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MISA DE ORDENACIONES SACERDOTALES

HOMILÍA DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II

Basílica de San Pedro
Domingo del Buen Pastor, 2 de mayo de 2004

 

1. "Ha resucitado el buen Pastor que dio la vida por sus ovejas... Aleluya" (Antífona de comunión).

La liturgia nos invita hoy a fijar la mirada en Cristo, buen pastor. Agnus redemit oves, canta la Secuencia de Pascua: "El Cordero ha redimido a su grey". El Hijo unigénito del Padre, el buen pastor de la humanidad, muerto en la cruz, resucitó al tercer día.

Esta es la buena nueva que los Apóstoles llevaron a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, animados por la fuerza del Espíritu Santo (cf. Lc 24, 47-49). Es la buena nueva que sigue resonando al inicio del tercer milenio. De la mirada llena de compasión de Cristo, buen pastor resucitado, brota en la Iglesia el don y el misterio de la vocación al ministerio pastoral.

2. Amadísimos diáconos, que dentro de poco seréis ordenados presbíteros, de esta misma mirada de amor ha brotado vuestra llamada al sacerdocio. Os acojo con afecto y os saludo a cada uno. Saludo al cardenal vicario, al monseñor vicegerente y a los miembros del consejo episcopal diocesano. Saludo a los rectores y superiores del Pontificio Seminario Romano mayor, del seminario diocesano Redemptoris Mater, del Almo Colegio Capránica y de los Oblatos Hijos de la Virgen del Amor Divino, que se han encargado de vuestra formación. Saludo al cardenal Andrzej Maria Deskur y a los formadores de la "Fraternidad sacerdotal de los Hijos de la Cruz"; asímismo, saludo y doy las gracias a los superiores y formadores del Pontificio Instituto para las misiones extranjeras.

Deseo dar vivamente las gracias a vuestras familias, a los sacerdotes que se han dedicado a la formación y al crecimiento de vuestra fe, y a cuantos, juntamente con vuestras comunidades parroquiales y las realidades eclesiales a las que pertenecéis, os han ayudado a descubrir el "don y misterio" de vuestra vocación, y a decir sí a la llamada del Señor.

3. Sois sacerdotes en una época en la que, también aquí en Roma, fuertes tendencias culturales quieren hacer que la gente olvide a Dios, sobre todo los jóvenes y las familias. Pero no tengáis miedo: Dios estará siempre con vosotros. Con su ayuda, podréis recorrer los caminos que conducen al corazón de cada hombre, y anunciarle que el buen Pastor dio la vida por él y quiere que participe en su misterio de amor y salvación. Sin embargo, para llevar a cabo esta obra tan necesaria, es preciso que Jesús sea siempre el centro de vuestra vida y que permanezcáis en íntima unión con él mediante la oración, la meditación personal diaria, la fidelidad a la liturgia de las Horas y, sobre todo, la celebración devota y diaria de la Eucaristía. Si estáis llenos de Dios, seréis verdaderos apóstoles de la nueva evangelización, porque nadie da lo que no lleva en su corazón. María, la dulce Madre del buen Pastor, por la cual os invito a sentir siempre una devoción filial, os acompañe y vele constantemente sobre vosotros. Amén.

 



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