades académicas a las que pertenecéis. ¡Feliz Adviento y feliz Navidad!

 



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