PEREGRINACIÓN APOSTÓLICA A POLONIA
DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS JÓVENES
Gniezno, domingo 3 de junio de 1979
Queridísimos míos:
1. El monumento más antiguo de la literatura polaca es "Bogurodzica" ("Madre de Dios"). La tradición hace remontar su origen a San Wojciech (San Adalberto). La historia de la literatura nos permite situar en el siglo XV la fecha de los textos más antiguos de ese canto-mensaje. Digo: canto-mensaje, porque la "Bogurodzica" no es sólo un canto, sino también una profesión de fe, un símbolo del Credo polaco, es una catequesis, e incluso un documento de educación cristiana. Las principales verdades de fe y los principios de la moral están encerrados en ella. No es sólo un argumento histórico. Es el documento de la vida. Jacub-Wujek lo llamó el "catecismo polaco".
Lo cantamos siempre con profunda emoción, transportados, recordando que era cantado en loa momentos solemnes y decisivos. Y lo leemos con profunda emoción. Es difícil leer de otro modo estos antiquísimos versos, si se piensa que en ellos se han educado las generaciones de nuestros antepasados. El canto "Bogurodzica" no es sólo un documento antiguo de cultura. Ha dado a la cultura polaca el armazón fundamental y primitivo.
2. La cultura es la expresión del hombre, es la confirmación de la humanidad. El hombre la crea y, mediante ella, el hombre se crea a sí mismo. Se crea a sí mismo con el esfuerzo interior del espíritu, del pensamiento, de la voluntad, del corazón. Y, al mismo tiempo, crea la cultura en comunión con los otros. La cultura es la expresión del comunicar, del pensar juntos y del colaborar juntos de los hombres. Nace del servicio al bien común y se convierte en bien esencial de las comunidades humanas.
La cultura es sobre todo un bien común de la nación. La cultura polaca es un bien sobre el que se apoya la vida espiritual de los polacos. Nos distingue como nación. Decide sobre nosotros a lo largo de todo el curso de la historia, decide más todavía que la fuerza material. Mejor, más aún que las fronteras políticas. Se sabe que la nación polaca ha pasado la dura prueba de la pérdida de la independencia durante más de cien años. Y en medio de esa prueba ha permanecido siempre ella misma. Ha permanecido espiritualmente independiente porque ha tenido su propia cultura. Más aún, en el período de las divisiones la ha enriquecido y profundizado todavía más, porque sólo por medio de la creación puede conservarse una cultura.
3. La cultura polaca desde sus orígenes lleva signos cristianos bien claros. El bautismo que, durante todo el milenio, han recibido las generaciones de nuestros compatriotas, los introducía no sólo en el misterio de la muerte y resurrección de Cristo, no los convertía sólo en hijos de Dios a través de la gracia, sino que encontraba una gran resonancia en la historia del pensamiento y en la creatividad artística, en la poesía, en la música, en el drama, en las artes plásticas, en la pintura y en la escultura.
Y así es hasta hoy. La inspiración cristiana no cesa de ser la fuente principal de la creatividad de los artistas polacos. La cultura polaca fluye siempre con una larga corriente de inspiraciones, que tienen su fuente en el Evangelio. Esto contribuye también al carácter profundamente humanístico de esta cultura. Esto la vuelve tan profunda y auténticamente humana, porque —como escribe A. Mickiewiez en los libros de la peregrinación polaca— "la civilización verdaderamente digna del hombre debe ser cristiana".
En las obras de la cultura polaca se refleja el alma de la nación. En ellas vive su historia, que es una escuela continua de sólido y leal patriotismo. Y por esto ella sabe proponer exigencias y sostener ideales, sin los cuales es difícil para el hombre creer en la propia dignidad y educarse a sí mismo.
4. Os dirige estas palabras un hombre que debe la propia formación espiritual, desde sus comienzos, a la cultura polaca, a su literatura, a su música, a las artes plásticas, al teatro, a la historia polaca, a las tradiciones cristianas polacas, a las escuelas polacas, a las universidades polacas.
Hablándoos de este modo, jóvenes, este hombre desea sobre todo pagar la deuda contraída con esta maravillosa herencia espiritual iniciada por "Bogurodzica" Al mismo tiempo, este hombre desea presentarse hoy ante vosotros con esta herencia, que es bien común de todos los polacos y que constituye una parte eminente de la cultura europea y mundial.
Y os pide:
¡Permaneced fieles a este patrimonio! ¡Haced que sea el fundamento de vuestra formación! ¡Convertidlo en objeto de vuestro noble orgullo! ¡Conservad y multiplicad este patrimonio; transmitidlo a las generaciones futuras!
Ven, Espíritu Santo,
mándanos desde el cielo,
un rayo de tu luz.
Ven, Padre de los pobres,
ven, dador de los dones,
ven, luz de los corazones... (Secuencia de Pentecostés).
¡Luz de las jóvenes conciencias polacas, ven! ¡Y fortalece en ellos este amor, del que nació el primer canto polaco. "Bogurodzica", mensaje de fe y de dignidad del hombre en nuestra tierra!
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