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MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
CON OCASIÓN DE LAS EXEQUIAS
DEL CARDENAL JUAN JESÚS POSADAS OCAMPO

 

Queridos Hermanos en el Episcopado,
amadísimos hermanos y hermanas
de la Arquidiócesis de Guadalajara y de todo México
.

En estos momentos de particular aflicción por la trágica muerte del Señor Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, Arzobispo de esa querida Arquidiócesis y también Vicepresidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano y Vicepresidente del Consejo Episcopal Latinoamericano, deseo haceros llegar mis sentimientos de vivo pesar, unido espiritualmente a esta celebración eucarística en la cual participa como Representante mío el Señor Cardenal Eduardo Pironio.

La figura de tan ejemplar Pastor, que con generosidad y abnegación dedicó su vida al servicio de Dios y de la Iglesia, es motivo de profunda acción de gracias al contemplar la fortaleza de su fe, la fecundidad de su ministerio, la solicitud y amor para con la grey que el Señor le había confiado. Su entrega sin reservas a la misión de hacer presente el mensaje salvador de Jesucristo le hizo acreedor del cariño de sus diocesanos y del respeto de los hombres de buena voluntad.

Las trágicas circunstancias de la muerte del querido Arzobispo de Guadalajara, junto con otras seis personas, han de ser un apremiante llamado a todos para erradicar tan execrable violencia, causa de tanto dolor y muerte, como es el caso del abominable crimen del narcotráfico. Ruego al Señor que infunda en los corazones de todos los mexicanos sentimientos de paz y fraternidad, y que los valores cristianos, que han configurado la historia de esta gran Nación, impulsen un renovado empeño por construir una sociedad más justa, fraterna y acogedora, siempre abierta a la esperanza.

Quiera Dios que el luminoso ejemplo del Cardenal Posadas Ocampo sea estímulo y aliento para todos y, en especial, para cuantos continúan la obra de evangelización a la que el digno Purpurado dedicó toda su vida. Que el Señor, Príncipe de la Paz, inspire en los corazones sentimientos de concordia y armonía para que no se repitan actos de injustificable violencia, que ofenden la pacífica convivencia y la tradición cristiana del noble pueblo mexicano.

Sobre cuantos participan en la celebración eucarística por el eterno descanso de nuestro querido hermano, sacerdote y obispo Juan Jesús, y de las demás víctimas, invoco la asistencia divina para que, en estos momentos de dolor, reciban consuelo por tan irreparable pérdida. Quiero, asimismo, expresar mi particular cercanía a los familiares del Señor Cardenal, a los Obispos Auxiliares, a los sacerdotes y religiosos que con él colaboraron fielmente en el servicio al pueblo de Dios. Expreso igualmente mi más sentido pésame a los familiares de los otros fallecidos.

A todos los presentes, a mis queridos Hermanos en el Episcopado, a las dignas Autoridades de la Nación y al pueblo cristiano de Guadalajara y de México, imparto la Bendición Apostólica, como signo de esperanza en Cristo Resucitado.

Vaticano, 27 de mayo de 1993.


JOANNES PAULUS PP. II



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