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MENSAJE URBI ET ORBI
DE JUAN PABLO II

PASCUA 1997

 

1. "Victimae paschali laudes /immolent Christiani..."
"Ofrezcan los cristianos /ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima / propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado /que a las ovejas salva
a Dios y a los culpables / unió con nueva alianza".
"¡Me dirijo a vosotros, cristianos! ¡Me dirijo a vosotros,
católicos, ortodoxos, anglicanos, protestantes!
Me dirijo a vosotros con la estupenda noticia: ¡Cristo ha resucitado!
Aquél que fue señalado por Juan el Bautista
como el Cordero de Dios (cf. Jn 1, 29.36)
ha redimido a sus ovejas: "Agnus redemit oves".
Cristo ha redimido a su grey, a la humanidad entera,
a todos los hombres, sin excepción.
Cristo, víctima inocente de la cruz,
nos ha reconciliado a nosotros, pecadores, con el Padre.
Él, sin pecado,
nos ha reconducido a nosotros, pecadores, al Padre.
En esta gran Fiesta de la Pascua
anunciamos la reconciliación de la humanidad con el Padre,
por obra de Cristo hecho por nosotros obediente
hasta la muerte: "Victima paschalis".

2. "Mors et vita / duello conflixere mirando..."
"Lucharon vida y muerte / en singular batalla,
y, muerto el que es Vida / triunfante se levanta".
El hombre que lucha contra el mal,
que se enfrenta de continuo a la muerte,
que trata de defender y salvar la vida de toda amenaza,
este hombre se detenga, se quede hoy atónito.
Pues hoy la muerte ha sido derrotada.
El Hijo de Dios nacido de la Virgen,
Dios de Dios y Luz de Luz,
el Hijo de Dios consustancial al Padre,
ha aceptado la ignominiosa muerte de cruz.
El Viernes Santo fue colocado en la sepultura
y he aquí que hoy, antes del alba,
ha removido la piedra del sepulcro
y ha resucitado por su propia fuerza:
"Dux vitae mortuus regnat vivus".

3. "Dic nobis, Maria / quid vidisti in via?..."
"¿Qué has visto de camino / María, en la mañana?
A mi Señor glorioso / la tumba abandonada,
los ángeles testigos / sudarios y mortaja".
La resurrección de Cristo es confirmada por testigos,
por aquellos que al amanecer del primer día después del sábado,
esto es, hoy, fueron al sepulcro.
En primer lugar las mujeres y, después de ellas, los Apóstoles.
La antigua Secuencia litúrgica
se dirige a María Magdalena,
porque a ella le fue concedido
no sólo descubrir la tumba vacía,
sino anunciar a los Apóstoles lo ocurrido.
Acudieron Pedro y Juan y constataron
que cuanto decían las mujeres era verdadero.

4. Nos dirigimos a ti, María Magdalena,
que, arrodillada junto a la cruz,
besaste los pies de Cristo agonizante.
Movida por el amor, fuiste al sepulcro
y lo encontraste vacío;
fuiste la primera en ver al Resucitado y con Él hablaste.
Pecadora convertida,
Cristo te ha equiparado de algún modo a los Apóstoles,
poniendo en tus labios el mensaje de la resurrección.
¡Alégrate, María Magdalena!
¡Alegraos, Pedro y Juan!
¡Alegraos, Apóstoles todos!
¡Alégrate, Iglesia, porque el sepulcro está vacío.
¡Cristo ha resucitado!
Donde lo habían puesto
quedan tan sólo las vendas,
queda el sudario
en el que lo habían envuelto el Viernes Santo.
Proclamad con nosotros y con la humanidad entera:
"Surrexit Christus spes mea - Surrexit Christus spes nostra!"

5. Proclamad con nosotros que Cristo es la esperanza
también de quienes ven la existencia y el futuro
amenazados por la guerra o el odio,
especialmente en el corazón del continente africano.
La luz de Cristo guíe a los responsables de las Naciones,
llamados a orientar con sus decisiones
la convivencia entre pueblos, culturas y religiones diversas,
como en Tierra Santa.
La fuerza del Resucitado sostenga
a quienes trabajan por consolidar la paz y la democracia,
logradas con frecuencia a costa de tantos sacrificios,
como en la región de los Balcanes
y, especialmente, en la querida Albania.
El amor de Cristo, vencedor del pecado y la muerte,
otorgue a todos la audacia del perdón y la reconciliación,
sin los cuales no existen soluciones dignas del hombre:
pensamiento que nos lleva especialmente a las personas
que en Lima, Perú, están retenidas como rehenes
desde hace largos meses.
¡Que les sea finalmente concedida la tan suspirada libertad!

6. Que puedan participar de la alegría pascual
todos nuestros hermanos en la fe
que, en diversas partes del mundo,
son víctimas de ataduras o persecuciones.
Lamentablemente, ellos no pueden celebrar
esta fiesta de la Redención
como hubieran deseado.
¡Que no decaiga su ánimo,
que no se sientan solos!
¡Cristo está con ellos, la Iglesia está con ellos!
"Surrexit Christus spes mea".
¡Cristo verdaderamente ha resucitado!
En Él nosotros podemos vencer hoy las fuerzas del mal.
Él ofrece a todos una vida nueva;
gracias a Él cada uno puede, desde ahora,
abrirse con amor a los hermanos
en la acogida, en el servicio, en el perdón.
Sí, en Jesús resucitado,
todo adquiere sentido y renovado valor.

7. "Scimus Christum / surrexisse mortuis vere"
"¡Resucitó de veras / mi amor y mi esperanza!".
El testimonio de las mujeres y de los Apóstoles,
el testimonio de la Iglesia,
no se limita sólo a Jerusalén y a los montes de Galilea,
sino que se difunde por todos los ángulos de la tierra.
Al final del segundo milenio,
mientras el Gran Jubileo del 2000 se avecina,
este testimonio resuena ya por doquier:
¡Cristo ha resucitado!
"Scimus Christum surrexisse a mortuis vere!".
Creemos porque sabemos: scimus.
Y desde lo hondo de esta sublime convicción,
donde la palabra de Dios y la razón del hombre se encuentran,
nosotros te invocamos, Cristo crucificado y resucitado.
"Tu nobis, victor Rex, miserere!".
Amen. ¡Aleluya!"

Pascua, 30 de marzo de 1997



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